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Bailando sin salir de casa. Ilustración: Lorenzo Montatore
Bailando sin salir de casa. Ilustración: Lorenzo Montatore

TOP 2021

2021: canciones de auxilio y liberación para días todavía raros

Replegamientos forzados por la pandemia o la paranoia virtual. Energías pop descentralizadas. Discos de separación y, con suerte, reconstrucción. Baile doméstico o solo con nuestra mente. Burbujas de nuevo jazz espiritual. Low, siempre Low. El hip hop en sus infinitas y mutables caras. Un nuevo pop (en) español. Folclore de nuevo cuño sobre lo local y lo cósmico. En un año en que seguimos sin poder movernos del todo libremente, la música no pudo estar menos quieta.

27. 12. 2021

2021 ha sido un año de transición (en la visión más optimista) y cansancio, quizá más parecido a 2020 de lo que soñábamos. Creíamos haber empezado a superar la pandemia cuando llegó la variante delta. Hacíamos grandes planes de Navidad cuando llegó la ómicron. De nuevo, ir al cine es un pequeño desafío; se hace el esfuerzo por los títulos señalados, pero se arriesga lo justo y se sigue apegado al visionado digital. Aunque hemos avanzado algo, estamos instalados en esos “días raros” sobre los que cantaba Kiko Veneno el año pasado; quizá por eso tiene sentido que el tema aparezca en “Hambre”, su aventurado disco de 2021.

Seguimos en mitad de la ansiedad y la inconstancia, o absorbidos por lo que en budismo se llama “mente de mono”: viajar sin descanso de un pensamiento a otro. Según la popular aplicación para aprender idiomas Duolingo, la frase clave de 2021 es “estoy agotado mentalmente”. ¿Y la música clave de 2021? Difícil aglutinar una sensación principal, un sonido que lo resuma todo; si fuera tan simple, sería un medio expresivo mucho menos rico. Pero se aprecia una cierta tendencia al replegamiento (sobre todo en pop y electrónica), en parte forzado por las circunstancias; una tendencia a la reflexión no siempre exenta de tensión; o una nueva conciencia de lo que hemos sido, como cultura(s) e incluso como especie, y que deberíamos preservar. Debajo, doce posibles fragmentos para resumir otro año extraño.

La Gen Z madura casi de golpe

Respeto a los jóvenes, ahora y siempre. Lil Nas X ha demostrado ser más, bastante más, que otro fenómeno efímero nacido de la caprichosa maquinaria de TikTok. Su primer álbum en toda regla, “MONTERO”, es un pequeño monumento de pop queer entre la depresión y la liberación. Otra estrella propulsada por la aplicación, Doja Cat, también ha madurado, al menos sónicamente: grandes confecciones pop con vistas a trap y dancehall, la mejor de ellas “Kiss Me More”, con SZA.

El cambio ha sido aún más completo, de forma y fondo, en Billie Eilish, Lorde o Clairo, que han firmado discos tranquilos (el más destacado, el “Happier Than Ever” de la primera) sobre la tranquilidad de apearse de la fama o buscar el verdadero “me time”. Ser una joven estrella del pop ahora mismo es pura neurosis, como nos ha mostrado el reivindicable documental “Billie Eilish. The World’s A Little Blurry” (R. J. Cutler, 2021): ¿cómo controlar el incontrolable discurso online? Además del filme de Cutler, un posible programa de grandes documentales musicales del año debería incluir el sublime “Summer Of Soul” (Questlove, 2021) o las casi ocho horas, no menos reveladoras, de “The Beatles: Get Back” (Peter Jackson, 2021), uno de los mejores retratos jamás vistos, vía The Beatles, de un concepto tan difuso como el de la colaboración creativa.

Sigue la descentralización

Empezamos a escribir un resumen anual y nos concentramos enseguida, sin querer, en las figuras pop anglosajonas. Pero el pop ahora es otra cosa. O mejor dicho, es tan amplio y ancho y global como siempre, pero ahora hay más orejas atentas a lo que pasa lejos de los antiguos puntos supuestamente neurálgicos.

2021 fue el año en que el k-pop acabó de instalarse en la imaginación colectiva. La barrera del idioma, sea como sea, puede seguir ahí: quizá por eso TWICE lanzaron su primer single en inglés (“The Feels”), y BTS, el segundo (“Butter”); ambos empujados por grooves disco. También es fácil imaginar los reflejos de la bola de espejos con “Todo de ti”, el megahit de Rauw Alejandro, uno entre los diversos astros del reguetón y el trap latino que han desafiado ideas instaladas sobre cómo suena la música bailable de Puerto Rico: Jhay Cortez, Eladio Carrión o, por supuesto, Bad Bunny (gran hit “Yonaguni”) también están en ello. Algo ha cambiado cuando un tema del nigeriano WizKid, el hit afrobeats “Essence” (con Tems), puede ser hit global incluso antes de que Justin Bieber se incorpore al inevitable remix.

Transparencia ante todo

Los grupos del k-pop triunfan a pesar de incumplir un requisito clave para la fama en 2021: una transparencia biográfica que permita a los oyentes desarrollar relaciones parasociales con los artistas. Gracias a esa (sensación de) veracidad han obtenido tanta atención los discos de ruptura de Kacey Musgraves (“star-crossed”), Adele (“30”) o Jazmine Sullivan (“Heaux Tales”, o, como mínimo, el single “Pick Up Your Feelings”), así como la revivificación de traumas pasados de Taylor Swift en la nueva versión de su disco de 2012 “Red”. Sin dar tantos detalles, James Blake ha compuesto las canciones más directas de su carrera en “Friends That Break Your Heart”; entre ellas destaca el dueto con SZA “Coming Back”, casi como de unos Pimpinela actualizados.

Terapia y resurrección

También en respuesta a una ruptura compuso Indigo De Souza “Any Shape You Take”, su disco de salto del grunge-pop al pop a secas, al menos en nuestra canción favorita del lote: “Hold U”, menos centrada en la conmiseración que en la liberación. Muchos otros grandes discos de la órbita indie llegan firmados por mujeres en plena resurrección: “Geist” de Shannon Lay y “Show Me How You Disappear” de IAN SWEET, ambos el bello producto de sesiones de terapia; o discos presentes en nuestras listas como “Valentine”, de Snail Mail, grabado por Lindsey Jordan tras pasar por una clínica de desintoxicación, o “Jubilee”, de Japanese Breakfast, el intento de Michelle Zauner de cambiar el luto por algo parecido a la aceptación y la celebración.

Agotado mentalmente. Ilustración: Lorenzo Montatore
Agotado mentalmente. Ilustración: Lorenzo Montatore

Bailando sin salir de casa

La canción internacional del año en Rockdelux es, merecidamente, “Marea (We’ve Lost Dancing)”, de Fred again.. con The Blessed Madonna: el himno de baile que mejor ha recogido nuestra tristeza por las pistas cerradas y el tacto humano perdido. Con los clubes cerrados durante año y medio, es normal que la electrónica bajara de revoluciones, o quizá que nuestros oídos estuvieran más atentos a todo lo que rimara con home listening. Eso incluye discos como “Reflection”, de Loraine James, nacido del interés de su autora por hacer algo más lento, cercano al R&B y UK Drill; la fiesta para auriculares “Agor” de Koreless; el mágico “Nocturno” de Sau Poler, o el maravilloso “Colourgrade” de una Tirzah todavía más introspectiva de lo habitual y con aires casi orgullosos de domesticidad. Sea como sea, el EP del año es “Watch Out!”, ese homenaje de India Jordan menos a la estasis que al UK hardcore de los 90.

Jazz para desaparecer dentro

Para elevarse un poco por encima del ruido innecesario, nada mejor este año que el resurgido ambient jazz, un sonido que, como escribía Philip Sherburne en ‘Pitchfork’, “parece particularmente oportuno, dada la pausa obligatoria que hemos sido forzados a aguantar durante casi ya dos años, así como la pertinaz sensación de extrañeza que flota sobre tanta vida moderna”. Dos discos en particular: “Space 1.8”, el planeador debut de la arpista y compositora Nala Sinephro (en el que participa Eddie Hick, cuyos Sons Of Kemet han brillado con “Black To The Future”), pero, sobre todo, el “Promises” de Floating Points, Pharoah Sanders y una atmosférica The London Symphony Orchestra, experiencia trascendental en toda regla.

También de jazz exploratorio se nutren “An Overview Of Phenomenal Nature”, de Cassandra Jenkins, obra maestra ambient-folk-jazz sobre la vida y la mortalidad, o el inmenso “Sound Ancestors” de Madlib (arreglado y editado por Kieran Hebden aka Four Tet), juego en realidad con los más diversos sonidos; aquí el funk puede surgir de una guitarra flamenca del grupo brasileño Quartabê, o la melodía del “Searching For Mr. Right” de Young Marble Giants.

¿Y qué son los géneros?

Un resumen del año musical debería hablar de géneros y subgéneros en auge, pero ¿qué son los géneros ahora mismo? El género de Madlib es la música. Nada es sagrado ni intocable ahora mismo: el hardcore ya es bien poco straight edge, como demuestran los experimentos nada lineales de Turnstile (“GLOW ON”) y The Armed (“ULTRAPOP”). En los últimos años se ha hablado de tantas cosas para hablar de hyperpop que ya no sabemos muy bien de qué trata, aunque parece buena etiqueta para momentos de Magdalena Bay, Arca (sobre todo “KiCk ii”) o Danny L. Harle. Con más lógica se ha hablado este año de punk con dos prefijos distintos: el post-punk (teñido de spoken word) ha regresado con fuerza a través de Dry Cleaning (“New Long Leg”), Black Country, New Road (“For The First Time”) y Squid (“Bright Green Field”); el pop-punk de los primeros dosmiles, con diversos hits de Olivia Rodrigo, girl in red e incluso WILLOW.

Low, un género aparte

Desde hace mucho tiempo y, sobre todo, desde “Ones And Sixes” (2015), Alan Sparhawk y Mimi Parker han intentado comprender la electrónica y usarla con su voz. En el torrencial “HEY WHAT”, esta búsqueda (siempre bien guiada por el productor BJ Burton) alcanza su expresión más sanadora, catártica: muros de ruido blanco y erupciones de distorsión hiriente en contraste con las voces más puras. Innovadores después de casi treinta años, Low no suenan a nada más que a la mejor versión, quizá, de ellos mismos. Algo así merece la distinción de mejor disco internacional de 2021.

Urgencia climàtica. Ilustración: Lorenzo Montatore
Urgencia climàtica. Ilustración: Lorenzo Montatore

Hip hop es todo

¿Recuerdan cuando en el hip hop se daban unos ciertos códigos, tanto temáticos como sónicos, y quien se los saltaba no era hip hop? Esta idea hace tiempo que saltó por los aires: se puede cantar, se puede ser vulnerable, o se puede ser tan abiertamente gay como Lil Nas X, mal que pese a DaBaby.

El fallecido este año DMX mostró un camino más allá del bling-bling, más centrado en el trauma personal y social, que todavía hoy sigue inspirando. En su álbum homónimo, el atlético Vince Staples ha sorprendido relatando sus experiencias pandilleras con otro grado de intimidad. También Tyler, The Creator lloró la muerte de DMX. En el poderoso pero frágil (en el mejor sentido) “CALL ME IF YOU GET LOST” hace honor a esa influencia por el casi inesperado aplomo con que rapea.

Como Tyler, pero desde el otro lado del Atlántico, Little Simz ha tendido puentes entre injusticias sociales y crímenes (quizá propios) del corazón en el expansivo “Sometimes I Might Be Introvert” (su coproductor Inflo, por cierto, ha vuelto a dejar huella con “NINE”, de su proyecto SAULT). El hip hop puede brillar desde todos los ángulos geográficos, como demuestra desde la explosión grill de Ghana a, seamos más chovinistas, la buena salud en España tanto del trap (cuidado con Chill Mafia) como del rap de la quizá mal llamada vieja escuela: véanse los alardes legítimos de Toteking en “The Kingtape”.

El otro pop español está aquí

Los artistas de nuestra (antigua) órbita urban pueden no ser tan punk ni nihilistas ni querer matar a sus ídolos: el último disco de C. Tangana (“El Madrileño”) y el primero a su nombre de su productor Alizzz (“Tiene que haber algo más”) son revisiones atrevidas de la tradición; española y latinoamericana en el primero, más anglosajona e indie en el segundo. Así se está construyendo el nuevo pop español: no partiendo desde el cero imposible, sino con conciencia de lo que vino antes en nuestra herencia popular, y eso incluye desde la tecno-rumba (Rojuu sampleando a Camela en “Love 2 Camela”) al bolero (el puente del “Wu wu” de Sen Senra).

Todo parece posible en el pop hecho aquí: de un R&B indie en delicado catalán (Ferran Palau, MTINES) a bachatas a medias con dioses del R&B mainstream (“La fama”, de Rosalía feat. The Weeknd). Comercialidad y riesgo se confunden de forma gozosa, en algún caso gozosamente rabiosa: escúchese (non stop) “MERICHANE” de Zahara, canción nacional del año. Otro pop español no es solo posible, sino que está aquí.

Neofolclore

Tras la cancelación de 2020, el festival de “músicas del mundo” La Mar de Músicas de Cartagena volvió con una edición “Especial España”. No es que fuera lo más práctico, es que era lo suyo. Oportunidad para explorar las múltiples formas en que los artistas nacionales están explorando y renovando raíces antiquísimas. En el programa estaban Tarta Relena y su repertorio antiguo devuelto al presente (o al siglo XXX) a través de interpretaciones vocales intensas o texturas digitales; Baiuca, con su reelaboración bailable de sonidos y conceptos de la tradición gallega; Queralt Lahoz, cuyo “Pureza” es, en realidad, un alarde de heterodoxia flamenca; un adepto de la reinvención como Kiko Veneno, capaz de sorprendernos (otra vez más) con el semielectrónico “Hambre”; Verde Prato, cuyas canciones de hipnótica sobriedad echan raíces en el folclore vasco, o Califato ¾, conocidos por llevar a Enrique Morente a una rave psicodélica en “La bía en roça”. También podrían haber estado, de hecho, Soleá y Kiki Morente: la primera ha acercado el flamenco al dream pop y post-punk en “Aurora y Enrique”; el segundo se renueva con teclados y programaciones en “El cante”.

Urgencia climática

También a La Mar de Músicas fueron, claro, Maria Arnal i Marcel Bagés, pero me los guardaba como enlace con este párrafo dedicado a la noticia del año, insistencia del coronavirus aparte: el mundo se acaba (si no ponemos remedio ya mismo). De eso trata, en cierto modo, el infinito (disco nacional del año) “CLAMOR”: del fin del mundo, o al menos del mundo tal y como lo conocíamos; de una transformación en lugar de solo el apocalipsis.

Otros grandes discos de 2021 han recordado los lazos que nos atan al planeta: en “Fyr Wave”, la productora electrónica Hannah Peel equipara los ciclos de la Tierra con los del ser humano; en el bellísimo “Ignorance”, The Weather Station clama contra la ignorancia ecológica con pancartas sutiles. Una de ellas, incluida en “Loss”, es un préstamo de una amiga activista ecologista: “En algún momento, has de vivir como si la verdad fuera verdadera”. Ese momento es ahora mismo. ∎

Han colaborado en la elaboración de las listas de Rockdelux con lo mejor del año 2021:

María Adell, Ricardo Aldarondo, Matías Ayerza, Vicenç Batalla, Octavio Beares, Alejandro G. Calvo, David Camarero, Aïda Camprubí, Ben Cardew, Santi Carrillo, Quim Casas, Gerard Casau, Tamara G. Cascales, José Manuel Caturla, Juan Cervera, Luis Cerveró, Javier Corral “Jerry”, Teresa Cuíñas, Javier de Diego Romero, Patri Di Filippo, Begoña Donat, Philipp Engel, Edu Fernández, Santi Fernández, Teresa Ferreiro, Juan Manuel Freire, Susana Funes, Xavier Gaillard, David Galbete, Álvaro García Montoliu, Marcos Gendre, Alfonso Gil Royo, Cesc Guimerà, JuanP Holguera, Aleix Ibars, Eulàlia Iglesias, Jordi Isern, Toni Junyent, Luis Lles, César Luquero, Elisa McCausland, Beatriz Martínez, Miguel Martínez, Ainhoa Marzol, Alba Molleda, Juan Monge, David S. Mordoh, Marc Muñoz, Víctor Navarro-Remesal, Bea Nieto, Carles Novellas, Marta Pallarès, Joan Pons, Miquel Queralt, Alberto Richart, Pablo Ríos, Cristian Rodríguez, Jesús Rodríguez Lenin, Diego Rubio, David Saavedra, Marta Salicrú, Xavi Serra, Al Sobrino, Félix Suárez, Miguel Tébar A., Víctor Trapero, Carolina Velasco, Gerardo Vilches y Manu Yáñez Murillo. ∎

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