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No vas a conocer a ninguno de los artistas que aparecen: SALEM 66, THE REVERBS, THE DARROWS, ONE PLUS TWO y así hasta completar un ramillete de 28 bandas ignotas del subsuelo pop-rock norteamericano entre 1983-1987. Cualquiera de ellos podría haber encajado en el censo del NRA, del Paisley Underground o, si no hubieran sido estadounidenses, del Dunedin Sound. Pero no tuvieron suerte. O no tuvieron continuidad. Quedaron como letra pequeñísima que ahora rescata Captured Tracks para iniciar su colección de recopilatorios de espeleología rock, Excavations. ¿Qué habría pasado si EEUU hubiera tenido su C86, como dice el texto del libreto interior? Pues que habrían aparecido varias de estas bandas de jangle pop americanizado. Porque su nombre no te sonará, pero su música sí: gling gling glings de Rickenbackers, rock melódico y jovial post-“Murmur” y conciencia orgullosa de quien ya es feliz siendo pequeño. Joan Pons
Olvídense de Cais do Sodre y la Torre de Belem: la Lisboa de Príncipe Discos se parece más a Bellvitge o Aluche que a una capital europea repleta de turistas. Ahí, en los bloques de protección oficial y en minúsculas habitaciones de 3x3, se fraguó hace ya casi una década la pequeña leyenda de DJ MARFOX, DJ NIGGA FOX, NÍDIA y DJ FIRMEZA, los primeros en retorcer con sus manos maestras y proyectar hacia la estratosfera ritmos africanos como el kuduro, la batida o la tarraxinha. Lo que al principio era crudeza y baile frenético se ha ido refinando en los últimos dos o tres años hasta dar forma a algo totalmente insólito, difícil de definir e imposible de ignorar. “Verão Dark Hope” es la máxima expresión de ese nuevo sonido Príncipe: más lento y abstracto, más sensual y abierto. Un nuevo orden facturado por un puñado de veinteañeros (DJ KOLT, DJ LYCOX, PUTO MÁRCIO, DJ BBOY, A.K.ADRIX) que han llevado a otro nivel todo lo que han aprendido de sus hermanos mayores. Carles Novellas
Pequeñas puertas que se abren y pequeñas puertas que se cierran. Fin de una aventura, la de Nacho Vegas en Marxophone, el proyecto que él mismo fundó en 2010 junto a Raúl Refree, Fernando Alfaro y la oficina I’m An Artist. Y principio de otra, la de Oso Polita, su nueva casa. Para remarcar el punto de inflexión, el asturiano ofrece este recopilatorio coeditado entre ambas partes que sirve como reconocimiento a todos los implicados.
Esta caja contiene mucho más que una simple colección de canciones seleccionadas de entre sus discos marxophonianos. En los veintiséis cortes hay varios inéditos, caras B, temas difíciles de encontrar que antes formaron parte de discos corales o bandas sonoras, nuevas versiones de composiciones ya editadas, tomas en directo... Material que rebosa cariño y compromiso. JuanP Holguera
No es el primer compilado que reúne el nuevo jazz de Londres bajo un mismo techo (“We Out Here”, publicado en Brownswood, el sello de Gilles Peterson, ya fue el primer aviso serio en 2017), pero sí el que muestra el dibujo más completo hasta la fecha de una escena que, por crecimiento exponencial, quizá necesite pronto un segundo volumen. Aciertan en Soul Jazz con el título; porque si algo caracteriza a esta nueva generación, más allá de la juventud de los implicados, es su heterogeneidad: percusionistas milagrosos, saxofonistas que se arrancan con el micro si hace falta, colectivos abiertos a recuperar las esencias ancestrales, experimentadores que miran más allá de los formatos clásicos, amantes de lo free… De hecho, esta última palabra sirve como espejo donde se reflejan TENDERLONIOUS y MAKAYA McCRAVEN (natural de Chicago, el otro gran foco del jazz occidental actual), EBI SODA y EMMA-JEAN THACKRAY, JOE-ARMON JONES y NUBYA GARCIA, YAZMIN LACEY y MATTHEW HALSALL. Los nuevos espíritus. Carles Novellas
Incapaz de regresar a su tierra natal (la turbulenta región de Nagorno Karabaj), Quliyev se pasó los 90 vendiendo casetes, actuando en convites y televisiones de Bakú, y labrándose una fama de iluminado maestro de la música regional electrificada gracias a su creatividad y habilidad guitarrera. Aunque no fue el primero en tocar el instrumento como si fuera un tar o saz, evitando acordes y centrándose en rabiosos punteos distorsionados, destacó por su interés, cual esponja, en sonidos de otros parajes.
Así, en su repertorio abundan rescates de las tradiciones mugham (“Aman Tello”, juerga idónea para bodas; o la airosa “Neyçün gəlməz”) y ashiq (el acuchillamiento de agudos “Baş Sarıtel”; o la tormenta de sentimientos “Yanıq Kərəmi”, inspirado en un viejo poema de amor trágico), pero también hay irrupciones de sonidos de Bollywood, mestizaje con danzas afganas, asomos a la forma baladesca del tasnif persa y excursiones a Anatolia o la región azerí de Irán. Las notas de Quliyev, ya sea en forma de ráfaga o trazando melodías, discursean sobre sintetizadores dramáticos y percusiones enlatadas de Casiotone, a veces sustituyendo la parte vocal o incluso sonando como flautas ney. Un idiosincrásico y diestro estilo que esta breve pero intensa recopilación ilustra con creces. Xavier Gaillard
Más de cuarenta años hemos esperado para tener una versión completa de lo que debería hacer conformado el primer LP de Paraíso en 1979. Aunque algunas de las canciones ya habían circulado por recopilatorios, EPs y singles, el porqué de estar tanto tiempo privados de toda esta bacanal punk-yeyé debería ser objeto de condena. Porque, tal como explica Charlie Mysterio en el texto promocional para la prensa, se trata del disco que iba a cambiar nuestro gris panorama. Y es que Paraíso fue un all star de promesas que luego formarían parte de La Mode, Ejecutivos Agresivos y Décima Víctima. El mismo proyecto donde llevaba la voz cantante El Zurdo, eslabón inevitable de la cadena pop nacional.
De esta conjunción de malabaristas del hechizo pop surgió una banda irresistible y desvergonzada en directo y “Para ti”, single oficioso de la movida madrileña. Pero también el pop necrófilo de “Vacaciones en la morgue”, la majestuosa solemnidad de “Y al final... (Carolina)” o el desenfreno ska de “Makoki”. Estas no son más que tres pruebas de entre las quince gemas –dieciséis en la versión en CD que acompaña al vinilo– recuperadas para la ocasión. Tomas de sonido deficiente que captan todo el vigor del momento. Muestras en carne viva como “Estrella de la radio” o “¿Qué es lo que me pasa, beibi?” refrendan las virtudes del momento de excitación captado. No en vano, “El corte final” es, ni más ni menos, el documento más representativo e inspirado de la floreciente edad de oro del pop nacional surgida a finales de los setenta. Así de importante. Marcos Gendre
Cuarto capítulo generoso y sin desperdicio de la saga que el sello londinense Soul Jazz iniciara en 2010 bajo el título de “música electrónica alemana” partiendo en realidad de esa convención tan poliédrica y trillada conocida como krautrock. Y es que poco de electrónico tienen temas como “Laila”, gema prog a cargo de AGITATION FREE; algo más los de ROEDELIUS o KLAUS WEISS. Todos ellos repetidores habituales en estos samplers dominados por el tutti-frutti, travesuras kartoffel como la proto-kraftwerkiana “Guten Abend, Leute” (traducido “buenas noches, compañeros”) por DEUTSCHE WERTARBEIT (o sea, “trabajo alemán de calidad”) y ese exotismo que encandila al tiempo que revela sus significados triviales, no por ello menos sorprendentes –escuchen a los demoníacos KALACAKRA o a los tristemente actuales VIRUS– a pesar de la profundidad de la veta. José Manuel Caturla
Una caja con siete CDs que incluyen versiones remasterizadas de “The Idiot” (1977), “Lust For Life” (1977) y el directo “T.V. Eye” (1977), un disco de tomas alternativas y tres incendiarios conciertos de marzo del 77. Una amplia panorámica de la etapa de Iggy con Bowie en Berlín, con el primero aspirando a remontar su carrera como artista de provecho tras la resaca de la etapa Stooges y el segundo –aquí en el papel de productor y teclista– absorbiendo y proyectando de manera natural lo mejor de una era que se inició con el advenimiento del post-punk y cuyos ecos todavía están lejos de terminar. Fueron dos LPs icónicos de los setenta que conservan su brillo a pesar de haber sido exprimidos –sobre todo “Lust For Life”– por el mainstream, y en los que junto a Bowie La Iguana logró sinergias que probablemente no haya conseguido repetir. Eduardo Ranedo
Lo que se conocía como jazz en el Sudán de los sesenta poco tiene que ver con la idea generalizada del género tal y como se concibe en Occidente. Y bastan apenas cinco segundos, los que tarda en esbozarse ese riff desenfrenado que prende la mecha de la irresistible “Argos Farfish”, para dejar las cosas claras: esto es un cóctel demencial de rock’n’roll, surf y funk aderezado con armonías del este de África.
Las explosiones de saxo y los ritmos celebratorios heredados de la música del Congo se intercalan con sinuosas guitarras eléctricas y melodías inspiradas en la haqiba (la versión secular del madeh sudanés). El carisma de Sharhabil Ahmed (nacido en 1935 y todavía en activo) recuerda al de Chuck Berry, y la riqueza con la que su banda funde influencias norteamericanas y sonidos tradicionales es comparable al legado de Mulatu Astatke, aunque sus coordenadas sonoras son muy distintas. Sí, son palabras mayores: por eso el rescate de estos siete temas –apenas todo el material en una calidad salvable de Ahmed, que ha costado años reunir– es casi un milagro. Juan Monge
El cantautor Marc Bolan (Londres, 1947-1977) murió, tal como previó, en accidente automovilístico poco antes de cumplir los treinta. El productor Hal Willner (Philadelphia, 1956-NYC, 2020), víctima impredecible de la COVID-19, un día antes de los sesenta y cinco. El talentazo de ambos queda recogido en este doble álbum en el que una treintena de notables artistas –que saben tanto de psyfolk como de glamur– rinden tributo al genial pionero del glam rock.
De la docena de álbumes (no póstumos) de Tyrannosaurus Rex parece ser “Electric Warrior” (1971) el más admirado de los diez representados. Anecdótica: la inglesa BETH ORTON se fija en el primigenio Bolan, con “Hippy Gumbo”; la guatemalteca GABY MORENO pone “un poquito de amor” en “Beltane Walk”, del homónimo “T. Rex” (1970); y el título de la recopilación está tomado del poema “Aullido” (1956) de Allen Ginsberg, con quien trabajó Willner. Entre versos y admiración suena este disco a través de, entre otros, FATHER JOHN MISTY, MARC ALMOND, LUCINDA WILLIAMS, DEVENDRA BANHART y PEACHES. Miguel Tébar A.
He aquí el relato más posiblemente completo de una de las parejas artísticas clave de los 70. Una década de exploraciones, cimas y subterráneos propios de una colaboración profesional y relación afectiva, dos caras cuya tensión queda implícitamente retratada a lo largo de este boxset de ocho álbumes –los seis oficiales al completo, dos de ellos descatalogados desde los 90– condimentados con paseos entre bambalinas: descartes, demos y pizcas de recitales en directo, sumando más de un centenar de cortes.
Richard, as de la guitarra eléctrica recién salido de su etapa formativa como enfant terrible del folk-rock británico en Fairport Convention, ultimaría su peculiarísimo estilo interpretativo y se erigiría como cantautor magno gracias a la sinergia creativa y sentimental generada junto a Linda, que a su vez devendría una de las voces más complejas y cautivadoras de la escena inglesa. Un disco-prólogo documenta los inicios de su idilio musical: el jolgorio del supergrupo de versiones The Bunch, sus pinitos como dúo en el excepcional debut en solitario de Richard, y sus primeros bolos en pareja. Un crescendo que desembocaría en la lección magistral “I Want To See The Bright Lights Tonight” (1974), donde revelan su propuesta: conectar las verdades trascendentes de la tonada tradicional con las ansiedades e ironías de la vida urbana moderna, ya sea en forma de rítmicas composiciones de baile y taberna o lamentos letárgicos de tempo pausado e ingenio poético.
Esta segunda tipología de envolvente folk sombrío, indudable fortaleza del par, despuntaría a mediados de la década en “Pour Down Like Silver” (1975), cuando se convirtieron al islam y pasaron años viviendo en comunas sufistas londinenses, una influencia espiritual clara en la lírica existencial que tiñe muchos de los temas, aunque nunca sin abandonar del todo su vertiente más revoltosa y cínica. Tras un par de pasos en falso –el musicalmente desenfocado, aunque por ello muy intrigante, “Sunnyvista” (1979)–, pusieron punto final a su aventura conjunta con la representación definitiva de la antes mencionada dialéctica vital entre luz y penumbra, pasado y presente, ternura y aflicción: “Shoot Out The Lights” (1982). Xavier Gaillard
Aunque su fama de favorita de otros artistas la preceda, y Cameron Crowe, colaborador suyo en la recopilación de estos archivos, afirme que esta edición es, especialmente, un regalo para sus jóvenes colegas, no es así. Este cofre ha sido entregado para quienes aman esa isleta dorada que es Joni Mitchell. Un lustro, casi, de canciones –versiones primigenias de material repartido en discos como “Ladies Of The Canyon” (1970) o el canónico “Blue” (1971)– que recupera a la compositora folk cronológicamente, gracias a la sugerencia de Neil Young; Mitchell se había inclinado, en colecciones previas, por el criterio temático. Grabaciones que asisten a la asimilación de la canción tradicional (“John Hardy”, “Nancy Whiskey”...) al tiempo que cogía una autopista hacia la voz propia.
La caja, compuesta por cinco CDs, fotos del álbum personal de Joni y conversaciones entre ella y Crowe, está dedicada a Elliot Roberts, mánager compartido con Young que falleció en 2019 cuando estaba al cargo del proyecto junto a la compositora. Supone una reconciliación con su encarnación folk, de la que habría renegado tanto. Puede parecer incomprensible al escuchar “Both Sides Now” o composiciones hasta ahora inéditas –un total de 29 cortes–, como “Favorite Colour” y “Just Like Me”. Asombra lo que la joven Joni era capaz de hacer: su pericia guitarrística, la madurez interpretativa, así como el desparpajo en sus primeras intervenciones radiofónicas, o en espacios contraculturales recuperados para la historia (Canterbury House en Ann Arbor, Michigan). Isabel Guerrero
Music From Memory se ha convertido en una institución dentro de la comunidad digger, principalmente porque los responsables del proyecto (Tako Reyenga y Jamie Tiller) son dos referentes de la nueva hornada de selectores que han sacudido la caspa al coleccionista de toda la vida dando una aureola cool al coleccionismo. El background electrónico que cultivan ambos y su entrada en la edad adulta tejen la coherencia que tiene el sello respecto al material que rescatan.
Sabiendo eso, la retrospectiva de Priscilla Ermel en el label tiene todo el sentido. De hecho fue John Gómez, coleccionista y DJ originario de Madrid pero residente en Londres y encargado de la selección de temas para esta compilación, quien levantó la liebre de Ermel, pues incluyó canciones suyas en los dos volúmenes del maravilloso recopilatorio de electrónica y música contemporánea brasileña “Outro tempo” (2017) que también firma el mismo sello discográfico.
Allí descubrimos que la música de Ermel es espiritual y chamánica, digna de objeto de estudio para una retrospectiva como la que se presenta, esta vez con mucha más profundidad. Combina lo ancestral de la cultura brasileña con la contemporaneidad de la guitarra, el chelo y los sintetizadores, instrumentos que forman parte de su especialidad musical. La música es, asimismo, fiel a la personalidad del artista, cineasta y antropóloga de formación, porque escuchándola nos traslada a la banda sonora de un viaje selvático, puro sonido indígena. Es una bonita manera de acercarnos a Brasil sin la necesidad de tener que acudir a géneros recurrentes. “Origens da luz”, además, da un argumento a favor de la reivindicación del new age como género, cuando nadie hubiera apostado por ello. Arnau Sabaté
Observo detrás de una mirilla imaginaria al bromista de Erik Satie componiendo en su paupérrima buhardilla las insidiosas “Musiques d’ameublement” (1918) sin pensar en la revolución que estaba gestándose alrededor de nociones como simplicidad, repetición, disonancia, silencio o cierta forma de escucha. El longevo y prolífico Brian Eno ha sabido transformar con gran variedad de timbres y texturas esa herencia inmensa, constituyendo las bandas sonoras para películas, documentales y series de TV uno de los apartados en los que ha trabajado con mayor acierto. “Film Music 1976-2020”, más accesible que los conceptuales “Music For Films” (1976) o “Music For Films Volume 2” (1983), es cuantitativamente solo una pequeña muestra de esa obra vocacionalmente asemántica que esta vez se beneficia de su inspiración extramusical.
Piezas concisas de electrónica exploratoria y melódica, hipnótica y cautivadora, temas breves cuidadosamente destilados y secuenciados prescindiendo de su orden cronológico, hasta siete inéditos más allá de las cintas en las que fueron empleados. Encargos de Michelangelo Antonioni, Peter Jackson, Michael Mann o del genial Derek Jarman, con quien Eno colaboró intensamente. Temas extraordinarios como “Prophecy Theme”, de “Dune” (David Lynch, 1984), o “You Don’t Miss Your Water”, emotiva versión del clásico de William Bell cantada por el británico para “Casada con todos” (Jonathan Demme, 1988). Originales y pistas recicladas como “Deep Blue Day”, el country sideral de “Apollo. Atmospheres & Soundtracks” (1983) reasignado a la catártica escena del retrete en “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996). José Manuel Caturla
No estamos ante un reverso entendido como antítesis. En “The Harry Smith B-Sides” no hay contrariedad ni oposición a la edición original, aquella “Anthology Of American Folk Music” (1952), majestuosa, personalista y referencial recopilación de ochenta y cuatro canciones, fechadas entre 1926 y 1933 (es decir, casi todas durante la Ley Seca), con que el cineasta experimental, artista visual, místico, excéntrico bohemio, metafísico, hermético alquimista y tremendo melómano Harry Smith (1923-1991) quiso, y logró, mostrar el magma del folclore estadounidense, exprimiendo para ello, según sus gustos, y sin bailar alrededor de ningún cadáver, sino animando a sus fantasmas, el flujo esencial de las promesas iniciales del blues, góspel, cajun, bluegrass, los cantos de arpa sagrada, el country, las jug bands... Seis discos que, entre canciones de anhelos, fe y amor, transmitían un premeditado sentir de unificación, de hermandad, en vez de uno de diferencia, y que al sacar a cada tema de su contexto de mercadotecnia también ponían sobre la mesa desgarradoras paradojas de la música (y la historia) estadounidense, como, por ejemplo, que la cuestión racial está en el centro de tantas y tantas de sus cosas.
“Estoy contento de poder decir que mis sueños se hicieron realidad; vi a Estados Unidos cambiar a través de la música”, dijo Smith en febrero de 1991, en su discurso de aceptación de un Grammy por su vasta contribución a la música folk estadounidense (la categoría del galardón, Chairman's Merit Award).
Han pasado sesenta y ocho años desde 1952 y un sello estadounidense, Dust-to-Digital, ha decidido poner en circulación justo ahora, en el convulso y confuso 2020, otra estupenda recopilación que voltea (literalmente) todos aquellos ochenta y cuatro singles de 78 rpm de la colección de Smith para mostrarnos, así de simple y así de interesante, la cara B de cada uno. Bueno, a los ochenta y cuatro, no: la cara B de tres de ellos ha sido eliminada de esta recopilación, sustituida, cada una, por un silencio de cinco segundos. Quince millones de microsegundos para tu reflexión. El motivo: el contenido racista de sus letras. Esas canciones son “You Shall Be Free”, de BILL & BELLE REED; “Henhouse Blues”, de BENTLEY BOYS; y “I'm The Child To Fight”, de UNCLE DAVE MACON. Las dos primeras usan la palabra “nigger”. En la tercera se persigue a un negro amenazándolo con colgarlo de un árbol. Si Jimmie Rodgers es el padre del country, Uncle Dave Macon es su abuelo.
“Para muchos de nosotros, cuyas familias han pasado por esto, por extensiones de este tipo de opresión, no hace falta ver fotos para entender lo que pasa. Hay que hablar a las masas que han ignorado esto la mayor parte de su vida. Pero también hay un problema si solo muestras a los negros como muertos. Al final no es sano, es inútil”, comenta en el documental “Enmienda XIII” (Ava DuVernay, 2016) el activista y exconvicto afroamericano Cory Green, cofundador de H.O.L.L.A. (How Our Lives Link Altogether!). It is what it is: en 2020, los fantasmas de “The Harry Smith B-Sides”, con sus ochenta y un pros y sus tres contras, aún nos asustan y aún nos iluminan. Miguel Martínez
Por Salvador Catalán
La recopilación forma parte hoy de una estrategia esencial de la industria discográfica donde el objeto tiende a reivindicarse ante la música, conocida o inédita, que contiene. En 2020 ha saltado al escaparate un lote que bascula entre el apabullante registro enciclopédico y la entrega individualizada publicada exclusivamente en vinilo, con la vía digital casi siempre abierta. Entre fetiche y medio, entre curiosidad y completismo, entre revisión y descubrimiento.
En el primer grupo se encuentran los 24 CDs de “Distortion: 1989-2019” (Demon-Edsel) a modo de balance de la trayectoria de Bob Mould, Sugar, cuatro conciertos y rarezas incluidas. El álbum se despliega en sucesivas entregas de cuatro vinilos, cuyo primer lote (período 1989-1995) ya está disponible. También entran aquí los once CDs de “Decade” (Real Gone Music) de Steve Wynn, reuniendo la producción entre 1995 y 2005 del líder de The Dream Syndicate, aliñada con 57 inéditos, o la caja homónima –ahora en vinilo, pronto en CD– de los singulares Pylon (New West), sus dos discos oficiales (1980-1983) remasterizados más singles, caras B, rarezas y directos del valioso exponente del art rock de Athens, Georgia.
A la segunda opción se ajusta “Ranil y su Conjunto Tropical” (Analog Africa) convertido en botón de muestra del compositor, empresario e incluso político peruano Raúl Llerena Vásquez, Ranil, fallecido en su natal Iquitos el pasado mayo y pionero de la cumbia amazónica, un jugoso híbrido de cumbia colombiana, samba brasileña y guitarras eléctricas.
Pocas fuentes de estas compilaciones compiten en igualdad de condiciones con ese almacén sin fin que son los archivos de la BBC. Este año, el fondo documental de The Pogues ha saltado al CD en “The BBC Sessions 1984-86” (BBC-Warner); los años decisivos y más inspirados, junto a 1988, de un grupo que desfiló por sus programas, con John Peel al frente, de la mano de lecturas no muy distantes de sus originales, trece de ellas nunca publicadas hasta ahora. Los directos también alimentan con éxito este patrón: “The Mothers 1970” (Zappa-Universal) sigue rentabilizando el material registrado en The Vault y celebra el 50 aniversario de la formación liderada por Frank Zappa con extractos de conciertos en tres CDs y un cuarto de sesiones de estudio en Londres, sinónimos todos de acidez e ironía.
Otro de los formatos elegidos por las discográficas toman como eje la reedición de un álbum aderezado con una generosa ración de descartes, inéditos y conciertos. Es el modelo elegido para “Wildflowers & All The Rest” (Warner), una apuesta que amplifica el excelente álbum de 1994 de Tom Petty sin sus Heartbreakers en cuatro CDs o tres LPs que añaden al original las canciones que en su momento entregó el norteamericano a su compañía y que nunca llegaron a ver la luz, más los usuales directos. Tampoco faltan relanzamientos, como los tres vinilos o dos CDs de “African Rhythms 1970-1982” (Strut) de Oneness Of Juju, publicado originalmente en 2001: la aventura liderada por James “Plunky” Branch, destinada a expandir su afrocentrismo sobre una demoledora y espiritual base de jazz, funk, soul y r&b. O, en el ámbito del malditismo, la oferta del certero sello especializado Numero Group con refrescada edición, ahora en doble vinilo azul, de “Herculean House Of Cards” de Trey Gruber: las sugerentes maquetas junto a su grupo Parents de un autor de Chicago, dolido y frustrado, desaparecido en 2017 a los 26 años a causa de una sobredosis. ∎
1996 Varios Metalheadz. Platinum Breaks / 1997 Lee “Scratch” Perry Arkology / 1998 Bambino Canciones de amor prohibido / 1999 Burt Bacharach The Look Of Love / 2000 Masters At Work The Tenth Anniversary Collection Part One 1990-1995 / The Tenth Anniversary Collection Part Two 1996-2000 / 2001 Varios 25 Years Of Rough Trade Shops / 2002 Varios 20 Years Of Dischord / 2003 Varios New York Noise / 2004 Johnny Cash Unearthed / 2005 Camarón de la Isla Integral / 2006 The Doors Perception / 2007 Varios Mute Audio Documents 1978-1984 / 2008 Steinski What Does It All Mean? 1983-2006 Retrospective / 2009 Varios Can You Dig It? The Music And Politics Of Black Action Films 1968-75 / 2010 Orange Juice ... Coals To Newcastle / 2011 Plastikman Arkives 1993-2010 / 2012 Woody Guthrie Woody At 100 / 2013 Varios Mirror To The Soul. Music, Culture And Identity In The Caribbean 1920-1972 / 2014 Varios Gipsy Rhumba. The Original Rhythm Of Gipsy Rhumba In Spain 1965-74 / 2015 Lead Belly The Smithsonian Folkways Collection / 2016 Momus Pubic Intellectual. An Anthology, 1986-2016 / 2017 Hüsker Dü Savage Young Dü / 2018 Varios Voices Of Mississippi. Artists And Musicians Documented By William Ferris / 2019 Burial Tunes 2011-2019 ∎