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Anoche en Madrid tuvo lugar el segundo concierto de la breve gira española que The Divine Comedy protagoniza estos días. El grupo británico tocará hoy en L’Auditori de Barcelona y el sábado en el Riojaforum de Logroño. La cita supuso un agradable reencuentro con los más fieles de su parroquia madrileña y permitió ratificar a Neil Hannon como uno de los compositores e intérpretes esenciales del pop europeo de los últimos años.
Después de uno de esos días que no acaban nunca, y tras un par de atascos en la capital, llego justo a tiempo al concierto de The Divine Comedy. Parece que me hubieran estado esperando para empezar. Apenas me he sentado en mi butaca cuando aparece la banda sobre el escenario y el público la recibe con una calurosa bienvenida. Pero es Neil Hannon, máximo artífice de todo esto, el que aparece en último lugar y quien se lleva la primera ovación de la noche. Pulcramente trajeado, tal como era de esperar, desde donde estoy parece que aparenta menos edad que cuando empezó, hace ya más de 30 años. Entre el público, sobre todo, hay personas de mediana edad que, seguramente, han crecido con las canciones del norirlandés. La banda que acompaña a Hannon es un quinteto resuelto que suena a gloria y que, además de los ineludibles guitarra, bajo, teclados y batería, añadirá ocasionales arreglos de acordeón, banjo y variada percusión.
El concierto arranca con el ritmo trotón de “Absent Friends” y parece que Hannon ya tiene al público en el bolsillo. Están entregados, han venido a celebrar el poder de las canciones para transportarnos a otros momentos y lugares de nuestra vida. En mitad de esta, saluda: “¡Buenas noches, Madrid!”. Y el patio de butacas empieza a rugir. El teatro luce una buena entrada, pero no está lleno. En citas como esta se agradece la elegancia de un espacio como el Nuevo Apolo, recientemente remodelado y renovado para brillar hermoso en todo su esplendor. Es un gusto poder disfrutar de un concierto en recintos así, cómodamente sentado, con buena iluminación y con todo sonando bien. O quizá es que yo también me estoy haciendo mayor. A todo esto, el concierto continúa. Para “At The Indie Disco”, segunda canción, Hannon se cuelga la guitarra. Es una de mis favoritas de toda su carrera y me hace sonreír tras la mascarilla.
El repertorio avanza con “Bad Ambassador”, en la que hace valer sus dotes como excelente cantante recordando el timbre del mismísimo David Bowie, y con “Becoming More Like Alfie”, que los más entusiastas bailan sin apenas despegar el culo del asiento. Son las restricciones de la pandemia, amigos. Pero nada va a impedir que todos cantemos a coro los “oh oh oh” del estribillo. Antes de “The Best Mistakes”, bromea con el público sobre los sonidos de la mediana edad. Esos pequeños quejidos que lanza cuando se agacha para apoyar la guitarra, por ejemplo. Llegados a este punto, ¿os habéis dado cuenta ya de que las canciones van en orden alfabético? Nuestro hombre se encarga de dejarlo claro, así que ahora es el turno de “Catherine The Great”, y Hannon se divierte al apuntar que la escribió para su novia Catherine, que, por supuesto, es grande. Humor irlandés.
El concierto avanza y la comunión con el público es absoluta mientras suenan “Charmed Life”, “Your Daddy’s Car”, “Everybody Knows (Except You)”, “The Frog Princess” o “Generation Sex”. Y casi sin darnos cuenta ha pasado una hora desde el inicio del show. Cuando termina “I Like”, una de las pocas canciones del repertorio que no están incluidas en “Charmed Life. The Best Of The Divine Comedy”, el disco recopilatorio de “grandes éxitos” que vienen a presentar, el grupo se retira para hacer un descanso que, a mi juicio, tiene poca justificación. Mientras unos aprovechan para ir al servicio en ausencia de barras donde poder echar un trago, quienes están sentados delante de mí comentan la posibilidad de que el repertorio incluya “Te amo España”, la canción con la que nuestro hombre, bajo el seudónimo de Eduardo Maldonado Castellano De la Cruz, participó en el Isolation Song Contest, un concurso bizarro y virtual al estilo de Eurovisión que algunos cachondos organizaron durante los meses más duros de la pandemia. Quedó segundo. Y hago spoiler: no la van a tocar.
Tras un cuarto de hora de espera amenizada por algo de música lounge, el grupo regresa a escena con “A Lady Of Certain Age”, un medio tiempo de preciosos arreglos con una de mis letras favoritas de The Divine Comedy. Después sonarán “Love What You Do”, “Lucy”, “Mother Dear”, “Norman And Norma”, “Our Mutual Friend”, “Perfect Lovesong” y así hasta, ya en el bis, llegar a la letra “s”, última de este repertorio, con “Songs Of Love”. Supone un idóneo broche final para una noche de absoluta comunión entre artista y público a la que no se le puede poner ninguna pega. Neil Hannon está en un excelente momento y así ha quedado patente. El pop más elegante facturado en Europa en las tres últimas décadas lleva su firma. ∎