Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
La primera vez que escuché “Guided By Angels” –en el “hilo musical” de Radio Primavera Sound– me estalló la cabeza. ¿Qué era esta puta maravilla? Una mujer gritando obsesivamente que tenía ángeles dentro de su cuerpo y que finalizaba con un sonoro “fuck!” sobre un manto eléctrico que desbordaba intensidad. El Shazam desentrañó el misterio, y Wikipedia terminó por ilustrarme: eran Amyl And The Sniffers, de Melbourne (Australia), y eché de menos tener 17 años para que fuese el grupo que me cambiase la vida. Amy Taylor, su vocalista, tiene ese tipo de carisma para conseguirlo. En el corte dos de este segundo álbum ya está cantando “Freaks To The Front” e inmediatamente piensas en el influjo de Kathleen Hannah (Bikini Kill), pero llevado a una dimensión que trasciende el movimiento riot grrrl. Lo de Amyl And The Sniffers (juego de palabras que rinde homenaje al consumo de popper, uno de los motores iniciales de la banda) va más allá, tal como Taylor canta en “Don’t Fence Me In”. “No me encasilles / he nacido para ser grande / quiero ser parte de todos y de todo” parece un tópico de autoafirmación, pero cuando grita: “¡Bah, binarios! Mi cuerpo es solo un cuerpo y mi nombre solo un nombre”, te das cuenta de cómo está actualizando el punk clásico con mensajes plenamente contemporáneos.
En realidad, no es solo punk. Los tres maromos que la acompañan pueden sonar a hardcore acelerado, a pub rock o al metal más garrulo sin ningún prejuicio (influencias significativas citadas por ellos son Minor Threat, AC/DC, Sleaford Mods y Cardi B). Corrían el riesgo de ser tomados a broma con su primer álbum homónimo de 2019, pero ahora se sacuden cualquier atisbo de eso remarcando una salvaje personalidad, tanto por la actitud como por todo lo que Taylor cuenta a bocajarro. “Security” podría ser otro tópico: ella le está pidiendo por favor al segurata de un pub que la deje entrar, pero su argumento es irrebatible: “No estoy buscando problemas / Estoy buscando amor”. En su videoclip, lo ilustra con una singular performance en un cementerio. La más perturbadora es “Knife”, aparentemente basada en hechos reales y donde ella cuenta que lo único que quería era pasear sola por el parque, pero ahora lo hace siempre con un cuchillo. “Por favor, dejad de joderme. Dejad de jodernos”, proclama, mientras que en otros temas lanza diatribas contra el capitalismo, el gobierno australiano y las personas que la miran por encima del hombro por no tener estudios o no comportarse como una persona “normal”. Finalmente, “Snakes” es un recuerdo a una infancia difícil y a cómo emergió de ella. “Ahora soy un coño famoso”, concluye, como si se lo cantara a las serpientes –literales– que se le aparecían por todas partes cuando era niña. Y esto es el disco. Imaginaos lo que puede ser en directo si vuelve la vieja normalidad. ∎