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Libro

Alberto Manzano

El rock de la muerte. Los discos póstumos como legado musical de grandes artistasLibros Cúpula, 2022

10. 10. 2022

Convivir con la muerte, saber que el final está cerca, no es plato de gusto. Es cruel, difícil de llevar. Es tan duro para quienes esperan su hora como para quienes sentirán el vacío del que ya no estará. Pero ese sufrimiento, o quizá también la asunción del desenlace como una parte más del proceso de la vida, ha generado algunas obras de arte que han servido de excelente legado a artistas que han sabido de su final con la antelación suficiente como para despedirse del mundo dejando el capítulo definitivo de su obra. Alberto Manzano (Barcelona, 1955) –poeta, traductor, ensayista, productor musical y destacado biógrafo de Leonard Cohen– ofrece en esta obra una colección de textos biográficos de algunos de los músicos más destacables del universo pop que, habiendo sido tocados por el dedo de la muerte, sacaron fuerzas de flaqueza para ofrecer un último aliento artístico, un canto del cisne orgulloso y agradecido.

Freddie Mercury inaugura la lista de personajes sobre cuyas biografías el autor sustenta el libro, incidiendo en los capítulos finales de las mismas. El líder de Queen, una de las pérdidas con mayor impacto popular de las últimas décadas, falleció en 1991 a la edad de 45 años, no sin antes dejar grabado “Innuendo” (1991), que se publicó pocos meses antes de su muerte. El “Beatle tranquilo”, George Harrison, vivió buena parte de su vida dividido entre las debilidades de los vicios terrenales y el éxtasis de la vida espiritual en busca de la sabiduría existencial. Diagnosticado de cáncer de pulmón, dedicó sus últimos meses de vida a registrar “Brainwashed” (2002), el disco que finalmente se editó de manera póstuma un año después de su muerte, acaecida en noviembre de 2001, a los 58 años. Warren Zevon, uno de los últimos rebeldes del rock’n’roll, llevó una vida de excesos donde no faltaron el alcohol y las drogas en cantidades ingentes, además de sonoros fracasos comerciales. Pero, por encima de todo, fue un artista de culto venerado por sus compañeros de profesión. Aquejado de cáncer de pulmón terminal, grabó su último disco –“The Wind” (2003)– rodeado de amigos y admiradores como Bruce Springsteen, Ry Cooder y Tom Petty, entre otros. El álbum se editaría una semana antes de su fallecimiento a la edad de 56 años. Johnny Cash, “El Hombre de Negro”, el forajido redimido del country, encontró en el productor Rick Rubin al aliado perfecto para sus años finales en el estudio de grabación. Rubin, sacando oro de la limitada voz del de Nashville en sus últimos momentos, dio forma a algunos de los discos más celebrados de su discografía, incluida su última obra editada en vida, el sobrecogedor “American IV: The Man Comes Around” (2002). Cash nos dejaba poco después, en septiembre de 2003, por complicaciones derivadas de la diabetes.

Si hay un artista que dedicó a hacer de su vida una obra de arte, ese fue David Bowie. El Duque Blanco moría de cáncer de hígado dos días después de su 69º cumpleaños y de la edición de “★” (2016). Leonard Cohen es el último de los músicos a los que Manzano –que el año pasado publicó “Aleluya. Mística y religiones en el rock”, volumen en el que exploraba la relación de algunos músicos con la espiritualidad, algunos de ellos, como Cohen, Harrison o Cash, también presentes aquí– dedica páginas en este libro. Experto en la vida del canadiense, al igual que hace con el resto de protagonistas de la obra, narra de manera concisa y entretenida el devenir de su periplo vital para detenerse en sus últimos momentos artísticos, que en el caso de Cohen se divide en dos obras: “You Want It Darker” (2016), publicado pocas semanas antes de su fallecimiento en noviembre de 2016 a los 82 años de edad, y “Thanks For The Dance” (2019), que recogía las últimas grabaciones del artista con textos inéditos.

Estos seis relatos de corte biográfico conforman una obra recomendable que, además, sirve de perfecta entrada al universo creativo de estos tótems de la cultura pop, artistas comprometidos con su obra hasta en sus últimos momentos. ∎