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Firma invitada / Palabras y canciones

Ahora creo

L

levo semanas con una canción pegada en la cabeza: “Ateo”, de C. Tangana y Nathy Peluso. Cuando no me está sonando en la cabeza, mi vecina la pone a todo volumen, o veo algo en Instagram y vuelvo al vídeo. Me gusta por varias razones.

La más importante: es una bomba irresistible, me gusta mucho que sea una bachata, la combinación de personalidades que generan sus dos voces. Él, con ese tono suave que da la idea de que hay reflexión en su manera de interpretar y que es una voz que puede ir bien con cualquier estilo. Ella, un poco más desatada, con el juego rítmico que hace con su voz  y con su cuerpo, percusiva y muy sexy. Generan una química perfecta. Y no se diga el vídeo, que parece decir que todo parte del deseo: la pareja está en un espacio en donde bailan olvidándose del resto, simplemente disfrutando, mientras alrededor hay comentarios, likes, juicios, quema, palabras y palabras sobre el hecho de que dos personas se hayan encontrado. Ella, juzgada por su cuerpo, en medio de las multitudes armadas con celulares. Un buen retrato de la época que nos toca, a lo que se le suma que llevamos ya un tiempo (¿cuánto?, ¿un año?, ¿un mes?, ¿un siglo?) desde que los encuentros fueron limitados.

Nuestros cuerpos no se encuentran, es a nuestras opiniones a las que recurrimos para hacernos presentes a través de las redes sociales, y estas se reducen a un pulgar arriba, uno abajo, y tenemos los caracteres contados y, simplemente, no nos vemos las caras. Y mientras en algunas partes del mundo la gente va viviendo su vida normal, en otra estamos puertas adentro. Cuando todo parece liberado, volvemos a lo mismo, y lo que parecía ser una situación de semanas, se va alargando hasta no dejarnos ver dónde termina. Esa es nuestra época, de hoy, de este día, de este minuto; la incertidumbre. El no saber si el día de mañana podremos salir a trabajar, si nuestra salud se sostendrá, si nuestras familias estarán bien, si ese trabajo seguirá siendo posible, y, en el caso de quienes nos dedicamos a la música, si podremos subirnos al avión, si del viaje volveremos sin problemas para viajar, o si nos detendrá alguno de los obstáculos que se suman a los viajes desde que empezó esta época, si habrán aviones cancelados, si cuando lleguemos a la otra ciudad, o al otro país, todo seguirá igual, para poder subirnos al escenario a hacer ese show.

Quizá por eso, más que nunca, me gusta decir, “yo era ateo pero ahora creo”. Porque creo que la certeza nos atrapa y es dura y apretada. Una certeza es algo muy pequeño y limitado, frente a las posibilidades que nos da creer e imaginar lo que puede suceder. Ese “lo que puede suceder” abre un camino de posibilidades, de encuentros, de pensar que cada paso que damos se multiplica en más caminos. Creer es abrir puertas y dejar a un lado todo lo que puede salir mal. Hay que imaginarlo, porque el impulso puede hacernos retroceder, y creo que de esta experiencia hay que salir con algo aprendido, algo que podamos sumar. Ahora, resistir tiene que ver con poner el cuerpo. Salir a enfrentarnos con esos miedos que sobran desde hace ya un par de años. Y es por eso que es tan importante hablar sobre el creer y poner el cuerpo. Y decirlo: ahora creo.

Ya no recurro a la radio para escuchar música, así que me gusta mucho cuando una canción prende en mi cabeza, cuando toma su propia vida, y no necesita de la insistencia de intermediarios para ponerla todo el día y que, eventualmente, suene tanto, que se convierta en una de esas canciones que acabas cantando sin saber por qué. Sean lo que sean los cambios que hay en la manera de escuchar música, uno de los que más me gusta es el poder elegir mi canción del momento. Y ese momento dura lo que sea, un mes, dos o tres, o puede ser una nueva canción que prenda fuego en mi cabeza, y todo el ciclo vuelva a empezar. Me da más tiempo de pensar, a mi ritmo, por qué me gusta, qué me gusta de esas palabras que dice, qué me gusta de esas voces que se hablan. Mientras eso siga sucediendo, no tengo ninguna preocupación por los cambios en la industria. Esa necesidad inicial, alguien hace una canción. Y otra, la de quien la escucha sin parar, en su teléfono, en su compu, en su cabeza, en sus bocinas… Eso crea la chispa necesaria, inicia una nueva manera de hacer las cosas, no solo algo que termina con lo que ya fue. Y en eso también creo. ∎

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