Es un nombre habitual en los escenarios españoles, pero en el actual contexto pandémico, y con las giras internacionales prácticamente desaparecidas, la actuación de una figura como Rufus Wainwright en La Mar de Músicas de Cartagena resultó verdaderamente excepcional. Aprovechamos la ocasión para hablar con él antes del recital.
El azar hizo que el 20 de julio, jornada que marcaba el ecuador de la XXVI edición La Mar de Músicas, se colasen dos de los tres artistas internacionales programados para su “especial España”. “Antes me advirtieron de la característica multicultural de este festival, que anualmente dedica el grueso de su programación a un país, así que estoy muy emocionado de sentirme esta noche un poco español”, comentó el estadounidense-canadiense Rufus Wainwright tras abrir su recital con la preciosa “The Art Teacher” y justo antes de interpretar, también al piano de cola, su versión de “La complainte de la butte” –original de Georges van Parys y Jean Renoir–, que grabó originalmente para la película de Baz Luhrmann “Moulin Rouge” (2001).
Justo tres horas antes que Wainwright, se presentó en Cartagena y por vez primera en nuestro país la ganadora del premio a Revelación Femenina en los últimos “Victoires de la Musique” franceses. Yseult, la autora, intérprete y modelo francesa de origen camerunés, se deshizo en agradecimientos ante la oleada de aplausos que merecidamente recibió por su íntima actuación, junto al pianista Nino Vella. La mexicana Silvana Estrada está prevista en el penúltimo día de los nueve que dura La Mar, completando la parte internacional del cartel.
“Ah! Live Again Unfollow The Rules Solo” es la décima gira del cantautor y compositor de ópera Wainwright (en España también actuó en Madrid el 7 de julio, dentro de Las Noches del Botánico, y el sábado 24 actuará en el festival Castell de Peralada). Sin ofrecer nada nuevo –o sea, “limitándose” a interpretar canciones incontestables–, continúa encandilando y enganchando devotos. Lamentablemente, en los últimos tiempos, ya sea por motivos económicos o logísticos, sus temas nos suelen ser mostrados sin banda, con el único acompañamiento del piano y su personalísima voz. Y habiendo experimentado su barroquismo en anteriores ocasiones, es fácil caer en la nostálgica tentación de exclamar “¡qué tiempos aquellos!” rememorando las inolvidables giras de presentación de “Want One” (DreamWorks, 2003), “Want Two” (DreamWorks, 2004) y “Release The Stars” (Geffen, 2007).
Continuamos con el álbum más tocado durante su recital en Cartagena –cuyo título fue inspirado por su ilustre hija (de siete años), Viva Katherine Wainwright Cohen–, que podría significar lo contrario de lo vivido en estos últimos dieciocho meses. Pero el padre de la criatura lo argumenta proféticamente: “Creo firmemente en la naturaleza telepática de las canciones. Me parece que, a menudo, esos momentos en que la gente las escribe son para un tiempo futuro. Creo que para este álbum estaba acumulando mucha energía por lo que estaba a punto de suceder. Suena extraño y espeluznante, pero en cierto modo es algo común. Como si uno tuviera una premonición, siempre hay una especie de componente futurista en el buen arte. Así que pienso que en este disco se puede escuchar un poco de la COVID-19. Y ahora es un buen momento para dejar de seguir las reglas, olvidarse de ello”.
Aunque durante la entrevista reconociera que “no me gusta hablar mucho sobre Leonard Cohen y Viva… prefiero mantener este tipo de privacidad”, durante el concierto no solamente desveló que estaba de viaje familiar, en coche, junto a su marido y el nuevo miembro del clan, un perrito llamado Siegfried –quien hizo una divertida aparición cual espontáneo–, sino que indicó que a su hija la habían enviado a un campamento en Nueva York –donde se encuentra su madre, Lorca–, y bromeó con que la niña, tras saber que en “Out Of The Game” (Decca, 2009) el tema “Montauk” iba escrito para ella (que aún no había nacido), “ahora exige que le dedique una canción en cada disco, y así me salió la (breve) ‘My Little You’”. En el concierto, las dos canciones formaron pareja.
Justo hace 20 años, muchos descubrimos a Wainwright con la versión de ese clásico, incluida en el CD de la banda sonora de “Shrek” (2001) –que no en la película, donde se escuchaba en voz de John Cale–, y nos terminamos de hacer admiradores confesos con el contemporáneo “Poses” (DreamWorks, 2001), su segundo disco. En 2018 y 2019, durante “All These Poses Anniversary Tour”, lo interpretaba íntegramente, pero en los diecisiete temas tocados en Cartagena ante el auditorio Paco Martín solamente le cupieron el tema homónimo y la reconocible “Cigarettes And Chocolate Milk”. Tampoco pudieron faltar la bella “Going To A Town” ni “Jericho”, primera de las canciones que interpretó guitarra en mano cual trovador.
En la obra y el imaginario de Wainwright ocupan un lugar destacado las cuestiones relativas al colectivo LGTBIQ+. Por supuesto, rindiendo pleitesía a uno de sus mitos, Judy Garland, con el multipremiado disco en directo “Rufus Does Judy At Carnegie Hall” (Geffen, 2007), donde reproducía el repertorio del mítico espectáculo “Judy At Carnegie Hall. Judy In Person” (1961) –un concepto que recuperó hace poco más de un mes en una actuación virtual titulada “Rufus Does Judy At Capitol Studios”–, y colaborando con Kristin Chenoweth y Renée Zellweger en un dueto para la banda sonora del biopic “Judy” (Rupert Goold, 2019). O participando activamente en la ONG OutRight Action International: “Trabajamos por los derechos humanos LGTBIQ+ porque sigue siendo fundamental; lo alcanzado en Georgia se puede perder rápidamente, mira Hungría”. Así, en Cartagena, “Gay Messiah” sonó más relevante que nunca, sirviendo como recordatorio del asesinato de Samuel Luiz, y reivindicando los gestos políticos menos conservadores de la política norteamericana. ∎