A José Álvaro Osorio Balvín sus amigos lo llaman Jose. Y así, sin tilde y sin pose, es como quiere mostrarse ahora a sus millones de seguidores. Despojado de su aureola de estrella galáctica, en su quinto álbum (sexto, si se tiene en cuenta el que publicó a dúo en 2019 con Bad Bunny, “OASIS”) intenta delimitar claramente la frontera que separa a J Balvin de Jose. Y no, no es que J Balvin sea un fake, para nada. Solo que ahora prefiere mostrar su lado más vulnerable y personal. De hecho, frente al tono conceptual y sinestésico de su anterior “Colores” (2020), un disco ahíto de una vibrante y cegadora contemporaneidad, “JOSE” parece representar un sincero retorno al origen. Una vuelta a las raíces del reguetón que, en todo caso, no oculta su voluntad de ampliar su paleta sonora en el que hasta ahora es su disco más diverso y poliédrico.

A pesar de que el colombiano rehúye por lo general las bravuconadas, su nuevo trabajo comienza con la chulería autoafirmativa de “F40”, un orgulloso balance de sus quince años de trayectoria ascendente que culmina con un vindicativo “soy una leyenda”. La infecciosa balada reguetonera “Una nota” tiene su estricta continuidad en “Te acuerdas de mí”, en la que Sech da paso a Yandel. La primera sorpresa aparece con la colaboración de Skrillex, que convierte “In Da Getto” en una contundente réplica tribal del “I Like To Move It” de Reel 2 Real, proyecto del añorado Erick Morillo. Y del ostentoso hardcore rap junto a Myke Towers de “Billetes de 100” (“como Jesucristo los multipliqué”, señala), pasa a los tonos oníricos de “La venganza” con Jhay Cortez. Por su parte, “Vestido” es una celebratoria oda al puro sexo, en la que se escucha “cuando nos vemos nunca perdemos el tiempo / me volví adicto a tu cuerpo” a ritmo de lo que se podría denominar calypsotón, con ecos de steel drums.

En “Qué locura” parecen intercalarse el más zigzagueante y sensual R&B con una deliciosa champeta. La prueba de que el reguetón es el pop de ahora la constituyen temas como “Bebe que bien te ves” (con su teclado verbenero), “Lo que Dios quiera” y “Si te atreves”, con Zion & Lennox aportando el toque dancehall latino. Pure pop for now people! “Fantasías” es una tórrida balada R&B infiltrada por el reguetón que trata de masturbación y sexo a distancia. Y tras dos reguetones melancólicos, “Pa’ guayarte” (en el que reivindica junto a Ozuna “un perreo como antes”) y “Ganas de verte”, llega otra de las bombas del disco, “Perra”, con Tokischa, en la que reivindica el sexo más animal y descarnado sobre un ritmo esquelético y minimalista: “leche, leche”. Frente a tamaño alegato en pro de la lubricidad, el disco continúa con su bloque más emotivo y sentido: el autobiográfico y confesional “7 de mayo” (en el que no evita la mención a sus fracasos y depresiones, a ritmo de hip hop atmosférico), la balada romántica “Suerte” y esa curiosa canción sin ritmo (solo guitarra y efectos rarunos) que es “Querido Río”, dedicada a su primer hijo, nacido el 27 de junio de este año. Y tras esa delicia de g-funk soleado que es “La familia”, vuelve al reguetón puro y duro, y también más previsible, con “Que más pues” (con Maria Becerra) y “OTRO FILI” (con Jay Wheeler), mientras que en “Otra noche sin ti” Khalid pone el sutil acento R&B a un apoteosis romántico envuelto en notas experimentales.

Y se deja para el final los fuegos artificiales con toda una caterva de ilustres invitados: en “Poblado (Remix)” reivindica junto a Karol G y Nicky Jam el más puro reguetón de bases simples, sin pedir permiso ni perdón por gozar del sexo. Y en “UN DÍA (ONE DAY)”, tema que aparece también en “Future Nostalgia. The Moonlight Edition” de Dua Lipa, se junta con la diva kosovar, con Bad Bunny y con Tainy (epígono puertorriqueño de Timbaland y Pharrell) para alumbrar uno de los mejores temas del año, un mayestático híbrido de pop, R&B y reguetón cósmico capaz de redefinir por sí solo la música del siglo XXI. En resumen, 24 temas que componen el mapa emocional de un creador insustituible. ∎