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Cuesta recordarlo, pero el año empezó con la normalidad que ahora tanto echamos de menos: el Coachella anunciaba que iba a sacar a Frank Ocean de su retiro, el Primavera Sound revelaba el cartel para su 20º aniversario, teníamos los habituales debates sobre la relevancia de los Grammy después de que Lana Del Rey fuera ninguneada, y Billie Eilish y Janelle Monáe brillaban en sus actuaciones en los Óscars que encumbraron por primera vez una película no americana como la extraordinaria “Parásitos”. A nivel discográfico, la previsión del año lucía apetitosa gracias a las quinielas que apuntaban a que tendríamos nuevos discos de Kendrick Lamar, Rosalía, Rihanna, Maria Arnal i Marcel Bagés, Jamie xx, Lana Del Rey, Cardi B e incluso el propio Frank Ocean. Pero, en fin, alguien decidió que le apetecía merendar un poco de pangolín y poner el mundo patas arriba. Ni uno de esos discos ha salido aún.
Por aquel entonces aún íbamos a conciertos y seguramente nos enfadábamos cuando no nos daba tiempo a cenar antes de entrar a la sala, nos cobraban una cerveza a precio de oro o nos tocaba el charlatán de turno al lado durante la actuación. 2020 aún nos permitió, vale la pena recordarlo, vivir en carne y hueso las giras de artistas como Angel Olsen, la alucinante alquimia sonora de Big Thief o ese show de 070 Shake en Barcelona que terminó en speech motivacional a las afueras de la sala Apolo ante una multitud. Sin distancia, ni mascarillas, ni gel hidroalcóholico, ni termómetros, ni guantes, ni miradas desconfiadas, ni carteles de “Se traspasa” por todas partes, ni toques de queda distópicos. Un escalofrío recorre mi cuerpo solo de pensarlo.
De repente, un vuelco: el 27 de febrero, aún en ese mundo de antes, Benito Antonio Martínez Ocasio, directamente desde el espacio y conocido en la tierra como Bad Bunny, anunció que su nuevo disco saldría al día siguiente, en ese día tan insólito que es el 28 de febrero. “YHLQMDLG” hacía honor a su nombre y ponía las reglas que el artista puertorriqueño quería: 20 canciones como 20 soles y la sensación de estar ante un disco que define un género en un momento concreto. Lo llegamos a bailar como se merecía un único fin de semana antes de que llegara, bueno, el colapso. Lo suyo ya hubiera sido sobresaliente de haber sido su único lanzamiento del año, pero él tenía otros planes: en la última canción del disco, “<3”, Benito reconocía que la fama lo tenía enfermo y anunciaba que en nueve meses volvía y sacaba otro, para retirarse tranquilo “como Miguel Cotto”. Y eso hizo, el 27 de noviembre, con “El último tour del mundo”, también anunciado en el último minuto y algo así como el reverso fiero, crudo y experimental de “YHLQMDLG”. Entre medias, en plena pandemia llegó el calentón de “Las que no iban a salir”, un álbum de descartes publicado a medio hacer que pese a todo dejó momentos brillantes (“bendiciones pa’ to’l mundo”), y en septiembre se dio un paseo triunfal en forma de concierto sorpresa por las calles de Nueva York a bordo de un camión-escenario. Tenemos que darle la razón: en 2020, el mundo ha sido suyo.
Con todo, no ha sido el único artista al que 2020 ha pillado con sobredosis creativa. La jefa del pop Taylor Swift también ha jugado a sorprender con dos lanzamientos anunciados horas antes de ver la luz: “folklore” el 24 de julio y “evermore” el 11 de diciembre, ambas obras hermanas fruto de esa nueva era de Swift en la que se ha asociado con los hermanos Dessner de The National y Bon Iver para brindarnos la sublimación del folk-pop otoñal a gran escala. Dejando claro, por el camino, que cuando se cuenta con una clarividencia compositiva como la de Taylor no importa con qué arreglos se vistan sus canciones: el resultado siempre es excepcional.
También Nicolas Jaar se ha marcado un triplete este año (“2017-2019” con su alter ego pistero Against All Logic, además del tenebroso “Cenizas” y “Telas”, su incursión en el ambient) y Yung Beef ha permanecido tan escurridizo e imprevisible como siempre con cuatro lanzamientos (que sepamos) que han desembocado en las excelentes mixtapes “Sonrisas” y “Lágrimas” y el monumental mambo “Si mañana me muero”. 2020 también ha sido fructífero para SAULT, el enigma del puño en alto, que con “UNTITLED (Black Is)” y “UNTITLED (Rise)” se han erigido en estandartes de la nueva canción protesta, incendiaria y misteriosa a la par que riquísima estilísticamente gracias a su cóctel de funk, soul, disco, hip hop y R&B. Y para A.G. Cook, el capo de PC Music, que ha vertido todo lo que tenía dentro en las 49 canciones de “7G” y aún ha tenido fuerzas (y temas) para sacar otro, “Apple”. Hasta Bill Callahan ha roto su ritmo tropical publicando el estupendo “Gold Record” apenas un año después de su anterior álbum, y Adrianne Lenker nos ha vuelto a deslumbrar con un disco solitario, casi doble: “songs” e “instrumentals”, dos muestras de que la creatividad del alma de Big Thief sigue impoluta. En tiempos de escasez, la abundancia se celebra el doble.
A partir de mediados de marzo, el resto del año ha sido como ese vídeo –antiguo, pero rescatado recientemente para mayor gloria de este año delirante– de la señora que en un programa de Canal Sur se aferra al micro repitiendo hasta tres veces un incomprensible “Y modaba”: es decir, un constante “y más difícil todavía” que ha ido superponiendo tragedia tras tragedia a medida que iban pasando las semanas y los meses. Siempre con la seguridad de que 2020 nos iba a deparar algún giro de guion inesperado y que, si podía ir a peor, efectivamente iría a peor.
Así, entre la declaración del Estado de Alarma, el descubrimiento de lo que era un confinamiento total y el cierre completo del país durante los meses de marzo, abril y mayo, vivimos las guerras del papel de váter, los tutoriales para hacer pan, la batalla entre la ansiedad y el aburrimiento de pasar algunas semanas encerrados en casa, la pesadilla del “Resistiré” y el progresivo dominó de cancelaciones de cualquier plan existente para este año. Primero con prudencia, después con aplazamientos y finalmente aceptando la cruda realidad, todos los festivales, giras y eventos que tendrían que haber tenido lugar en verano y otoño se movieron a 2021 con la esperanza de que todo se haya arreglado: entre ellos, los Juegos Olímpicos de Tokio, el 50º aniversario de Glastonbury o el Festival de Cannes. Hasta Rockdelux tuvo que despedir en mayo su edición en papel después de más de 35 años de andadura. Peor, imposible.
Por suerte, de nuevo, la música estuvo ahí para acompañarnos… y para salvarnos, espero que se me permita el tópico. ¿Cómo olvidar la salida de “Future Nostalgia” de Dua Lipa, ese arrollo de hits disco sin descanso, justo en el momento más crudo del confinamiento y que todas bailamos en casa como si no pasara nada? O cómo no reconocer que el tiempo libre nos vino de perlas para apreciar en toda su plenitud “Fetch The Bolt Cutters”, el quinto disco de Fiona Apple, el álbum del año, su requeteconsagración definitiva, un portento de creatividad, honestidad brutal, emociones crudísimas y una versatilidad lírica que nos hace creer que Apple se juega literalmente la vida en cada canción. En el mundo actual, que exista una persona como ella, con una aproximación al arte tan pura y tan alejada del resto, no solo es reconfortante, sino que debería hacer plantear muchas prioridades.
Será coincidencia, pero fue en la misma primera semana de la cuarentena total en España cuando salió “Lo que te falta”, el otro disco del año, la otra reafirmación definitiva de Soleá Morente. ¿Lo que nos falta, Soleá? Pues una gran fiesta para celebrar todos juntos esa frondosa oda a la tradición de la rumba desde la óptica del pop que es este “Lo que te falta”, un disco que debería haber sido prescrito como remedio a la monotonía del confinamiento. Y luego está Charli XCX, que con su autoexplicativo “how i’m feeling now” no solo nos regaló uno de los discos más expresivos, abrumadores y espectaculares del curso, sino que además nos abrió todo su proceso compositivo, hasta el más mínimo detalle, para que nos sintiéramos partícipes de la aventura. Ningún otro disco nos recordará tanto a 2020 como el suyo.
Si pensamos en castellano, hay una canción que cantamos en nuestras casas desde el primer día de cuarentena en que la escuchamos: “Nunca estoy” de C. Tangana. “Esta canción me hace extrañar a una persona que ni existe”, dice el mejor comentario de YouTube sobre el tema, porque la confesión más íntima del madrileño nos pilló con la guardia baja y la nostalgia disparada. Así que la llevamos al número 1 en España contra todo pronóstico y las puertas quedaron abiertas de par en par para que C. Tangana se transformara en El Madrileño y escribiera un par de páginas gloriosas de la cultura pop española contemporánea con “Demasiadas mujeres” y “Tú me dejaste de querer”, las dos canciones de adelanto de su próximo disco. El hombre del año (otra vez).
En algún momento del año, puede que fuera a finales de junio, nos dejaron volver a salir. Necesitábamos volver a salir. Durante un lapso muy breve de tiempo nos las prometimos relativamente felices con el verano que teníamos por delante, pero nunca terminó de llegar. En la despensa de canciones del verano 2020 quedarán guardadas para siempre esos “Caramelo” de Ozuna, “Tusa” de Karol G y Nicki Minaj, “Dynamite” de BTS, unas cuantas de The Weeknd y Dua Lipa, “Good Bad Times” de Hinds, “Kyoto” de Phoebe Bridgers o “Both Of Us” de Jayda G. A cambio, después de habernos pasado semanas y semanas viendo acústicos, directos de Instagram, festivales caseros, aterradores conciertos en coches y shows virtuales en Fornite, los ciclos de conciertos al aire libre como mínimo sirvieron para que pudiéramos volver a presenciar artistas encima de un escenario. Aunque absolutamente todo lo demás fuera diferente, extraño, confuso.
Por si fuera poco, el no-verano tomaba un cariz mucho más grave en Estados Unidos con el resurgimiento del movimiento Black Lives Matter a raíz del asesinato de George Floyd a manos de cuatro policías. Las protestas se esparcieron por todo el país y marcaron el ritmo político y social de los meses posteriores, contribuyendo sin lugar a dudas a la derrota final de Donald Trump. El mundo cultural y el musical en concreto se volcó con las protestas a través de pronunciamientos y acciones como el Blackout Tuesday. Y, casualmente, dos de los mejores discos de rap del año llegaron en ese momento: “Alfredo” de Freddie Gibbs & Madlib y “Run The Jewels 4” de Run The Jewels, el dúo formado por Killer Mike y El-P. Y cada uno, a su manera, era tristemente premonitorio. “I can’t breathe”, llega a espetar Mike en “Walking In The Snow”, en referencia al asesinato de Eric Garner, a manos de un policía… en 2014. También fueron las últimas palabras de George Floyd.
En medio de todo esto, el show de Kanye West: el bochorno de ver su ridícula carrera para presentarse a las elecciones presidenciales de Estados Unidos (obtuvo, pese a ello, 60.000 votos), la estampa de verle orinando en sus Grammy, algo sobre un contrato discográfico quilométrico, la preocupación ante sus múltiples crisis mentales retransmitidas por Twitter. El podio del rap norteamericano anda con una vacante y no hay duda de que se la ha ganado Megan Thee Stallion con un año que ha sido aún más montaña rusa que para el resto: jaleo con su discográfica antes de publicar “Suga EP”, reina de TikTok, incidente con Tory Lanez (“incidente”: él le disparó en la pierna), remix de “Savage” con Beyoncé, la bomba de escape perfecta que fue “WAP” con Cardi B (otro de los temas del verano… y del año) y finalmente la culminación en noviembre con ese “Good News” en forma de largo que aún no habiendo colmado todas las expectativas no desluce en absoluto el año estelar de Megan.
En un mundo en llamas, una buena opción ha sido refugiarse en los clásicos en busca de respuestas o, en el peor de los casos, consuelo. Este 2020 nos ha dejado nuevos discos en estados exultantes de madurez de Bob Dylan (que incluye esa deslumbrante “Murder Most Foul”, mejor canción del año para Rockdelux por su ambición desmedida) y Neil Young, con la recuperación de gloriosos registros que tenían que haber visto la luz en 1975, pero también de The Strokes, en buena forma dos décadas después de su icónico debut, Jeff Parker desde el jazz, Lucinda Williams desde el country-rock, el cantautor británico Bill Fay, o el experimentalista electrónico William Basinski. Incluso en el terreno nacional, los retornos de Single, Los Enemigos y Chucho han dado una pátina de confort a 2020, una ligera sensación de familiaridad y seguridad por estar bien rodeados que hemos agradecido mucho.
Se fueron ídolos pop como Diego Armando Maradona, Kobe Bryant y Sean Connery, todos tan queridos por sus hitos profesionales como cuestionados (y cuestionables) por sus escarceos personales, y la música despidió a figuras relevantes como, entre otras, Little Richard, Ennio Morricone, Florian Schneider (Kraftwerk), Eddie Van Halen, Bill Withers, Betty Wright, David Roback (Mazzy Star), Peter Green (Fleetwood Mac), Genesis P-Orridge, Andrew Weatherall, Tony Allen, Mory Kanté, Hal Willner, John Prine, Ellis Marsalis, Gaby Delgado (DAF), Manu Dibango, McCoy Tyner, Andy Gill (Gang Of Four), Harold Budd, Justin Townes Earle, LD Begthol, Juliette Greco, Pauline Anna Strom, Joseph Shabalala (Ladysmith Black Mambazo), Toots Hibbert (Toots & The Maytals), Krzysztof Penderecki, Luis Eduardo Aute, Ernesto González (The Pribata Idaho), Rafael Berrio, Víctor Nubla (Macromassa), José Padilla o las todavía más trágicas si cabe (por jóvenes) pérdidas de los raperos Pop Smoke y Chynna. El mundo de la cultura se quedó sin Juan Marsé, Carlos Ruis Zafón, José Luis Cuerda, Olivia de Havilland, Uderzo, Kim Ki-duk, Kenzo Takada, Chadwick Boseman, Michael Robinson y Carmen de Mairena, entre muchos y muchas otras. El resto de mortales, por otro lado, también tuvimos que despedirnos, como pudimos, de familiares, amigos y conocidos en este año tan aciago. En paz descansen.
A pesar de todo, que ha sido mucho, 2020 nos ha dado motivos para seguir creyendo. La llegada acelerada de las vacunas debería suponer el principio del camino hacia la solución, que no será inmediata ni fácil. Y de nuevo la música nos ha dejado destellos de luz. Porque por muy olvidable que sea 2020, es un año que nos ha dado discos totales como los del supertrío Haim (“Women In Music Pt. III”), ese “Punisher” directo al corazón de Phoebe Bridgers, la consagración de La Zowi como neodiva con “Élite”, las revelaciones en clave jazz de Nubya Garcia y Jyoti, la quinta diana consecutiva de Mike Hadreas aka Perfume Genius con “Set My Heart On Fire Immediately”, Triángulo de Amor Bizarro haciendo de la excelencia algo habitual, Arca derrumbando barreras y prejuicios como la diosa que es, Israel Fernández dando nueva vida al flamenco, Joan Garriga a la rumba, Renaldo & Clara al pop soleado y Moses Sumney al neosoul.
El pop ha mirado, por fin, definitivamente, hacia otros continentes. Y no solo a uno, porque al continente latinoamericano tan en auge en los últimos años (de Lido Pimienta a Ela Minus o Jhay Cortez) se suma el despegue del nuevo pop africano (de Burna Boy a Rema o Amaarae) y la explosión comercial definitiva en el mundo occidental del K-pop gracias a los baterécords BTS y BLACKPINK. No es que en Europa y Estados Unidos no estén pasando cosas excitantes (el UK drill en Reino Unido, el hyperpop de 100 gecs en EE.UU., la electrónica espiritual de Kelly Lee Owens y Oneohtrix Point Never en un terreno intermedio), pero cada vez hay más competencia y más esperanza. Y así tiene que ser. Como ha sido también la apuesta decidida de la escena nacional por el futuro: cuesta imaginar el techo de nuevos valores como María José Llergo, Melenas, Pedro LaDroga, Maria Jaume, Marcelo Criminal, Chico Blanco o dani, habiendo dejado tan claro en este año agónico que son capaces de tumbar una pandemia y lo que les ponga por delante.
Incluso, en los últimos compases del año… ¡ha vuelto Rockdelux! Qué te vamos a contar a ti, que la estás leyendo justo ahora. Igual pero diferente, ya sabes.
Así que sí, vaya año. Al 2021 le pedimos lo mínimo: poder recuperar nuestra vida de antes en la medida de lo posible, bailar y juntarnos de nuevo… y un nuevo disco de Rosalía, a poder ser. Cuidaos mucho y descansad, que si hemos llegado hasta aquí a pesar de todo es por algo. Al fin y al cabo, ya habíamos quedado en que la nueva década empezaba en 2021, ¿no? ∎
Ricardo Aldarondo, Beatriz G. Aranda, Alfredo Arias, Daniel Ausente, Alex D’Averc, Octavio Beares, Jordi Bianciotto, Óscar Broc, Alejandro G. Calvo, Aïda Camprubí, Ofèlia Carbonell, Ben Cardew, Santi Carrillo, Quim Casas, Gerard Casau, Salvador Catalán, José Manuel Caturla, Juan Cervera, Javier Corral “Jerry”, Isabel Cortés, Javier de Diego, Eudald Espluga, Vicente Fabuel, Esteve Farrés, Ramón Fernández. Escobar, Juan Manuel Freire, Susana Funes, Xavier Gaillard, Marisol García, Álvaro García Montoliu, Marcos Gendre, Begoña Gómez Urzaiz, Berta Gómez Santo Tomás, Abel González, Jaime Gonzalo, Isabel Guerrero, Cesc Guimerà, JuanP Holguera, Aleix Ibars, Eulàlia Iglesias, Jordi Isern, Rubén Lardín, Ivone Lesán, Regina López Muñoz, César Luquero, Luis Lles, Elisa G. McCausland, Max Martí, Ricard Martín, Miguel Martínez, Ainhoa Marzol, Raúl Minchinela, Juan Monge, Karen Montero, David Morán, Marc Muñoz, Víctor Navarro-Remesal, Carles Novellas, Marta Pallarès, Pepo Pérez, Frankie Pizá, Joan Pons, Donat Putx, Miquel Queralt, Eduardo Ranedo, Cristian Rodríguez, Jesús Rodríguez Lenin, David Saavedra, Arnau Sabaté, Marta Salicrú, Eva Sebastián, Xavi Serra, Alex Serrano, Yeray S. Iborra, David S. Mordoh, Al Sobrino, Félix Suárez, Ramon Súrio, Javiera Tapia, Miguel Tébar A., Raül de Tena, Víctor Trapero, Carolina Velasco, Gerardo Vilches y Manu Yáñez Murillo. ∎