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Músico, frontman, agitador cultural y también desde hace unos años director de cine, Fermin Muguruza es una cara conocida desde hace casi cuatro décadas. Es una obra llena de canciones cuyos pases se convierten por momentos en un concierto. No podíamos dejar pasar la oportunidad de pedirle una lista musical que también lo es de su trayectoria y de su vida.
En el amor por la música hay grados. Hay quien –quizá incluso algún lector o alguna lectora de este medio musical conoce a alguien así– apenas la escucha en su día a día, quien la tiene de fondo y también quien no concibe la existencia humana sin ella. En esa última lista se apunta Fermin Muguruza (1963). El de Irún no solo ha apreciado siempre todo tipo de sonidos, con especial cariño por aquellos procedentes del Caribe, Londres o los Estados Unidos con más alma: también es de esos que disfrutan hablando de música.
Aunque se encuentra promocionando “Black Is Beltza. Ainhoa” (2022), la segunda película de su proyecto de animación “Black Is Beltza”, Muguruza es capaz de echar por un momento la vista atrás para coger impulso y hablarnos de qué sonidos han integrado la banda sonora de su vida y contextualizan su presente. La película, que también tiene correlato homónimo en formato cómic y una recomendable banda sonora, se estrenó en la pasada edición del Festival de San Sebastián y ha pasado ya por salas de España, Argentina y Francia.
“Mi ‘playlist’ tiene que comenzar con una banda del revival del ska”, afirma sin resquicio de duda. “Solemos mencionar siempre a The Specials o The Beat, que vinieron a Euskadi a tocar contra las centrales nucleares, pero The Selecter es una de mis bandas favoritas y, además, este verano los vi en Bristol, donde pude saludar a Pauline Black y hablarle del proyecto ‘Black Is Beltza’”. Y prosigue con otro grupo capital para entender el calambre de aquella primera mitad de los años 80. “En ese concierto, junto a The Selecter, también vi al grupo del bajista de The Jam, Bruce Foxton, con From The Jam. Las líneas de bajo de ese grupo fueron siempre muy importantes para nosotros. Y luego estuvo Paul Weller con The Style Council. Ver ese concierto con ellos y los Selecter fue necesario para reencontrarme con cosas que había hecho con Iñigo”, explica en alusión a su hermano, también músico, integrante con él de las bandas Kortatu y Negu Gorriak y fallecido en 2019.
Precisamente fueron los hermanos Muguruza, juntos en el proyecto de Iñigo, Joxe Ripiau, quienes homenajearon una de las canciones que, nos confiesa, es fetiche para él: “Pressure Drop”, de Toots & The Maytals. “Por supuesto que tenían que estar. Es la canción que tuve como despertador varios años desde que descubrí que en el móvil podías poner una. Es una canción genial para levantarte y decir ‘vamos allá’. Son lo máximo. Íbamos siempre con una cinta suya de un directo en el bolsillo, pedíamos que la pusieran en cualquier bar y nos poníamos a bailar. Nuestras dos bandas de referencia en Kortatu, The Clash y The Specials, habían versionado a Toots & The Maytals. En julio del 85 fue la fuga de Sarrionandia y Pikabea de Martutene y en septiembre teníamos que grabar nuestro primer disco. Dijimos: ‘tenemos que añadir una canción’. Y ‘Chatty, Chatty’ se prestaba perfectamente para cantar ‘Sarri, Sarri’. En el disco ‘Brigadistak’ hice ‘54-46’ e Iñigo en Joxe Ripiau hizo la versión ‘Presaka’. Finalmente hace unos años pude conocer a Toots y grabar con él ‘Azoka eguna’”, comenta.
Pero “Pressure Drop” no se quedó ahí para siempre como despertador mañanero de Muguruza. “Luego cambié la canción. ‘IT TAKES A MUSCLE’, de M.I.A. comienza de hecho con un timbre. Me encanta lo que hace y me interesa también mucho su compromiso político. Fue el concierto del Primavera Sound que más me gustó este año”, asegura. En la primera entrega de “Black Is Beltza” (2018) aparecen gigantes, pero quizá pocos han tenido, para los gustos del músico y director, una envergadura similar a la de Nina Simone. Se le iluminan los ojos cuando habla de ella: “Es alguien que hace que no pueda dedicarme a otra cosa si ella suena. Cada vez que canta, tengo que prestarle atención. Este tema, como esté muy cansado, me hace llorar. Creo que todas las frustraciones de todas las luchas, de todo lo que ha sufrido una comunidad, se expresan aquí. No es una canción triste, sino más bien alegre, pero tiene una especie de tristeza interior. Cuando en 2016 hicimos un homenaje musical a Angela Davis en el Kafe Antzokia de Bilbao, Davis dijo allí que se acordaba de lo que cantaba Nina Simone sobre que le gustaría saber cómo es sentirse libre, y que en ese momento ella sí estaba experimentando esa libertad”, rememora.
Líbano también ha jugado un papel importante en su vida. Aquel Beirut que aparecía en la letra de la canción de Kortatu “Ehun ginen” fue uno de los lugares protagonistas de “Next Music Station” (2010), la serie de reportajes que Muguruza realizó sobre las músicas del mundo árabe. “Cuando estuve en Líbano conocí a Zeid Hamdan. Yasmine Hamdan, su compañera en Soapkills, aparece en la película de Jim Jarmusch ‘Solo los amantes sobreviven’. Este grupo fue de los primeros en utilizar electrónica con melodías árabes y salen en la banda sonora de ‘Ainhoa’”, indica. No es la única que aparece en el filme que Muguruza destaca por motivos que van más allá de la cinta. Quizá poca gente se acuerde hoy de los Redskins, un grupo británico que en los 80 le pusieron soul y algo de rockabilly a firmes posicionamientos de izquierda. “Kortatu también éramos ‘redskins’. Ellos venían de una banda que se llama No Swastikas y simbolizaban musicalmente una nueva corriente que defendía desde la izquierda el origen de la música ‘skinhead ‘y el encuentro entre la clase trabajadora británica y la jamaicana. Los íbamos a traer para que tocasen con nosotros en la presentación del disco ‘El estado de las cosas’, pero justo se disolvieron unos meses antes. La camiseta que llevaba Iñigo en el concierto de ‘Azken guda dantza’ era de los Redskins. Negu Gorriak les sampleamos en la canción ‘Dollar area’ y los versionamos en ‘Sindikatua’, pero es que mucho antes, con Kortatu, ya habíamos homenajeado esa misma canción, y su ‘It can be done!’ en ‘Etxerat!’, donde decimos que en nuestra furgoneta suenan sin parar los Redskins”.
Los Pogues de Shane MacGowan también tienen un lugar de honor en la memoria del músico y director. Esta vez, además, con mucho que ver en aquel cambio de timón estilístico y de sonido que medió entre el punk callejero de Kortatu y la fusión apisonadora de Negu Gorriak. “Una banda además con una reivindicación irlandesa como la suya tenía que estar aquí. Fuimos a verlos a Burdeos con gente que después entraría a formar parte de nuestro sello Esan Ozenki. Nos fijamos en que Elvis Costello había producido tanto a The Specials como a The Pogues. Entonces dijimos: ‘¡Hey, la figura del productor es importante!’. Por aquellos tiempos para grabar un disco solo había un técnico y punto. Por eso llamamos a Kaki Arkarazo, que producía los discos de su grupo M-ak, para hacer nuestro ‘Kolpez kolpe’. No vino a escucharnos: vino con su guitarra para ir tocando con las canciones y preparar los acordes y todo. Fue tanta su implicación que después de ese álbum entró a formar parte de Kortatu”, señala sobre su también compañero en Negu Gorriak.
Fue precisamente con ese grupo con el que Muguruza entabló relación con una de las bandas que mejor definen esa ciudad costera y rebelde que es Marsella. “Allí hay tradicionalmente mucha música potente como IAM o Jul, pero he pensado en Massilia Sound System porque los invitamos a que vinieran a tocar en el ‘Tour 91+1’ de Negu Gorriak. Tenemos desde entonces mucha conexión con esa ciudad. Para ilustrarlo: soy miembro honorario de dos Casas Vascas, la de Sídney y la de Marsella”, apunta. Estaba claro que los Massilia tenían que salir incluso dibujados en la película, donde uno de sus miembros, Papet J, pone una de las voces.
Con Fermin fallaría estrepitosamente aquel que se imagine a un habitante de la nostalgia. Él sabe que eso conlleva el riesgo de paralizar. Por eso la evita. Por eso, también, no para y está al tanto de cazar y disfrutar cualquier tipo de sonido actual. Ese interés por el presente y la admiración por el trabajo de otros, muchas veces varias décadas más jóvenes que él, excede a la playlist que acompaña esta entrevista y habla también del carácter de la persona que hay delante. El argelino Soolking es uno de los que ha vuelto loco últimamente a alguien que ya venía de admirar el rap cantado en francés desde aquellos tiempos de los legendarios Nique Ta Mère o Suprême NTM. “Esa corriente del rap y el trap francés me parece siempre interesantísima. Soolking es uno de los músicos favoritos de nuestro hijo y ‘Guérilla’ una canción supercomprometida. Además, aquí hay una reivindicación africana desde el Magreb que me gusta mucho. Él es argelino y, como muchos otros, saben darle al trap francés una personalidad propia con melodías que ellos traen de las casas de sus padres. Esta canción la he escuchado y bailado a rabiar”, confiesa. La multinstrumentista donostiarra Sara Zozaya es otra de las que consigue eso tan difícil hoy en día cuando la atención se vende tan cara: capturar los oídos del “comandante” Muguruza. “Todo lo que toca esta mujer lo convierte en oro. Tiene un grupo paralelo, Merina Gris, que es también espectacular. Esta canción me hipnotiza. Mi compañera y yo siempre que podemos vamos a verla porque siempre hace algo diferente. Creo que todo el mundo tendría que estar mirando hacia ella. Es la referencia junto a todo lo que se está haciendo en Pamplona, en ese llamado ‘resurgir del este’”. Con esa expresión, se refiere a diversas propuestas procedentes de la capital navarra y alrededores que exceden a lo musical. Allí está el ejemplo más exportado, Chill Mafia, pero también la librería, editorial y lugar de encuentro Katakrak, que también ha participado en la producción de su nueva película.
Fermin mete en su lista a tres exponentes de ese ekialde likitsa o “lascivo este”, tal y como lo definió Miguel Virizuela en ‘El Salto’. Uno de ellos es el joven Igoitz Mendez, conocido como Hofe. Muguruza elogia, además de sus canciones, la construcción de su propio imaginario. “Todavía quizá no es muy conocido, pero mucha gente quedará alucinada con él. El vídeo de esta canción es un cortometraje que tendría que estar en festivales de cine. De hecho, él tiene siempre muchas referencias cinematográficas, a Akira Kurosawa por ejemplo, y eso me recuerda a las nuestras de ‘Paris, Texas’ o ‘Aguirre, la cólera de Dios’, con Kortatu”, apunta, volviendo a construir puentes entre el arte y su trayectoria. Y de ahí a Katanga Dub. También relacionados con ese “resurgir del este” navarro. “Y hay una relación muy directa con este grupo porque han versionado esta canción, ‘Lo’, de Iñigo con Joxe Ripiau, de una manera que me parece preciosa”, afirma, con emoción.
Las conversaciones con nuestro protagonista, lo sabe quien lo conoce pero también quien ha escuchado sus canciones, son inagotables lazos entre lugares, sonidos, hechos históricos o personas. Todo parece estar relacionado en su universo. A pocos más se les podría ocurrir una conexión entre Navarra y Nueva Orleans. Pues aquí está: “Ya trabajé con la Broken Brothers Brass Band cuando fui a Nueva Orleans a hacer el documental ‘Nola?’ diez años después del huracán Katrina. Yo llegué allí por documentalistas de músicos que me invitaron y me hice mucho a la ciudad; esta nos enseñó muchísimo y ahora cada vez que podemos escaparnos vamos allí. Otra cosa: con Broken Brothers Brass hice un concierto bastante significativo, toqué en Madrid doce años después de haberlo hecho por última vez. Creo que su versión de ‘Nicaragua sandinista’ al estilo San Fermín Txikito y Nueva Orleans es increíble”, apostilla.
Aunque llevaban un tiempo jugando en la NBA, los Washington Bullets, las balas de la capital del imperio, no tuvieron nada que ver –según Joe Strummer– con la canción de ese nombre de The Clash. A Joe le iba más el fútbol y concretamente su londinense Chelsea. Pero esa, “Washington Bullets”, es la canción elegida por Muguruza para cerrar. “¿Con cuál acabar? Pues con una que recoge casi todo lo que hemos hablado”, sostiene. “Este tema está en el disco ‘Sandinista!’ de los Clash, un grupo imprescindible para que yo empezara a hacer música. Y menciona a Salvador Allende, que Iñigo cita en ‘Ainhoa’. El 2 de mayo de 1981, apenas después de que yo hubiera cumplido 18 años y con los ecos del 23-F recientes, vimos a los Clash. Fue días antes de que muriese Bobby Sands en huelga de hambre. Tenemos que ser conscientes de que todo lo que hacemos en nuestra vida está atravesado por el contexto. Aquello no fue solamente un concierto: nos animó a Iñigo y a mí a montar una banda para hacer pedagogía de choque”. ∎