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El mundo propio de Ferran Palau. Foto: Itsaso Arizkuren
El mundo propio de Ferran Palau. Foto: Itsaso Arizkuren

Entrevista

Ferran Palau: canciones en medio del caos

Tras el deslumbrante “Blanc” (2018) y el revelador “Kevin” (2019), Ferran Palau afianza definitivamente su camino con “Parc”, culminación de una suerte de trilogía que ya no necesita definirse ni como pop metafísico ni como easy loving. Ya responde solo a su propia etiqueta porque, sencillamente, no hay otro como él.

25. 02. 2021

Ferran Palau desmonta la idea del artista iluminado que llega a su obra cumbre a la primera. El músico catalán (Collbató, 1983), con todo el talento que exhuma, ha protagonizado una evolución en público de su música, encontrando poco a poco y disco a disco el sonido que le va a definir de ahora en adelante. Partiendo de terrenos boscosos oscuros principalmente gracias a los primeros discos de Anímic y a su debut en solitario, “L’aigua del rierol” (2012), con cada álbum a partir de entonces Palau ha ido desentumeciendo sus canciones, liberándolas de cualquier peso innecesario y acercándose a la luz… aunque ni siquiera eso es permanente. Creo que con dos acordes, un ritmo y un tono se puede construir una carrera musical, comentaba en esta entrevista en Indiespota finales de 2019, poco después de publicar “Kevin” (2019). Y pocas declaraciones más sinceras y certeras encontraréis de un artista, porque es en ese minimalismo radical donde Ferran Palau ha encontrado su lugar y se ha asentado con una trilogía de discos que abrió en 2018 con “Blanc”, consolidó con “Kevin” y culmina ahora con “Parc” (Hidden Track, 2021), un disco de nuevo hecho con la ayuda de su primo Jordi Matas a la producción: trabajos breves, cada vez más concisos, sin renunciar a su inmensa capacidad evocadora y cada vez con un mayor peso de un concepto global que va más allá de la música.

Me lo he pasado muy bien haciendo este disco y pensando en todo el concepto, reconoce ahora en esta conversación que mantuvimos unos días antes del lanzamiento de “Parc” en la nueva base del sello Hidden Track Records en Barcelona. “He puesto mucho cariño en todo: las fotos, las tipografías, los videoclips, el merch… Lo he podido hacer con bastante tranquilidad, 2020 ha sido un año largo y muy provechoso para mí. Ni siquiera el 2020 pudo resistirse al embrujo de Ferran Palau.

“Kevin” salió en medio de las protestas de Urquinaona y “Parc” lo hace en plena pandemia mundial. ¿Recuerdas cómo era sacar un disco en un momento “normal”?

Creo que hay que entender estos momentos como cambios. El mundo está en transformación constantemente, y poder hacer música en medio de este puto caos es una pasada. Es muy raro, pero superemocionante. Me siento bastante cómodo con este caos. En aquel momento, con “Kevin”, sí que nos planteamos si debíamos retrasar la salida del disco, pero ahora ya no me plantearía posponer un lanzamiento por factores externos. Precisamente se ha demostrado que la música sirve para algo y te sientes una persona que aporta a la sociedad.

¿Ha cambiado de alguna manera la pandemia o el 2020 el tipo de disco que querías hacer después de “Kevin”? A primera vista tengo la sensación de que recuperas un poco la guitarra…

Creo que hay la misma cantidad de guitarras, pero esta vez cuando hay melodías de guitarra son muy vistosas. Esto lo trabajamos mucho con Jordi (Matas), y con “Kevin” no teníamos esta premisa tan clara. Son nueve temas, de los cuales cinco son de teclados y guitarras y cuatro de solo teclados, así que creo que está bien compensado, pero sí que estoy de acuerdo en que las guitarras son más relevantes en este disco que en “Kevin”.

En cuanto a si el contexto ha afectado al disco, creo que sí. En el sentido de que, como cada vez tendemos más al consumo inmediato por el streaming y absorbemos mucha información diariamente, sí que pensé que tenía que hacer algo que fuera muy directo, muy inmediato. De aquí que las letras sean tan sintéticas, que enseguida entren los estribillos, que las melodías sean muy claras… Quería que fuera un disco que te entrara como agua. Hemos hecho un esfuerzo extra para seguir dejando las canciones con solo lo esencial, hacer música muy esquelética, pero que fuera un flechazo todo el disco.

Con tus discos me pasa que me suele costar verlos con un poco de perspectiva, entender cómo se diferencian de los otros. Supongo que es por la telaraña de sonido que construyes.

A mí me pasa un poco lo mismo con mi propia música. Me guío mucho por la intuición, no tomo casi decisiones y voy juntando cosas que me gustan sin una idea clara. Tengo bastante fe en que todo cobrará sentido en algún momento. Y realmente con “Parc” empieza a pasar ahora, cuando he publicado los dos videoclips (“Reflexe” y “Parc”), ya ha salido el arte del disco y demás, que todo empieza a cobrar sentido global.

Trayectoria artística incontestable. Foto: Marc Cuscó
Trayectoria artística incontestable. Foto: Marc Cuscó

Volviendo al sonido, lo que me llamó la atención de las primeras escuchas es que la base rítmica es muy sólida, supongo que por la influencia cada vez más presente del hip hop en tu música. Al mismo tiempo ya has comentado que es tu disco más minimalista. ¿Cómo encaja todo esto?

Hemos renunciado a la espectacularidad de las producciones actuales (estéreo brutal, graves y agudos muy llenos…) y hemos jugado a lo contrario. No solo ponemos pocos instrumentos, sino que no hay muchos graves, ni muchos agudos, ni mucho estéreo. Son recursos que ayudan a hacer la música grande, pero nosotros vamos a buscar la grandeza con otros aspectos. Y esto hace que el ritmo tenga más pegada en los medios, y que los bajos tengan mucha presencia porque no son muy graves, son casi como guitarras graves. Renuncias a unas cosas para conseguir otras.

Desde fuera se puede interpretar de forma bastante clara la sucesión de “Blanc”, “Kevin” y “Parc” como una especie de trilogía que pueda cerrar una etapa. ¿Te lo has planteado de esta forma?

Esto es una cosa muy de periodistas, lo pensáis más vosotros que los músicos. Yo no lo he pensado, la verdad, voy haciendo canciones que me apetece hacer, son el reflejo de la música que escucho, de las cosas que me pasan, del cine y las series que veo… Y ya está. Es una batidora: coges cultura pop y escupes cultura pop.

¿No diríais que con este disco has encontrado definitivamente tu sonido, como una especie de fórmula (por mucho que la vayas puliendo disco a disco)?

Sí, eso sí. Considero que en los últimos tres discos he encontrado algo reconocible, pero por ejemplo cuando hice el single “Cel clar” tuve un poco de miedo de renunciar a mis trucos y a que se perdiera mi personalidad. Pero no pasó y eso me dejó bastante tranquilo, porque entendí que lo importante es la semilla a partir de la cual luego se ramifica todo. Así puedo ir cambiando: ahora hago este estilo de música, pero quizá pueda cambiar algunas cosas y continuará sonando a mí.

A nivel de letras, has dicho que “Parc” expone algo así como la cara B del amor, mientras que “Kevin” seguramente era la cara A. ¿Qué tipo de amor aparece en este disco?

Sí, en “Kevin” también había frases cabronas, pero pesaba más la parte bonita, la del amor que funciona y es fácil. En “Parc”, a medida que iba haciendo las canciones, intentaba volver, con la estética y universo de ahora, a la cosa más cabrona de mis primeras canciones. Ahora que he conseguido cierto público, me puedo permitir ser un poco más oscuro, porque en realidad esa es mi naturaleza. Y la cosa iba un poco por aquí: el amor es esta cosa entre dos personas que intentan descifrarse y entenderse para sumar, para ser más, para quererse más; pero siempre hay una lucha, ese intento por encontrarse y encajar de alguna manera. Al menos en mi caso, el amor funciona cuando estás con alguien radicalmente distinto a ti, y hay muchos momentos en los que intentas que te entiendan o entender a la otra persona.

“Reflexe”: el reflejo de un sueño.

Ya sabemos que las canciones no tienen por qué ir sobre tu vida, pero ¿qué relación tiene lo que escribes con lo que te está pasando a nivel personal en tu vida?

No sé… Por ejemplo, conflictos entre Louise (Louise Sansom, su pareja, compañera en Anímic y responsable de Hidden Track Records) y yo prácticamente no hay. A la que hay una chispa de eso, tengo material para escribir durante mucho tiempo, eso es verdad. Cuando empezamos a salir yo ya escribía canciones cortavenas y ella también lo hace, así que los dos sabemos perfectamente que a veces necesitas sacar este tipo de cosas para escribir sobre algo interesante.

Y tampoco quiere decir que te sientas exactamente así, puede formar parte de una construcción narrativa.

Totalmente. Siempre me he sentido muy atraído por las cosas oscuras, decadentes, por el terror y tal… porque en realidad he tenido una vida muy placentera, muy fácil. En mi casa me han querido y apoyado mucho, he formado una familia que me ha puesto las cosas muy fáciles… No tengo grandes traumas en la vida para sacar en canciones, y por eso me causa fascinación la oscuridad, porque no la he tenido.

Me encanta Amor, la canción más sorprendente del disco. ¿Cómo surgió la idea de cambiar el pitch de la voz? ¿Tenías miedo de que no quedara bien?

Pues es la canción más cerebral del álbum. Cuando ya teníamos todo el disco hecho, vimos que era demasiado corto y que le faltaba un tema. Y con Jordi tuvimos la oportunidad de pensar en qué le faltaba, y decidimos que le faltaba un tempo distinto, algo original. La compusimos entre los dos en el estudio, y yo empecé a escribir la letra mientras grababan el bajo. Pero yo no escribo de forma automática, así que lo único que pude hacer fue una lista. Y así salió. Lo del pitch es algo que ya aparece en otras canciones, pero de forma más discreta, y esta vez decidimos probarla con la voz principal. Con los años, la madurez hace que te pierdas un poco el respeto a ti mismo, ese miedo a hacer algo distinto. Y si me divierte poner la voz de pitufo en esta canción, pues lo hago y ya está; no pasa absolutamente nada.

Lo primero que pensé sobre la letra era que parecía escrita con el texto predictivo del móvil o las búsquedas que te propone Google.

Totalmente. No se me ocurrió, pero podría haberlo hecho así. No tiene ninguna pretensión de mensaje ni de sentido; de hecho, lo primero que buscaba eran metáforas visuales sexuales: l’amor és un port / l’amor és un barco ol’amor és esport / l’amor és el basket... pero luego ya se fue hacia otro lado.

“El amor es esta cosa entre dos personas que intentan descifrarse y entenderse para sumar, para ser más, para quererse más; pero siempre hay una lucha, ese intento por encontrarse y encajar de alguna manera”

A nivel conceptual, en el disco hay dos vertientes: la que celebra la fluidez de género y la diversidad de cuerpos (como sucede en el videoclip de “Parc”) y, en el apartado visual, las referencias a las películas de terror de los 80. ¿Cómo casa todo esto para ti?

Mis letras son muy abiertas, y cuando las escribo no decido en absoluto sobre qué van. Yo completo una colección de canciones que no tengo ni idea de qué hablan, porque intento no dominarlas ni controlarlas, y entonces tengo la oportunidad de envolver eso con cosas que yo quiero. De utilizar lo que hago para algo que vaya más allá, de decir algo que influya en las personas. En ese sentido, sobre el tema de la diversidad de género, de cuerpos, sexual, de ser diferente y demás, quería que apareciese en el disco; y por otro lado mi afición por el cine de terror, que la tengo desde pequeño, hace que desde siempre tuviera el sueño de hacer pelis de terror. Cuando hice el videoclip de “Flora / Caic” con Pablo Maestres, aunque es más ciencia ficción que terror, pensé que ya estaba muy cerca de eso y que me encantaría hacer con este disco mis minipelículas. Entonces cojo varias ideas de cosas que me interesan y espero que se haga la magia y todo cobre sentido. Y la magia siempre aparece y acaba habiendo casualidades brutales. Por ejemplo, la contraportada del disco es la portada de “Reflexe”, el primer single: es una foto en la que estoy cogido de la mano con mi hermana, que nos parecemos mucho; es una metáfora perfecta del reflejo, del hombre y la mujer y de todo lo que hay en medio. Encaja perfectamente con todo esto. Pero esa foto no la hicimos por este motivo, sino porque mi hermana estaba por allí y le dije de hacernos una foto juntos.

En este disco, todo son minihomenajes, todo está inspirado en cosas y mezclando conceptos. Por ejemplo, la portada es una mezcla entre los globos de “It” y la pose del “Flower Boy” (2017) de Tyler, The Creator. El vídeo de “Parc” ya es radical porque está lleno de pequeños homenajes y cosas que conectan unas con otras. Todo es un laberinto que se entrelaza. Con este vídeo he sido muy pesado y me han dado todos los caprichos que he pedido. Y, de nuevo, la casualidad: pienso en la diversidad de género y en el cine de terror, y de repente se establece un paralelismo perfecto entre los monstruos de las películas y el hecho de preguntarse, en la vida real, quiénes son los verdaderos monstruos.

Y cómo durante mucho tiempo, incluso ahora, la sociedad ha juzgado a los que eran diferentes.

Exacto. Y que ahora los puedas ver como deseables y que quieras ser como ellos, que sean referentes. Es la revolución de los raros. El mundo es nuestro, tenemos que coger lo que nos pertenece ya. Y sacar a los guapos de sus lugares de privilegio (risas).

“Parc”: ¿quiénes son los verdaderos monstruos?

En el videoclip de Parc, además, hay un homenaje a SOPHIE, aunque salió el 12 de febrero, apenas unos días después de su muerte.

Fue muy loco. Nosotros rodábamos las escenas del skate park el sábado 30 de enero, y al día siguiente rodábamos las escenas de los personajes en un hotel. Esa noche llegué a casa, me enteré de la muerte de SOPHIE y pensé que tenía que estar en el vídeo. Escribí al estilista, resultó que tenía una peluca naranja y se pasó dos horas rizándola y cortándola para usarla… y de repente teníamos a SOPHIE allí.

¿Con el tiempo, has pasado a entender tu música como algo que va mucho más allá de solo las canciones?

Totalmente. No solo los vídeos, sino todo, los diseños, las camisetas… para mí es un universo completo, con un montón de elementos. Y la música es una parte de esto. Es todo un mundo más allá de las canciones. Intento que la gente se pueda adentrar en este universo, como si fuera una casa que acoge a los oyentes.

A nivel musical la lectura que se puede hacer de este disco es que reafirmas definitivamente el estilo que empezó a asomar con “Blanc”. ¿No te da miedo que tener una fórmula tan depurada y concreta se pueda agotar o te pueda aburrir?

La verdad es que no. Porque creo que antes de que esto pase voy a ser capaz de reaccionar. Siempre lo he hecho. Lo único que hago es adaptarme a lo que pasa en la música. Hay quien puede verlo como algo frívolo o chaquetero, pero para mí no es así. Yo escucho algo nuevo que sale y me gusta y pienso: “Yo quiero hacer esto. Voy a hacer esto. ¡Voy a copiarlo!. Luego, no se parece en nada o se parece solo a otras cosas mías, pero esas ideas de algún modo están ahí. Si se pone de moda el heavy metal, igual me dará por intentar hacer heavy metal y no lo conseguiré, pero aparecerá algo interesante. Aunque también tomo decisiones atemporales: todos los sintes del disco, que están muy inspirados en bandas sonoras de pelis de terror, son algo atemporal. Es esa nostalgia que los jóvenes pueden encontrar fresca y los mayores podemos encontrar acogedora y cálida.

Realidad diferente. Foto: Marc Cuscó
Realidad diferente. Foto: Marc Cuscó

Hablando sobre esto de inspirarse o copiar, hay un comentario de YouTube en el vídeo de “Reflexe” que dice que la melodía de esa canción es igual que la de Imported de Jessie Reyez y 6LACK…

¡Lo he leído! Eso no fue voluntario, pero cuando fui a escuchar el tema pensé: “Sí, se me ha colado (risas). Y seguramente pasa con más canciones, de este disco y de otros. Pero es que estamos haciendo música pop. Si miras documentales de cuando empezó a nacer el country y la música popular, la gente solo cambiaba la letra de las canciones: un cantante podría componer 150 o 200 canciones en un solo año. Porque era solo narrativa. Esos son los cimientos de la música pop. Por no decir hoy en día cuánto se parecen entre sí la mayoría de temas de reguetón o de trap… Así que sí, tiene razón este comentario, pero no lo veo como algo negativo. Sería muy estresante tener que comprobar si lo que estás haciendo es métricamente o melódicamente similar a alguna otra cosa. Y también entiendo que si a veces te pasas, te puedan denunciar, todo el mundo está en su derecho.

A mí no me importaría que me copiasen, y de hecho pasa ya y me encanta (risas). No lo hago intencionadamente, pero se me pueden colar muchas cosas. Y más aún ahora que escucho mucha música que no sé ni quién la hace. Quizá esta canción la tenía en alguna playlist o me la ponía Leo (su hijo) o algo así, queda allí y de repente algún día sale.

A mí con el paso de los años cada vez me pasa más que muchas canciones que escucho me recuerdan a otras, pero a veces no consigo encontrar exactamente a cuál, porque acaba resultando una mezcla mental que tengo yo entre alguna melodía y algún timbre de voz. ¿Cómo vives esto tú como músico?

Yo cada vez que hago una canción que creo inspirada pienso que es otra que ya existe. Es una paranoia, pero cuando hice “Serà un abisme”, “Univers” y alguna canción más, siempre creía que estaba copiando una canción en concreto: “Fireflies” de Owl City. Luego comprobé que tampoco se parecen tanto, pero en su momento estaba convencido. Pero ¿es que cuántos millones de canciones se hacen? Es imposible que no nos repitamos. ¡Y no pasa nada!

“Al menos en mi caso, el amor funciona cuando estás con alguien radicalmente distinto a ti, y hay muchos momentos en los que intentas que te entiendan o entender a la otra persona”

En otra entrevista explicas que te han dicho que este es tu disco “más Miguel Bosé”. ¿Esto también ha sido coincidencia?

No es muy intencional, pero algo hay de esa onda de cantantes románticos que me gusta. Zuma (bajista de Anímic) me hizo una playlist de Bosé y realmente es una pasada, se parece mucho en algunas melodías, fraseados, truquillos… Y Miguel Bosé es un grande, aunque últimamente haya hecho un poco el freak (risas).

Para terminar, y volviendo a la situación actual de la música en directo, ¿te sientes, entre muchas comillas, un afortunado por poder dar conciertos incluso en esta situación? Para DJs o artistas de trap y reguetón resulta casi imposible, pero tu música en un teatro con aforo sentado funciona a la perfección.

Sí, totalmente. Y valoro mucho nuestro equipo, con Louise y Ana López, por cómo han empujado y han aprovechado la oportunidad. Cuando yo estaba en el sofá llorando porque mi gira se había ido a la mierda, Louise estaba sacando humo y trabajando más que nunca. Durante los primeros días de cuarentena, la sensación general era que todo el mundo había parado. Pero si hubieras visto a Louise… (risas). Y el otro día hicimos recuento y en 2020 hice casi cien conciertos. Una salvajada. Me pateé todo el país. Y la mayoría con banda. Pero, claro, festivales y salas de conciertos fueron un auténtico drama… Y eso lo sufro yo y lo sufre todo el mundo, y si no lo levantamos como sea supondrá la destrucción de la música. Que hayamos salvado un año no significa que lo podamos hacer siempre.

En la entrevista de ‘Indiespot’ decías quecantar y hacer discos también es resistencia. Será flipante cuando dentro de 20, 30 o 40 años miremos atrás a esta época (...) y podamos ver los discos que se hicieron y nos preguntemos por qué”. ¿Cómo crees que se verá “Parc”?

Creo que no parecerá que se ha hecho en esta época. Porque continúo teniendo la intención de que la gente desconecte gracias a mi música. A veces puede parecer que está un poco desconectada de lo que pasa a nuestro alrededor, pero de alguna manera sí que debe plasmar algo de nuestro presente. El tiempo nos lo dirá. Ojalá sean discos que tengan algún valor de aquí a 20 o 30 años. ∎

Más allá del escenario principal

Por si haber publicado tres discos en cuatro años y haber dado casi cien conciertos en 2020 fuera poco, Ferran Palau tiene más proyectos. Uno inesperado fue cuando le vimos tocando la batería en la actuación de Alizzz y Amaia en el especial de nochevieja de 2020 de “Cachitos de hierro y cromo”, junto con sus inseparables Jordi Matas, Joan Pons (El Petit de Cal Eril) y Artur Tort a los otros instrumentos. “Con Cristian (Quirante, Alizzz) nos conocimos un verano porque escribió a Joan (Pons) y fuimos al estudio a escuchar música y hablar un poco”, explica. “Él estaba buscando gente que grabara instrumentos de verdad para sus producciones, y nuestra música le interesaba. Cogimos sus canciones y sustituimos la batería, el bajo y demás por nosotros tocando. Lo mismo con su canción con Amaia, El encuentro’. El resultado final acabó siendo una mezcla entre sonido de instrumentos reales y producción, así que algunas cosas que suenan allí las hemos grabado nosotros”.

“Empieza a ser tendencia en la música urbana que ven gente tocando instrumentos y se cagan encima, flipan”, sigue. “Y empieza a pasar esto, que les tiran los instrumentos y buscan gente que pueda ayudarles. Lo fuerte es que a nosotros nos pasa al revés: que escuchamos sus producciones y no podemos parar de preguntarnos cómo hacen eso y aquello. Nos miramos mucho y eso es muy guay”.

Paralelamente, Palau cada vez está más enfocado en su faceta de productor, y ha encontrado en la cantera de artistas jóvenes de Hidden Track Records una forma de ayudar. “Es un plan de futuro, pero no es fácil”, reconoce. “Soy muy tozudo y siempre he hecho lo que me ha dado la gana, y cuando produces a otro artista tienes que poner tu experiencia a su servicio. Hidden Track está muy enfocado a debuts de artistas jóvenes con mucho talento, y estoy produciendo a gente que tienen un supertalento y que aún están encontrando las formas de desarrollar su personalidad. He tenido la suerte de poder trabajar con Carlota Flâneur y ahora he terminado la producción del debut en solitario de Iris Deco, que es una pasada. 22 años, una voz espectacular”. ∎

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