El cruce de caminos de Viva Belgrado. Foto: Pablo Alzaga
El cruce de caminos de Viva Belgrado. Foto: Pablo Alzaga

Entrevista

Viva Belgrado: unas contradicciones bien llevadas

Del emocore al flirteo con el chill pop, Viva Belgrado describen una trayectoria que asume con naturalidad cambios y contradicciones, entre la ética independiente y el deseo de ampliar su público. Entre la introversión y el grito.

Viva Belgrado es el mástil de la balanza. El cuarteto cordobés ha sabido convertirse en una banda magna del emocore internacional haciendo equilibrios entre el DIY aprendido de bandas como Raein o Sed Non Satiata y la llegada a los grandes escenarios del género de los popes estatales Berri Txarrak y Standstill. Un circuito que aquí se replica en las capitales, pero se origina en el extrarradio –Atzavara en Sant Feliu de Guíxols, el Rincón Pío Sound de Badajoz o el Liceo Mutante de Pontevedra– y que no han abandonado nunca, sin por ello dejar de agotar entradas en grandes salas.

Viva Belgrado también ha sido un nexo entre generaciones, recordando a los pioneros e incorporando ahora a Cala Vento en sus composiciones. Aproximándose a los sonidos del rap, del mismo modo que los nuevos urbanos se aproximan a los suyos con el emotrap. Equilibrando las guitarras celestiales con las voces de ultratumba, como sus referentes Touché Amoré, Envy o Deafheaven. Cuando tuvieron la oportunidad, dejaron de grabar un álbum porque, siendo honestos, no se sentían al 100%; pero no tuvieron reparos en lanzar su último trabajo, “Bellavista” (Aloud-Walking Is Still Honest, 2020), en plena pandemia. En la canción “Vicios” cantan “convivo como puedo con mis contradicciones”, y por lo visto las manejan muy bien. Hablamos sobre esto y sobre su próximo concierto en el Cara B Extra de Barcelona con su tímido frontman, Cándido Gálvez.

Voy a empezar barriendo para casa: vosotros habéis sabido ser equitativos a lo largo de vuestra carrera, pero la del emocore ha sido, desde sus inicios, una escena muy masculinizada. ¿Cómo gestionáis este hecho desde vuestra posición?

Empezamos a ser conscientes de ellos cuando nos lo señalaron, y nos preocupa cómo abordarlo sin ser paternalistas. Hemos querido dar espacio a las figuras femeninas de la escena. Por ejemplo, cuando hicimos la presentación en Madrid actuamos con Wild Animals y Ordesa. También hemos sido criticados en algunos foros por parar mosh pits, pero es posible que se trate de gente externa al movimiento que no es tan consciente de la importancia de estas acciones. ¿Cómo lo ves tú?

Es natural que os juntéis con vuestros amigos para tocar, pero, cuando se descubre que no hay paridad, es igual de natural tomar partido y buscar soluciones. Me parece muy valiente por tu parte, con lo tímido que eres, que desde el escenario te preocupes por solucionar problemas en los mosh pits.

Son muchos años y aún lo paso mal, pero al final soy el único que tiene micrófono en la banda y me corresponde a mí hacerlo. Cuando empecé a tocar con 15 años, sí había empezado proyectos con compañeras, pero me da reparo decir que conocía muy pocos referentes femeninos sobre el escenario. Ahora tengo a un montón de bandas “fronteadas” por mujeres con las que puedo vincularme emocionalmente y creo que, si las hubiera conocido de adolescente, habrían tenido un impacto muy profundo en mí. Por ejemplo, me parecen increíbles los últimos discos de Mourn y Melenas. O, fuera del ámbito nacional, estoy muy enganchado a Lomelda. Yo quería ser como Enric de Standstill, o como Gorka de Berri Txarrak con su guitarra Explorer, pero si hubiera tenido unas Mourn habría querido ser Jazz. Además, con ese nombre, ¡quien no quiere ser Jazz!

Pedro Ruiz (guitarra), Álvaro Mérida (batería), Cándido Gálvez (guitarra y voz) y Ángel Madueño (bajo). Foto: Pablo Alzaga
Pedro Ruiz (guitarra), Álvaro Mérida (batería), Cándido Gálvez (guitarra y voz) y Ángel Madueño (bajo). Foto: Pablo Alzaga

Otra tónica en algunas bandas que vienen del emocore o del screamo es que con los años os acercáis, por llamarlo de una manera un tanto vaga, a un sonido más pop.

Te puedo dar mil razones, pero siendo honesto conmigo mismo no sabría qué nos ha llevado a hacerlo. Por un lado, está el hecho de que, cuando ya llevas varios álbumes con un ejercicio de estilo similar, sientes que no lo estás dando todo y este afán de experimentación creo se ha notado en “Bellavista”. Hemos intentado mirar hacia otros sonidos dentro de nuestros límites, del flamenco al shoegaze. Por otra parte, está el dejar constancia de que podemos tocar otros estilos, y en la canción “Más triste que Shinji Ikari” hicimos un ejercicio consciente de chillhop enfocado a entrar en las playlists.

A lo largo de nuestra vida escuchamos mucha música, es normal que se replique en lo que hacéis.

Estoy muy contento con el resultado y con el videoclip que le hicimos a este tema, en el que jugamos también con el vestuario. Pero también me daba miedo que fuera criticada en el circuito, donde existe una apología de lo auténtico, como en el metal o el hip hop. Pero tuvo muy buena recepción.

Al final, un seguidor que se mosquea con estas aportaciones quizá es que no le gusta Viva Belgrado, sino su propia idea de la banda. Pero luego os encanta compartir vuestras canciones en Forocoches...

Nos da cierto morbo, la verdad (ríe). Recuerdo un comentario en Forocoches que decía “me estaba gustando hasta que apuñalan al cantante”. Al final es gente que no está familiarizada con el género. Con “Más triste que Shinji Ikari” nos dijeron que era un remedo cutre entre C. Tangana y Cupido. Supongo que, cuando no entiendes algo, lo comparas con tu referente más cercano y se emiten estos juicios extraños.

Es más culpa de sus propios referentes que vuestra, en realidad. Y hablando del tema, ¿por qué está triste Shinji Ikari en la serie de anime “Neon Genesis Evangelion”?

“Evangelion” tiene tantos seguidores que hay muchas teorías detrás, pero creo que Shinji está triste porque no consigue ser correspondido por su padre y esto tiene muchas otras ramificaciones en su vida, como esa sensación de que no es capaz de estar a la altura de las expectativas. Tiene un rollo posadolescente que me hace pensar en la sensación de encontrar tu sitio, un trabajo estable, conseguir que tus padres entiendan que te has buscado la vida por ti mismo. Nosotros, con el rollo de la música, lo llevamos regular.

Ese es, creo, el principal concepto de “Bellavista”: la proyección de un lugar al que no consigues llegar. Supongo que es resultado de compaginar las giras con el resto de la vida laboral, la marcha del batería Álvaro Moreno, la llegada de Álvaro Mérida y el disco cuya grabación decidisteis abortar. Pero háblame de la canción “Shibari emocional”, el título también me parece muy simbólico.

Veníamos de hacer letras que eran un collage impresionista de frases, pero en este disco quisimos que todo se entendiera al primer vistazo. “Shibari emocional” es una de las canciones que sigue nuestra vertiente anterior y habla de cómo algo que a priori te constriñe, como es la técnica del shibari con cuerdas, a la vez es bello y te permite disfrutarlo. Ver también la complejidad emocional desde un punto de vista estético.

Viva Belgrado: “Más triste que Shinji Ikari”.

¿Te consideras master o rope-bunny?

Nunca he practicado el shibari, pero me gustaría ponerme en ambas situaciones.

Tus referencias a Japón, país en el que has vivido, se ven también en la elección del título de “Ikebukuro Sunshine”, el emblemático edificio de uno de los barrios de la ciudad.

La canción retrata un momento en el que estaba con mi amigo Hideo de la banda Lang en un puente de Tokio desde el que se veía el edificio y cómo pasaban los trenes. Él me explicaba la historia del rascacielos Ikebukuro Sunshine y yo, paralelamente, estaba teniendo una conversación por WhatsApp. Era un momento en el que me sentía perdido y había ido a Japón sin saber qué iba a hacer con mi vida. De ahí la frase “¿Quieres dejar de cantar? Mira, por aquí pasa otro tren”. La letra une el carácter físico de lo que estaba sucediendo allí con lo que pasaba por mi mente y en la conversación paralela por el chat.

Tus letras tienen mucho de ego trip de estrella del rock –citas como referente a Jesse Lacey de Brand New–, pero también del del rap: te has declarado fan de Suite Soprano y Agorazein. Se nota cuando te ves sobre el escenario en “Una soga” o cuando te declaras mesías del underground en “Bellavista”.

Creo que exponerlo es una forma de criticarlo. O, al menos, puntualizarlo: “Ojo, me pasa esto”. No se si es bueno o malo pero me parece bien señalarlo.

Sitúan vuestro punto de inflexión sonoro en los singles “Epílogo: la cima” y “Guillotinas”, ambos de 2017. Pero ya había habido sorpresas e incluso giros inesperados, aquello que os gusta denominar easter eggs, en canciones como “Los olivos” o “Apaga la llum”.

Aparte de “Más triste que Shinji Ikari”, el resto de giros del disco son bastante plausibles, como el shoegaze de “¿Qué hay detrás de la ventana?” –inspirada por Nothing– o el deje flamenco de “Un collar”. Nos gustan las sorpresas, pero también los vínculos entre un álbum y otro. Como oyente, siempre he pensado que la intertextualidad y las referencias cruzadas ayudan a implicarte más emocionalmente con la banda; cuando las descubres te sientes reconfortado. En Viva Belgrado intentamos que haya continuidad en ese sentido. Por ejemplo, en las portadas, de las flores de “Flores, carne” (Tokyo Jupiter-Walking Is Still Honest, 2014) al jardín descuidado de “Ulises” (Aloud-Walking Is Still Honest, 2016) y ahora el desierto de “Bellavista”. En este disco, además, el tracklist forma un efecto espejo: la segunda canción es “Bellavista”, la penúltima “Lindavista”; también están “Cerecita Blues” y “Amapolita Blues”. Y “¿Qué hay detrás de la ventana?” es la última frase de “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño.

Pronto podremos escucharlas, ¡por fin!, en directo dentro del ciclo Cara B Extra, en Barcelona. ¿Qué estáis preparando para el concierto?

Pues normalmente no acostumbramos a tocar mucho porque nos da la sensación de que la gente se cansa rápido del griterío; pero este va a ser un concierto en el que tocamos solos, presentamos disco y además los temas nuevos son más amables, así que hemos preparado nuestro setlist más largo y completo hasta la fecha. Con el formato de siempre: tocaremos en círculo con Ángel Madueño de espaldas y Sergio Picón, nuestro Zidane en la sombra, a la mesa de sonido. Habrá mucho de este último disco, algo de los primeros EPs y, si te digo la verdad, estamos ensayando algunas canciones inéditas con la intención de tocarlas. ¡A ver si nos atrevemos!

Y aprovechando que el concierto será el 25 de marzo, muy cerca de Pascua, ¿también habrá easter eggs?

¡Por supuesto! ∎

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