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Desde su estreno, la temática de “Euphoria” (2019-) –una serie coral de adolescentes de la Generación Z digerible y estética– ha hecho que su estrecha relación con internet sea fácil de explicar. Coincidiendo con el auge prepandémico de TikTok, esta obra de Sam Levinson mostraba una realidad aumentada de los outfits y las identidades que veíamos en esta red social y que aún nos quedaban un poco lejos al resto de la población.
El estreno de su segunda temporada ha sido recibido en internet por la puerta grande: esta vez las redes sociales se visten de memes. El primer formato que acogieron los fans fue el de los TikToks sobre el supuesto uniforme escolar de la serie, que siempre fuerza a los personajes a vestirse de manera excéntrica como expresión de personalidad de la generación posmilénica. A partir del estreno de su primer capítulo, el meme estrella pasa a ser la captura de un picado de Cassie, una de sus protagonistas, escondiéndose en una bañera.
Este acopio de las conversaciones digitales por parte de una serie que emite HBO Max muestra que el mundo de las plataformas de streaming está cambiando. Netflix empieza a perder el monopolio del coloquio en línea que empuja al visionado en masa de sus series. En Estados Unidos es la serie “Yellowjackets” –se emite en Showtime, que es más un canal a la antigua usanza que una plataforma de streaming, por lo que debe añadirse a otros servidores, como Movistar+ en España– la que está teniendo en la red un “efecto ‘Perdidos’ en 2007”.
El lunes Rosalía enseñó a través de TikTok un pequeño adelanto de “Hentai”, su nueva canción. En ella dice “te quiero ‘ride’ como a mi ‘bike’ / hazme un ‘tape’ modo ‘spike’ / yo la batí hasta que se montó / segundo es chingarte / lo primero es Dios”. Guste o no guste, es peak meme material. Mientras, la gente en las redes discute de puntillas sobre si el cambio de registro desde “El mal querer” (2018) a lo que parece que será “Motomami” es cosa suya o de los ejecutivos que hay detrás… Pero Rosalía no sería la primera persona que aprovecha TikTok para ponerse en boca de todos.
“abcdefu” de GAYLE es una de las canciones que más ha aparecido en nuestros TikToks los últimos seis meses. Esta chica estadounidense de 17 años pedía colaboración a sus seguidores en esta red social para hacer una canción sobre su ex. De ahí nació “abcdefu”, que fue un hit viral en pocos días, demostrando que internet ama las historias de Cenicienta por encima de todo. Como cuando Justin Bieber fue descubierto por Usher, supuestamente. Hace un par de semanas, el usuario @danielswall exponía en otro TikTok viral la conexión entre la cantante y Nancy Berman –jefa de marketing digital de Atlantic Records– desde aquel principio supuestamente orgánico y mágico.
TikTok también da viralidad a quien no lo desea. Caleb, de 25 años y diseñador en West Elm, pasó de ser un perfil cualquiera de Tinder/Hinge a convertirse en protagonista de uno de cada cinco vídeos que salían en tu FYP de TikTok el jueves. Decenas de chicas están haciendo vídeos contando sus experiencias con este donjuán de Nueva York, al que conocieron en apps de citas. Todas caen en la cuenta de que están saliendo –o que han salido hasta que las ha ghosteado– con el mismo chico.
Hacer a chicos responsables de manipular a decenas de mujeres y los buenísimos memes que está dando el asunto son un “sí”. Pero TikTok tiene un importante problema de doxxing. La facilidad de la plataforma para viralizar a gente con pocos seguidores –cosa que cuesta más en otras redes sociales donde el contenido depende de a quién sigues– y la falta de conciencia sobre las consecuencias que esto puede tener en una comunidad de mayoría adolescente hacen que gente como Caleb o Couch Guy pasen a ser figuras públicas de la noche a la mañana. Cientos de chicas se han unido ahora a la investigación de quién es West Elm Caleb y, aunque por ahora son simplemente chicas contando sus experiencias propias, es solo cuestión de tiempo que el acoso a este chico traspase ciertos límites.
Ninja saltó fuera de ámbitos exclusivamente gamers cuando batió el récord de espectadores simultáneos de Twitch jugando una partida de “Fortnite” con Drake, Travis Scott y Juju Smith-Schuester en 2018. A día de hoy, encabeza la lista de canales de Twitch con mayor número de seguidores: 17 millones. Con casi nueve millones de seguidores, Pokimane está en la novena posición de esa lista y la primera en la de las mujeres streamers.
Partiendo de esto, los hechos que han sacudido Twitch mundial la última semana son los siguientes: el streamer y youtuber JiDion raideó el stream de Pokimane (“raidear” significa mandar a tus espectadores tras finalizar tu stream al stream de otra persona, en este caso con fines de acoso y spam). JiDion se ganó un ban de dos semanas por ello, pero el continuo acoso a Pokimane por otras redes sociales hizo que Twitch lo transformase en un “baneo” permanente. JiDion pidió entonces ayuda a Ninja, y este le dijo que, dentro de lo poco que puede hacer por él, escribiría a un representante de Twitch para que revisaran su caso. Pokimane habló de ello en un stream propio y lo enfocó como si Ninja hubiese ayudado a alguien que la acosa activamente. Tras unos días de disputa semipública por las redes, ahora Ninja y su mánager/esposa Jessica Blevins están amenazando con denunciar a Pokimane por difamación, alegando que nunca llegaron a escribir a ningún representante de Twitch.
Más allá del drama del momento y del debate interminable de la misoginia en comunidades gamer, hechos como estos evidencian la necesidad de revisar las mecánicas y herramientas que facilitan el acoso en plataformas digitales. El “raideo” es en teoría un instrumento para facilitar el flujo entre bases de fans de diferentes jugadores. En la práctica, sin embargo, también habilita el spam y las cacerías digitales. A Twitch, por supuesto, le sale mejor moderar las acciones de sus usuarios a posteriori que replantear esta herramienta, que favorece que sus usuarios nunca dejen la plataforma. ∎