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Recién salidos de la prolífica factoría Elefant Records, Bubble Tea And Cigarettes es un dúo norteamericano conformado por Andi (voz, guitarra, programaciones) y Kat (voz, guitarra), presencias espiritosas de la liturgia onírica del pop, aquí inmersos en un primer álbum que rezuma silencios majestuosos y una saudade astral que se funde con el pop japonés más atmosférico de los años 80, sin olvidar todo un desfile de guiños indies, y no tanto, a mayor gloria del conjunto final.
Así, en la titular del disco, asistimos a una representación telúrica de la recientemente malograda Julee Cruise. Dream pop de salón misterioso, altamente hipnótico. Melodías planeadoras en torno a las que crece la atmósfera que conecta estas ocho canciones. La misma que fluye en el recuerdo en slow motion de los patrones Phil Spector en “Go Downstairs To The Blue Moon, Buy Some Fried Chicken”. El hechizo no se diluye en “Santa Monica”, donde juegan a ser unos Slowdive de duermevela en modo barroco sesentero. Abstracción al cubo con la que apuntalan el efecto generado en los dos temas anteriores, reforzando la sensación de estar ante un dúo capaz de girar sobre sí mismo con suma naturalidad.
Por otra parte, “Cigarette Butt” es una delicia en modo soft-pop, vaporosa y alambicada a través de una serie de detalles que la elevan al séptimo cielo, tal como sucede con los violines que juguetean en la magnética nebulosa generada para la ocasión.
Aunque estamos ante un viaje que nos transporta a muchos otros lugares ya conocidos (bueno, como siempre, y más en estos tiempos de reciclajes concéntricos), Bubble Tea And Cigarettes imponen su trazo gracias a su meticulosa percepción de la materia pop.
Su capacidad para adormecer con cloroformo las melodías y ritmos describe diferentes amaneceres, como en el caso de “Liz”, donde el acto de languidecer vuelve a ser el mayor reclamo de un conjunto de palabras satinadas con detalles que rememoran continuamente un aquel que nos transporta a una especie de navidades melancólicas en bucle. Dicha sensación se rompe en “He Asked Me To Quit Smoking”, donde la tristeza cobra matices más dramáticos que nunca, al mismo tiempo que la elegancia de cada acto en el proceso creativo resplandece con la finalidad de poder ser saboreado en todo su esplendor.
Aquí no hay matices estrujados en masas incorpóreas. Toda noria eléctrica, golpeo de batería o sinte brumoso pellizca el corazón con la misma atracción fatal que el susurro espectral de Kat, más encantador que nunca en “Leap”, otra de las piedras preciosas recogidas en este álbum, cerrado de forma magistral con “5AM Empanada With You”, cuyo enunciado aspira a título del año desde ya.
“There’s Nothing But Pleasure” es uno de esos discos que enriquecen la conexión entre la alta costura pop de los años 60 y las hechuras dream pop de hoy en día. Algodón de azúcar para los oídos y bálsamo para el alma en un álbum que resulta perfecto en el equilibrio de todas las partes que lo integran. ∎