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Lo que vimos ayer en el Palacio de los Deportes de Granada fue un paso adelante que no tiene vuelta atrás. Con un espectáculo muy medido y adaptado a los nuevos tiempos, lleno de éxitos que son puestos en escena con una propuesta que solo hemos vista a dos artistas de su generación como Rosalía y C. Tangana, “El Chino” da un giro de 180 grados y se prepara para ser un artista total.
El 11 de octubre de 2019, Dellafuente ofreció, seguramente sin saberlo, su último concierto hasta la fecha de ayer. Acompañado por Raimundo Amador y a los pies de la Catedral de Granada, se despidió de su ciudad por más de tres años en lo que a música en directo se refiere. Durante dicho período, la obra discográfica de Pablo Enoc fue creciendo con elaborados trabajos –a pesar del interesante pero fallido proyecto de “rock andaluz” bajo el alias de Taifa Yallah–, como el notable “Descanso en poder” (2020), el sobresaliente misticismo de “Milagro” (2021) y el EP “Tanteo” (2022). A lo largo de ese ciclo, se ha desconectado de forma intermitente de sus fieles seguidores –400.000 en Instagram, con una sola publicación– que esperan cualquier gesto de su ídolo para refrendarlo. Algunas publicaciones para difundir merchandising o anunciar dichos lanzamientos han contado entre sus escasos movimientos. Por eso la sorpresa fue mayúscula cuando hace escasas semanas anunció su vuelta a los escenarios con dos fechas en el Palacio de Deportes de Granada. Ambas agotaron el aforo en pocos minutos, no sin polémica, tras descubrirse que un portal de reventa de entradas se había hecho con un buen lote de tiques. El propio Dellafuente animó a sus seguidores a no comprar en ninguna plataforma que no fuese la oficial, añadiendo un claro mensaje –“hagamos posible una gira de estadios el próximo verano”–, dando pie a interpretar que habrá más fechas por el resto del país. No sin asombro, llegó el anuncio de una tercera cita, también agotada –esta vez en horas–, lo que implicaba un aforo total en estos tres conciertos de 22.000 personas. Algo que nadie ha conseguido nunca en su ciudad natal. Quizás estemos ante el advenimiento de un nuevo profeta.
Con el recinto lleno, el público impaciente formando largas colas desde primera hora de la mañana, la tensión por descubrir ese espectáculo “cincuenta veces superior a lo que pretendía” era notable. Para su realización se ha rodeado de nuevos aliados con los que crear una propuesta artística redonda que lo coloca directamente entre los mejores shows a nivel nacional. Si alguien espera de este renacido Dellafuente un concierto a la vieja usanza de la música urbana, ya se puede ir olvidando. Estamos ante un Dellafuente 3.0 que no solo canta, también interpreta, jalea al público e interviene en la creación musical. Pero, sobre todo, muy importante, se le ve feliz por reconectar con su gente.
Compareció vestido con chándal del Granada C.F. –curioso que el aforo del Nuevo Los Cármenes sea insuficiente para acoger a los asistentes de estas tres noches– dirigiendo una puesta en escena que podía imaginarse cercana al clásico artificio de luces LED, humo y pantallas. Y aunque hubo de todo eso, no se pareció casi nada a lo que estamos acostumbrados. Dellafuente nos quería contar una historia a su manera y, si no querías perdértela, no podías ni pestañear. Abrió el concierto rodeado por un grupo de bailarines, un cuarteto de cuerda, un coche y dos pantallas que ocupaban todo el set. Todo estos elementos acabaron dándole sentido a lo que ocurrió dentro y fuera del escenario a lo largo de hora y media.
Sonaron los primeros compases de ese aleluya que es “Milagro”, a los que siguieron “Dile”, “Tanteo”, “Amg-coco”, “Modo sigilo” para completar el primer medley de la noche, al que pusieron imagen y movimiento un grupo de actores que interactúan con elementos que cobraron vida en una escena que representa el lado más urbano del granadino. “K alegría” sonó con mucha fuerza, “Sanuk Sabai Saduak” y “La Recomellía“ reforzaron esa sensación de que estábamos viendo un set de rodaje. Segundos después cambió todo con “Vamos a pasarlo bien”. Se apagaron las luces y lo siguiente fue verlo entre el público cantando “Pelea”, “Octava maravilla” y “Romea y Julieto”. Sin duda, algo inesperado y que fue retransmitido al detalle por una steadycam –de la que nunca abusó– para regocijo de los que estaban a su lado.
De regreso al escenario, se sinceró con su gente: “Hay muchas cosas que no se van a repetir. Muchas gracias de corazón por venir esta noche”. Y luego pidió disculpas por haber estado ausente estos años. Pablo comienza a tocar al piano mientras canta la letra de “Silencio” entre el silencio general que por momentos se hacía más grande, hasta romperse con “Nana del miedo”, que fue coreada por todo el pabellón. “El Chino” insistía en pasarlo bien. “Vamos a divertirnos un poco más”, decía para presentar a Antonio Narváez, su principal colaborador, junto al que monta un set boiler room en el que “Nolahay”, “Algarabía” y “Teamo 123 bpm” suenan en versiones disco mientras son jaleadas por un público que se deja llevar totalmente.
Se anunciaron colaboraciones, pero estas no llegaron hasta la parte final. Pepe : Vizio con “Flores pa tu pelo” sobre un precioso fondo de olivos y almendros. La sorprendente –por visual e impactante– aparición de Israel Fernández para interpretar “De plata y madera”, a la que se añadieron cuerdas y un coro para iluminar todo el pabellón. Y, como no podía ser de otra manera, Maka le devolvía el favor –Dellafuente actuó en su concierto en el mismo recinto apenas un mes antes– cantando “La vida es” y “Te amo sin límites”. No faltaron otras de sus canciones de cabecera para encarar el último tramo con “13/18”, “Cuéntamelo”, “Pa’ mejor”, “Guerrera”, “Ya no te veo”, “Lo quiero ver” y “Veneno”. Todas completaron una puesta en escena sobresaliente a la que no nos tenía acostumbrados y que, salvando las diferencias artísticas de cada uno, se asemeja a las de Rosalía y C. Tangana por dinámica, medios técnicos, gestión de escenario y una visión artística que está a otro nivel.
En su despedida, Dellafuente hizo otro sincero agradecimiento al público y arrancó con “Pa’ mejor”, porque claramente esto ya solo va en esa dirección. “Consentía” puso el broche final a una gran noche, con el regreso por todo lo alto de un Dellafuente pletórico y con ganas de demostrar que hay mucho recorrido por delante. ∎