Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
Seis años desde el fastuoso y negroide “Fresh Blood” (2015) y cinco desde “Gentlewoman, Ruby Man” (2016), el narcótico disco de versiones que firmó a medias con Flo Morrisey. No está mal. Tiempo más que suficiente para perpetrar un sorprendente cambio de rumbo que empezó a asomar la cabeza con “Broken Mirror. A Selfie Reflection” (2021), grabado junto a Lonnie Holley, y que se muestra ahora en todo su esplendor con este “K Bay”. De hecho, el propio músico ha reconocido que “Broken Mirror. A Selfie Reflection” está confeccionado a partir de material sobrante de “K Bay”, por lo que el auténtico centro de gravedad del Matthew E. White de 2021, el núcleo desde el que irradia su pop ahora más mutante que nunca, son estas doce canciones.
He aquí, pues, un big bang de pop expansivo y anguloso, un collage salpicado de funk mecánico, injertos de electrónica y guitarras zumbando como una bandada de estorninos con el que el cabecilla de los estudios Spacebomb confirma que lo suyo va más allá del conocimiento enciclopédico y el puenting estilístico sin red. Porque si en “Fresh Blood” mandaban las cuerdas sinuosas, el soul de la factoría Stax y las canciones de calidez envolvente, “K Bay” es todo ángulos marcados y pop de gesto endurecido. Un salto al (casi) vacío que empieza corriendo detrás del Bowie más berlinés con “Genuine Hesitation” y acaba chapoteando en la marmita tecnicolor de Super Furry Animals con “Hedged In Darkness”.
Entre ambas, “K Bay” crece y se reproduce como disco imaginativo y retorcido, un extraño artefacto que desconcierta a la primera escucha pero que destila familiaridad y enamora a partir de las siguientes. Al principio parece que las canciones se hayan vestido a oscuras y a toda prisa, pero las piezas no tardan en encajar: el folk con falsete de“Shine A Light For Me”, el trote casi krautrock de “Electric”, los coros elásticos y el bajo gomoso de “Nested”, el brinco a la pista de baile de una “Let’s Ball” que podrían haber firmado unos replicantes perversos de Earth, Wind & Fire…
White incluso parece recoger el guante de Childish Gambino con“Only In America / When The Curtains Of The Night Are Peeled Back”, alegato contra la injusticia racial servido entre cuerdas y que resume a la perfección el espíritu transgresor del disco mezclando la épica de “Meeting Across The River” de Springsteen y la melancolía futurista de Bon Iver y James Blake. Mezclas arriesgadas que en manos de White conviven con total naturalidad y alimentan un disco que, pese a desfallecer en su tramo final y perderse en la normalidad de cosas como “Judy”, confirma al de Virginia como una de las grandes mentes del pop contemporáneo. O, según se mire, como uno de los más habilidosos e imaginativos transformistas de la música popular. Ante la duda, ahí está “Fell Like An Ax”, odisea espacial con la que abandona el planeta Tierra para salir de órbita. ∎