Los paseos de Will Burns en “La Linterna de Papel” –desconcertado como todos durante el primer gran encierro de la pandemia– funcionan como unas memorias y como disertación sobre los tiempos actuales, a través de las particularidades de un lugar donde la clase acomodada londinense se escapa y mira con recelo –aunque con esa politeness tan característica– a su madre tatuada y su padre melenudo mientras él solo espera que llegue el momento de terminar el turno del pub familiar para saltar al lado correcto de la barra. Cesc Guimerà

“El otro lado” es un festín para los admiradores de Mariana Enriquez, más de ochocientas páginas que recogen gran parte de su obra periodística. Permite zambullirse sin escafandra en las filias y fobias de la escritora bonaerense, en sus mundos privados y en sus obsesiones con escritores, cineastas y músicos. Enriquez, carne de fan y con un estilete infalible para transmitir su entusiasmo hacia determinadas figuras que configuran nuestro universo pop(ular), también se muestra franca y sin remilgos en los fragmentos más autobiográficos. Juan Cervera

No hay un posicionamiento moral en “La familia”. No hay lecciones, no hay conclusiones. Las circunstancias son las de una familia en particular. Hay neutralidad al servicio de la ficción. Sara Mesa rehúye el debate político, social e identitario. Lo que sí se percibe es la constante presencia foucaultiana sobre el poder no solo ejercido desde los grandes mecanismos de coacción regulados, sino también desde una microfísica que abraza todas las formas de relación interpersonal. Cesc Guimerà

¿Miedo y asco en Benidorm? ¿Un thriller cubista repleto de elipsis que parece que alguien haya deshojado al azar? ¿El reverso tenebroso de “Todo bajo el sol”, de Ana Penyas? Ni rastro de grasa, mucho menos de tonterías narrativas, en “Spanish Beauty”, 120 páginas de escritura tensa, de diálogos puntiagudos y descripciones aceradas que se asoman al abismo de las deudas pendientes y a los bajos fondos de una ciudad que si luce oscura y retorcida, es porque negras son también las intenciones de quienes la habitan. David Morán

Salvaje diorama de una de las guerras más cruentas del siglo XX, “Compasión por el diablo”, escrita de forma seca y directa, es la crónica –demencial, surrealista, atroz, divertida en su sinsentido– de unos personajes enredados en un conflicto perverso acostumbrados a decisiones absurdas y (casi) insensibilizados ante las masacres y las “misiones” más gratuitas y truculentas. También, el reflejo de la dificultad para reintegrarse en la vida cotidiana lejos de la geografía del país de Ho Chi Minh. Juan Cervera

Franco y brutal, escrito con una prosa limpia, ponderada y dinámica (traducida estupendamente por Ce Santiago), “Dos veces en el mismo río” puede leerse como un suculento compendio de aventuras, entre Jack London y Jack Kerouac, o como un ensayo sobre la madurez y los pozos negros de la masculinidad. En cualquier caso, otro imprescindible de un escritor inexcusable como Chris Offutt, que nos ha llegado casi al mismo tiempo que “Los hijos de Shifty”. Juan Cervera

No hace falta decir que a estas alturas de su carrera Patrick Modiano domina sin (aparente) esfuerzo todos los resortes de la evocación con una prosa que es profunda y liviana, elegante y magnética –vertida al castellano en otra impecable traducción de María Teresa Gallego Urrutia–, y que “Tinta simpática” es otra sólida pieza en ese gran edificio siempre en construcción que propone un autor dedicado, cual arqueólogo emocional, a hurgar en las ruinas de lo que fue o pudimos ser. Juan Cervera

No cabe otra que rendirse ante una evidencia mayor: la de estar ante una de las experiencias narrativas más apasionantes que nos ha brindado la literatura española en estos últimos años. Y es así por varias razones. La primera de ellas por el propio estilo empleado por el autor a la hora de enhebrar en “Malaventura” tan inspirada revitalización de las formas derivadas del neorromancero. Porque, no nos engañemos, este libro de estilo clásico lo es, precisamente, por destilar modernidad por los cuatro costados. Marcos Gendre

“Agua y jabón” es un puzle de textos breves cargados de conocimiento e ironía, un carrusel de palabras que aúna pasajes autobiográficos, ensayos minúsculos sobre grandes (y no tan grandes) nombres de la historia que nos conduce por lugares, formas, sabores, colores y olores en un paseo desordenado a la caza de la belleza, la elegancia y la sabiduría, intentando atrapar esos fogonazos que embelesan y que pueden ocultarse tanto en el pasado como en la modernidad, sin distinciones entre “baja” y “alta” cultura. Juan Cervera

Logrado híbrido entre memoria personal y la investigación sobre la vida de Carson McCullers (1917-1967), firmante de clásicos como “El corazón es un cazador solitario” (1940). “Mi autobiografía de Carson McCullers” nos habla de lo débil que es el papel sobre el que se escriben las biografías ajenas: muchas veces esquinan deliberadamente aspectos que no quieren ser aireados. Propone un periplo bastardo y admirable hacia el conocimiento de la vida, una guía sobre el borrado del pasado y un espléndido manifiesto sobre el autoconocimiento a través del arte. Juan Cervera

Con ritmo de thriller, un sentido del humor tan depurado como infalible, una sensacional capacidad para recoger las distintas voces de los convocados y cameos de prestigio –Philip Glass, ayudante de Richard Serra en los primeros años de la carrera del escultor; César Aira, Oriol Bohigas, Marcos Morau (La Veronal), Jean Nouvel…–, “Obra maestra” se alza como un portentoso artefacto literario que hace honor al incidente del que ha germinado. Juan Cervera

“Piedra, papel, tijera” reúne diez relatos fechados entre 2011 y 2017, diez paradas en un viaje por la Rusia alejada de las grandes urbes que nos permite asistir al día a día de hombres y mujeres en su constante combate por una vida digna en el marco de una sociedad donde la corrupción y el deterioro moral parecen el alimento de cada día. Funcionarios, políticos, albañiles, maestros, guionistas o médicos deambulan por sus páginas entre los escombros del sueño soviético. Juan Cervera

Muertes, misterio y sordidez se entremezclan en “Tierras muertas”, un relato seco como la piedra pómez. Por lo visto en este debut, Núria Bendicho Giró contempla el acto de escribir como una lucha sin cuartel por dotar a sus personajes de la esperanza robada a su desdichado tránsito por la vida. En base a esto, la autora catalana estructura el origen maldito de sus creaciones como brújula existencial de los actos que marcan una existencia vivida tras los barrotes de la imposibilidad de evasión vital y geográfica. Marcos Gendre

Dimitri Verhulst se destapa como estilista del desapasionamiento. Sus descripciones no transmiten vida ni muerte. Se podría decir que estamos ante el extremo más alejado del brío desbocado de Céline: hila sentencias con frialdad quirúrgica. En “Nuestro corresponsal en el vacío” no asoma ni un gramo de poetización de la miseria. Radiografía de la autodestrucción que desarrolla con mimetismo selbyniano, al mismo tiempo que le sirve para reflexionar sobre la percepción del arte, pero ante todo sobre la soledad absoluta. Marcos Gendre

El mundo es un lugar extraño, sin duda, y la escritora boliviana Liliana Colanzi –profesora de literatura latinoamericana en Cornell (Nueva York)– sabe cómo encapsularlo en páginas que se desparraman por senderos imprevistos para atraparnos en el ámbar del desconcierto y la fascinación: solo hay que entrar en los nueve apartados de “La cueva”, el cuento que sirve de pórtico a “Ustedes brillan en lo oscuro”, para constatar que su capacidad de fabulación, comprimida en pocas páginas, no conoce límites. Juan Cervera

“Siempre medianoche” es el recuento de la bajada de Jerry Stahl a los infiernos de las drogas duras, de sus eternos días y noches a base de cocaína, heroína y crack. Un recuento, tan descarnado como exento de moralina, que nos sitúa frente al espejo de la rutina de un yonqui que solo es capaz de percibir el mundo por medio de las sustancias que introduce en su cuerpo y que llega a su “punto límite cero” una noche apocalíptica durante los disturbios de Los Ángeles de 1992 por la absolución de los policías que apalizaron a Rodney King. Juan Cervera

“Pánico” es un Ellroy en versión hiperconcentrada que, por más que haya cambiado la metralleta por el staccato y la frase afilada por la elasticidad del malabarismo lingüístico, sigue dando en el blanco con admirable precisión. Es, pasen y lean, irreverente y deslenguada. Una novela ferozmente divertida e incorrecta hasta extremos inimaginables. Un libro para pasárselo en grande mientras Ellroy se enfrenta a puñetazos a sus fantasmas favoritos. Y si algo bueno tiene Ellroy es que, haga lo que haga, siempre gana. David Morán

“Ceniza en la boca”, con su estructura de pequeños capítulos fragmentados y un lenguaje seco y directo que eleva lo coloquial a poesía cotidiana, nos habla de amor intrafamiliar y de abandono, del descubrimiento de la vida y de las desigualdades que clavan sus aguijones ante cualquier intento por progresar, de xenofobia, desarraigo, machismo y violencia estructural: es un relato de supervivencia (sin luz al final del túnel) y del cansancio vital que provoca la lucha constante en un mundo despiadado. Juan Cervera

Graeme Armstrong es tajante en cuestiones que ha vivido en primera persona (los drogas no tienen la respuesta a la desazón vital; la adicción se supera con constancia y con la intuición de que detrás de los muros roñosos del barrio quizá brille el sol) y “The Young Team” las recoge con una fuerza testimonial formidable y emotiva (en este tipo de batallas siempre hay alguien que se queda por el camino). Como se lee en un breve y gran momento metaliterario: no, no todo es escoria en Escocia, Irvine. Juan Cervera

Lo que hace que “Buena suerte” no sea en realidad otro libro más de Nickolas Butler es la nube de oscuridad y el aura de suspense que cubren la mayor parte de la acción. Por mucho que el autor parezca resistirse un poco a la idea, esto es un thriller. Quizá no de aeropuerto, sin un cadáver en la primera página o el primer capítulo, ni más giros de la cuenta, ni final explosivo, pero thriller. Y al subvertir –voluntaria o involuntariamente– todas las expectativas, Butler se marca una muestra especialmente memorable del género. Juan Manuel Freire

Catorce relatos que son catorce mundos oscuros e imprevisibles que nos guían por una galería de situaciones y personajes retorcidos y sorprendentes que ponen de manifiesto el fabuloso poder de la bostoniana para poner el dedo en la llaga de unos seres perdidos y primarios, espejos de una sociedad enferma y degradada. Con su bisturí afilado e inclemente, “Nostalgia de otro mundo” nos hipnotiza con su prosa eléctrica y descarada en una receta salpimentada con sexo chungo, relaciones en coma, soledades oceánicas y freaks a la caza de estabilidades imposibles. Juan Cervera

“Utopia Avenue” es un delicioso y arrollador artefacto narrativo: un novelón de 620 páginas que funciona a la perfección como vibrante cápsula del tiempo con la que David Mitchell –el autor de “El atlas de las nubes” (2004)– viaja a 1967 y, cual aplicado entomólogo, coloca el microscopio sobre Denmark Street, los estudios de Lime Grove, el Soho, el UFO Club y, en fin, sobre todos los puntos cardinales del bullicioso, contracultural y a ratos también sórdido Londres de finales de la década. David Morán

En las más de 450 páginas de “La ciudad de los vivos”, el escritor italiano Nicola Lagioia (Bari, 1973) –Premio Strega en 2015 por “La ferocia”– se sumerge hasta el tuétano en esta historia alejándose de titulares chillones y del fango de las redes sociales para intentar entender lo incomprensible, para arrojar luz sobre esa perpetua banalidad del mal que se acurruca en los rincones más profundos del ser humano.

Su investigación polifónica –que ha sido comparada con la llevada a cabo por Truman Capote en “A sangre fría” (1966)– se nutre de documentos judiciales, entrevistas con familiares y amigos de los implicados, escuchas telefónicas y pruebas de audio y vídeo para ofrecer un grandioso retrato de disfunciones familiares, confusión sexual, clasismo, vacío existencial, precariedad y adicciones en el marco de una Roma al borde del colapso y con la brújula moral pulverizada por el hedonismo y la ausencia de compromisos.

Más absorbente y apasionante que cualquier thriller –esta realidad es, desgraciadamente, superior a la ficción–, “La ciudad de los vivos” irradia el diagnóstico de una sociedad enferma que parece haber olvidado definitivamente la empatía, desdibujando sin vergüenza la frontera entre víctimas y verdugos. Juan Cervera

Todo en “La más recóndita memoria de los hombres” remite a “Los detectives salvajes” (Roberto Bolaño, 1998): desde el título, una cita literal del libro, a buena parte de la trama, orquestada alrededor de las pesquisas de un joven escritor africano para descifrar la misteriosa llegada y desaparición del mundo de un autor maldito. Así, mientras que Arturo Belano y Ulises Lima salieron en busca de Cesárea Tinajero, Diégane Latyr Faye hace lo propio con la esquiva leyenda de T. C. Elimane, escritor de culto que, del mismo modo que apareció de forma fulgurante en 1938, desapareció en cuanto le empezaron a llover acusaciones de plagio. Una historia inspirada en la desventura real del maliense Yambo Ouologuem, ganador del Renaudot en 1949 y señalado por copiar y fusilar, no necesariamente en este orden, a Graham Greene, Maupassant, Flaubert, la Biblia y la Torá.

De la magia de la creación y el milagro de la lectura trata esta novela de escritura arrolladora y torrencial; una fabulosa vuelta al mundo y al calendario que funde lo detectivesco y lo iniciático, lo elevado y lo humorístico, mientras sacude avisperos raciales, lingüísticos y sociopolíticos. Un prodigio técnico que brinca entre África y Argentina, entre el París contemporáneo y los ecos de la Primera Guerra Mundial, para interrogarse sobre el significado de la creación y el papel del escritor. Bolaño, sin duda, hubiese estado orgulloso de su epígono africano. David Morán

“Idaho” es la primera novela de Emily Ruskovich, publicada en septiembre de 2020 por la editorial Les Hores con una exquisita traducción al catalán de Àfrica Rubiés Mirabet, y que llega en castellano de la mano de Random House con traducción de Antonia Martín. La historia salta de tiempo y personajes, y deambula entre 1973 y 2025 de una forma tan sútil que todo es fácil y no hay pérdida posible. Nos situamos en las montañas de Idaho, en las mismas montañas donde una imagina escribiendo a Emily bajo capas de mantas, con ese pelo desaliñado de la foto.

Una familia vive aislada en una casa, entre colinas, rodeada de poco más que cabras, pájaros y pinos. Un día de extremo calor y moscas que muerden la piel, el matrimonio y sus dos niñas se encuentran en el campo trabajando. La madre entra en la camioneta para descansar y tomar un vaso de limonada y de golpe… De golpe sucede algo que la autora diestramente esconde a lo largo de las páginas y va desmenuzando de forma lenta y magnética. Si la tuvieras al lado suplicarías más información, le harías preguntas del cómo y el porqué. Pero lo hace con la parsimonia suficiente de quien sabe que tiene al lector enganchado.

“Idaho” comprende una trama que permite a la autora alcanzar temas de cierta trascendencia, como lo complicado de la maternidad sin ayudas, la similitud de los celos entre hermanas o los celos por amor, la soledad de la demencia senil y el aislamiento cuando no es buscado. Y todo ello con una escritura directa y sencilla que va en escalada, tensando el hilo con un virtuosismo propio de quien lleva mucho tiempo escribiendo. O simplemente tiene un don.

Me hubiera quedado a vivir en el mundo montañoso de Emily. Este libro es como un cepo, como esas cuevas oscuras en las que sabes que no debes entrar, pero hay algo que tira de ti, quieres saber qué hay ahí; al final, es como si algo tirara fuertemente de ti hacia la oscuridad. Qué maestría. Andrea Gumes