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Firma invitada / Tres triples tríos

Celebración II

15. 02. 2021

“¿Sabes qué? Quiero pensar que a pesar de todo somos fuertes”


(Víctor Iriarte, “Geometría”)


“Hay una mujer sentada en un piano.

Hay una mujer negra sentada en un piano.

Hay una mujer negra sentada en un piano frente una audiencia blanca

Hay una mujer negra sentada en un piano frente una audiencia blanca y toca y canta como para romperles a todos. Sin estridencias. Con elegancia. Porque lo que dice y lo que es, lo que suena y lo que describe ya lleva cauce suficiente como para que el río se lleve por delante todo lo superfluo”


“I got my tongue, got my chin

Got my neck, got my boobies

Got my heart, got my soul

Got my back

I got my sex

I got my arms, got my hands

Got my fingers, got my legs

Got my feet, got my toes

Got my liver

Got my blood

I’ve got life

I’ve got my freedom

Ohhh

I’ve got life!”


“Ain’t Got No / I Got Life”, de Nina Simone (“‘Nuff Said!”, 1968), me suena a himno de celebración. De ofrenda y cosecha de uno mismo ante la vida. Ya el título empieza partido en dos. Nada / Todo. En apariencia, un vacío arrollador. Nada que poseer o la posesión de la Nada. Hasta que empezamos a construir desde la primera célula, desde el origen primigenio y entonces, ¡oh, maravilla, qué multitud de cosas donde acogerse! El hígado, la sangre, los ojos, las manos, los pechos, el sexo, el cuerpo, en definitiva, que es nuestro motor para ser creadores y creativos en nuestra vida.

Esta mujer tiene excedente para todo y más. Sobrada, vamos. Para que brille su estrella y que se callen las bocas.
Y para acabar de enmudecer saltamos de piano y planeamos sobre las teclas de Clara Peya. Tuve la suerte de poder ver una previa de uno de sus espectáculos con su hermana Ariadna: Les Impuxibles. La obra se llama “FAM”, hambre pero casi con dolor, apetito feroz, digamos. Clara Peya tiene hambre, está claro por como aporrea, acaricia, exprime, se desliza y se desmaya en su piano. Y quiere que la entraña salga a flote. El espectáculo que proponen (como siempre) taladra los cimientos de lo impuesto. Desmenuzamos el cuerpo y las relaciones que establecemos con él como quien come pipas. Después te queda la boca seca y cuesta tragar.

Pero ¡canastos, qué empuje con la celebración del cuerpo! Y lo hacen bailando, recitando, desnudándose, en cada giro, en cada salto, en cada segundo comprometido con la causa. Grito valiente de la dignidad con la que nos presentamos en la vida.
Y cuando hablo de dignidad acabo siempre en el mismo comedor. Es donde vive Encarna, que acaba de cumplir 104 años. ¡Eso sí que es hincarle el diente a la vida! Es una mujer pionera en mi mundo. La Niña del Gancho, la llamaban. Un mote de excelencia o habilidad, como Bird o La Voz. Ella ha sido jugadora, entrenadora (incluso durante la Guerra Civil), madre tardía, conductora de motos, llevadora de pantalones, valiente y con hambre. Y me pone un disco una y otra vez y resuena por ese piso lleno de vida y plantas una jovencísima Joan Baez dándole gracias a la vida porque le ha dado tanto. ∎

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