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Así como Bruce Springsteen, en los últimos años, ha sorprendido en directo con versiones de lo más insospechadas e incluso ha sido capaz, como sucedía en el tour conmemorativo de “The River”, de abrir multitudinarios conciertos de estadio con una outtake, Tom Petty (1950-2017) siempre jugó muy sobre seguro en sus grandes giras. Ojo: su ejecución nunca presentó fisuras y la autoexigencia siempre estuvo por las nubes, pero sus repertorios fueron durante mucho tiempo herméticos y algo comodones, sin una sola noche en que no sonaran “I Won’t Back Down”, “American Girl” o “Mary Jane’s Last Dance”. Hubo, sin embargo, excepciones como los veinte conciertos que, rejuvenecido, y a la búsqueda seguramente de un tiempo perdido, ofreció en enero de 1997 en el Fillmore de San Francisco, durante los cuales, y junto a sus Heartbreakers, 1) expuso enciclopédicamente sus exquisitas influencias, con generosas menciones a Byrds, Zombies, Chuck Berry, JJ Cale y los Stones; 2) se permitió el capricho de cantar junto a tres de sus grandes héroes: Roger McGuinn, John Lee Hooker y Carl Perkins; 3) revivió canciones suyas, como “The Wild One, Forever”, que llevaban tiempo almacenando polvo; 4) desvirgó en directo temas prehistóricos como “On The Street” de los protoheartbreakers, y luego resucitados, Mudcrutch, y 5) permitió incluso que sus canciones más habituales, caso de “Free Fallin’” o “Runnin’ Down A Dream”, se contagiaran de este sentimiento de joie de vivre y libertad que imperó en estas veinte noches franciscanas.
Es por todo lo mencionado que “Live At The Fillmore 1997”, disponible en doble CD y triple vinilo o pack de cuatro CD y seis vinilos (58 canciones en total, 35 de las cuales son versiones), no es un perezoso live album cualquiera, sino una muestra de lo que podían ser también de vez en cuando en directo Tom Petty And The Heartbreakers y que, hasta ahora, no se nos había mostrado de forma tan apabullante: cachondos (tocan “Goldfinger” de James Bond y, con “Heartbreakers Beach Party”, cara B de principios de los 80, complacen a un fan que la había estaba solicitando a grito pelado); desinhibidos (se lo debieron pasar a lo grande recreando, con brocha gorda, “Satisfaction”, “You Really Got Me” y “Louie Louie”); corales (el teclista Benmont Tench se mete en el pellejo de Booker T con “Hip Hugger” y “Green Onions”, Mike Campbell lleva hasta el infinito con su guitarra “Mary Jane’s Last Dance” e incluso el chico-para-todo Scott Thurson toma la riendas en la bluegrassera “Little Maggie”), y, sobre todo, como sucedería dos años después de nuevo en San Francisco y, años más tarde, en residencias puntuales en Nueva York, Los Ángeles o Chicago, excitantemente impredecibles.
Podría considerarse que los Heartbreakers, cuyo disco publicado cuatro meses antes, “She’s The One” (1996), no tuvo gira de presentación, estaban todavía en fase de reconstrucción (hacía dos años justos que Steve Ferrone había relevado en directo a los parches al desafiante Stan Lynch), pero se hace ciertamente difícil no darle la razón a Petty cuando, justo antes de la versión de “Knockin’ On Heaven’s Door” (Bob Dylan), interpretada la última noche, asume que todo aquello había sido el “punto álgido” en los hasta entonces veinte años de historia de la banda. ∎