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El aire del desierto. Foto: Abdoulmoumouni Hamid
El aire del desierto. Foto: Abdoulmoumouni Hamid

Entrevista

Etran de L’Aïr, guateque tuareg en latitudes foráneas

Tras realizar su primera y extensa gira por los Estados Unidos, el renombrado conjunto sahariano se encuentra en Europa desde principios de este mes. Después de actuar en San Sebastián el pasado 17 de septiembre y hacer varios conciertos en Alemania y Portugal, regresa a España para tocar en el festival Tónal de Valladolid (23) y el BAM de Barcelona (24).

22. 09. 2023

Ubicada en la extensa región desértica del norte de Níger, la pequeña ciudad sahariana de Agadez es una de las capitales de los tuareg, pueblo transnacional y seminómada. La localidad, históricamente un lugar de encuentro y comercio, se ha ido confirmando a lo largo de las últimas décadas como epicentro del tishoumaren, un estilo musical que mezcla tradiciones folclóricas de los bereberes del África septentrional con el blues eléctrico del “occidente”. En sus orígenes, vinculado a celebraciones locales culturalmente específicas, es un género regional que ha conseguido conectar explosivamente con las sensibilidades sónicas de un público más internacional.

Contamos con los tres miembros que actualmente forman Etran de L’Aïr –con los hermanos Ibrahim: Moussa, Abdourahamane y Abdoulaye– para una breve entrevista previa a esta gira española, donde reflexionan sobre el pasado y el presente de su ciudad y su cultura, su recepción por parte de audiencias extranjeras y el lugar que ocupan en la escena musical del país.

Etran de L’Aïr –“Estrellas del Aïr”, el macizo de montañas situado al norte de Agadez– es una de las agrupaciones más veteranas de la región. Si bien su irrupción en el mercado discográfico –con dos discos de estudio publicados por el sello Sahel Sounds, “No. 1” (2018) y “Agadez” (2022)– es relativamente reciente –así como su presencia en los escenarios internacionales, ya que realizaron su primera gira europea en 2021–, sus actividades como formación musical se remontan a mediados de los noventa, cuando algunos de ellos eran meros preadolescentes. Tras ganarse una excelente reputación en las calles de la ciudad como banda currante, tocando principalmente en bodas, en la actualidad están forjándose un nombre en el circuito global. “Nuestra música ha evolucionado mucho desde los inicios si tenemos en cuenta que al principio solo disponíamos de guitarras acústicas e instrumentos de percusión locales como la calabaza”, comentan. La llegada de la batería y las guitarras eléctricas marcó “un antes y un después” en su sonido, si bien, aclaran rápidamente, conservan intactos los ritmos y cantos tradicionales.

El trance del tishoumaren (blues del desierto) en directo desde Agadez.

En Agadez tocáis en bodas; en Europa y los Estados Unidos, en salas de conciertos. Cuando giráis fuera de Níger, ¿abordáis de forma distinta los directos?

Tocamos siempre de la misma manera: es el tipo de interpretación propia de las ceremonias de boda en nuestro país. Las canciones de nuestro repertorio son las mismas y nuestra forma de tocarlas también. Lo que quizá es más distinto es cómo la gente recibe nuestra música. En Europa la gente baila sin freno, sin seguir ningún patrón, ¡hay que ver cómo sudan! En nuestra tierra, por el contrario, existe una danza tradicional, con sus códigos concretos.

Entonces, ¿girar internacionalmente no ha supuesto ninguna modificación sustancial en vuestro sonido?

Las giras internacionales no han cambiado nada en términos compositivos, aunque desde luego hemos tenido que reajustar nuestra forma de interpretar en directo: fuera de Níger los conciertos duran bien poquito, por lo general una hora y media, mientras que en nuestra ciudad, si nos contratan para una boda, es posible que nos tengan tocando doce horas. Podría decirse que en los bolos internacionales repartimos más energía en menos tiempo. La forma de enfrentarse al directo es distinta.

Agadez alberga un gran número de artistas, los más célebres son Mdou Moctar y Bombino. ¿Cómo definiríais vuestra relación con ellos? ¿Qué diríais que os diferencia como grupo?

Crecimos en la misma ciudad, así que nos los encontramos a menudo. Si bien nuestras carreras musicales son distintas, consideramos que formamos parte de la misma familia musical. Escuchamos con frecuencia su música y los respetamos mucho. Quizá lo que más nos separa de los artistas que mencionas es la composición de nuestro grupo: nosotros somos un conjunto familiar de tres hermanos y no contamos con un líder claro. Nos conocemos al dedillo, así que tenemos una compenetración especial; por ejemplo, la facilidad con la cual cantamos al unísono o nos intercambiamos los instrumentos.

“Lo que nos importa realmente es poder transmitir mensajes de amor, de paz y de fraternidad, que en nuestra opinión corresponden a la filosofía de los tuareg, a la que pertenecemos. Abogamos por la amistad, la ayuda mutua, la generosidad… valores simples que nos son muy queridos”

Parece que tanto la ciudad de Agadez como su cultura musical han cambiado bastante en los últimos treinta años. ¿Cómo resumiríais esos cambios y cómo afectaron a vuestra banda?

En lo que se refiere propiamente al grupo, quienes integraban el grupo en los noventa eran nuestros hermanos mayores. Etran de L’Aïr es una especie de colectivo musical familiar que se renueva sin cesar. Cuando un miembro abandona el grupo, otro lo sustituye. En cuanto a Agadez en general, en primer lugar la llegada de la electricidad a la ciudad y después la irrupción de instrumentos eléctricos fueron los dos acontecimientos que más cambiaron la vida de los músicos tuareg.

¿Cómo veis vuestro lugar en la cultura musical de Níger? ¿Tocáis en otras regiones del país?

Níger es un país rico en etnias y estilos musicales. La música de los hausas (grupo étnico que constituye más de la mitad de la población) es la que está más de moda, y el rap ha ido ganando mucho terreno. Dado que nosotros nos concentramos en bodas tuareg, la mayor parte del tiempo lo destinamos a nuestra propia comunidad. Pero es cierto que, en los últimos años, con las redes sociales, nos resulta mucho más fácil acceder a otras músicas, y son intercambios que nos enriquecen a todos.

Plegarias de hermandad. Foto: Abdoulmoumouni Hamid
Plegarias de hermandad. Foto: Abdoulmoumouni Hamid

La música tishoumaren a menudo aborda los problemas del individuo o del grupo. ¿Diríais que vuestra música tiene aspectos políticos? O, en cualquier caso, ¿consideráis que transmite la historia de vuestro pueblo?

Lo que nos importa realmente es poder transmitir mensajes de amor, de paz y de fraternidad, que en nuestra opinión corresponden a la filosofía de los tuareg, a la que pertenecemos. Abogamos por la amistad, la ayuda mutua, la generosidad… valores simples que nos son muy queridos. Nuestras letras, o nuestras canciones en general, no hablan realmente de política.

La democracia en Níger ha sufrido, históricamente, importantes contratiempos. Actualmente hay una crisis debida al reciente golpe de estado de Abdourahamane Tchiani. ¿Cómo se está viviendo en la región de Agadez, alejada de la capital Niamey?

Nos hallábamos de gira en los Estados Unidos cuando tuvo lugar el golpe de estado y no hemos regresado al país desde entonces. Nuestros familiares y amigos nos han contado por teléfono que de momento no ha cambiado nada, si exceptuamos el coste de la vida, que sigue aumentando dramáticamente. Pero en lo referente a libertades individuales, por ahora no se han vivido cambios en Agadez. Aunque no solemos implicarnos mucho en política, es un problema que nos atañe, pues vivimos en ese país; sin embargo nos consideramos, ante todo, hombres libres que viven sobre la faz de la Tierra. Esperamos un futuro mejor para la población nigerina y especialmente la paz para todos. ∎

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