Voz clave en la plaza Tahrir de El Cairo en 2011, a su paso por Barcelona en 2021. Foto: Òscar Giralt
Voz clave en la plaza Tahrir de El Cairo en 2011, a su paso por Barcelona en 2021. Foto: Òscar Giralt

Entrevista

Ramy Essam: creer en la humanidad

Fue uno de los inesperados iconos surgidos en la plaza Tahrir durante las protestas que encendieron la llama de las Primaveras Árabes en 2011. Una década después, Ramy Essam vive exiliado en Europa, pero su música sigue avivando un incendio que no debe apagarse. Aprovechamos su paso por el ciclo Barnasants (Cotxeres de Sants, Barcelona, 14 de mayo) para conversar con él.

Coincidiendo con el décimo aniversario de las Primaveras Árabes, el festival Barnasants y la asociación cultural Cose di Amilcare invitaron al artista egipcio Ramy Essam, voz clave de los acontecimientos acaecidos en la plaza Tahrir de El Cairo en 2011. Pasada una década, la represión en Egipto es aún más dura. El cambio de gobierno ha sido infructuoso. La revolución debe renacer.

Essam se convirtió en el héroe del pueblo, quien hizo suya su canción “Irhal” (“Vete”), dirigida sin contemplaciones al dictador Hosni Mubarak. El castigado guerrero de la palabra tuvo que abandonar su patria. Desde el exilio, entre Finlandia y Suecia, sigue clamando por la libertad arrebatada. Ese tesón lo ha llevado a ganar el Premio Rambaldi 2021 al activismo cultural, entregado por Pere Camps, director del evento.

El estilo musical del egipcio, quien se presentó en el auditorio de las Cotxeres de Sants (Barcelona) con una banda finlandesa de tres elementos (guitarra, bajo y batería), es cercano al hard rock, con algún toque sincopado y claramente influenciado por el sonido de Rage Against The Machine, Nirvana o MC Amin (referente del hip hop en Egipto), como él mismo nos confesó posteriormente. Dicho género no casa con el habitualmente ofrecido en Barnasants, pero Camps y su equipo  tuvieron claro que el principal valor de Ramy Essam era el mensaje, independientemente del tipo de música que lo acompañara. Más afines al espíritu original son los sones pretéritos de Sayed Darwish o Seikh Imam (dos de sus mayores influencias), pero ninguno de esos primorosos ecos escuchamos en unas Cotxeres un tanto desangeladas: la chispa de un concierto de rock se diluye con el público sentado.

 Su concierto en el ciclo Barnasants, en las Cotxeres de Sants. Foto: Òscar Giralt
Su concierto en el ciclo Barnasants, en las Cotxeres de Sants. Foto: Òscar Giralt

Utilizando el impacto de guitarrazos y explosiones percutivas como fondo sonoro, Essam cantó sobre revolución, libertad, igualdad, educación y drogas. Lanzó puyas a una sociedad enferma y dedicó varios temas a sus amigos encarcelados. También tuvo tiempo de estrenar una pieza, compuesta dos días antes, titulada “Resistance”, canto a favor de la causa palestina.

I don’t believe in war / I don’t believe in guns / I don’t wanna be a soldier mama / I wanna fly / I don’t wanna die”. Estos versos, esclarecedores de su apuesta por la no beligerancia, fueron de los pocos cantados en inglés; el resto los interpretó en árabe, previa traducción.

Libre paseo por Sants

Finalizado el show, pudimos perdernos por las calles del barrio de Sants con la intención de encontrar un lugar sosegado donde poder conversar plácidamente, pero fue imposible. Ramy encontró rápidamente la solución: “Sentémonos en el suelo”. Dicho y hecho, el frío suelo de la Plaça d’Osca acogió nuestra conversación. Ramy es tan agrio con sus arengas como entrañable como interlocutor. La agresividad es ejecutada por el podrido sistema, las canciones de resistencia son su única arma: “Creo en el poder de la gente, creo en la humanidad, creo que todo es posible si estamos unidos. Juntos podemos conseguir cualquier cosa”.

Ni el retorno a la dictadura (nunca se fue) hará desfallecer a un hombre positivista que se lanzó a la calle con veintitrés años, debido, entre otros motivos, a la brutalidad policial. “Cuando comenzó la revolución llevábamos 60 años bajo el yugo del mando militar. La policía compartía sus propios vídeos ejerciendo violencia con la complicidad del gobierno y los medios de comunicación. Al mismo tiempo, Mubarak pretendía situar a su hijo Gamal como sucesor, en pos de prolongar el régimen dictatorial. Debíamos salir a la calle”.

“La música es el arma más poderosa que existe en el mundo”. Foto: Òscar Giralt
“La música es el arma más poderosa que existe en el mundo”. Foto: Òscar Giralt
En algunos momentos del concierto, Essam habló de la pasividad de los padres, contraria al deseo de la juventud por mostrar su desengaño. Incidimos en ello. “Durante años, nuestros padres trabajaron muy duro para poder poner comida encima de la mesa; no pensaban en libertad ni en derechos humanos. Los regímenes corruptos te llevan a esta situación, el propósito es hacerte entrar en un bucle del que no puedas salir”.

En un alarde de humildad, confesó ser solo un elemento más del engranaje contra el absolutismo. “La música es el arma más poderosa que existe en el mundo. En situaciones espinosas, a veces se precisan ingenieros, médicos y, por qué no, a un hombre con su guitarra. Quise abrir mi mente y mi corazón, necesitaba hablar de lo que estaba sucediendo con nuestra libertad. Tuve mucha suerte de poder ofrecer mi música como si de un regalo se tratara. De todos modos, mi labor fue más la de un observador que la de un propagandista”.

“He perdido el miedo. Estuve en primera línea en cientos de ocasiones acariciando la muerte. Las balas pasaban cerca de mí, no tuve miedo, no pensaba en si iba a morir, el coste de la lucha es más fuerte que uno mismo, pero estoy preocupado. Preocupado por mi gente, por lo que pueda suceder”

Exiliado en Europa desde 2014, Essam no puede evitar añorar su patria. “Echo de menos Egipto. Son dos culturas muy distintas, y estoy lejos de casa. Cuento los días que me quedan para volver, a pesar de la buena sintonía que encuentro en Europa. La conexión con mi gente es, actualmente, a través de la música. No puedo volver, me apresarían”.

Evita culpar a una sola persona. “El verdadero problema es el sistema. Está corrupto, en mi país y en todas partes. He perdido el miedo. Estuve en primera línea en cientos de ocasiones acariciando la muerte. Las balas pasaban cerca de mí, no tuve miedo, no pensaba en si iba a morir, el coste de la lucha es más fuerte que uno mismo, pero estoy preocupado. Preocupado por mi gente, por lo que pueda suceder. Desearía que todo mejorara o volver a empezar”. En este momento de la charla, hallar unos segundos de distensión parecía imprescindible: “Ahora no puedo pensar en aquellos instantes. Estoy en Barcelona, sentado en el suelo de una plaza, después de un concierto… Recordar esos momentos es pensar en la dificultad de la supervivencia”.

Desde que llegó a Europa, Essam ha publicado el disco “Resala Ela Magles El Amn” (Kiyou-Universal, 2017), así como diversas canciones e incluso un single en colaboración con PJ Harvey, “The Camp” (2017). A finales de año verá la luz el nuevo álbum de Essam, que porta el título de uno de sus temas más recientes “El Amiis El Karoo” (“La camisa de franela”), cuya letra es obra del poeta Galal El Behairy, encarcelado desde hace más de tres años y coautor de varias canciones de Essam. “Es un disco básicamente de hard rock, aunque también incluye electrónica y música industrial. He concebido un tema, ‘The Outsiders’, que habla de mi experiencia en el exilio, de mis amigos, de todo aquel que está lejos de su hogar. La primera parte la escribí en Egipto y la segunda ya en Europa”.

El tiempo apremia. Nos levantamos y un abrazo fraternal sella el distendido diálogo. Hasta pronto, Ramy. ∎

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