Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
La repentina desaparición de Jaimie Branch el 22 de agosto de 2022 a los 39 años privó al jazz contemporáneo de una de sus exploradoras más aventajadas. Alejada de cánones y barreras, su música ejemplifica el espíritu rebelde y permeable del jazz a lo largo y ancho de una obra transitoria, aunque no por ello menos necesaria. Dos álbumes en estudio –“Fly Or Die” (2017) y “Fly Or Die. Birds Dogs Of Paradise” (2019)– y uno en directo –“Fly Or Die Live” (2021)– dieron sentido a un soberbio corpus conceptual guiado por una etiqueta que invitaba a dejar volar la imaginación o, en el peor de los casos, a perecer en el intento. Fue el no menos ineludible sello de Chicago International Anthem la marca que dio cobertura a su propuesta y cuya bajo su tutela finiquitaba esta cuarta entrega discográfica cuando, según la familia, una “sobredosis accidental” condujo a la muerte a la trompetista y compositora neoyorquina. Por ello, “Fly Or Die Fly Or Die Fly Or Die ((World War))” debe ser entendido ahora como una obra póstuma cuya responsabilidad corresponde casi plenamente a Branch.
Rematado de nuevo por el colorista artwork de John Herndon y la propia Branch y por el diseño de Damon Locks, el disco ensancha unos grados más una visión tan penetrante e imaginativa como inmediata y pasional. Al grito de “Take over the world” y buscando “formas más largas, más modulaciones, más ruido, más canto”, Branch extiende una exuberante paleta instrumental que va desde marimbas o congas a cuerdas, vientos, mbira (el africano piano de pulgar) e incluso juguetes, y la exprime apelando a un orgánico cosmopolitismo empapado de honda conciencia social, naturalista y política. Todo ello liderado por una trompeta tan lírica como punzante y una voz, más protagonista que nunca, que clama, acusa y aúlla en “burning grey”: “Don’t forget the fight!”.
El resultado bien podría referenciar a una leyenda, aún activa, de la dimensión del Art Ensemble Of Chicago desde su mezcla de post-bop, improvisación, dub, hip hop, órgano de cámara, marching band, funk, calipso, cumbia o cadencias del África negra, tomando al groove como motor. Pero Branch no se detiene ahí y también se impulsa en un espíritu punk que ejemplifica la desnuda adaptación del “Comin’ Down” (1994) de la banda de Arizona The Meat Puppets, bautizado aquí como “the mountain”.
Construido sobre la estructura de cuarteto más invitados que Branch adoptó desde su primer disco, con contrabajo de Jason Ajemian, violonchelo de Lester St. Louis (quien sustituyó a la gran Tomeka Reid tras la primera entrega) y la batería del activo Chad Taylor, “Fly Or Die Fly Or Die Fly Or Die ((World War))” termina por convertirse en el perfecto epitafio. Eso sí, con tintes antes de portentosa celebración que de afligido duelo. El culmen de una rutilante trilogía en estudio y de una trayectoria tristemente finiquitada, erigida en rotundo alegato jazzístico de este abrupto pero apasionante tiempo. ¿Quién habló de “cadáver exquisito”? ∎