Los cuerpos se acercan y se separan, envueltos en vapores de ganja y mecidos por el ritmo cadencioso que despiden los bafles. Unas horas antes, se ha hecho espacio sacando muebles y enseres que puedan entorpecer a los participantes en la blues dance. Se trata de un domicilio particular, puesto que, siendo negros, tienen prohibida la entrada a clubes y discotecas reservadas para blancos. Los “selectores” pinchan algunas suculentas rodajas de reggae y dub facturado en Jamaica, pero también algunos himnos de lovers rock, la adaptación que de aquel han hecho los afrobritánicos que en aquel momento, el puente entre los 70 y los 80, están creando algo nuevo y propio a partir de la cultura de sus padres.

El cineasta Steve McQueen retrató a la perfección aquel momento, aquel ambiente y aquel sonido en el segundo capítulo de la laureada serie de cinco películas que, bajo el título genérico de “Small Axe”, firmó en 2020. Y no hay duda de que el éxito y proyección de esa cinta han tenido buena parte de la culpa de que esa rama del reggae británico, habitualmente ninguneada frente al nervio y la fuerza del roots reggae, haya recuperado la posición y la relevancia histórica que merece.

Cuando se dice que el lovers o lovers rock es un género plenamente afrobritánico, a nadie se le escapa que el reggae original jamaicano había echado mano del mundo de las relaciones sentimentales desde sus inicios, tal como pasaba con el soul, que tanto había influido en el reggae y, por extensión, en su contraparte británica. Pero, en la metrópoli, una nueva generación de afrodescendientes se lanzaron a darle una vuelta de tuerca con sensibilidad y coordenadas propias: en su mayoría se trataba de vocalistas muy jóvenes, practicamente adolescentes (CARROLL THOMPSON, JANET KAY, LOUISA MARK, BROWN SUGAR…) en connivencia con algunos productores (DENNIS BOVELL, Lloyd Coxsone, Dennis Harris, Leonard “Santic” Chin…), que empezaron realizando covers de soul en clave romántica y enfocados específicamente en el mercado británico, que había sido desde siempre el principal bastión comercial de la música generada en Jamaica. A pesar del poderoso influjo que ejercía el roots reggae con sus contenidos combativos y espirituales, aquella generación de adolescentes con raíces caribeñas pero residentes en una Gran Bretaña racista y excluyente encontraron en el lovers un ritmo propio con el que bailar y enamorarse sintiéndose orgullosos de su cultura y el color de su piel.

De todas maneras, esta selección de 60 cortes distribuida en tres discos compactos (25 en doble vinilo) no se centra solamente en la escena generada en suelo británico, sino en retratar el nexo existente entre esta y sus antecesores jamaicanos (DENNIS BROWN, FREDDIE McGREGOR, SUSAN CADOGAN, JOHN HOLT…), incluyendo aquí aquellos que, atraídos por la nueva escena, se apuntaron al carro de las letras románticas interpretadas con acento soul sobre recias bases de reggae clásico, como en el caso de BARRY BIGGS, RUDDY THOMAS o WINSTON REEDY.

El conjunto nos ofrece el retrato de una escena vibrante, de raíces jamaicanas e implantación británica, que ha ganado por fin el reconocimiento del que nunca había gozado más allá de sus confines territoriales. Una retrospectiva esencial con comentarios detallados de cada uno de los temas y un embalaje en el que destacan algunas de las portadas originales de aquellos discos que pusieron a bailar a toda una generación de afrobritánicos. ∎