El soul y la elegancia de la segunda vida de Paul Weller tras The Jam.
El soul y la elegancia de la segunda vida de Paul Weller tras The Jam.

Revisión

The Style Council: un inagotable verano pop

Se puede poner como excusa el reciente documental “Long Hot Summers. The Story Of The Style Council” (2020), pero no hace falta: todos los veranos llevan a comprobar que el sueño antirock de Paul Weller en The Style Council dio una colección de canciones memorables, en un frenesí de reinvenciones estilísticas conducidas por el soul, que se mantiene cada año más fresca y coherente. A la etapa ochentera de Weller aún se le debe reconocimiento y prestigio a la altura de The Jam y su carrera en solitario. Por lo menos.

“Me he aburrido del sonido del rock; simplemente no quiero hacerlo más. No quiero estar dando saltos con mi guitarra al aire con 40 años, ni siquiera con 26”. Había cumplido ya los 26, y llevaba ya casi dos años en The Style Council junto a Mick Talbot (desde que vio al teclista haciendo maravillas con el Hammond en The Marton Parkas y tuvo una especie de epifanía) cuando Paul Weller dijo eso al ‘New Musical Express’, en octubre de 1984. El mundo aún no terminaba de entender la repentina separación de The Jam acaecida dos años antes, y aún resonaban los secos riffs de su Rickenbaker, como para aceptar así como así la transmutación del chico rabioso y nervioso en modelo de elegancia y placidez. Fue una liberación y la necesitaba. Lo que Paul Weller hizo en poco más de cinco años con The Jam valdría a cualquiera para permanecer toda la vida en el olimpo y vivir de rentas. Él no: enterró su mayor tesoro, la urgencia del rock y el riff electrizante, y empezó de nuevo, bailando y dando rienda suelta a su inagotable curiosidad y su devoción por la música negra.

Provocadores por intuición

La imagen cuenta mucho, y por eso, quizá solo por eso, no se habla normalmente de The Style Council como un grupo atrevido, provocador, temerario. Más bien al contrario, por un ligero error de apreciación pueden meterlos en el cajón del pop sofisticado (y adocenado) de los 80. Y eso sí que no. La trayectoria de The Style Council es una de las más osadas de la década, por el shock que supuso para los fans de The Jam –bueno, para algunos que no salían de sus casillas: ¿acaso no se habían dado cuenta del giro al soul y el funk de los álbumes finales del trío, “Sound Affects” (1980) y “The Gift” (1982)?– ver transmutados los brincos y el sudor en un concepto en el que dominaban la imagen pulcra, la moda (mod) y la exhibición de una ecléctica querencia por escenas culturales y géneros musicales refinados; pero también por un método de trabajo que no tenía miedo a nada y era pura intuición. Y en otros siete años de desarrollo de su nuevo concepto, Weller volvió a marcar una época. Aunque se acusara a The Style Council de entrar en decadencia a mitad de camino. Pagaron cara su permanente osadía, que casi eclipsa una obra radiante, capaz de seguir brillando cíclicamente, intacta y placentera como un largo y cálido verano para el pop más distinguido.

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Manual de estilo en píldoras

Introducing The Style Council
(Polydor, 1983) 

Antes de su eclosión definitiva, The Style Council fue apareciendo en píldoras tan dispares como excitantes: el primer single, “Speak Like A Child” (1983), era un perfecto eslabón con The Jam, en plan más pop; pero a continuación soltaron el funk más sudoroso y obsesivo de “Money-Go-Round” (1983), saltaron al northern soul más excitante con “A Solid Bond In Your Heart” (1983) con preciosa balada en la cara B (“It Just Came To Pieces In My Hands”), y se apaciguaron con el exquisito EP “À Paris” (1983) entre aromas de nouvelle vague y jazz a lo Blue Note, y que además incluía “Long Hot Summer” y su línea de bajo sintetizado, más uno de los múltiples instrumentales en los que Talbot tomaba todo el protagonismo. Pero ¿de qué iban estos dos que lo mismo se ponían el jersey rosa al cuello y mocasines con calcetín blanco que vestían gabardina a la francesa y abrigos de doble botonadura de lord inglés? Ir descubriéndolo paso a paso fue una de las cosas más excitantes de los 80, y por eso el mini-LP “Introducing The Style Council” (Polydor, 1983), que incluía buena parte de esas canciones, aunque no las suficientes, debe considerarse su primera obra grande. ¡Y todo en menos de un año!

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Soul, bossa y café francés

Café Bleu
(Polydor, 1984)

Tampoco es muy convencional iniciar la siguiente puesta de largo colocando tres instrumentales entre las cuatro primeras canciones, pero “Café Bleu” (Polydor, 1984) concilió mágicamente todas las pistas previas, más la nueva avanzadilla: puro jazz en “Dropping Bombs On The Whitehouse”, el rap de Dizzy Hite en “A Gospel”, la colaboración de Everything But The Girl en “The Paris Match” por pura empatía de jazz y bossa, y el soul-pop más imaginativo envolviéndolo todo en melodías deliciosas (“Headstart For Happiness”, “You’re The Best Thing”) y entusiastas (“My Ever Changing Moods”, “Here’s One That Got Away”) y arreglos de viento arrebatadores, con Paul Weller colocado vocalmente a la altura de un crooner y de los grandes de la música negra.

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Escaparate de favoritos

Our Favourite Shop
(Polydor, 1985) 

La portada de “Our Favourite Shop” (Polydor, 1985), una foto recreada en estudio pero que podía ser nuestra tienda soñada en Carnaby Street o Brighton, era un muestrario de afectos: un póster de los Beatles, fotos de George Best y de la Torre Eiffel, el cartel de la película “Otro país” (Marek Kanievska, 1984), múltiples referencias al cine clásico, un single de la Tamla Motown y un anuncio de Al Green, trajes y corbatas, y, aún, la Rickenbaker. Una ampliación de códigos para el universo mod que Style Council llevó a su esplendor, y que multiplicaba el deslumbramiento de las catorce canciones del interior: muchos seguidores utilizaron todos esos objetos como vías de iniciación, tras horas de examen atento de la portada.

Este escaparate hacía encajar todas las piezas: la exuberancia definitiva de la melodía y la armonía total de un estilo propio hecho de tantos estilos ajenos. El borbotón de canciones memorables continúa tanto en singles incluidos en el LP (“Walls Come Tumbling Down!”, “The Lodger”, “Come To Milton Keynes”) como en el intermedio “Shout To The Top” (1984), puente entre “Café Bleu” y “Our Favourite Shop” incluido en la versión en CD de este último. Y frecuentan los puestos altos de las listas de éxito en UK: el triunfo de la experimentación.  

Fight the power con elegancia

Hubo otros ejemplos en esa era, pero quizás ninguno tan extremo y rotundo como el de The Style Council, de que el pop más comercial, de apariencia intrascendente y atento a la moda, podía derribar muros, defender los derechos de la clase obrera y el internacionalismo, llamar a la participación en favor de la izquierda y combatir los excesos de poder en un Reino Unido asfixiado por las políticas económicas de Margaret Thatcher. Paul Weller y Mick Talbot lo hicieron en las letras de sus canciones, en la participación en movimientos como la gira del Red Wedge (junto a Billy Bragg, The Communards y Jerry Dammers, entre otros), y con declaraciones: “La gente tiene que reconocer al enemigo real, que no es el vecino de al lado, sino la gente que está arriba”.

Paul Weller y Mick Talbot, dúo mod con mensaje.
Paul Weller y Mick Talbot, dúo mod con mensaje.

Bailar y reír

Las actividades de Style Council coincidieron con el auge del videoclip y lo aprovecharon bien. Solo era una pata del concepto que aunaba las fotos estilosas, el diseño tipográfico exquisito, los textos de contraportada finamente irónicos que firmaba The Cappuccino Kid (alias que se atribuye al periodista Paolo Hewitt, aliado y biógrafo de Weller) y una idea indefinida de grupo, que lo mismo jugaba traviesamente con la relación del dúo (¿bicefalia creativa, pareja gay, hermanos del alma?) que se ampliaba en combo multirracial, con el batería Steve White (¡se incorporó a sus dieciocho años!) y la voz de Dee C. Lee (que pronto inició una relación sentimental con Weller) como habituales.

En los directos, Paul Weller bailaba y se cimbreaba cual cantante melódico y Mick Talbot tenía el groove en su Hammond (apoyándose en un balancín para moverlo). En los videoclips se prestaban al “gamberreo” y a la vena actoral absurda: como risibles entertainers de varietés (“Come To Milton Keynes”) o románticos en la campiña inglesa (“Boy Who Cried Wolf”), cosa que culminó en el disparatado mediometraje realizado por Richard Belfield “JerUSAlem” (1986), pero también con homenajes estéticos al cool jazz (“Have You Ever Had It Blue”) y el northern soul (“A Solid Bond In Your Heart”). La comercialización en VHS y luego DVD nos hizo llegar a casa sus películas en directo –“Far East & Far Out. Council Meeting In Japan” (1984), “Showbiz” (1986)– y la colección de videoclips, entre otras piezas, en la compilación “The Style Council On Film” (2003). El reciente documental “Long Hot Summers. The Story Of The Style Council” (Lee Cogswell, 2020) es un convencional pero eficaz y ágil repaso a su trayectoria, con participación entre otros muchos del actor más mod Martin Freeman, que se revela como superfan, claro.

La ambición mal entendida

El otro trío de LPs del grupo marcó una segunda época más conflictiva. Y de forma un poco injusta: la apuesta por innovar continua y velozmente llevó a The Style Council a una ambición que fue mal entendida, por la crítica, por la propia casa de discos y por el público. “The Cost Of Loving” (Polydor, 1987), conocido como “el disco naranja” por su uniforme portada, quedó muy sintético, sin alma, y hubo dificultades para extraer singles con gancho: “It Didn’t Matter” y “Waiting” apenas cumplieron el trámite, y la mejor canción “Fairy Tales”, no tuvo proyección.

“Confessions Of A Pop Group” (Polydor, 1988) fue recibido con verdadera inquina. ¿Los pecados? Incluir dos piezas de casi diez minutos cada una: una suite con arpas, ecos de impresionismo francés a lo Debussy y pianos románticos y un pedazo de funk muy extendido, o una colaboración con el grupo vocal jazzístico de los 60 The Swingle Swingers. Pocos fieles a las audacias de Weller consideramos entonces que bajo la apariencia grandilocuente volvía a haber excelentes composiciones también en el terreno del pop-soul y nuevas e interesantes texturas sonoras. La salida del atolladero fue el acabose: no se les ocurrió otra cosa que travestirse en dúo electrónico abrazado al acid house y el sello discográfico –siempre Polydor, como en The Jam– se negó a publicar su último álbum, “Modernism: A New Decade”, que daba lo que su título proclamaba, una singular lectura del nuevo estilo electrónico imperante para la pista de baile a finales de los 80, pero que no se hizo pública hasta 1998, cuando fue incluido en la caja recopilatoria “The Complete Adventures Of The Style Council” y también se comercializó en vinilo por separado. Y eso que tuvo un excelente preludio en la versión electro de la “Promised Land” (1989) de Joe Smooth, que acabó siendo la despedida sin gloria. ∎

Tienda de favoritas

10

Life At A Top Peoples Health Farm

de “Confessions Of A Pop Group” > Polydor, 1988

Solo con la primera etapa de Style Council sobraría para hacer un top 10 de canciones, pero no hay que eludir ciertas perlas de la segunda, como este single que, al igual que “How She Threw It All Away”, supuso el regreso a las mejores esencias del grupo: bajo sintetizado, melodía embriagadora y Weller cantando de nuevo con plena pasión.

09

Shout To The Top

Single > Polydor, 1984

Puro pop alegre y saltarín para las masas pero con mensaje que anima a la sublevación. Grita a lo más alto y hazte oír. Sonido Philadelphia entrando con violines en un cóctel que siempre les combinaba bien. Tiene un punto facilón, pero es tan irresistible y contagiosa… Incluida en la versión CD de “Our Favourite Shop” (1985).

08

A Solid Bond In Your Heart

Single > Polydor, 1983

Tercera de las cartas de presentación de Style Council en formato single, se trata de una poderosísima melodía a varias voces con beat imparable, que resulta la perfecta transición desde los rasgos más soul del final de The Jam. Y una de tantas grandes canciones del grupo que corren el peligro del olvido por no haber sido incluidas en los LPs (aunque sí en “My Ever Changing Moods”, versión norteamericana de “Café Bleu”).

07

Homebreakers

de “Our Favourite Shop” > Polydor, 1985

El órgano Hammond de Mick Talbot, tan fundamental siempre para dar sabor, color y consistencia a la misteriosa fórmula de Style Council, abre la puerta de la obra maestra del grupo con este prodigio de cinco minutos de soul-pop cargado de ideas, arreglos y emociones, con los coros de Dee C. Lee dando calor a todo.

06

Walls Come Tumbling Down!

de “Our Favourite Shop” > Polydor, 1985

Excitación Motown y euforia bailable para alertar a la clase obrera de la necesidad de luchar en defensa de salarios dignos y contra la explotación laboral que ya se veía venir. El ala roja de Weller, con trompetas airadas y rugido vocal, y por supuesto, sin perder la elegancia.

05

Have You Ever Had It Blue

Single > Polydor, 1986

La canción concebida para la película “Principiantes” (Julien Temple, 1986) es un triunfo total a la hora de aunar esencias lounge, latin y jazz, desde lo más cool de los años 60, con arreglo orquestal de Gil Evans. Una remodelación, en realidad, de la ya sensacional “With Everything To Lose” (aquí con flauta y saxo de fusión brasileña), de “Our Favourite Shop”.

04

The Paris Match

del EP “À Paris” > Polydor, 1983

Desde el corazón afrancesado abierto en el memorable EP “À Paris”, con acordeón evocador; y luego en nuevo traje de balada jazzy en “Café Bleu” y con la voz de Tracey Thorn para certificar la inspiración que Weller recibió de los iniciales Everything But the Girl, una delicia absoluta en ambos casos.

03

My Ever Changing Moods

Single > Polydor, 1984

De nuevo dos tomas radicalmente distintas, y ambas gloriosas. Solo a piano y voz en el álbum “Our Favourite Shop”; con un arrebatador despliegue de vientos, guitarra con wah-wah y pasión bailable en el single que le precedió. La sentida melodía soul es el trampolín para que Weller demuestre el gran cantante que es.

02

You’re The Best Thing

de “Café Bleu” > Polydor, 1984

Balada canónica a la altura de los mejores estándares en el sentido estadounidense, una de las más hermosas y sencillas maneras de decir “te quiero” con una canción y no resultar cursi. Cima del soul blanco, de melodía sublime con subidón hacia el estribillo, para bailar a lo “agarrao” all night long.

01

Long Hot Summer

del EP “À Paris” > Polydor, 1983

Si es un quebradero de cabeza hacer el top 10 de The Style Council, resulta imposible elegir LA canción representativa. Lo importante es el poliedro. Pero la aparición de este cuarto single/EP en agosto de 1983 nos deslumbró de tal modo en la escalada de posibilidades diversas que ya habían dejado caer en los precedentes, que el “capricho” de Weller eclosionó en prodigio pop para toda la década. Gomoso bajo sintetizado, placentera pereza de la canícula, y sensualidad soul en coros y ritmo cimbreante, con Weller tumbado en una barcaza por el río tentando al homoerotismo con camisa abierta en el videoclip, y Talbot de gondolero. Y la sensación de que el bello verano es inagotable. ∎ 

Weller, tentando al homoerotismo en este vídeo de “Long Hot Summer”.

Como complemento de esta Revisión, Ricardo Aldarondo selecciona esta exclusiva playlist con 10 de las mejores canciones de The Style Council.

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