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Tras la pandemia, expuestos al mundo.
Tras la pandemia, expuestos al mundo.

En portada

Rolling Blackouts C.F.

Cita en las afueras de Melbourne

Fotos: Nick Mckk

13.05.2022
No se crean todo lo que escuchen decir por ahí: eso de que el indie rock de guitarras ha muerto es “fake news”, un bulo. En poco más de un lustro, este quinteto de Melbourne ha conseguido resucitar y actualizar lo mejor del jangle pop de su país y dotarlo de inteligencia y emoción genuinas. “Endless Rooms”, su tercer larga duración, los llevará más arriba que nunca. El 20 de mayo lo presentarán en el festival Tomavistas de Madrid y el 11 de junio en el Primavera Sound de Barcelona.

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E

n 2014, el crítico musical Everett True publicó un artículo en ‘The Guardian’ que analizaba la controversia creada en Australia en torno a un movimiento que se denominó “dolewave”. En realidad, se trataba de una especie de broma para definir a la nueva hornada de músicos indies aparecidos en la ciudad de Melbourne en aquellos años –como Twerps, Dick Diver o Bitch Prefect– y tenía connotaciones que algunos consideraron como peyorativas. El término “dole” es como coloquialmente se denomina al subsidio de desempleo, pero True celebró el debate que aquello generó, que implicaba relaciones de clase y raza, genealogías musicales y el propio sentimiento de identidad australiana, bastante problemático por su carácter de país colonizado y su dependencia histórica del Reino Unido.

Rápidamente se englobó en el movimiento a otros artistas de aquella ciudad que eran, a su manera, cercanos a la ética indie original –la del “hazlo tú mismo” y las guitarras cristalinas– como Courtney Barnett o Rolling Blackouts C.F. Esta era una banda formada por dos hermanos, dos primos y un compañero de piso que, tras las típicas experiencias previas de todos en bandas de instituto, se juntaron en 2013, empezaron a colgar sus primeras canciones en la red y en el mismo 2014 autoeditaron su primera referencia oficial, “Flying Disc EP”, un split en forma de frisbee compartido con You Yangs, la banda de otro hermano de ellos.

“No me siento representado por esa etiqueta de dolewave. Era graciosa, pero creo que no tiene nada que ver con nosotros”, afirma al otro lado del teléfono y de forma bastante previsible, Joe White, uno de los tres vocalistas, guitarras y compositores del grupo. De hecho, y como forma de marcar distancias, afirma que la mayor influencia de todos los miembros de la banda es alguien tan imprevisible como el dúo sueco The Embassy. Pero, posteriormente, acabará reconociendo que hay una “australianidad” muy marcada en el sonido del grupo, cuando le pregunto por la tentación que tantas bandas de Melbourne han tenido por mudarse al Reino Unido en busca de un mayor mercado. Es una tendencia histórica que han compartido desde todo el entorno de Nick Cave & The Bad Seeds o JG Thirlwell hasta megaestrellas del pop como Kylie Minogue y Olivia Newton-John. “Yo creo que internet ha cambiado bastante todo eso, lo cual está bien”, apunta nuestro interlocutor. “Nosotros estamos bastante contentos donde estamos, y podemos hacer música que suene como el lugar de donde somos en lugar de ir a Londres y hacer una música que encaje con lo que hay en esa ciudad. Podemos ser seres individuales y vivir donde queremos”. Y es cierto que ese ADN australiano está presente en su sonido, al igual que todos los grupos que, acertadamente o no, fueron incluidos en la dolewave. Hay una línea clara que los conecta con el jangle pop del sello Flying Nun, con las guitarras de The Clean y The Bats, la melancolía, el idealismo y la flema de The Go-Betweens, el esplendor eléctrico de The Church, la pulsión garagera de Radio Birdman o incluso el compromiso ecologista de Midnight Oil.

De izquierda a derecha en la pantalla: Fran Keaney, Marcel Tussie, Joe White (delante en el centro), Joe Russo (bigotazo) y Tom Russo.
De izquierda a derecha en la pantalla: Fran Keaney, Marcel Tussie, Joe White (delante en el centro), Joe Russo (bigotazo) y Tom Russo.

Otra vez en ruta

Mantenemos esta conversación con White semanas antes de que Rolling Blackouts Coastal Fever inicien su gira mundial en el festival Tomavistas de Madrid (será el 20 de mayo, con una parada posterior en el Primavera Sound barcelonés el 11 de junio), ante la que el músico se muestra expectante y entusiasmado. Esperamos que la gente se sienta igual de emocionada por escuchar música en directo de nuevo. Tengo la sensación de que el mundo ha estado echando de menos los grandes festivales y creo que habrá mucha energía en el aire”, afirma.

El quinteto –completado por los también guitarristas, cantantes y letristas Fran Keaney y Tom Russo, por el bajista Joe Russo y por el batería Marcel Tussie– debe gran parte de su prestigio a lo fácil que hace parecer su modo de interactuar en el escenario, y a cómo crea un continuo absolutamente fluido entre canciones ejecutadas con solvencia y precisión. Se fajaron al viejo estilo indie, tocando a diario –a veces más de un concierto por día– en garitos australianos de mala muerte y durmiendo todos juntos en sacos de dormir baratos en el mismo suelo de alguna habitación. Era la época de su primer EP, “Talk Tight”, que fue publicado por el sello indie de Sídney Ivy League en 2016. Con el EP de seis canciones “The French Press” (Ivy League-Sub Pop, 2017), se beneficiaron del padrinazgo del sello estadounidense, que los llevó de gira por el mundo. Y cuando salió su primer largo, “Hope Downs” (Ivy League-Sub Pop, 2018), ya eran uno de los grupos más reclamados en los grandes festivales. En el caso de España, sin ir más lejos, aterrizaron directamente en ellos sin que hayamos tenido la oportunidad de disfrutarlos en salas: Primavera Sound y BIME Live! en 2018 y Mad Cool en 2019 fueron los primeros testigos por aquí de cómo se las gastan sobre el escenario.


“Esperamos que la gente se sienta igual de emocionada por escuchar música en directo de nuevo. Tengo la sensación de que el mundo ha estado echando de menos los grandes festivales y creo que habrá mucha energía en el aire”
Joe White



En el momento de la entrevista, la banda acababa de finalizar muy satisfactoriamente una gira por Australia en la que interpretaron unas pocas canciones nuevas. Pero en realidad se trataba del muy aplazado tour de presentación de su anterior álbum, “Sideways To New Italy” (Ivy League-Sub Pop, 2020), un éxito de crítica y público que llegó al top 5 en la lista de ventas de su país. La culpa de que la presentación de aquel disco y el posterior confluyera en el mismo espacio temporal, ya se sabe, fue del chachachá pandémico. Es curioso, porque “Sideways To New Italy” albergaba cierta sensación de morriña del hogar después de que la banda pasara una larga temporada tocando en directo por el mundo. El confinamiento alteró ese estado anímico.Inicialmente lo tomamos como una oportunidad para quedarnos en casa y aprovechar para componer nueva música. Era lo mejor que podíamos hacer con nuestro tiempo, pero duró más de lo que todos esperábamos, y en cuanto eso comenzó a extenderse cada vez más, el sentimiento de querer salir afuera fue más fuerte”.

Here comes the australian sun.
Here comes the australian sun.

Un álbum a puerta cerrada

Así comenzó la gestación de “Endless Rooms” (Ivy League-Sub Pop-Popstock!, 2022), con los componentes intercambiándose las primeras ideas a través de la red. En cuanto se relajaron las restricciones, comenzaron a juntarse en pequeños espacios de tiempo en una casa de campo que posee la familia Russo a dos horas de Melbourne, junto a un lago. “Utilizamos una gran sala abierta con muchas ventanas. Pusimos micrófonos en el techo y los amplificadores a mucho volumen. Empezaron a salir canciones con más amplitud, de gran pantalla, con sonidos de guitarras más expansivos. Y notas más largas. La mayoría de los temas estaban menos cerrados que antaño, así que cambiamos bastante la manera de grabar”, asegura White. Que esa casa sea la que ocupa la portada del disco es indicativo de la importancia que tuvo en el mismo. La banda lo autoprodujo por primera vez en su carrera y añadió algunas grabaciones de campo con los sonidos de ambiente que captaba. El inicio del disco, con el tema de poco más de un minuto “Pearl Like You”, lo pone de manifiesto con nitidez. Ellos hablan, de hecho, de un álbum anticonceptual marcado por la libertad y el aperturismo total a lo que pudiera suceder. De perseguir canciones juntos en una misma sala”.

Antes hablabas de The Embassy. ¿Hay más influencias inesperadas en vuestra banda?

Para este disco en concreto, deliberadamente, no quisimos referenciar nada que hubiésemos escuchado ni seguir ninguna influencia, simplemente dejamos que las canciones salieran tal como eran, cerramos las puertas e hicimos la música como la queríamos hacer. Supongo que solo nos referenciamos a nosotros mismos, a nuestros anteriores yoes. Lo sentimos como la forma natural de continuar, volver a mirar atrás, a las maneras en que habíamos grabado en nuestros álbumes y EPs anteriores. Buscamos otros trucos y más diversión con los instrumentos.

¿Cómo diríais que ha evolucionado vuestro sonido y qué diferencias hay con la banda que empezó en 2013?

Creo que entendemos el oficio de la composición un poco mejor, ya sabemos cómo escribir una canción de pop clásico, pero creo que, a lo largo del camino, hemos aprendido a romper un poco con eso y cambiarlo un poco, hacerlo algo diferente. Canciones como “Endless Rooms” no tienen realmente una estructura pop, pero todavía encajan en el mundo pop, al igual que “Caught Low” o ”Blue Eye Lake”. Tienen estribillos y eso, pero hemos intentado aprovechar nuestro oficio para sacudir las cosas un poco más.


“Seguimos dando mucho dinero a empresas que contribuyen a la deforestación o el cambio climático, pero no es cuestión solamente de los políticos, sino de la población general, que se queda cómodamente sentada en sus casas mientras todo arde y les trae sin cuidado, solo piensan en ellos mismos. Eso aflora de vez en cuando en nuestras composiciones”
Joe White



Sois una de las pocas bandas que comparte el liderazgo entre tres vocalistas-guitarristas-letristas. ¿Cómo hacéis para mantener la democracia?

Sucede todo de forma muy natural, no tenemos que pelear por ello. Creo que todos respetamos mucho la forma de componer de cada uno, pero somos capaces de sacar nuestro orgullo de la ecuación. Todos tenemos el conocimiento suficiente y la aceptación de reconocer que una canción no es tan buena como otra, o una línea de guitarra o lo que sea. Afortunadamente, somos una banda que trabaja de modo muy colectivo a la hora de pensar en lo que es bueno y lo que no. No hay egos interponiéndose entre sí.

Grupos como The Go-Betweens tendían a equilibrar sus álbumes intentando que cada uno de sus líderes aportase un mismo número de canciones, lo cual podía ser justo pero también artificial en épocas en que uno estuviese más inspirado que el otro. ¿Cuál es vuestra política en este sentido?

No nos gusta pensar en este tema en términos de números. Todos somos muy colaborativos, de todos modos, todos contribuimos en cada canción. Que alguien cante un tema no significa que sea él quien ha escrito todo. Todos componemos juntos y aportamos desde el principio. No hay ese sentimiento de “esta es mi canción y esa es la tuya”, sino que todas son nuestras canciones.

¿Cuáles dirías que son las cualidades distintivas de cada uno de vosotros tres?

Supongo que las canciones de Tom son más abrasivas y chispeantes. Fran es más fantasioso e ingenioso, sus acordes y sus letras son muy poco convencionales. Y yo creo que tiendo más a buscar las grandes melodías. Y que sean pegadizas.

Like a birds, on a wire (fence).
Like a birds, on a wire (fence).

Política y jangle pop en las antípodas

Un aspecto bastante inusual en la escuela australiana del jangle pop es el posicionamiento social o político más o menos explícito. O, al menos, eso es lo que se ha entendido habitualmente. Rolling Blackouts Coastal Fever, sin embargo, se muestran abiertamente críticos en temas del nuevo álbum como “Tidal River”, en la que cantan: “Una nación triste con zapatillas de running / No mires muy de cerca / Podría no gustarte la vista”. Y también: “Estamos de vacaciones / Lleva tus quejas a las Naciones Unidas”.

Igualmente frontal es “The Way It Shatters”, una composición que trata sobre cómo la situación particular en la que se encuentra cada persona es solamente resultado del puro azar. Puedes haber nacido en la próspera Australia o en una zona de guerra como Siria. A partir de ahí, todo se malogra. En el momento en que la suerte se confunde con el orgullo por ser alguien, o por pertenecer a un determinado país, es cuando todo se malinterpreta y se olvida lo que es realmente importante. Cuando aquellos en el lado opuesto a la suerte son considerados extraños e indignos”, apuntaba la banda en la nota de prensa que se distribuyó con el single. En algunas entrevistas, sus miembros han mostrado preocupación por la situación política de su país, que está gobernado por el Partido Liberal desde 2013, aunque Joe White advierte: “Ahora mismo todos los problemas son internacionales. El modo en que nos cruzamos de brazos cuando todo está cambiando tanto es bastante vergonzoso. Seguimos dando mucho dinero a empresas que contribuyen a la deforestación o el cambio climático, pero no es cuestión solamente de los políticos, sino de la población general, que se queda cómodamente sentada en sus casas mientras todo arde y les trae sin cuidado, solo piensan en ellos mismos. Eso aflora de vez en cuando en nuestras composiciones”. No obstante, le da cierto repelús la idea de reconocerse como banda política que pueda utilizar sus canciones como arma para remover conciencias. “Nuestra música no encaja en ese molde demasiado bien”, reflexiona White, quien, por cierto, es el protagonista del videoclip, encarnando a un hombre trajeado que emerge del agua y se cuela en una fiesta de cumpleaños. “Eso no quiere decir que no quiera cantar sobre ello. Supongo que cuando vamos de gira por el mundo hablamos más de eso, si decimos cosas desde el escenario podemos llegar a más gente pero… Podríamos buscarlo más, pero no es realmente lo que queremos hacer con nuestra música”, zanja. ∎

Eclosión controlada

“Talk Tight”
(Ivy League, 2016)

Todos los elementos de Rolling Blackouts Coastal Fever ya estaban muy bien definidos en este primer EP. Siete temas vigorosos que vislumbran las diversas direcciones del quinteto, aunque sobre ellas reine su primer single, “Clean Slate”. La centralidad de sus tres guitarras, y la vibrante interconexión entre ellas, comenzó a llamar la atención fuera de su país.

“The French Press”
(Ivy League-Sub Pop, 2017)

Su primera referencia licenciada por Sub Pop se benefició del progreso y la compenetración que la banda iba adquiriendo en sus cada vez más comentados directos. Pero la electricidad jugaba también con las palabras para llegar a otro nivel. Cada uno de sus seis temas funciona como pequeños relatos cortos plagados de inteligencia y melancolía.

“Hope Downs”
(Ivy League-Sub Pop, 2018)

Inspirado por el nombre de una gran mina a cielo abierto, ¡copropiedad de Río Tinto!, su primer álbum fue grabado en dos semanas en puro directo. Diez canciones sobre personas que buscan su lugar, antídotos contra el cinismo que la banda desarrolla con exquisita precisión. Empezando a encontrar, como dice Joe White, su maestría en el oficio de componer perfectas canciones pop.

“Sideways To New Italy”
(Ivy League-Sub Pop, 2020)

Las giras constantes por el mundo crearon en la banda una sensación de deslocalización que los llevó a elaborar un segundo álbum más intimista y personal, centrado en los recuerdos de sus vidas y de los lugares en los que se sentían más enraizados como modo de poner los pies de nuevo en el suelo. Es bueno, pero el único que no muestra una evolución en su estilo.

“Endless Rooms”
(Ivy League- Sub Pop-Popstock!, 2022)

Ahora sí. La eclosión de todo lo que el quinteto había apuntado en sus entregas anteriores. Tras el parón del confinamiento, la banda se reencuentra en una casa en el bosque y, con la autoconfianza a tope, da lo mejor de sí misma, se siente libre y experimenta sin salirse del tiesto, de las líneas maestras de un sonido ya consolidado. Posiblemente, el mejor pop de guitarras del momento. ∎

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