Abel Tesfaye tiene un plan. Lo sospecho, lo afirmo, aunque no lo puedo probar. Esconde un propósito siniestro, tal vez dinamitar el R&B desde dentro, y para ello ha diseñado su ataque en una trilogía sórdida y existencial, de un calibre emocional obsceno que subvierte el habitual desfile de romanticismo afectado y testosterona del género. Protegido del guaperas de Drake, el de Toronto (dice la red que nació en 1990 de padres eritreos) entrega con
“Thursday” la segunda parte de la que se antoja una gran obra incómoda iniciada apenas en marzo con
“House Of Balloons”, y que debe completarse este otoño con
“Echoes Of Silence”, todas ellas
mixtapes de excelente producción –limpia, microscópica, con
beats de cristal e inquietantes
loops de guitarras–.
Aunque el R&B siempre ha presumido de sensible, se trata en realidad de una estrategia para lograr una posición de ventaja e imponer su voluntad genital.
The Weeknd, en cambio, ofrece una mirada más amplia y compleja, romántica, barroca y realista al tiempo. Si bien algo menos redondo que su predecesor, más reflexivo si cabe, el segundo trabajo de Tesfaye avanza con la cadencia de una película de terror que anuncia un difícil clímax cuando las luces estroboscópicas dejen por fin paso al amanecer. Y allí será, en el día siguiente, donde la sibilina estrategia de The Weeknd acabará imponiendo su dulce y preciosista hiel sobre la pasajera golosina hormonal que pretende reinar. ∎