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Canción del norte. Foto: María Muriedas
Canción del norte. Foto: María Muriedas

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Verde Prato: érase una vez

Si hubiera una propuesta musical a la que aplicar la máxima de menos es más sin errar, esa sería la de Verde Prato: el proyecto en solitario de Ana Arsuaga, que toma su nombre de un cuento de hadas, cautiva con una tremenda sencillez en la que la voz y unas melodías cercanas a la tradición tienen un protagonismo absoluto.

25. 11. 2021

“Verde prato” es un cuento del napolitano Giambattista Basile (1566-1632) en el que una joven debe superar diversas pruebas para reunirse con su amante, un príncipe que cae víctima de un hechizo que solo logra romper la joven Nella después de enfrentarse a todo tipo de desafíos, siendo el más difícil el de demostrar al príncipe que ella es quien dice ser. El título del cuento de Basile es también el nombre que Ana Arsuaga ha elegido para su proyecto musical en solitario: “Quería algo sugerente, lírico, y me acordé que de pequeña había un cartel en mi casa que ponía ‘Verde prato’. En realidad es un cuento de Basile, pero mi madre lo adaptó como obra de teatro, porque es la profesora del taller de teatro del pueblo. Me acordé de esa función y me pareció muy sugerente”.

Criada en Tolosa, Verde Prato ha crecido rodeada de tradición y libre de prejuicios: “Aquí es algo muy integrado en las vidas de las personas que la banda del pueblo esté tocando las canciones de siempre; mi familia también lo hacía durante las comidas… No sé, es algo muy natural y ha sido mi gran influencia en el disco: ese poder que tienen las canciones y los cancioneros que te llegan y que se mantienen por los siglos de los siglos”. Aunque para componer usa elementos electrónicos y teclados, escuchando las canciones de “Kondaira eder hura” (Plan B-Lago/Cráter, 2021) es fácil imaginar esas sobremesas o fiestas de las que Ana habla y en las que la voz es el principal componente. No en vano, Arsuaga confiesa que “lo que antes compongo son las melodías de voz o las grabo con el móvil y están ahí. Para mí es el elemento central. Luego, para arrancar y empezar a componer, me sirve mucho fijarme en cosas que me atraen de la música que escucho. No los copio, pero sí los uso como referencia: si, por ejemplo, me atrae el bombo de una canción, intento trasladar la fuerza de ese bombo al que yo componga. Es una especie de collage entre mis referencias y cosas que yo hago con la voz”.

Habrá quien haya descubierto a Verde Prato gracias a las palabras de Ibon Errazkin, quien dio un espaldarazo a su música diciendo que es “una artista llamada a hacer grandes cosas”, o a través de la conexión con We Are Standard  (su guitarrista Jon Aguirrezabalaga se ha encargado de la producción). Pero la música de Arsuaga se sostiene y habla por sí sola.

“Kondaira eder hura” narra a través de siete voces distintas el periplo de un joven que decide abandonar el hogar. Cada canción corresponde a un personaje clave en la vida del protagonista, que sirve no solo de hilo conductor, sino de medio para que Arsuaga pueda poner sobre el papel experiencias propias sin sentir el pudor que provoca escribir en primera persona.“En las letras he partido de experiencias personales, sentimientos y vivencias –explica Ana–. En ese sentido, son íntimas, pero al mismo tiempo he intentado llevarlas a una especie de ficción o cosa más universal porque me parecía más interesante y también porque se me hacía menos violento, claro. Alejarlo un pelín de mí me hacía verlo más como canción o como pieza que como diario”. El hecho de que en euskera el género sea neutro también le permite crear un personaje que hace más fluida la composición: “La historia del muchacho me ha servido para irme al terreno de la narración. También me he basado en la estructura de esas tragedias en las que de pronto hablan todos los personajes, completando la historia. Con esas pautas, he podido alejarme de esas vivencias mías y tratarlas como una historia y al final eso también me ha alimentado y me ha permitido componer con más fluidez, porque la parte de las letras me cuesta mucho, me impone”.

Tradición y nieve electrónica. Foto: María Muriedas
Tradición y nieve electrónica. Foto: María Muriedas

El proyecto de Verde Prato sorprenderá a quienes hayan seguido la trayectoria de Ana en las canciones electrónicas de Mazmorra y el post-punk de Serpiente. Una de las cosas que le permite este proyecto en solitario es no tener que negociar, votar y hablar cada detalle. Confiesa que hay algo de control obsesivo y autosuficiencia, y que, a la hora de subir al escenario, le gusta mostrar al mundo que es ella con su circunstancia: “Para mí es importante que se traslade también al directo todo eso de la autosuficiencia, que se vea: soy una chica, estoy sola y lo hago todo yo. Ahora mismo, me interesa que esa idea esté en todas las partes del proyecto, así que voy yo con mi teclado, el micrófono y un ‘looper’ en el que puedo disparar cosas y grabar otras”.

Escuchando los cantos de Arsuaga es inevitable pensar en Rodrigo Cuevas, Le Parody, Califato 3/4 y tantos otros artistas que han decidido mirar hacia dentro a la hora de escribir música. “Sí que hay una influencia común de nuestro folclore”, explica, “pero, en mi caso, creo que al ser del País Vasco es diferente, porque la música que se ha hecho aquí siempre tiene que ver con la tradición y siempre ha habido propuestas que sí la han tenido en cuenta. No me gustaría separarme de eso o apuntarme a una corriente de ahora porque, en mi caso, sí que no he hecho nada nuevo, es lo que lleva haciéndose aquí siempre, desde Oskorri o Mikel Laboa… Aquí ha sido algo muy natural escuchar las mezclas entre tradición e innovación”. Lo de componer en euskera, al margen de que le resulta más fácil, ha sido más complejo de puertas adentro que de cara al extranjero: “Al final, escuchamos mucha música en idiomas que desconocemos, pero sí que en el País Vasco el idioma solía poner un límite. Parece que esté más politizado, pero la gente ahora lo está escuchando con otra mirada. Por ahora, yo no estoy sintiendo esa limitación. Me siento muy afortunada y he actuado incluso en Milán”. ∎

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