n algún artículo anterior escribí que la música de ellas nos había rescatado de la pandemia. Cometí un error común que solemos hacer con el éxito y el talento de las mujeres, que es agruparlas en tercera persona del plural. Jamás se nos ocurriría hablar del “año de los científicos” o del “éxito de los solistas”, pero eso es algo que solemos hacer habitualmente con las mujeres. El extremo de esta invisibilización es cuando ese fenómeno se produce incluso al hablar de una mujer solamente. Ocurrió recientemente con la científica y médico Judith Giró, a quien los titulares de la prensa se refirieron como “joven española”, a pesar de idear un dispositivo revolucionario para detectar el cáncer de mama. Esa invisibilización recurrente es un reflejo del patriarcado en el que todos caemos a menudo.
Por ello, hay que ponerle nombre y apellido a las artistas que en estos últimos meses nos han sacado del pozo pandémico con su talento musical. La reina de la pandemia ha sido Dua Lipa, y su confirmación como cabeza de cartel del próximo Primavera Sound es algo que nos alegró la semana cuando lo supimos (al menos, para aquellos que se pueden permitir pagar la entrada, claro está).
Hoy me gustaría hablar de una artista catalana de la que oiremos hablar cada vez más, Queralt Lahoz, y de su nuevo disco, “Pureza” (2021). En una entrevista reciente realizada por Esteban Linés, la cantante afirmaba que “la gente todavía no me conoce, pero cuando me conozca más, más va a estallar la cosa”. Un titular pretencioso pero que sin embargo comparto. Queralt Lahoz ha hecho un disco 100% Barcelona, una creación que solo es posible en el área metropolitana de mi ciudad, esa mezcla de flamenco, R&B, hip hop y sonidos urbanos locales nuestros tan reconocibles. Alguien pensará de inmediato en una mezcla entre Rosalía y Mala Rodríguez, pero, para mí, Queralt Lahoz dibuja una fuerte personalidad propia. “Pureza” es el segundo trabajo de Queralt tras el EP “1917” (2019), y después de pasar por el dúo De La Carmela junto a Daniel Felices.
“Pureza” se proyecta hacia el futuro enraizado en la historia de la Cataluña contemporánea; la que construyeron miles de personas con sus manos llegadas desde todos los rincones del país. Especialmente emocionante para mí es el tema “De la cueva a los olivos”, dedicado a su abuela, que llegó de las cuevas habitadas de Granada a la Santa Coloma de Gramenet donde nació Queralt. La mejor manera de saber adónde quiere ir uno es saber de dónde viene, y la fuerza del sonido de Queralt es precisamente su profundo arraigo en la cultura musical de su barrio.
Pero hay algo distinto en Queralt, que probablemente tenga que ver con la profundidad de su voz. De todos los registros que despliega en “Pureza”, tengo especial debilidad por “Si la luna quiere”, que tiene un aire inconfundible a Lole y Manuel con aires electrónicos.
Lo que empezamos a descubrir poco a poco es que Rosalía no ha sido un fenómeno aislado, sino una expresión de una corriente de fondo que se está consolidando a base de artistas nuevos que revientan la cultura popular de nuestro país, siendo capaces de darle proyección global, algo que no veíamos desde hace muchos años en España. Y con fuerte protagonismo femenino. Algo que celebrar.
Echo profundamente de menos los directos, y por eso leí con mucha envidia las muy buenas críticas recibidas por Queralt en su reciente actuación en el Cruïlla XXS. Si tienen ocasión de escucharla en directo, no se lo pierdan. Ábranle paso. ∎