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Bajo
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a primera guitarra que cayó en sus manos era de juguete. Por entonces, Sophie Allison (Zúrich, 1997) tenía solo cinco años. Tal fue su obsesión con aquel trasto que sus padres decidieron regalarle una acústica infantil. Había nacido una estrella (alternativa): desde los nueve años –cuando recibió su primera Fender, una Mini Strat roja–, Allison no dejó de acumular grandes guitarras. Y después grandes canciones que, en 2015, el verano antes de dejar Nashville para ir a la Universidad de Nueva York, empezó a compartir con éxito a través de Bandcamp. En 2017 dejó sus estudios –negocios de música– tras conseguir un contrato discográfico con Fat Possum, el sello detrás de Wavves, Courtney Marie Andrews o The Weather Station. El juego se había vuelto real.
La discografía de Soccer Mommy se basa en la progresión ascendente más abrumadora. Cada nuevo lanzamiento empequeñece ligeramente el anterior. Si en sus primeros EPs practicaba un bedroom pop aplicado en el que sorprendían sobre todo el carisma vocal y algunos inspirados giros melódicos, en sus álbumes de estudio ha ido demostrando una ambición creciente a todos los niveles. El revelador “Clean” (Fat Possum, 2018), producido por Gabe Max (ingeniero de The War On Drugs), mostraba a Allison en imponente clave de bandautora indie rock con claras influencias de los 90. Tras rearmarse de pedales y hacerse con un nuevo amplificador, cocinó un “Color Theory” (Loma Vista, 2020) de reverbs cristalinas y escurridizos componentes ingrávidos: uno de los más grandes discos dream pop de los últimos años.
Pero nada de esto nos había preparado para “Sometimes, Forever” (Loma Vista-Music As Usual, 2022), salto al vacío –o mejor, a un bendito cosmos psicodélico– en el que ha contado con la producción de Daniel Lopatin, aka Oneohtrix Point Never. Tras insuflar aires nuevos a la música de FKA Twigs –“MAGDALENE” (2019)–, The Weeknd –“Dawn FM” (2022)– o Charli XCX –“Every Rule” en “CRASH” (2022)–, Lopatin ha incitado aquí a Allison a experimentar como nunca. “Sometimes, Forever” es un magnum opus de reverb y distorsiones gloriosamente exageradas, sintetizadores alucinados, tendencias mecánico-robóticas y gótico-metálicas, raras armonías vocales e incluso un grito de terror, un alarido inesperado de la generalmente taciturna Allison: suena, sutilmente, alrededor del minuto y medio de “Darkness Forever”. Solo un momento apasionante entre millones de ellos.
En las letras, Allison explora –en un constante juego de luces y sombras– la atracción por la autodestrucción y el poder del amor para la reconstrucción; el dolor de tener que dejar que alguien salga de tu vida, pero también la emoción del amor recién empezado. Aunque canta de forma contenida, la intensidad siempre está ahí. En ese sentido, Allison es tan emo como sus hermanas ligeramente mayores –Phoebe Bridgers, Lucy Dacus, Jay Som o Julien Baker– o su hermana ligeramente pequeña, Snail Mail. “No sé cómo sentir las cosas poco”, canta al comienzo de “Still”, cierre estelar de “Sometimes, Forever”. Y no sé si eso es bueno para ella, pero sí para quienes la escuchamos. Que, en un raro caso de justicia poética, parecemos ser cada vez más.
Cada nuevo disco ha representado un gran giro respecto al anterior a nivel de sonido. ¿Dirías que ya te preocupabas por la forma incluso en tus antiguos días de Bandcamp, solo que tus útiles eran los que eran?
Oh, sí, totalmente, siempre me ha interesado el sonido, aunque tampoco sabía mucho por entonces. Como mínimo me preocupaba por que sonara de un modo que me gustara. En aquellos días tenía una guitarra que iba directamente a la entrada de la mezcladora; las voces, directamente también; el bajo, directamente… Después grababa algunas baterías con el micro e intentaba que todo sonara bien. Obviamente, ahora es todo mucho más sofisticado. Tras hacer la grabación básica del tema con el grupo, añadimos un montón de capas de sintetizadores y samples y voces por encima.
¿Cómo llegas al sonido de “Sometimes, Forever”? ¿Es algo que tienes en mente y tratas de materializar? ¿O el proceso consiste, sobre todo, en ir experimentando y jugando en el estudio hasta dar con algo que te interesa?
Llegué al proyecto con una idea grande y general, una especie de mood, un sentimiento que tenía en mi cabeza. La energía que quería capturar, en cierto modo. Pero era algo bastante amplio y por determinar. Cuando empezamos a grabar, todo consistió en afinar la idea, concentrarse y sacar los sonidos más interesantes que pudiéramos. Dar forma a una cualidad sónica específica que representara ese mood.
¿Podrías poner en palabras ese sentimiento?
Sí, claro. Por entonces me estaba obsesionando con mucha música de los 80 que tenía un sonido extrañamente mágico: sintetizadores y guitarras acuosas que parecía que… te elevaran. Quería capturar eso, pero quería que sonara crudo, como realmente tocado por una banda. (Aunque lo parezca, en un tema de la densidad de “With U” no hay en realidad muchos ‘overdubs’). En ese sentido, el sonido que buscaba era también muy de los 90. Se trataba de hacer algo muy desnudo y después coger esa versión desnuda y ponerle encima un montón de cosas mágicas, tonos con un punto inquietante.
Daniel Lopatin parece, desde luego, el productor ideal para un proyecto así. Pero, sin conocer las intenciones que has explicado, tampoco parecería el productor más obvio para un disco de Soccer Mommy. ¿Cómo se dio la conexión? ¿Se acercó él a ti con interés de colaborar? ¿Tuviste la idea de contar con él?
Yo he sido fan de Dan desde siempre. Cuando estaba trabajando en las canciones, el sello me envió ideas para productores y él era uno de ellos, lo que me parecía superinteresante. Nos pusimos en contacto con Dan enseguida y mostró buena disposición. Nos dijo que había escuchado “Color Theory” y que le gustaba. De modo que empezamos a hablar. Después de tanto tiempo escuchando su música, sabía que iba a ser algo increíble. Es un arreglista y compositor fantástico. Sabía que saldría bien. Podía salir algo raro (ríe), no sabía muy bien qué iba a pasar exactamente, pero sabía que iba a ser emocionante.
¿Al empezar a conversar, os dais cuenta de que compartís un montón de referencias musicales? Seguro que él también es fan de Cocteau Twins, por ejemplo.
Cuando decidimos trabajar juntos, empezamos a enviarnos mensajes de texto con un montón de ideas. Él escuchaba mis maquetas y trataba de aportar ideas. Me podía enviar una canción de The Jesus And Mary Chain para que me fijara en ciertas baterías o quizá en una línea de guitarra. Yo, a cambio, podía enviarle algo de The Cure, un grupo sobre el que hablamos mucho. También hablamos sobre The Smiths. O Siouxsie & The Banshees.
Casi todas las canciones tienen un punto impredecible, un cierto aire de inestabilidad muy emocionante. ¿Hubo muchos felices accidentes en vuestra colaboración? ¿O hablamos, sobre todo, de giros premeditados?
El núcleo de cada canción, los arreglos básicos, todo eso estaba meditado. Pero mucho de lo que pasa por encima de los temas es el resultado de probar cosas, lanzar ciertas ideas… En términos de sintetizadores, lo que suena es Daniel trasteando con ellos mientras nosotros, el grupo, grabamos las pistas básicas. Se ponía los auriculares y buscaba acordes interesantes. En un tema como “Unholy Affliction”, por ejemplo, la parte de secuenciador es una aportación suya que no estaba en la maqueta ni nada. En “With U”, ese arpegiador que Dan colocó al principio dio vida a toda la canción. Todo fueron raros procesos de alquimia en busca de algo especial. En “Still” creímos que sería interesante tener sonidos acuosos bastante agudos y acabé loopeando mi voz con un pedal de guitarra. A la vez, Dan podía probar a pasar ese loop por otro pedal para hacerlo más agudo… Trabajábamos juntos a la búsqueda de cosas así.
Como alguien que despertó realmente a la música durante los 90, siempre me emociona que una persona mucho más joven que yo reconozca lo especial de esa década. ¿Recuerdas cómo empezaste a interesarte por ella y la convertiste en primera inspiración para tu estilo?
Probablemente empecé a escucharla cuando iba al instituto. Era algo con lo que me había familiarizado bastante viendo series de pequeña, sobre todo series de ciencia ficción y fantasía. Cosas que reponían todo el tiempo, como “Buffy, cazavampiros” (Joss Whedon, 1997-2003); me encantaba toda la música que sonaba en ella. A partir de ahí empecé a meterme en cosas shoegazing, o más indie rock como Liz Phair o PJ Harvey después… Los 90 tienen tanto que ofrecer en tantos géneros diferentes… Fue un momento increíble para la creatividad.
Algunos días me da por pensar: ¿qué estará haciendo Harriet Wheeler, cantante de The Sundays, ahora mismo? ¿Te pasa a ti también? ¿O estoy un poco mal de la cabeza?
The Sundays es una banda a la que he estado volviendo mucho últimamente. Cuando tengo estas fiebres, acabo viendo muchos antiguos vídeos de los grupos y me da por pensar en cómo serían sus vidas y si se parecerían a la que llevo ahora.
Hablemos un poco de las letras. En tus primeros discos parecías luchar mucho contra tus peores impulsos. Pero en una canción como por ejemplo “With U” pareces estar casi cómoda con ellos; en ese caso, con la dependencia emocional. Es como si hubieras hecho las paces con ciertas partes de ti. Las asumes y haces arte con ellas. ¿Eso es así?
Sigo luchando todo el tiempo, pero a la vez tengo mucha más confianza en mí misma y me comprendo mejor. Cuanto más entiendes y aceptas cómo eres, más puedes evitar que esos defectos te dominen y te pongan en situaciones que no te gustan o destruyan tu felicidad.
La relación sobre la que cantas en “Shotgun” parece algo más sana, aunque esté envuelta en alcohol. Y, bueno, también en helado. En ella escribes sobre el amor casi como si fuera, a su modo, una sustancia psicoactiva y adictiva.
En esa canción hablo de perseguir el subidón de los primeros días del amor. Y quería definir ese sentimiento como algo dulce y bonito, pero también lleno de peligro y emoción. El peligro de no saber cuál será la siguiente fase. Estaba pensando mucho en la estupidez de la juventud, de esos días en los que tienes tu primer apartamento y esas cosas (risas).
La ultragótica “Darkness Forever”, o “Still”, que cierra el disco a lo grande, son bastante dolorosas en sus letras, en su descripción de la depresión o incluso los pensamientos suicidas. ¿Te ayuda personalmente poner esta clase de pensamientos por escrito, convertirlos en canción? ¿Funciona la música como terapia o todo eso es simplemente un mito?
No sé si me ayuda con la soledad o la depresión. Pero sí que me sirve para controlar un poco mis tendencias obsesivas. Tiendo a los pensamientos circulares; algunas ideas aparecen todo el tiempo en mi cabeza. Y a través de las canciones intento, a veces, llegar hasta el fondo de ellas. Ponerlas por escrito de forma concreta me ayuda bastante. En cuanto a los sentimientos de soledad y depresión, en realidad cuanto más los exploro peores se pueden volver.
Me gusta que incluso cuando es más emocional –que en realidad es siempre– tu forma de cantar es bastante contenida. Siempre he preferido eso a la exuberancia. Te diría que Bernard Sumner, de New Order, es mi cantante favorito de la historia. ¿Tienes algún referente en ese aspecto?
La verdad es que no intento parecerme a nadie en mi forma de cantar. Para bien o para mal, mi voz suena de una manera y es lo que hay. Pero me encanta la voz de Bernard Sumner. También las de Kurt Cobain o Julian Casablancas. En todas ellas hay una especie de cansancio; es casi como si pudieras imaginarlos cantando completamente solos en una habitación.
Pues vaya, sí, lo has clavado. Nunca lo había visto así. El cansancio es la clave.
¡Yo diría que sí!
¿Piensas ya en cuál será tu siguiente fase, musicalmente hablando?
No he compuesto mucho desde que acabé este disco, pero por supuesto que ya estoy pensando sobre lo que quiero hacer. No tengo muchos planes definidos, pero estoy todo el rato intentando que las cosas sigan evolucionando. ∎
Básicamente, una maqueta pero con lanzamiento físico –en casete– vía Orchid Tapes, el sello de Foxes In Fiction. Indie pop taciturno bajo influjos twee y C86 o del lounge según The Cardigans: escúchese “Blood Honey”. Una nostalgia algo prematura marca las letras: en “Inside Out” canta sobre “recuerdos de instituto de arcoíris” y en “Grown” se cuela el curioso verso “es una locura que nos estemos haciendo tan mayores”. Hermoso cierre escapista con “Switzerland”: “Podríamos ir a un sitio donde nieve / Solo tú y yo”.
Allison regraba –ahora con su grupo de directo, ya presente en el siete pulgadas “Last Girl & Be Seeing You” (2017)– algunas canciones que compartió en Bandcamp: hits semisecretos como “Waiting For Cars” –de su primer EP digital, “songs for the recently sad” (2015)– e “Inside Out” de “For Young Hearts” (2016). Empieza a aumentar la fidelidad del sonido y a ganar calidez y rotundidad. Los dos temas nuevos invitan a la esperanza, sobre todo “Out Worn”, ese en el que canta sobre estar “más que harta de sentirse no deseada”.
En su primer larga duración, Soccer Mommy sorprende con una nueva fiereza indie rock, además de con mejores giros instrumentales, melodías más pegadizas que nunca y letras aún más dolorosas. “Your Dog” –su respuesta a The Stooges: “No quiero ser tu jodida perra”– es el hit indiscutible. Pero también están “Flaw”, con su melancolía estilo The Sundays; “Last Girl”, con gratos aromas de girl group 60s; o la balada “Scorpio Rising”, sobre una pareja que desvía su mirada hacia esa chica “burbujeante y dulce como una Coca-Cola”.
Todo un salto adelante en cuanto a sonido: Allison apuesta por la gravedad cero en canciones de mágicos delays, texturas ambient y asomos de beats electrónicos. Son canciones flotantes que, sin embargo, pueden hundirte un poco. Enfermedad –aborda la diagnosis de cáncer de su madre– e inestabilidad mental se imponen esta vez en sus letras. Pero ella no sabe hacer canciones enteramente tristes, sino que prefiere hacer equilibrios sugerentes entre desespero y esperanza, nubes y fogonazos de luz.
Este recopilatorio de una serie de singles cocinados entre amigos –siempre a beneficio del fondo de Oxfam contra la pandemia del coronavirus– es una caja de sorpresas. A veces los colegas se rehacen mutuamente: Allison versiona “I Think You’re Alright” (Jay Som) e “Indie Rokkers” (MGMT). A cambio, Jay Som se marca un cover de “Lucy” y Andrew VanWyngarden remezcla “Circle The Drain” en plan trippy con su alias Gentle Dom. Es el disco en que, oferta irrechazable, se puede oír a Allison versionando “Drive”, de The Cars.
¿Allison y Lopatin, extraña pareja? Tampoco tanto si tenemos en cuenta la fascinación de ambos por la nostalgia, que ella traduce en literatura vulnerable y él en sonidos raros pero también emotivos. La artista logró con creces su objetivo: un puñado de canciones que parecieran a la vez ciencia ficción e hiperrealismo. Magia con pulso real y sudoroso. Es su mejor disco hasta la fecha, el más perfecto por su cantidad de intensas imperfecciones. Pero seguramente el próximo será el doble de perfecto. ∎