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Escribió James Baldwin en su libro “Notes Of A Native Son” (1955): “El sentimentalismo, el ostentoso paradigma de las emociones excesivas y espurias, es el marco de la deshonestidad, la inhabilidad para sentir; los ojos humedecidos del sentimentalismo traicionan su aversión a experimentar, su miedo a la vida, su corazón árido”. Habla Baldwin también en las páginas de ese libro, tan a reivindicar, de la necesidad de encontrar mentiras que sean más digeribles que la verdad, y de que los estadounidenses tienen una gran habilidad para alquimizar las verdades amargas hasta lograr reconvertirlas en algo inocuo pero picante.
Y bastante de todo eso diría que sugiere este “Fear Of The Dawn”, cuarto disco en solitario del ex The White Stripes, The Raconteurs y The Dead Weather y el primero de los dos que Jack White publicará este año (pues en julio verá la luz “Entering Heaven Alive”: dicen que será un trabajo más bien tirando a lo acústico, al folk, al country; ya se verá). Porque ahora estamos ante doce temas que parecen el resultado de una larga jam session de art rock disperso, en plan collage, que igual se acerca a momentos bajos de Robert Plant en los 80 que luego a otros que tuvo Prince en los 90, tirando de un batiburrillo sónico que, agarrado al clavo de lo experimental y al de lo, se supone, espontáneo, va soltando guitarrazos, ahora retorcidos con electrónica, después rebozados en aceite de hip hop de girasol o en prog-funk de harina refinada. Lo que se tercie, con indulgencia.
Hay un tema que ya es la leche: “Hi-De-Ho”, donde se samplea a Cab Calloway y por momentos, viva la brújula loca, no se sabe si estamos en Nápoles o Islamabad, y que además cuenta con Q-Tip (A Tribe Called Quest) rapeando entre menciones a Chuck Berry, Mariah Carey y Stevie Wonder. Quién dijo miedo. Buen intento para “Barrio Sésamo”. Por no hablar de las letras: “Por la noche no hay luz, no estoy equivocado” (“Eosophobia”), “Aquí, en la noche, todo está bien” (“Into The Twilight”)... Suerte que al menos se le escapa una verdad, en la de “Shedding My Velvet”: “No soy tan malo como era, pero no tan bueno como podría ser”. Y es que, ciertamente, con el blues tan lejos de su foco, a White, por más que quiera ser picante, en “Fear Of The Dawn” solo le da para caer en lo inocuo, en la (activemos la presunción de inocencia) buena intención mal resuelta, en algo ostentoso, inhábil, espurio. ¿En qué limbo se ha ido a desvanecer? Jack, vuelve, sal de ahí. ∎