“No necesito más hombres blancos cis hetero haciendo comentarios sobre mi existencia”. Si Shygirl tuitea algo así un par de semanas después de charlar un rato a través de Zoom, uno se cuestiona cosas. ¿Y si...? La música de la londinense Blaine Muise, igual que ese tuit, te pone a menudo entre la espada y la pared. O mejor aún: te pone contra el espejo y el reflejo que te devuelve no siempre gusta. Es desafiante y echada pa’lante, todo lo contrario a tímida, aunque en su último EP, “ALIAS” (Because, 2020), parezca haber adoptado una apariencia algo más pop que en sus inicios, donde las formas que delimitaban su R&B industrial eran más difusas.
Lo que no cambia, en cualquier caso, es su estrecha relación con el productor Sega Bodega, en la que lo personal y lo profesional se funden. Mano a mano (con Coucou Chloe y Oklou metidas también en el ajo) crearon el colectivo NUXXE, de donde han salido algunas de las propuestas más interesantes del Londres de los últimos años, y mano a mano han ido construyendo la discografía de Shygirl. Desde “Want More”, el single con el que debutó en 2016, hasta este “ALIAS” en el que también hay aportaciones de Karma Kid, Kai Whiston o la recientemente fallecida SOPHIE en la producción. Ahí no acaba la lista de invitados: de alguna manera, en el EP también participan decisivamente Baddie, Bovine, Bae y Bonk, los cuatro avatares en los que Shygirl descompone su personalidad para llevarla también al terreno visual con apariencia de muñeca Bratz modelo Kardashian. En tiempos de distancia social, una conversación con Shygirl a propósito de unas canciones que resuenan justo a lo contrario: a gente apretujada en el club o donde sea.
¿Sabes que uno de los últimos conciertos que vi antes de la pandemia fue tuyo? En Barcelona, en Nitsa Club de madrugada, a principios de febrero.
¡Me encanta Barcelona! Espero poder volver pronto. Me acuerdo perfectamente de ese concierto porque también fue uno de los últimos para mí.
¿Cómo estás viviendo estos meses en los que se ha limitado el contacto entre personas? El contacto físico siempre está implícito en la música que haces, tus canciones tienen una energía muy física.
A nivel creativo, empecé todo esto bastante preocupada por si sería capaz de escribir algo simplemente sentada en casa todo el día. Luego entiendes que siempre están pasando cosas dentro de ti y que siempre vas a necesitar sacarlas en algún momento, es algo que no se puede parar. Si pongo mis emociones por escrito, siempre me relajo. Convivir con esas narrativas internas ha sido y está siendo un buen experimento creativo.
Además, lanzar “ALIAS” sin poder presentarlo en vivo me ha hecho cuestionarme mi opinión sobre los conciertos: si los disfrutaba, si una actuación es la mejor manera de contar una historia... He pensado mucho en ello, pero todavía sigo creyendo que necesito estar físicamente presente en un espacio con otra gente para crear el mundo que quiero y por eso no he hecho presentaciones en streaming. En los conciertos de verdad todo es muy fácil porque tú estimulas al público y el público te estimula a ti; eso no se aprende, simplemente pasa.
Durante años has pinchado en clubes y, de hecho, temas como “SLIME” transcurren en uno. ¿Te preocupa el futuro del club tras tantos meses cerrados?
El espíritu del club sigue ahí presente incluso sin clubes. Puedes cerrar ese espacio físico, pero la gente es la que hace que esa cultura todavía siga viva. En el fondo eso es lo más importante, no el espacio. Mientras siga existiendo un deseo que alimentar, habrá cultura de club sin importar dónde: nosotras creamos ese espacio para liberar energía y lo volveremos a crear sea donde sea.
Todo este componente físico y real contrasta bastante con el universo digital que has creado alrededor de “ALIAS”. En las fotos y los vídeos podemos verte convertida en diferentes avatares de ti misma.
Sí, son avatares que reflejan diferentes partes de mi personalidad. La música me ofrece un patio de recreo en el que puedo reproducir diferentes escenarios y puedo imaginar cómo podría haber sido mi vida si una u otra faceta se hubiera potenciado más que el resto. No sé qué otras partes de mí misma están todavía por aparecer, pero ahora mismo estas son las principales. Quería juntarlas y mostrarlas, pero no solo en las letras; también visualmente. Me ayudaba a explicar esas partes de mí y, además, convertirme en un personaje de videojuego es lo que hubiera soñado hacer cuando era niña. Darles vida demuestra que está bien no ser unidimensional.
¿Necesitabas estos alter ego para poder tratar según qué temas? Lo digo porque siempre has transmitido una energía bastante libre y decidida.
Es verdad que no soy para nada tímida. Desde que empecé a sacar música me han preguntado un montón de veces por mi nombre artístico y siempre he dicho que me atrajo porque es un concepto completamente alejado de lo que soy. La timidez es exactamente lo opuesto a mi personalidad verdadera. A veces me pasa, por supuesto; hay veces que siento nerviosismo o dudas acerca de lo que soy o de lo que hago, pero esa sensación no suele durar mucho. Me obligo a mí misma a superarla para seguir adelante aunque sea fingiendo que no pasa nada. Fingir que tienes confianza en ti misma termina por darte una confianza real.
¿Qué piensas cuando ves que se etiqueta tu propuesta como “provocadora”? ¿Tú lo sientes así?
Sinceramente, espero que mi existencia sea provocativa porque es mejor eso que no provocar absolutamente nada. Sé que hablar con sinceridad de sexo como lo hago yo es un tabú, pero no debería existir esa vergüenza. Yo estoy preparada para tener una conversación sobre todo lo que digo en mis canciones. Quiero impulsar un diálogo natural sobre esos temas con mi música y por eso siempre he buscado hacer algo que pudiera incomodar si suena en un coche familiar. ¿Sabes cuando estás viendo una película con tus padres y hay una escena de sexo? A eso me refiero, me gusta esa sensación. No tengo miedo de incomodar a la gente porque actuando así es como yo me siento más libre.
Aunque en “ALIAS” estén tus canciones, trabajas con varias personas en la producción. Además, últimamente has colaborado en los discos de Georgia, Arca o Zebra Katz. ¿Qué te aportan estos procesos en los que te involucras con más gente?
Las colaboraciones me enseñan nuevas formas de trabajar y me obligan a salir de mi caparazón, provocan una espontaneidad que es difícil de lograr si estás sola y además eres una persona bastante perfeccionista como yo. Haciendo música con alguien pueden pasar cosas inesperadas y con el tiempo he aprendido que eso puede funcionar de maravilla. En comparación con mi primer EP, me siento más segura ahora con todo lo que hago: tengo ganas de descubrir cuántas posibilidades diferentes tiene mi música.
La persona con la que más música has hecho y haces desde el principio es tu compañero y amigo Sega Bodega, que es quien te animó a cantar por primera vez. ¿Te resulta raro trabajar con alguien con quien no tienes esa relación?
Con él fue todo muy fácil desde el principio. Con amigos es todo más natural y eso encaja con mi manera de ver la música: publico mis canciones a medida que surgen, tan pronto como están listas para no perder frescura y que el público me vea evolucionar en tiempo real. ∎