“Lazos y nudos” es la presentación en largo de una voz, la de Abhir Hathi, que aporta un nuevo prisma sonoro y cultural a la cada vez más fértil escena del R&B y el hip hop producido en Canarias. Nos sentamos con él y hablamos de dónde viene y hacia qué lugar se dirige su música
La península ibérica pocas veces ha mirado más allá de sus fronteras terrestres, por lo que no dedicaba espacio a las Canarias en clave cultural. ¿Qué sabemos de allí, más allá del turismo, el buen tiempo y la migración? Hasta hace pocos años, parecía que no interesaba lo que se cuece en sus islas lejanas o en sus ciudades del norte de África. Pero en los últimos años, la música estatal mira más y más a esas tierras: Bejo, Cruz Cafuné, Don Patricio o Choclock son algunos de los nombres salientes de las Islas Canarias que más ruido hacen en los escenarios peninsulares. Abhir Hathi es uno más de ellos: “Un pibe canario”, como dice él, o una de las nuevas voces de la escena urbana con predominancia del R&B y el hip hop. Canta y rapea, habla de sus problemas más intrínsecos y, a la vez, quita importancia a cualquier cosa; lo da todo y a la vez es misterioso. Una dualidad constante en su forma de trabajar y concebir la música que se ve reflejada en “Lazos y nudos” (Slowly, 2021), su primer disco, que produjo con Phynx en México: “A mí un sello no me tiene que juntar con productores porque no se va a donde yo quiero ir. Yo sé dónde quiero ir y con quién, y cómo a mí me gusta sacar y consumir la música”.
A Hathi le gusta experimentar: más allá de lo que sabe que va a funcionar –canciones de tres minutos y medio como “Perros” o “Habibi”–, se atreve con temas más largos: “Si puedo coger una canción de cinco minutos como ‘Sacrificios’, que a día de hoy es una locura, y me viene alguien y me dice que la sintió suya y que le pareció precioso que describa mi vida, ahí es donde considero que tengo el éxito”. La pandemia le truncó los planes: iba a abrir la gira de Cruz Cafuné justo antes del confinamiento. El encierro, al principio desagradable, le sirvió para concebir su disco: “Perdí la gira que tenía con ‘Cruzi’, pero también gracias a la pandemia hice mi disco. Si no, habría estado girando hasta octubre y hubiera empezado mi disco en octubre”, y agrega: “La pandemia fue obviamente agridulce, y creo que todos sacamos algo bueno, pero es un comentario de persona privilegiada decir esto porque hay mucha gente que perdió su trabajo y muchas otras cosas”.
Un confinamiento que le sirvió para sentar las bases de un disco influenciado por el R&B más noventero y el hip hop norteamericano, pero también con rasgos melódicos de la India, país nativo de sus padres y abuelos. “En mi casa se escuchaba mucho Bollywood, pero yo no. Yo no entiendo Bollywood, pero me gustan las melodías y también me gusta mucho gente como Dellafuente, porque veo que hay una similitud entre la música de esa región del mundo y la música gitana, ya que la gitana en realidad sale del norte de India”. De hecho, lo que más influenció al músico de Las Palmas al iniciarse en su burbuja musical fueron las canciones que le metieron en el reproductor de MP3 que le regalaron unas Navidades, cuando él contaba diez años. ¿Quién no se acuerda de las primeras canciones que le puso unx amigx la primera vez que tuvo uno de estos aparatos? “Mi padre se lo dio a un colega suyo, y el hijo de este hombre metió ahí la música que dictó luego lo que me gustó, que fue la canción ‘So Sick’, de Ne-Yo. Su elección fue lo que luego a mí me provocó inquietudes, que era el R&B. También me metió a 50 Cent. Eso es lo que tengo de memoria de la música”. Cuando le pregunto qué habría pasado si le hubieran metido otro tipo de música en el dispositivo, él responde: “Si en ese momento hubiera escuchado electrónica, rock o pop, sería otra persona. A lo mejor, en vez de estar en Rockdelux, estaría tratando de que hablasen de mí en ‘Mixmag’”.
¿Cómo se tomó su familia, que pudo permitirse mandar a su hijo a estudiar empresariales a Madrid, que dejara un trabajo estable para dedicarse a la música? “Yo vengo de una familia india emigrante que llegó a Las Palmas en los 70. Vino mi abuelo sin la familia y tuvo tiempos difíciles, y luego llegó toda la familia. Cuando yo nací, cambiaron su empresa de venta de textil a bañadores. Pasaron de ser una familia con muchas carencias a una familia sólida y bien establecida en la isla. Cuando tú lo dejas todo para hacer música, como un trabajo estable en Madrid cobrando 1500€ al mes, y te va bien, cuesta bastante entenderlo”. Sin embargo, cuenta Hathi, ahora lo apoyan totalmente: “Poco a poco les he ido trayendo pequeños hitos que han permitido que ellos se crean lo que estoy haciendo, pero son los últimos en fiarse de todo esto que está pasando. No les puedo culpar, porque vienes de tener hambre y cuando tu hijo, que no sabe lo que es el hambre, te dice que va a dejar la estabilidad para dedicarse al arte (un mundo que, por lo general, no da dinero) no te parece tan bien. Pero luego ves que le va bien y te lo encuentras en el periódico o en la tele y te lo piensas”.
La música de Abhir Hathi es pura dualidad, como su vida misma: “No soy ni canario ni indio, no soy ni cantante ni rapero, no soy ni duro ni romántico. Siempre estoy en la mitad”, reflexiona. Una doble versión de todo que se ve reflejada a lo largo de todo el disco: rimas raperas y R&B a la vez, canta en español e inglés –sus dos lenguas maternas– y es explícito en sus letras pero a la vez sutil. “Puedo hacer ambas cosas o ninguna: las estrellas más grandes para mí en el hip hop cantan y rapean, como Kendrick Lamar, Drake o PartyNextDoor”. Por ejemplo, en “Sacrificios” casi no hay melodía –lo importante es el mensaje lírico–, mientras que en “Perros” cambia del rap a lo cantado dentro de la misma canción. El músico canario reflexiona sobre el problema de encasillarse, y se remite a algunos referentes nacionales: “No voy a estar cambiando o sintiendo miedo o intimidación porque me gusten las dos cosas. Cruz Cafuné hace ambas y le va bien, y Delaossa también. Son personas que te rapean o te cantan el estribillo de un tema”.
La relación con Cruz Cafuné –Hathi dice de él, directamente, que es como su “hermano mayor”– ha sido fundamental para aprender el oficio de músico. “Tenemos una relación superestrecha; es un líder y gracias a él he aprendido mucho”, asegura, y agrega que estando tan cerca a nivel musical ha sido mucho más fácil la unión. También recalca la importancia del músico tinerfeño a la hora de poner las Islas Canarias en el mapa musical: “Es uno de los principales responsables de que haya tanta luz ahora mismo en las islas y de que tanta gente esté mirando allí, porque es top 3 en Canarias”. Precisamente, esta amistad es una muestra de la hermandad musical canaria, mucho más fuerte que en la península, especialmente en territorios como Barcelona, donde reina mucho más el individualismo artístico. “Es parte de la cultura. En Canarias es normal ir de fiesta y juntar grupos, y eso se ve reflejado en todos los ámbitos de la sociedad. No sé si en Canarias estamos más unidos porque parecemos menos, porque entendemos que un canario y un español no son lo mismo, y porque también sabemos que, por así decirlo, somos los ‘underdogs’, los que van segundos”.
Lo que más valora Abhir Hathi de no pertenecer a una discográfica e ir por libre es el proceso de la creación de su música: “Para mí, hacer música es estar con mis amigos, literalmente. No es una sesión con un productor que contratas y tienes que grabar un tema de 18h a 21h y no te sale nada. Con ellos duermo, cocino y pasamos el rato. Cuando nos apetece ponernos a trabajar, se da de esa forma y sale mucho mejor”. Además, trabajar con amigos es mucho más tranquilo y aleja presiones formales: “Que mis mejores amigos sean mi grupo de trabajo da un montón de flexibilidad y libertad. No hay un calendario”. Mientras el disco ya corre y triunfa en sus primeras semanas de vida, Hathi es humilde y siente una pasión extraordinaria por su nuevo trabajo, que lo eleva a una de las nuevas referencias del R&B y el hip hop nacionales. ∎