La escritora estadounidense Vivian Gornick (Nueva York, 1935) ha vuelto para deleitarnos con su prosa y su pensamiento lúcido y clarividente, esta vez concentrándose en la relectura, en el acto de volver a coger un libro que ya hemos leído y releerlo un tiempo después. Porque los libros no cambian –más allá de las nuevas traducciones que avanzan con la lengua–, pero nosotras sí, y la explicación de este ejercicio en palabras de Gornick se transforma en un viaje a través de muchos temas: desde el papel de la mujer en la literatura, pasando por la sexualidad, el deseo y la excitación, la pasión, la condición judía, la clase social o el miedo terrible a la soledad, llegando al aprendizaje de la escritura gracias a la (re)lectura o la influencia que tiene nuestra receptividad (o la buena disposición) a la hora de coger o no un libro entre nuestras manos.
En estas páginas encontramos a autores como D.H. Lawrence, Colette, Marguerite Duras, Natalia Ginzburg, Pat Baker o Doris Lessing, entre otros, y encontramos, también, la explicación de por qué algunos libros marcaron su vida en momentos cruciales. Leer estos pasajes nos embarca en las sensaciones que hayamos podido tener nosotras mismas y en el efecto que tiene el paso del tiempo y la madurez en nuestra manera de leer y en la manera de entender y empatizar con las historias y los personajes; de cómo en ciertos momentos sentimos aquello de que hay libros que los han escrito exclusivamente para nosotras. La autora, con la experiencia de una mujer que ya ha sobrepasado los 85 años, también pone atención en la importancia de los matices, sin los cuales, dice, “la libertad (…) no es libertad ni es nada. Son los matices los que nos hacen actuar como seres humanos civilizados incluso cuando no nos sentimos como seres humanos civilizados. Si eliminamos los matices, nos queda solamente la vida animal; en otras palabras, la guerra”.
En estos tiempos llenos de blanco y negro, donde los grises son tan difíciles de encontrar (y, sobre todo, de reivindicar), leer estas páginas es una especie de consuelo para aceptar que podemos cambiar de opinión, que podemos aprender y hacernos enmiendas a nosotras mismas sin que eso signifique una derrota o una erosión insalvable de todo nuestro pensamiento. Que podemos poner en cuestión nuestros yos del pasado sin que eso implique ignorarlos o maltratarlos y que la conciencia de la vida como acto político es importantísima para entender “el acuerdo tácito de la sociedad por el que las mujeres vivirían solamente media vida para que los hombres pudieran, quizá, tener el valor de llevar una vida”.
Gornick nos demuestra en este conjunto de textos breves donde mezcla crítica literaria y memorias la fuerza y importancia no sólo de la lectura, sino del poder que tiene la literatura para iluminar rincones oscuros de nuestras vidas y experiencias. De los libros como linterna que alumbran las grietas que existen en un mundo cada vez más oscuro para poder, ahora sí, saldar nuestras propias cuentas pendientes. ∎