El hechicero del dub y sus abalorios. Foto: Jesús Alarcón
El hechicero del dub y sus abalorios. Foto: Jesús Alarcón

Entrevista

Lee “Scratch” Perry: el extraterrestre

Su paso por el festival BAM permitió que nos acercásemos a él para testar la veracidad, o no, de su mundo único. Según Bob Marley, The Clash, Adrian Sherwood y Beastie Boys, Lee “Scratch” Perry ha sido el mejor productor de todos los tiempos. Loco visionario, aunque también loco y visionario, el organizador, el pastor y el aventurero del dub fue avistado como se presenta en esta entrevista (y fotografiado en el festival Periferias de ese mismo año). Lo que sigue es una suerte de informe sobre su palabra. Con una recomendación entusiasta de sus discos imprescindibles del período dorado de su reinado: 1969-1977.

I. “Originalmente, soy un príncipe africano. No puedo vestir como la gente normal porque no soy una persona normal. mi padre es Merlín, el rey de la magia, y yo soy el príncipe de la magia. Mira: este es mi padre”.

Después de su actuación en el BAM, Lee “Scratch” Perry, una especie de árbol de Navidad humano, nos enseña a cuatro anonadados periodistas cómo en un costado de su gorro lleva enganchada una pequeña figura del mago Merlín. De su atuendo cuelgan también otras figuritas, chapas, estampitas de Jah, pins y hasta cables. Y hay más adornos que centellean: pendientes, anillos, pulseras, collares, hebillas de cinturón y, en general, todo un catálogo de bisutería customizada al gusto cósmico-rastafari. Si zarandeases a Lee Perry, sonaría como un sonajero. O como un cencerro. Porque también da esa impresión: la de que Lee Perry está aquí pero no está; la de que en realidad estamos ante un tipo que abandonó el mundo sensato hace tiempo y que ahora podría ser carnaza-hazmerreír de la telebasura. Así es Rainford Hugh Perry, nacido en St. Mary’s (Jamaica) en 1936.

II. “Hay dos tipos de magia: la negra, en conexión con el diablo, y la otra, en conexión con las nubes. Si haces la negra, morirás algún día. Si haces la otra, vivirás para siempre. Yo hago magia con nubes blancas, pájaros blancos, perros blancos y espíritus blancos”.

Como los también galácticos George Clinton y Sun Ra, como Salvador Dalí y Andy Warhol, como Ramón María del Valle-Inclán y Ramón Gómez de la Serna, como todos los creadores, en definitiva, que han entendido su personalidad como una prolongación de su obra, Lee Perry tiene, si se me permite el palabro, locura-appeal. Su extravagancia, voluntaria o no, es parte fundamental de su carisma. Así que, a veces, cuando saltan esquirlas de lucidez de su discurso o le sube una risotada casi delatora a los labios, es para creer que a lo mejor Perry ha llegado a la conclusión de que no hay nada más cuerdo que hacerse el loco.

III. “El dub es un lenguaje para hablar en línea directa con Dios. Es la creación de un ritmo que hace bailar a las personas como si creyeran que ese ritmo sale de dentro de ellas. El dub está aquí –se señala la sien–. La base está en el cerebro. Pero es una vibración amorosa, sexual o algo así. Es pensar en follar y hacerlo música. Es follar con el arte, pero con buenas intenciones, no malas. Dub, en realidad, quiere decir coño”.

Loco-cuerdo, adulto-niño y tonto-listo, Lee “Scratch” Perry dice que él inventó el reggae. Eso fue en los años sesenta, cuando trabajaba a las órdenes de Joe Gibbs y Coxsone Dodd como ingeniero de sonido y mezclador. Sin embargo, más que al reggae, su nombre siempre irá unido al dub, género que descubrió observando fascinado a King Tubby jugueteando con los efectos sonoros de la mesa del estudio. Artesano-artista, Perry fue inventando la definición del dub sobre la marcha, levantando poco a poco el acta fundacional de un nuevo lenguaje para los sonidos del Caribe en discos propios o producciones para otros. Tan onírica, indescifrable y abstracta resultó su aportación a la música popular que su inspiración parecía provenir de otro planeta, de otra dimensión.

“El dub es un lenguaje para hablar en línea directa con Dios. Es la creación de un ritmo que hace bailar a las personas como si creyeran que ese ritmo sale de dentro de ellas. El dub está aquí . La base está en el cerebro. Pero es una vibración amorosa, sexual o algo así. Es pensar en follar y hacerlo música. Es follar con el arte, pero con buenas intenciones, no malas. Dub, en realidad, quiere decir coño”

IV. “Mi música viene del agua, del aire, del fuego y de la tierra. Esa es la dimensión donde me muevo. Todo lo que se me ocurre lo envía la madre tierra desde el sótano. Trabajo con los cuatro elementos. Pero hay un quinto. ¿Cuál dirías tú que es?”.

V. “Si los Wailers dijeran la verdad sobre mí, yo les respetaría y nos iría mejor a todos... Saben que el material que tengo les puede hacer más daño que bien. Si me mostrasen respeto, ese material cambiaría y les haría bien. Mintieron y eso me afectó la cabeza; fumaba demasiado y bebía demasiado. Tuve que quemar el estudio. Cuando quemé el estudio, pensé precisamente en esas grabaciones de los Wailers que se quedaron ahí. Pero estaban diciendo mucha mierda sobre mí y me volví loco. Pusieron a Bob Marley y a Chris Blackwell en mi contra. Decían que yo quería dañar a Bob, y eso era falso”.

Entre 1975 y 1979, todo lo que Lee Perry tocaba con su varita se convertía primero en éxito y luego, consecuencia quizá lógica, en clásico de la música jamaicana. Cuando sus discos empezaron a funcionar peor en el mercado y el consumo desmedido de ron y marihuana comenzó a surtir efecto, Lee Perry se evadió de la realidad. Se le vio caminando, literalmente, marcha atrás por las calles de Kingston y golpeando el asfalto con un martillo. Pero aunque hoy incluso él mismo reconoce su culpabilidad, nadie lo vio prender fuego, cual Nerón a su imperio, a los estudios Black Ark en 1979. Salió de entre sus cenizas libre y sin cargos.

VI. “No tengo ningún consejero. Mi cerebro es mi consultor y mi agente. Si mi cerebro dice sí, entonces yo lo hago”.

El incendio de Black Ark quemó algo más que un edificio. La inspiración de Perry también quedó medio calcinada. Acogido en Gran Bretaña por Adrian Sherwood, desde los primeros ochenta hasta hoy Lee Perry ha ido publicando un reguero de discos nunca indignos pero siempre medianos, lejos de la magnitud de su trabajo anterior. Sin embargo, su prestigio no ha dejado de crecer. Las nuevas y no tan nuevas generaciones lo adoran y le dispensan trato de genio. Sin ir más lejos, este año Perry ha sido el comisario del prestigioso festival Meltdown de Londres, un puesto por el que anteriormente han pasado David Dowie, Scott Walker o John Peel. Aunque no está muy claro si era él quien elegía a los artistas o los artistas los que elegían tocar para él, por el Meltdown 2003 pasaron Public Enemy, Sly & Robbie, Roni Size, Macy Gray y Linton Kwesi Johnson, entre otros. Otras noticias más o menos frescas: DJ Spooky ha sido el último que ha invitado a Lee Perry a colaborar con él en su reciente “Dubtometry”.

Genio de la galaxia reggae. Foto: Jesús Alarcón
Genio de la galaxia reggae. Foto: Jesús Alarcón
VII. “Bob Marley ha sido el mejor músico con el que he colaborado nunca. Era como el hermano que nunca he tenido. Me encantaban sus vibraciones, sus composiciones, su voz, su manera de tocar la guitarra, sus ideas... hasta que llegó a la cima. Entonces cambió. Había algo extraño en él, y por eso murió. Para mí fue un placer trabajar con él. Pero creo que él no estaba tan encantado. Si hubiera dicho la verdad sobre mí, estoy seguro de que no hubiera muerto. Desde entonces ya casi no escucho a músicos jamaicanos; no quiero saber nada”.

Existe un exhaustivo cofre de seis CDs, “The Complete Upsetter Collection” (2000), que reúne los ciento diez temas que Bob Marley & The Wailers grabaron con Lee Perry desde finales de los sesenta y antes de que los primeros rompieran la baraja con “Catch A Fire” (1973). A partir de ese momento, el reggae dejó de pertenecer exclusivamente a Jamaica para pertenecer a todo el mundo. Hubo más ocasiones en que los caminos de Bob Marley y Lee Perry volvieron a cruzarse, en el single “Punky Reggae Party” (1977), por ejemplo, pero ya nunca volvió a ser lo mismo.

VIII. “Sigo defendiendo el consumo de marihuana, aunque ya no fumo. Daña el cerebro. Ahora solo la tomo en infusiones”.

IX. “Mi casa es el cielo y mi casa me cubre. Entonces cualquier sitio me sirve, cualquier sitio es mi casa. Los peces y los pájaros viven en mi tejado. Así es el cuartel general del emperador rastafari”.

Huido, se diría, de su vida anterior, desde 1990 Lee Perry vive plácidamente en una ciudad de un país tan ordenado y cabal que nadie asociaría a él: Zurich, Suiza, donde reside con su compañera y mánager, Mireille Ruegg.

X. “Ha sido un placer tocar aquí porque no he tocado yo. Ha sido un espíritu. Si no, no se puede explicar cómo toda esa gente estaba aquí y había tanto amor. Antes de que saliera yo, no sucedía nada. No sabía qué iba a pasar, pero enseguida he empezado a sentir la vibración, el movimiento. Eso no se puede planear”.

El ojo del buen cubero dice que unas 15.000 personas asistieron al concierto que ofreció Lee Perry junto a Mad Professor y The Robotiks en la Rambla del Raval durante el BAM. ¿Cuántas lo conocían? No se sabe. Tampoco importa. Pero al terminar esta entrevista imposible concedida tras la actuación y convertida ahora en un mix de versículos, Lee Perry caminaba hacia el coche que lo llevaría a su hotel cuando una pareja de adolescentes sentados junto a la puerta del backstage gritaron: “¡Mira, es Lee Perry!”. ∎

Los tesoros del Arca

THE UPSETTERS
“Return Of Django”
(Trojan, 1969)

Antes de ser absorbido por esa ciencia oculta conocida como dub, Lee “Scratch” Perry ya era una especie de chamán de la manipulación aural. Los discos de su banda de sesión, The Upsetters, tendían con facilidad hacia lo fantasioso. Este trabajo prácticamente instrumental presenta a un músico amante de lo bizarro. Ya en los años sesenta, Perry acompañaba de un tratamiento especial e incluso de algún efecto sonoro también especial a canciones de ska que se diferenciaban del montón. En este caso, el distintivo fue una reverberación spaghetti wéstern insólita en un disco jamaicano de la era pre-dub.

THE UPSETTERS
“Blackboard Jungle Dub”
(Upsetter, 1973)

Tres discos en uno. El primero suena solo por un canal y es una atrevida mezcla de instrumentales reggae a cargo de King Tubby. El segundo sale del otro altavoz y es otra mezcla igual de audaz de los mismos temas, pero realizada por Perry. Y el tercer disco nace, claro, de la escucha conjunta de ambas mezclas. Primaria, valiente y cruda, como todo lo genuino, esta obra fundacional del dub es la aventura conjunta de dos investigadores musicales en busca del sonido del árbol que cae en el bosque sin que nadie lo oiga. Armado y desarmado según criterios arcanos en los estudios Black Ark, define casi por azar el arte de la remezcla. Fácil de encontrar conjuntamente con “Chapter One” (1971) en la reedición “Scratch Attack!” de 1988.

THE UPSETTERS
“Super Ape”
(Mango-Island, 1976)

Lee Perry, desde la cima. Si el dub ocupaba la cara B de los discos de reggae, era porque se entendía como el reverso oscuro y experimental de la música jamaicana. En este álbum, además, el dub fue una música juguetona, pantanosa, infantil, divertida, a menudo desconcertante y casi siempre surreal. “Super Ape” es Lee “Scratch” Perry en su máximo esplendor: se puede escuchar mil veces y siempre se tendrá la sensación de que algo nuevo, algo diferente, va a pasar. Y lo mejor es que pasa. Los completistas deberían prologar este disco con “Revolution Dub” (1975) y epilogarlo con “Return Of The Super Ape” (1979).

MAX ROMEO & THE UPSETTERS
“War Ina Babylon”
(Mango-Island, 1976)

Lee Perry, cuyo místico talante podría hacernos pensar en el de un ermitaño o un escapista, también alzaba la voz en canciones altamente politizadas. Aunque, en concreto, esta voz no era la suya, sino la de Max Romeo, extraordinario cantante soul que con el paso de los años fue virando del vacileo sexy (en textos y en deje vocal) a la conciencia social. Antes de enemistarse para siempre en 1978, Perry y Romeo se ganaron una página destacada en la enciclopedia del reggae gracias a grabaciones maestras como “Revelation Time” (1975) o este célebre “War Ina Babylon”. Flota la voz de Romeo, de oblicua inspiración góspel, y bucea Perry en las profundidades del groove en temas inolvidables como el titular, “One Step Forward” o “I Chase The Devil”.

THE HEPTONES
“Party Time”
(Mango-Island, 1976)

Trío de armonías vocales que había sensualizado el ska y el rocksteady en los sesenta bajo el paraguas del Studio 1 de Coxsone Dodd reencuentra al viejo amigo Perry at his best. Entre ambos, graban temas nuevos y regraban oldies en un pactado tira y afloja entre un grupo que mira hacia ayer y un productor que solo ve el mañana. Aunque provistas de un esqueleto clásico, las canciones de “Party Time” parecen invertebradas. Uno cree estar escuchando un estándar cuando, tras un clic casi imperceptible, casi mágico, la canción adquiere una flexibilidad desconcertante. Este hechizo elástico embruja y redimensiona canciones maravillosas como “Sufferer’s Time”, “Party Time”, “Mr. President” o una versión de “I Shall Be Released” de Bob Dylan.

JUNIOR MURVIN
“Police & Thieves”
(Mango-Island, 1976)

Puede parecer Junior Murvin un artista perseguido por el fantasma del one hit wonder. Tan popular se hizo la canción “Police And Thieves”, el himno oficioso de los movidos carnavales de Notting Hill en 1977 y uno de los primeros temas de reggae versionados en clave punk por The Clash, que eclipsó el resto del disco y casi el resto de la carrera de Murvin. Sin embargo, en el álbum “Police & Thieves” no hay nada de propina. El hermoso falsete de Murvin se mece al vaivén de la producción con sello inconfundible de Perry. Su misteriosa marca de fábrica se distingue por jugar con nuestras dudas: no se sabe si es un disco donde todo es muy roots o muy futurista, muy repetitivo o demasiado impredecible; si está muy lleno o muy vacío, muy aguado o muy denso.

THE CONGOS
“Heart Of The Congos”
(Black Art, 1977)

Hay un tema de Junior Byles del muy notable disco “Chant Down Babylon” (1972) que es increíble: “Curly Locks”. No sé qué botones tocó Lee Perry, pero esta sublime canción parece grabada en un estudio submarino. También parece que venga desde el más allá. Solo otra única vez consiguió Perry está acústica paranormal: en “Heart Of The Congos”. En su exquisito y levitante debut, Cedric Myton y Roydel “Ashanti” Johnson, dos vocalistas absolutos, alzaron una escalera desde el gueto hasta el paraíso rodeados por un aura de sonido que incidía en el contenido bíblico de todo el disco. En 1996, Blood & Fire reeditó el álbum a todo lujo con un CD extra de cinco temas (remezclas) más. ∎

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