“Manchester born and bred”, como se dice en la ciudad. W. H. Lung se formaron como trío de colegas que se conocían del colegio. El grupo con nombre de supermercado chino se ha reconvertido ahora en quinteto. Y por fin puede girar con sus dos primeros discos, “Incidental Music” (Melodic, 2019) y “Vanities” (Melodic, 2021). Separados por dos años y una pandemia, su sonido con aires motorik ha mutado hacia un pop mucho más dinámico y bailable, muy acorde con el entorno y la herencia de la ciudad. Hablamos con Joe Evans (voz) y Tom Sharkett (guitarra), portavoces de una formación que completan Alex Main (batería), Chris Mulligan (bajo y teclados) y Hannah Peace (teclados).
Sharkett no ha dejado de vivir en la ciudad, así que él nos ubica una vez difuminada esa línea temporal tan clara en la que se trazaba la escena de Mánchester desde los 60 hasta principios de siglo. “Quizá ahora la ciudad vive un momento en que no se la relaciona con una serie de grupos como se ha hecho tradicionalmente, pero están pasando cosas muy interesantes en el entorno de sitios como el White Hotel, gente como Blackhaine, Rainy Miller, Space Afrika... Todo muy diferente, pero con un cierto aire que encaja con el entorno, una escena electrónica-industrial-underground muy buena”.
En una área inhóspita de Salford se encuentra uno de los lugares más fascinantes de la zona. Superados los recelos de adentrarse en la destartalada Bury New Road –con sus viejos almacenes desvencijados, sus tiendas de falsificaciones y mercancía caída del camión– y después de pasar la prisión de Strangeways (“... Here We Come”, landmark para fans de The Smiths), encontramos el White Hotel, escondido entre callejones de ladrillo rojo, escombros, despojos y basura. Un viejo garaje por el que no apostaría una libra a que tiene los permisos en regla, que sobrevive con su espíritu de rave permanente. Sala, club y after, rescata a viejas leyendas del underground, pero también acoge a los artistas más vanguardistas.
“Lo que suena de Mánchester ahora quizá sea esta ola de música de baile. Hay cosas realmente interesantes en el underground. En cuanto a grupos, parece no haber nada similar a lo que está sucediendo, por ejemplo, en el Windmill de Brixton, si nos referimos a música indie, si se me permite la mala palabra”, añade Sharkett. “Posiblemente existen dos lados en Mánchester. El más familiar, como el Northern Quarter y su movida alternativa, y por otro lado fiestas como ‘HomoElectric’, mucho más en la onda de lo que sucede en el resto del Reino Unido, Europa y América. Hace poco fui a una fiesta gratuita y estaban pinchando Maurice Fulton, de Baltimore, y Robert Jonhson, de Frankfurt. Hay un aire muy internacional”.
Para Evans, “siempre habrá música hortera, sea del tipo que sea. También en los 90 había mucha cosa hortera. Este tipo de música-basura en los ‘charts’ lleva sonando durante décadas. Pero lo que se recuerda es lo bueno, y lo bueno siempre suele ser lo underground, que al cabo de veinte años acabará siendo reconocido como vanguardia. Sales una noche y escuchas lo mismo una y otra vez porque es lo que la gente quiere escuchar; quiere venir aquí y marcharse con la idea de la ciudad que siempre ha tenido. Pero esta es una ciudad de nuevas ideas, como siempre ha sido. El peso del pasado es tan prevalente en el paisaje musical de la ciudad que a veces puede parecer que se está quedando estancada”. ¿Una nostalgia conservadora o que favorece a preservar su identidad única? “Es verdad que hay ciertos ambientes anclados en el indie y siempre será así. Estoy intentado ser diplomático sobre zonas como el Northern Quarter”. Sharkett profundiza en el asunto y en las consecuencias para los vecinos del barrio: “La zona está sobresaturada. Es como un lugar obligado, muy concurrido y ahora muy caro. Se está poniendo imposible vivir allí. Los precios están desplazando a los residentes y a los artistas”.
Lo que asombra a Evans, que ya no reside en la ciudad, “es la cantidad de nuevos edificios en construcción, miles de nuevos pisos, nuevas torres de cristal azul por todas partes”, explica. “Pero hay algo en el corazón cultural de Mánchester en el que creo. Me gusta por ejemplo el equipamiento dedicado a Tony Wilson (se refiere a HOME); es una gran institución para artistas locales, para el cine independiente. No creo que lo que pasó con The Haçienda cuando se convirtió en un bloque de apartamentos vuelva a pasar. La cultura estará ahí para impedirlo. Quizá es una visión muy optimista, pero Mánchester es una ciudad con mucho orgullo, con una obstinada oposición a la misma expansión que ha sufrido Londres”. Coincide con Sharkett: “Mira lo que pasó con el Night & Day (emblemático local del Northern Quarter), al que han intentado cerrar dos o tres veces por las quejas de ruido de los vecinos. Lleva treinta años allí. Hubo una reacción muy enérgica de mucha gente que quizá no son unos habituales del lugar y que impidió su cierre”.
Con un primer disco lanzado en 2019, el despegue de W. H. Lung quedó indiscutiblemente estancado por la pandemia. “Incidental Music” ya posicionaba al entonces trío como uno de los grupos más prometedores de la ciudad. En este tiempo, su new wave sofisticada y sus largos desarrollos han derivado hacia sonidos más espontáneos y accesibles, muy marcados por la música de baile norteña: Robyn, Kelly Lee Owens y Andrew Weatherall. “Es paradójico: accidental, pero también premeditado al mismo tiempo”, argumenta Evans. “La música de baile era lo que todos estábamos escuchando durante el primer confinamiento, así que empezamos a escribir melodías más instantáneas. Al principio solo era una forma de entretenernos y comunicarnos, intentando crear algo de diversión en un verano que no lo fue. ‘Incidental Music’ fue una culminación de años de escribir, descubrir nuevos sonidos e interesarnos por nuevos instrumentos. La influencia de nuestro amigo y productor Matt Peel está muy marcada. Pero no queríamos hacer una segunda parte y encontramos un terreno común aunque los dos discos suenen de forma muy diferente”.
“Vanities” se confeccionó con el grupo repartido por Mánchester, Gales y el bucólico pueblo de Todmorden, en el Peak District, entre Mánchester y Leeds. Un modelo de colectivismo que tiene en el Gold Lion su núcleo cultural, un pub intergeneracional que promueve la cultura musical y gastronómica sin pretensiones y con una mirada muy ecléctica. W. H. Lung y los también mancunians Working Men’s Club fueron de los primeros en acudir al auxilio del local para sufragar sus problemas económicos. El Gold Lion tiene hasta su propio sello, Gold Lion Sounds. Allí pinchó Weatherall en una de sus últimas sesiones, que fue inspiradora para el grupo. “Comenzamos a mandarnos material y ahora seguimos haciéndolo. Simplemente, parece una forma muy lógica de trabajar. No somos un grupo de sentarse juntos en una habitación a escribir canciones”, desarrolla Sharkett. En el mismo sentido, Evans comenta: “Cuando termina el ciclo de un disco piensas ‘no quiero volver a hacer esto nunca más en la vida’. Pero supongo que es como acabar de correr una carrera, estás agotado pero al instante ya piensas en volver a hacerlo. Te olvidas de la monotonía, el aburrimiento y todas las dificultades. Hemos cambiado. Éramos un grupo de tres, pero necesitábamos más gente para llevar nuestra música al directo. Encontramos gente afín. Magníficos músicos, mucho más buenos que nosotros”.
“El directo es muy importante para nosotros y cada miembro de la nueva formación es fundamental”, prosigue Evans. “En Austin nos dimos cuenta de cómo los dos discos coexistían en una especie de rollo dance-punk, un tipo de impulso que hacía que fuera muy divertido tocar. Espero con interés ver cómo evolucionará ahora el grupo, porque las canciones de ‘Vanities’ ya han cambiado y creo que si grabáramos el disco otra vez sonaría de forma muy distinta. No sé si mejor o peor, esto es imposible de decir”. “Cuando estuvimos en Texas, en el South By Southwest, la semana fue casi como una celebración. El público estuvo increíble”, recuerda el cantante. “Hay mucha receptividad a la música en directo. La gente puede volver a salir en masa y este sentimiento creo que está teniendo un efecto muy bonito sobre la música. Creo que está haciendo que la música recupere sus tendencias colaborativas, que se habían perdido un poco antes de la pandemia. Espero que signifique que todos estamos un poco más unidos ahora, compartiendo lo que nos une, que es el amor por la música en directo. Es algo especial. Todas las formas de arte esperan que todo esté en marcha de nuevo, porque el arte se hace para ser visto, no para quedar guardado en un armario”. ∎