Fernando Romero, Edu G. Alfonso, Santi Fernández, Ivana Castañón y Edgar: desde la aldea. Foto: Eros Rionda
Fernando Romero, Edu G. Alfonso, Santi Fernández, Ivana Castañón y Edgar: desde la aldea. Foto: Eros Rionda

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Santiago la Barca: “En Asturias tenemos tradición de cantautores chapas”

Santiago la Barca han sacado un gran disco. Como si Neil Young, Vainica Doble, Lucio Battisti y Sergio Algora quedasen en un cibercafé de Gijón para componer juntos. Charlamos con Santi Fernández, el hombre tras el nombre, sobre su anterior grupo (los míticos Autoescuela), la identidad astur, la nostalgia musical y cumplir 30 años sin saber qué hacer con tu vida.

“Viendo ‘Celia’ hasta las 6 / ya me dirás tú qué hacer / si vas a seguir así / cuando cumplas 36”, cantaban los asturianos Autoescuela en 2018. En unos seis años y 150 canciones, David González y Santi Fernández, amigos inseparables desde la adolescencia, nos hicieron partícipes de su personalísimo universo. A través de discos infinitos en los que cabían desde baladas ultravocoderizadas a homenajes a Blink-182 y versiones de Polaris o Luna, supimos lo que era crecer en la Asturias de los 2000 junto a tu mejor amigo, desde aquellas primeras tardes leyendo el ‘Hobby Consolas’ a las noches cantando La Costa Brava en algún bar de Gijón, las cervezas a cincuenta céntimos del Alimerka y las resacas viendo el fútbol. Una decidida aversión a tocar en directo, el no saber nunca si seguían vivos o lo habían dejado y las bromas privadas en lugares públicos los convirtieron en todo un grupo de culto. Sin ir más lejos, tocaron por primera vez en Oviedo y, según cuenta Santi, había gente que vino desde Castilla-La Mancha, Valencia o Andalucía solo para verlos.

Mentes inquietas, estos asturianos. David ha tomado su camino en solitario como MUIL, con un precioso disco de ecos Galaxie 500 y Casiotone For The Painfully Alone, y Santi –uno y trino– se ha transformado junto a Andrea Gasca en un grupo rumbero bajo el alias de Bar España, en un dúo a lo Magnetic Fields en La Media Distancia y, junto a una banda al completo, en la formación que hoy nos ocupa: Santiago la Barca, artífices de una casete homónima, editada por El Volcán Música, que ha sido uno de los discos más especiales de 2021. “Ya no echan ‘Celia’ / qué verás, qué verás, qué verás”, canta ahora Santi bajo este nuevo alias. Para empezar nuesta conversación, le pregunto qué más ha cambiado para él en los últimos años. “Sigo siendo profe de universidad en Reino Unido, pero con la pandemia y las clases ‘online’ me pude venir a teletrabajar a Asturias, desde donde estoy terminando la tesis y preparando las oposiciones a profe de Secundaria”, explica. “Ah, y he cumplido 30 años, que es una cosa que te atropella por completo”.

Poco antes de la pandemia, los Autoescuela habían entrado en eso que los ingleses, “que son un poco cursis”, llaman “hiatus”. “Vamos, que nos estábamos dando un tiempecillo”, cuenta Santi. Una disolución –la enésima– que llegaba justo con una oferta de disco del sello El Volcán Música sobre la mesa. “Les dije que por ahora con David no íbamos a grabar nada nuevo, pero les enseñé unas canciones que había compuesto, más detallistas y con otras influencias musicales, y me dijeron que adelante”. Así, y junto a la ayuda de Edgar (bajo), Edu G. Alfonso (batería), Ivana Castañón (teclado; también en Vialdela) y Fernando Romero (varios; también en from y Croma Nueve), nació Santiago la Barca, que toma su nombre de una aldea asturiana de menos de 100 habitantes en la que una vez Santi se quedó tirado con el coche. “Hay una identidad asturiana en todo lo que hago porque soy un brasas hablando de Asturias, pero también es brasas hablando de Asturias Nacho Vegas, y habla de una Asturias totalmente diferente. O Fasenuova, que hablaban en cambio de esa Asturias gris e industrial, de herencia comunista y minera”, señala Santi. “Ahora que lo pienso, Melendi es asturiano. Pero él es una persona que ha llevado la apropiación cultural simplemente a otro nivel”.

Cantautor colorista. Foto: Samuel Fonseca
Cantautor colorista. Foto: Samuel Fonseca

En el debut de Santiago la Barca, sin embargo, esta identidad astur se abre y entrelaza a otras herencias musicales. Hay un poco de Rafael Berrio y otro tanto de Neil Young y Bob Dylan, pero también de un Julio Bustamante de clima lluvioso, de un Lucio Battisti a solas con su guitarra y mucho de Vainica Doble. Y de La Costa Brava, claro, siempre La Costa Brava. “Lo que tienen en común todos estos artistas para mí es que son de una tradición de canción de autor más colorista y experimental. Son cantautores, pero no dan la brasa, no son lánguidos ni llorones. Porque no veas qué tradición de cantautores chapas tenemos en Asturias”, comenta Santi. Y, si a Autoescuela les colgaron el sambenito de “bedroom pop”, “que en apenas dos años pasó de ser lo que hacían cuatro colgados de crack en el medio oeste americano al ‘Folklore’ de Taylor Swift en su mansión”, Santiago la Barca nace como una reacción en contra del intimismo prefabricado y el lo-fi contemporáneo. Hubo un momento en el que decir que te gustaba la música de los 60 era comerte un ‘puto boomer, muérete ya’ automático, pero se hicieron cosas interesantísimas en ese período, y quería reivindicarlo”, añade Santi. “De hecho, toda esa fusión de géneros y folclore que tanto se lleva ahora y tanto gusta a los Ayuntamientos para colgarse medallas no es nada nuevo. Cada año los periodistas dicen que es el año del regreso al folclore, pero esa fusión lleva en España desde hace muchísimo. Desde Lagartija Nick con Enrique Morente a Tirana, pasando por grupos de Asturias que ya mezclaban folclore con instrumentalización rock a mediados de los 70, como Nuberu o Asturcón. Lo que pasa es que apenas los conoce nadie porque no salieron de aquí”.

Si hay una cosa de la que es nostálgico Santi, sin embargo, no es de los años a caballo entre los 60 y los 70, sino de los foros de internet. “Eran un espacio de socialización y creación que está casi muerto, pero en el que creo profundamente. Lugares donde se movían ideas e influencias, donde la gente ponía en común sus gustos y compartía conocimiento sin esa deriva de construcción de marca personal que tienen las redes sociales. Los mismos BROCKHAMPTON se conocieron en un foro de fans de Kanye West”, señala. Con la puerta de los 30 recién cruzada y una vida un poco más amable que cuando vivía en Inglaterra, pero igual de incierta a nivel económico, Santi, Santiago la Barca, reivindica la amistad, el juntarse, el encontrar en quienes te rodean una tierra firme en este mar de precariedad. “Las canciones del disco hablan de relaciones que se rompen por la distancia, de gente atrapada en casa de sus padres durante décadas, de emigrados nostálgicos, de no ver un futuro en ninguna parte y sin embargo aferrarse a la amistad, al amor, a la familia para seguir adelante”, afirma. Y qué es el pop, el de ahora o el de hace cuarenta años, sino una idea tan sencilla y a la vez tan poderosa como esta. ∎

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