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–Hacía un verano así en Nueva York en 1977.
Él nunca estuvo en Nueva York y en 1977 aún no había nacido.
–Es el verano que pasará a la historia como el “Summer Of Sam”. Ese año, coincidiendo con una gran ola de calor, un misterioso “serial killer” empezó a matar gente con una pistola. Al principio le llamaban el “killer de la 44”, por el calibre de su arma. Sus víctimas favoritas eran las parejitas que se iban a follar en el coche. Él las pillaba por sorpresa, disparando a través de la ventanilla. Pronto empezó a dejar unas notas delirantes en las escenas del crimen: unos papelitos donde escribía que mataba porque así se lo ordenaba Sam, el perro de su vecino, y empezó a definirse como “El hijo de Sam”, Son Of Sam.
A mí estas historias me aburren un poco, pero no le interrumpo porque hace demasiado calor para protestar. También sé que su relato se basa en sus recuerdos, probablemente distorsionados, de alguna película o algún libro que ha leído, y pronto me dirá cuál.
–También mataba a chicas jóvenes que iban solas, todas mujeres blancas y con el pelo moreno. Así que, en una especie de psicosis colectiva, muchísimas morenas de Nueva York empezaron a teñirse el pelo de rubio. Pensaban que llevar el pelo rubio las protegía del asesino. Esto lo cuenta muy bien Spike Lee en su peli, que, justamente, se titula “Summer Of Sam”.
–¿Eppái Lí? ¿No será el hijo de Brú Lí? –le pregunto yo con mi escandalosa inocencia cinematográfica.
–Pero ese verano no se recuerda solo por los asesinatos del hijo de Sam. Aunque sabemos que fueron los limeños Saicos quienes cantaron punk por primera vez y lo hicieron en los 60, el 77 representa para Occidente el año del nacimiento del género, y Spike Lee no se olvida de esto en su peli, que se desarrolla en un barrio habitado por italoamericanos. A uno de la pandilla del barrio le da por el punk y empieza a llevar collares con pinchos, cresta y se pone a hablar con acento británico (porque se suponía que el punk venía de Inglaterra). Los tanos del barrio flipan cuando lo ven y lo tratan de maricón por su fingido acento inglés. Pero volviendo al “killer” Sam: los italianos, alentados por una especie de cabecilla mafioso, deciden tomarse la justicia por su mano y agarrar al asesino por su cuenta, y hacen una lista de los posibles sospechosos. En la lista acaban las víctimas de sus prejuicios: un taxista con pinta de hippy y veterano del Vietnam, el cura católico del barrio (porque los maltrataba cuando eran pequeños) y, por supuesto, el punki. Hay una escena en que se van a buscar al punki al CBGB, el mítico local donde, entre otros grupos, tocaban y se iban de copas los Ramones. Cuando los dos tanos entran en el CBGB flipan en colores, nunca habían visto antes peña con esas pintas, esos pinchos, esos pelos… Nunca habían escuchado una música tan ensordecedora. Uno se tapa los oídos y otro la nariz. Al salir uno de los dos comenta que necesitará tres duchas para quitarse de encima el olor de ese sitio. ¡Ja, ja, ja! –se ríe mi sofocado amor, quien, cada vez que habla de los Ramones, se emociona como un niño.
–Otro episodio del mismo verano fue el del gran apagón que dejó a oscuras durante una noche entera media Nueva York. Lo cuenta Spike Lee en “Summer Of Sam”, pero también Marky Ramone (el baterista de los Ramones) en su autobiografía. La gente aprovechó el apagón para saquear las tiendas, robar teles y lavadoras. Cuenta Marky Ramone, muy joven por aquel entonces, que, contagiado por el delirio colectivo, acabó tirando piedras contra los escaparates sin saber muy bien por qué lo hacía. Marky Ramone –dice mirando más allá del balcón, a la calle desértica y soleada que se extingue en un bloque de pisos humildes–: el único de los Ramones que he llegado a ver tocar en vivo… ∎