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Tirzah, acogedora extrañeza. Foto: Marina Tomàs
Tirzah, acogedora extrañeza. Foto: Marina Tomàs

Festival

SónarCCCB: raíces en el pasado y mirada al futuro

La edición de otoño de Sónar sirvió tanto de compensación por la falta de festival en 2020 y 2021 como de anticipo para la esperada vuelta a la normalidad del año que viene. Regresando a la que fue una de sus sedes históricas, el CCCB, el festival reunió nombres destacados de la electrónica actual y exploró todas las vertientes de la inteligencia artificial en un evento paralelo.

02. 11. 2021

El viernes 29 y el sábado 30 de octubre se celebró SónarCCCB 2021, una edición especial en otoño que supuso la vuelta del festival al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona por motivos obvios y pandémicos. Durante los dos días, que fueron precedidos por el AI And Music S+T+ARTS Festival, las actuaciones fueron retransmitidas simultáneamente por streaming.

El mediodía del viernes estuvo ocupado por el experimento de neurociencia “Being A Curious Mind”, llevado a cabo por Sónar en colaboración con  el Ayuntamiento de L'Hospitalet y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la participación de la DJ Alicia Carrera. En él se comparaban los gustos y las impresiones instantáneas que la música produce en las personas con las sensaciones que se fabrican, a través de la memoria, un día después. 

A primera hora de la tarde, mientras el Pati de les Dones, convertido en el escenario SonarVillage, comenzaba a llenarse de bailarines que ya no lo abandonaron hasta la caída de una tromba de agua al anochecer, descubrimos la minimalista puesta en escena de la tolosana Verde Prato en el escenario SonarHall: con teclado, caja de ritmos y voz (aunque solo con esta le hubiera bastado), sonó clara y cristalina. Ana Ursuaga, la joven música y artista plástica detrás de este proyecto (e integrante de las formaciones Serpiente y Mazmorra), se apoyaba en loops de su propia voz, del teclado o de palmas mínimas para crear la base de las canciones de “Kondaira eder hura” (2021), un primer trabajo enraizado en el folclore vasco que dedica sus canciones a los miembros de una misteriosa familia y aledaños. En la sobriedad de estas canciones, Verde Prato brillaba, literal y figuradamente. Rindió un pequeño homenaje a Kortatu (“Zu, zu atrapatu arte”) y acabó con el único corte del disco con letra en castellano, “Neskaren kanta”, y con el público totalmente fascinado. Una maravilla.

Verde Prato: maravilla. Foto: Marina Tomàs
Verde Prato: maravilla. Foto: Marina Tomàs

Después, en el escenario SonarComplex, salía una de las exponentes del hyperpop nacional, Rakky Ripper. Mientras Eurosanto, uno de sus habituales colaboradores, ataviado con sotana y alzacuello para la ocasión, disparaba una marcha nupcial de tintura ravera, la artista granadina se paseaba entre el público vestida mitad de novia, mitad de la tarta del convite al que nos estaba invitando. Una vez en el escenario, abrió con “Thai Food” y, después de darnos la “bienvenida a los 2000”, nos descubrió de qué se iba a nutrir su espectáculo de mujer de la generación Z: voz con Auto-Tune, entonación característica del trap y lo urbano, pop comercial, homenajes a la mákina, al dance y al progresivo, y estética no tanto de casamiento, sino de fiesta de cumpleaños adolescente de una hipotética hija entre Madonna y Britney Spears. Que la manera de trabajar de las generaciones más jóvenes pasa por lo colectivo quedó más que en evidencia. Una fotógrafa del equipo ocupaba el escenario sin pudor para captar sus mejores poses, dos bailarinas la rodeaban y lo daban todo de manera intermitente y la artista LVL1 subía a cantar “LVCKY”, su colaboración a tres bandas con Ripper y Eurosanto. También presentó un tema inédito creado junto con la artista trans de Los Ángeles Chase Icon en una celebración en la que los géneros estanco, no solo los musicales, fueron solo barreras caducas del pasado. 

Rakky Ripper: espectáculo gen-Z. Foto: Marina Tomàs
Rakky Ripper: espectáculo gen-Z. Foto: Marina Tomàs

Space Afrika, el dúo mancuniano de ambient, trasladó fidedignamente parte de la atmósfera de su ciudad al directo en SonarHall. Apoyados por visuales de calles y edificios de Mánchester, la lluvia sonora de la intro se mantuvo presente durante las transiciones de toda la actuación. Aunque en su último trabajo, “Honest Labour” (2021), colaboran con vocalistas con los que tienden puentes hacia el hip hop e incluso el drill, se mantuvieron fieles a su espíritu más etéreo y no se escuchó el primer bombo hasta pasados veinte minutos. Embutido en una gorra-escafandra uno y vapeando generosamente ambos, intercalaron pasajes más experimentales con otros de mayor estructura y calor.

Object Blue, decididamente futurista, creó el espacio ideal para una batalla cibernética. Escuela Aphex Twin, con sonido a ratos refulgente, otros taladrante, pero siempre compacto, y con los visuales de Natalia Podgórska, que no le fueron a la zaga. Un mundo de nieve, árboles y fuego en el que habitaba un aura poligonal policromática era observado por una gran parte del público sentado, hasta que una invasión de las primeras filas de gente de pie y con ganas de bailar el IDM experimental de la japonesa (criada en China y residente en Londres) propició que el resto se levantara y llegara, por fin, la danza. Escena que, gracias a las mascarillas, se vivía como otro plano del mundo distópico de las proyecciones. 

Y fue el turno  de una de las actuaciones más esperadas de la noche al SonarHall, la de Tirzah. Acompañada por su colaboradora Mica Levi en un lateral del escenario, tan solo iluminada por un par de focos rojos, y parapetándose en la oscuridad de una esquina, ofreció un extrañamente acogedor concierto de estructuras mínimas, noise y silencios. Mientras, fuera comenzaba a diluviar. Si su último trabajo, “Colourgrade” (2021), explora sentimientos relativos a la gratitud y el amor maternal a base de pop electrónico meditativo y experimental, en el directo explotó estas dos últimas facetas, dificultando el acceso a quienes no estuvieran convencidos previamente.

Leon Vynehall cerró la jornada en un ambiente húmedo y con una puesta en escena inusual. Arrodillado sobre una tarima, ladeado casi de espaldas al público y rodeado de un semicírculo de luces estroboscópicas, su actuación contó con un volumen no escuchado hasta ese momento, sazonador que potenció los efectos de un directo audaz que circuló entre el techno cavernoso, el dubstep e incluso sonidos houseros hacia el final de la actuación, con máxima fluidez. El calentamiento perfecto para quien necesitara su dosis de baile nocturno y decidiera enlazar con la fiesta OFFSónar, celebrada en el Poble Espanyol, con Nina Kraviz y Anika Kunst como reclamos.

Leon Vynehall: genuflexión techno. Foto: Marina Tomàs
Leon Vynehall: genuflexión techno. Foto: Marina Tomàs

El sábado al mediodía apenas veinte personas esperaban el comienzo del directo del badalonés Sau Poler, quien, tras una intro oscura, aplicó bombo y atmósfera a partes iguales, creando el espacio ideal para una sesión de baile cósmico a la que poco a poco se fueron sumando bailarines entre el público.

Los valencianos Materia ofrecieron un concierto oníricamente experimental que el público disfrutó sentado, e incluso tumbado, en SonarComplex. La guitarra de Fernando Junquera, también conocido por su proyecto Negro, y los teclados de Juanvi Fortea sonaron envolventes y suaves como unas sábanas recién lavadas, contrastando con unas visuales hipertexturadas a base de piedras, escombros y basura.

En el mismo escenario, un rato después, Marina Herlop y sus colaboradores, entre los que se encuentran Tarta Relena, ejecutaron un concierto complejo pero en el que resultaba sencillo entrar. Rompiendo con los esquemas armónicos tradicionales y explorando la capacidad y la técnica vocal, Herlop produjo una sonoridad alucinada y extrañamente placentera, como una suerte de Animal Collective jazzísticos y teatralizados. Siguiendo el concierto desde un lateral pudimos vislumbrar a Holly Herndon, que el jueves realizó una demostración de su avatar AI Holly+ junto a Maria Arnal y Tarta Relena en el paralelo AI And Music S+T+ARTS Festival.

Il Quadro di Troisi era otro de los conciertos esperados. La pareja artística formada por Donato Dozzy y Eva Geist apareció en formato banda, con violinista incluida, sonando en directo un poco más empalagosos que en su álbum homónimo del pasado año, un fabuloso disco de pop sintetizado y honrada ligereza italo disco. Canciones como “Beata” o “Raggio verde” fueron frescos caramelitos en medio de la intensidad que suele acompañar la experiencia Sónar.

Koreless: baile introspectivo. Foto: Marina Tomàs
Koreless: baile introspectivo. Foto: Marina Tomàs

La gallega BFlecha presentó “ExNovo” (2021) en el escenario SonarHall, alternando numerosos elementos tradicionales, como una caracola gigante, o el acompañamiento de dos gaiteras. Sirvió de antesala a otro de los artistas anhelados de esta edición, Koreless, que cerró el SonarComplex. El ansia de baile y lobotomización cerebral fueron satisfactoriamente complacidos por Lewis Roberts, colaborador de FKA twigs, que comenzó la actuación haciendo girar una especie de bramadera electrónica casera. Manteniendo una tensión continua, sin llegar a estallar en ningún momento, propició el baile introspectivo en la oscuridad casi absoluta. Tras un calentamiento a base de frecuencias sonoras “rebanacerebros”, “Black Rainbow”, “Joy Squad” y “Shellshock” entraron como los rompepistas que no son (porque el productor galés así lo ha decidido, no porque no sea capaz de llevar al éxtasis una pista de baile), rebajados por cortes épicos e incluso reptilianos como “Frozen”. La oscuridad en el escenario solo fue interrumpida por luces blancas estroboscópicas y un tímido foco que lo iluminó durante la ejecución de una de las pistas sentado en una silla. Al acabar y encenderse la luz, en un acto mucho más terrenal que su música, se calzó las zapatillas (es decir, actuó descalzo) y bajó a saludar al público que así se lo pedía.

Con el resto de escenarios ya cerrados, la masa humana que esperaba poder acceder al cierre del portugués de origen angoleño DJ Nigga Fox en SonarHall era voluminosa. Sin embargo, poco se podía ya hacer para seguir alargando la experiencia, excepto trasladarse nuevamente al Poble Espanyol, a la segunda noche OFFSónar, abanderada por Laurent Garnier y Angel Molina. ∎

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