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Libro

Bruno Galindo

Toma de tierraLibros del K.O., 2021

21. 10. 2021

Después de dar luz a las trampas de la memoria individual y social en su última novela, Remake” (2020), Bruno Galindo publica un recorrido en las tres vertientes (periodística, industrial y artística) que han definido su trayectoria profesional. Atento y fiel a esa estructura dinámica y golosa, construye un diario intransferible de sus aventuras por los infinitos caminos que ha pisado durante los últimos treinta años.

“Toma de tierra” es, a la vez, una confesión que se parte la camisa y una crónica rigurosa y lúcida de las brutales transformaciones que han sufrido el negocio de la música, el ejercicio creativo y sus modelos de expresión. Por decirlo con sus palabras: “… de la muerte de unas lenguas y el nacimiento de otras”. De eso habla este libro (indispensable para cualquiera que haya pasado por estas convulsiones), y lo hace mientras bebe a saco de la entrega y de las distancias.

Hay un capítulo, el once, en concreto su tercera parte, que resume la devoción y la magia, la gracia y el dolor de esa experiencia difusa de escuchar una canción, o de leer ese libro, o esta revista. Son apenas tres páginas que deberían llamarse “grácil traje”. En ellas se resuelve, con sobredosis de amor y miedo, un viejo asunto: el de los cables subterráneos, ultramarinos, arteriales, que unen con calambres y suspiros a los que escuchamos canciones con quienes las hacen.

En ocasiones, “Toma de tierra” remite a una obra paralela pero tangente: aquella inquietante y erudita serie que Mark Cousins dirigió en 2011: “The Story Of Film. An Odyssey”. Con un compromiso similar en su exigencia histórica y poética, Galindo recolecta las huellas de varias generaciones alimentadas por las ubres del arte. Sobre esta intemperie, solo hay un estribillo, nada comercial: “¿Quién escribirá los nuevos himnos?”, mientras el vinilo se escurre de la funda y cae preguntándose “qué vida estamos viviendo”.

El autor decide al final de esta rareza espacial, bajar a la tierra, tomarla como uno de esos cables perdidos de los tocadiscos, sin extraviarse en el último surco de esta vuelta a la espiral del mundo en ochenta capítulos, ni uno menos, ni otro más. Tras el gran ruido, “el mundo entra en el Gran Silencio”, subrayo en la página 366. Después sigo arrastrando los ojos por un corolario que es, o eso siento, la mejor letra y música de este libro. No habla de Platón, ni de John Cage, ni de Kubrick, pero están todos en él, bailando en las sombras, pidiendo una nueva canción que nos vuelva hacer sentir que estamos vivos.

Se acaba el libro, y el lector busca una guía, algo onomástico o febril, pero al instante sabe que esa misión ocuparía el segundo volumen de esta seducción. Y llega, poco a poco, una luz antigua: la posibilidad de que haya un nuevo Bruno Galindo que sea tan valiente como para atreverse a atreverse a recordarnos todo lo que necesitamos perder para volver a ganar.

Escrito a zancadas de curiosidad y pasión, “Toma de tierra” destaca por alcanzar la excelencia en el equilibrio entre la generosidad en los detalles y su elegancia en el manejo de la privacidad de los numerosísimos protagonistas de la historia. Por esa razón, entre otras, sale prácticamente indemne del mayor peligro que puede correr una expedición de este calibre: la presuntuosidad. ∎

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