Rihanna contra Rihanna. Patrocinada por Samsung y enarbolando la bandera de los incomprendidos. Desde la abertura con
“Consideration”, la de Barbados pide libertad y respeto en el que es su trabajo más radical hasta la fecha.
“Anti” la muestra dispuesta a desafiar definiciones, dejar atrás lo bombástico y abrazar el
felt real. Ninguno de los singles de avance del año pasado está aquí, y tampoco hace mucha falta: alcanzar el nº 1 de ‘Billboard’ ha sido pan comido para
“Work”, y ante perlas como esa sinapsis doo-wop llamada
“Love On The Brain” cuesta defender eso de que estamos ante un disco sin
hits.
“Anti” es sinuoso, palpitante, industrial y vulnerable. No para. Hay bass music, R&B, electro, soul y ecos de dancehall mientras ella se contonea y desgañita. Podría haber sido un espectáculo grotesco, pero la premisa de conectar emoción y agresividad acaba cuajando, entre baladas con pesados
riffs de guitarra (
“Kiss It Better”), cortes con el sex-appeal apaleado (
“Woo”) y refrescantes borracheras (
“Higher”) a costa de The Soulful Strings. ¿El único traspiés? Un karaoke de Tame Impala (
“Same Ol’ Mistakes”) situado como espina dorsal del álbum, aunque no comparta audacia ni identidad con el resto de temas.
En los créditos aparecen como compositores Abel Tesfaye, Terius Nash o los pujantes J Angel y Bibi Bourelly (no les pierdan ojo). Y tras nombres como Jeff Bhasker, Boi-1da, Mick Schultz, No I.D., Shea Taylor, DJ Mustard o Hit-Boy se esconden algunas de las mejores producciones de Drake, Jeremih, Kanye West, Jay-Z y su señora. “Anti” les chupa la sangre a todos ellos, al tiempo que hace suyos algunos trucos de
“Yeezus” (2013) y
“Beyoncé” (2013), sus dos grandes referentes en esto de los discos a contracorriente. Sin importarle cómo de masticable quede la mezcla final para las masas. ∎