Libro

Michel Houellebecq

Unos meses de mi vida. Octubre 2022 - marzo 2023Anagrama, 2023

No son pocos, incluidos sus fans, los que habrán pensado que después de décadas alimentando la polémica y cimentando su carrera a base de la provocación más políticamente incorrecta, todo ese “mal karma” terminaría girándose en su contra. Sería algo así como dar la vuelta al dicho: ahora es la mano que da de comer la que muerde. Hablamos de Michel Houellebecq (Saint Pierre, Reunión, 1956) y la encerrona que le hicieron desde el colectivo artístico holandés Kirac. La cosa fue más o menos así: un cineasta se aproximó al francés con la idea de un supuesto proyecto artístico en plan performance que constaba de una grabación porno casera de un trío entre el escritor, su mujer y una tercera en discordia. La cosa no sucedió tal y como Houellebecq esperaba y al final la cinta acabó en OnlyFans para posterior lucro económico y también moral de Kirac (parecía como si la humillación al autor fuese un objetivo ulterior).

La otra controversia vino de unas declaraciones sobre el estado actual de la islamización en Francia y que esta podría comportar un levantamiento en armas que –parece– el propio Michel apoyaba. Hasta el rector de la Gran Mezquita de París amenazó con querellarse.

Ambos episodios, que ocurrieron en la transición entre 2022 y 2023, podrían ser perfectamente sendas subtramas de novelas como “Serotonina” (2019), “Sumisión” (2015) e incluso “Plataforma” (2001), pero al final han acabado tomando la forma de un diario que ya demuestra todo el genio heterodoxo de su autor, “Unos meses de mi vida. Octubre 2022 - marzo 2023” (“Quelques mois dans ma vie. Octobre 2022 - Mars 2023”; traducción de Jaime Zulaika). Algunos verán no poco victimismo en estas livianas 115 páginas autobiográficas, y tampoco andan muy desencaminados. Pero es la vulnerabilidad que muestra Houellebecq, además de un buen puñado de ideas tan controvertidas como sencillamente lúcidas, lo que hace esta obra indispensable tanto para seguidores como detractores. Es otra obra ideal para aprender a amarlo y odiarlo a partes iguales, como también lo es “Más intervenciones” (2022), nueva recopilación de artículos, entrevistas y cartas que Anagrama puso en circulación antes del verano.

Aunque Houellebecq dedica una atención menor al episodio de la islamización en Europa, hay en él una sorprendente cura de humildad al matizar e incluso corregir sus declaraciones hasta llevarlas a una posición más moderada en su reflexión del papel que tiene la religión en los asuntos de la democracia y las revoluciones populares. Quizá el lobo no es tan fiero como nos quiere hacer creer.

Es toda la controversia con Kirac la que genera sentimientos más encontrados. Puesto que Houellebecq perdió en el ámbito jurídico (él sostiene que el contrato de cesión de los derechos de imagen lo firmó bajo los efectos del alcohol y los tranquilizantes; un contrato, por cierto, que reproduce en estas páginas), el escritor ejecuta la venganza de la mejor manera que sabe, pluma en mano. Y es aquí donde reside la fricción de estas páginas, en su ánimo revanchista y ya no digamos victimista. Entre desperdigados pensamientos de profundo calado –como una digresión respecto a su relación con la pornografía y su entendimiento del porno amateur como un acto de profunda generosidad–, el autor se pierde en una deriva acusatoria que viene a recordar que lleva dos décadas siendo perseguido por una legión de detractores que le quieren arruinar la vida, toda vez que hoy día es, sin género de dudas, el escritor más popular de su nación.

Tampoco sentará del todo bien a quien ya sabemos que Michel se pinte como la víctima de, sí, una violación al ver la dichosa cinta al alcance de un clic para todo el mundo. En cualquier caso, ya sabemos quién es Houellebecq y que antes morirá de pie y fiel a su estilo provocador que haciendo una genuflexión a la turba de la corrección política. Pero a partir de esta “dolorosa sensación de que te han desposeído de tu propio cuerpo, una sorda hostilidad hacia él, un deseo de castigarlo”, el escritor recuerda “El proceso” (Franz Kafka, 1925) para citarlo –“y era como si la vergüenza fuera a sobrevivirle”– y reflexionar sobre ese deporte tan contemporáneo que es el del victim blaming. Que cada cual juzgue si a él le corresponde ser el abanderado de tal causa. ∎

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