Cuando creíamos conocerla, Jackie Mendoza da un nuevo giro de estilo, o estilos, e insiste en abrirse nuevos caminos por explorar. De las versiones con ukelele en YouTube pasó a liderar a los dreampop Gingerlys (después Lunarette), pero ha sido con su proyecto a su nombre cuando ha acabado de afianzarse como promesa del pop experimental de nuestro tiempo; como valiente puente entre diversos universos musicales (indie pop, géneros electrónicos, influjos latinos) y exploradora emotiva de los confines del espacio interior.
Tras el reivindicable EP “LuvHz” (2019), de ruptura en más de un sentido, sorprende ahora con un álbum de debut aún más rico en sonidos y sentimientos de lo que cabía esperar en ella. El título del disco, que se le ocurrió haciendo sus deberes de terapia, es el más adecuado imaginable. Mendoza exorciza sus experiencias como mujer queer y mexicana-estadounidense de primera generación en canciones desafiantemente diversas, libres y vivas.
Ayudada por Rusty Santos (Animal Collective, Panda Bear) en mezclas, producción y composición, Mendoza ha reunido una colección de hits alternativos que echa raíces en los noventa (en la playlist de inspiraciones, Portishead, Underworld o el out-pop de Laika) pero apunta en realidad a futuro desconocido. El influjo de Animal Collective asoma en la inicial “Natural”, pero hablamos más de asimilación y revisión que de imitación; ellos no son tan conocidos por los ukeleles reverberantes. Justo después, la pegadiza “Let’s Get Maui’d” propone un respiro de alegre indie pop antes de un batallón de temas algo más turbulentos a todos los niveles.
En las fabulosas “Oh cielos” y “Hay frijoles en la casa (Stomps)”, Mendoza entrelaza synthpop con hip hop para cargar contra, respectivamente, una clase política ajena a la urgencia climática (“Dicen: ‘No somos culpables por incendios / masacres de animales’”) y los males extendidos del machismo y el racismo, incluyendo los deleznables procesos de blanqueamiento (“mis padres me decían: ‘hay que mejorar la raza’”). “Pedacitos” es una sobrecogedora balada alt-R&B (con ukelele) sobre los ciclos contagiosos de la depresión y la adicción. Escuchar un par de veces su sencillo estribillo (“no sabes lo que te mereces / es más simple de lo que parece”) es tan efectivo como una hora de psicólogo.
“Galaxia de emociones” revela encantos sin descanso y es fácil cambiar de canción favorita casi cada día. De un tema titular con un trote muy The xx se puede pasar a “Mousetrap”, algo así como Sneaker Pimps en más trap y cósmico. O a ese norteño electrónico con toques hyperpop llamado “3AM”, en el que brilla el acordeón de Ulises Lozano. Mi favorita personal (hoy, en este minuto, mientras acabo de escribir estas líneas) es la final “Ya somos estrellas”, ejercicio psicodélico-clubber con palabras de apoyo para los inmigrantes y la comunidad queer: “¿Quién te dijo que no hay lugar aquí / para tus palabras, tus anhelos espaciales? / ¿Y quién te dijo que tienes que ser así / vivir una simulación que no es un reflejo de ti?”. A la liberación por la electrónica. ∎