Josh-Lloyd Jackson y Tom McFarland, los jefes de la tribu Jungle, siguen recolectando sonidos entre la fronda soul-disco-funk. Sus expediciones a la espesura de estos géneros negros cada vez son más nutridas y, en este tercer viaje, cuentan con un enorme equipo de porteadores de cuerda y metal. Pertrechos similares a los que utilizaron en “For Ever” (2018) –continuación del triunfal debut homónimo que reportó oro en el mercado británico y los llevó a la lista de convocados para el Mercury Prize en 2014–, aunque aquella incursión tuvo mucho de huida hacia adelante y estuvo lastrada por las pesadas cargas sentimentales que el dúo londinense acarreaba tras romper las amarras de relaciones fallidas. Jungle caminaban, pero sus pasos eran titubeantes y trazaban un itinerario a menudo errático.
Aquel trabajo fue el último con el imponente marchamo del sello XL, así que este es el primero en el que no tienen que rendir cuentas artísticas ante nadie, tal y como hacen notar en la catártica “No Rules”. Ahora todo queda entre ellos, sus canciones y su público. Este ha bendecido “Loving In Stereo” desde el principio, aupándolo al top 3 del Reino Unido gracias al impulso de una serie de sencillos muy bien elegidos, que llevan abriendo camino desde la pasada primavera. “Keep On Moving” es un pletórico muestrario de elementos disco con hechuras de himno instantáneo. “Talk About It”, con su cromado exoesqueleto funkoide, convierte la exhortación al baile en imposición. Y “Romeo” introduce efectivos beats hip-hop –uno de los géneros formativos para el grupo– antes de que nos sumemos al brindis propuesto por el magnético toasting de Bas, uno de los protegidos de J Cole.
Lo mejor del asunto es que, singles aparte, hay mucho bueno donde agarrar. “Fire” diluye ritmos breakbeat en pasajes de aire cinematográfico à la David Holmes. “Truth” es un inesperado ejercicio rockero que confirma el enfoque libérrimo que ha guiado a los autores durante el proceso de composición. “Goodbye My Love” sitúa a Priya Ragu frente al micro para indagar con delicadeza en las fuentes nu-soul. En “Bonnie Hill” –coescrita por Andy Wyatt, de Miike Snow– se apuesta por arreglos de flauta y saxo que realzan con discreción, sin borrones ni subrayados fuera de renglón. El cierre, con todo el aparejo instrumental envolviendo los característicos falsetes en “Can’t Stop The Stars”, captura la esencia de un disco que muestra la mejor versión de Jungle que cabía imaginar y que invita a disfrutar de lo que la vida ofrezca mientras podamos. ∎