Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
Todos hemos escuchado la canción “Seven Seconds”, interpretada por Youssou N'Dour y Neneh Cherry, que hace referencia a los siete primeros segundos de la vida de un recién nacido en los que, todavía, no es consciente de los problemas que le esperan. Así lo explicó Neneh hace años, al preguntarle por el significado de ese tema. Pues bien, el tercer disco de la estadounidense Lucy Dacus, “Home Video”, es una especie de respuesta a esa cuestión, aunque enfocada a lo que nos llega un poco más adelante: aquí están, en once canciones, otras tantas historias sobre los problemas que le cayeron encima a Lucy conforme fue pasándole la primera vida –pasa la vida, igual que pasa la corriente cuando el río busca el mar– y se topó con la adolescencia y la posadolescencia. Relatos musicados sobre una muchacha estadounidense, la propia Dacus, atrapada cristianamente en la small town mentality de Richmond (Virginia), rodeada por las dudas sobre la fe, el amor y los conflictos morales al chocar contra una religión que le echaba la soga al cuello, como bien le ocurría en los campamentos de verano –de ahí el título de la cuarta canción, una de las mejores de este muy notable trabajo, bautizada como “VBS” en recuerdo de aquellas “vacation bible school”–. Hormonas andrógenas, estrógenas y de progesterona, su bisexualidad incipiente, aquel flechazo con el compañero de colonias que esnifaba nuez moscada por la noche en la litera mientras escuchaba a Slayer; aquellos otros líos también marcados por lo que los amantes no fueron capaces de hacerle, más que por lo poco que le hicieron... Recuerdos y recuerdos.
Esta autobiografía teen de cantautora rock (no de folk, no de americana) le llega y cala al oyente porque no es un selfi gratuito, no hay exhibición vacía, sino que está explicada de manera sutil y atractiva, tanto en el apartado de las coordenadas melódicas que Dacus tan bien domina (y en “Home Video”, más que nunca en su carrera, con canciones muy elaboradas y pegadizas por donde su voz mantecosa se desliza) como en el de la escritura, de manera que logra despertar no solo el interés, empatía y comprensión en quien la escucha, sino recuerdos y recuerdos. Y sí, al final consigue sacarnos el velo y hace que desolvidemos que todos hemos sido adolescentes. Ayuda, claro, que Lucy evoque la nostalgia sin juzgarse ni recrearse en los parches oscuros de su pasado, transmitiéndonos que, en realidad, el objetivo del disco es, parafraseando lo que una vez dijo Miguel de Unamuno, que procuremos ser más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado. ∎