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La historietista estadounidense Lale Westvind posee unas manos extraordinarias de las que emergen dibujos robustos y mujeres imponentes. El cómic mudo “Grip”, publicado este año en España por la editorial de vanguardia Apa-Apa, se ha convertido a velocidad vertiginosa en una propuesta ineludible.
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os encontramos con la neoyorquina Lale Westvind (1987) en la librería Fatbottom, una tarde de otoño en la que desalojaban un narcopiso en el agitado barrio barcelonés del Raval. Preguntó si eso era habitual; nadie supo qué responder. Este silencio elocuente está muy presente también en el trabajo de Westvind, donde otros opuestos libran batallas en movimiento estático.
“Los cómics representan la sensación física de estar vivo mejor que otros medios. Mejor que la escritura. Tal vez, incluso mejor que el cine”, dirá durante nuestra conversación. Y las sensaciones de Lale no parecen de la misma intensidad que la media. Tiene mucho de cósmica, no sé si de primitiva. Parece que venga de un futuro donde el ser humano no ha dominado el universo, sino que se ha fundido con él y solo puede experimentar la materia de manera espiritual y el espíritu de manera material.
Westvind irrumpió en la autoedición hace más de una década; su primer tebeo, autopublicado, fue “Titus And The Cyber Sun” (2009). Desde entonces, una producción constante poblada por mujeres poderosas e inyectada de influencias paradójicas –de Moebius y la bande dessinée de ciencia ficción de los 70, de los comic books de la Golden Age y de la vanguardia post-punk estadounidense– la ha convertido en un referente del cómic independiente norteamericano.
En 2012, su “Hot Dog Beach” la hizo ganadora de un Ignatz Award al nuevo talento prometedor; la misma época en la que apareció “Hyperspeed To Nowhere” (2011-2012), ambos igualmente autoeditados. Y en la serie antológica de cómic de vanguardia “Kramers Ergot” ha publicado historias breves como la fascinante “Sarka” (2019). “Grip” (Apa-Apa, 2022) es su primer libro editado en España, publicado originalmente en dos volúmenes en 2018 y 2019. Según la autora, un homenaje al esfuerzo, paciencia y disciplina de cualquiera que trabaje con sus manos.
Para empezar, supongo que no es la primera vez que te preguntan sobre este aspecto, me gustaría que hablaras sobre el origen de “Grip”. ¿En qué momento y por qué surge esta obra?
Surgió de un encargo para una revista europea, no recuerdo el nombre, no sé si sigue existiendo. En un principio debía tener dieciséis páginas. Finalmente el trabajo fue creciendo y no quise entregarlo porque percibí que tenía entre manos algo más extenso. Siempre quise hacer una historia que se desarrollara en la ciudad de Nueva York, donde siempre estás doblando una esquina y te puedes encontrar cualquier sorpresa, siempre existe la posibilidad de ver algo nuevo. Quería relatar una historia donde alguien pasa por un callejón y ve algo extraño y se desarrolla una historia a partir de ahí. Por otra parte, siempre quiero hablar sobre mí, no porque sea narcisista, sino porque cuando era niña había una gran falta de representación femenina positiva e interesante en los cómics.
Este cómic trata sobre mi experiencia, de crecer, de cómo rompo cosas todo el tiempo por error, de tener demasiada energía. Ya sabes, si no tienes cuidado y tal vez tienes demasiado entusiasmo, las cosas se rompen. Otro aspecto importante es que me gusta trabajar con mis manos, me gusta arreglar cosas, me gusta el trabajo manual y conozco muchas mujeres que lo desempeñan: carpinteras, fontaneras, electricistas. Está basado en personas que conozco, amigas, amantes y en trabajos que he realizado, como servir mesas.
¿Sueles partir de una idea clara? ¿Tu proceso creativo es similar en todas tus obras?
En cada libro sigo un proceso diferente. Trato deliberadamente de que sea así para llegar a algo nuevo. Además, así es más divertido y no me aburro. Mi manera de trabajar suele ser a menudo experimental. Tal vez hay una fase más convencional en la que tomo notas. Luego hago miniaturas, pequeños dibujos, sigo con los lápices. A veces reorganizo las imágenes. Pero con “Grip”, una vez que supe la idea inicial, me pregunté: “¿Qué puedo hacer con esta idea? ¿Qué puedo hacer que suceda?”. Y luego simplemente fue: ¡oh!, puede suceder esto. Después me puse a explorar cómo hacer el cómic lo más visual y cinéticamente posible, e interesante. Intento que sea divertido para mí, pero también para el lector.
¿Qué música acompañó la creación de “Grip”?
Uno de los sonidos que más recuerdo es “Star Trek”. Ponía la película de fondo, también programas de televisión.
Este libro es una explosión de energía y creatividad con un relato que sigue el esquema narrativo del héroe clásico, heroína en este caso, pero las batallas parecen librarse en un plano metafísico…
No quería incluir ningún tipo de violencia. Cuando estás dibujando cómics siempre piensas, al menos yo, en puñetazos, explosiones o cosas así, porque son momentos muy atractivos para dibujar. Con “Grip” quería conseguir toda esa emoción en el dibujo, pero sin violencia, sin fuerza destructiva. Hay esfuerzo y obstáculos y lucha, pero sin ser destructiva, no se está dañando a nadie. Nadie la está dañando; en ese sentido, no hay enemigos. Creo que, tal vez no todas, pero la mayoría de las personas en la vida no tienen enemigos reales. En este sentido creo que es más realista. En cualquier caso, “Grip” trata del autodescubrimiento, la exploración y creatividad. De cómo ser un artista. Y considero que todo el mundo es un artista en aquello que haga. Sea cual sea el trabajo que hagan, existe la posibilidad de ser un artista en ese trabajo si se le dedica la suficiente energía y atención.
Si tuvieses que destacar una viñeta o secuencia de “Grip”, ¿cuál sería?
Me gusta la parte en la que la protagonista está aprendiendo a controlar su energía. Ella tiene que proyectar su mente en la forma de una tetera para poder sentir su forma. Esa es mi parte favorita porque es como el comienzo de su habilidad.
Tras del éxito del libro y de la “gira” de presentaciones, ¿qué es lo más extraño que te han preguntado?¿Cuál es la pregunta que más te ha sorprendido?
Nada extraño. Tal vez lo de la banda sonora (risas). Lo que más me ha sorprendido es que el libro es mudo, no tiene palabras, pero los críticos que han escrito al respecto han entendido perfectamente mi intención. Así que el mensaje ha sido comunicado muy claramente. Eso es sorprendente para mí. Y emocionante. Lo experimento como un gran éxito. Es un libro sin palabras. Es extraño. Y la gente lo entiende. Eso es sorprendente y maravilloso.
Es muy difícil hablar de “Grip” y no hacer referencia a la mujer, la heroína y la representación femenina, donde la mujer es sexi pero no un objeto sexual.
Bueno, simplemente está basado en gente que conozco. Amigas, amantes, gente que respeto, como mi madre. Está inspirado en las mujeres que conozco. Creo que el nivel de exigencia para que algo sea considerado feminista es realmente bajo. Una mujer hace una película y ya es una película feminista. Por supuesto soy feminista, considero que todos los humanos somos iguales. En todos mis cómics aparecen mujeres y mi mirada es femenina, no soy un hombre. Bien, pues mi trabajo es feminista, soy feminista. Me vuelve un poco loca este tema.
En el número diez de la antología “Kramers Ergot” (2019) participaste con la historieta “Sarka”, protagonizada por una mujer-escualo. Un trabajo fascinante. ¿Cuál fue tu inspiración?
Mmm… No sé si me traerá problemas hablar sobre este tema, espero que nadie interprete mal mi mensaje. Cuando hice esta historia estaba saliendo con alguien que había perdido la pierna en un accidente de motocicleta y tenía una pierna ortopédica. Empecé el personaje antes, pero al estar con ella y hablar sobre su experiencia acabó de tomar forma la historia y su protagonista. La asociación que establecí puede que fuera un poco absurda, pero así sucedió. Esta historia formaba parte de una serie que abandoné, “Hijas del dolor”. La idea original era explorar el origen de las heroínas que fueron transformadas por el trauma o el dolor. En este caso, la protagonista sufre una dolorosa transformación de su cuerpo y finalmente conseguirá convertir en poder la debilidad y la tragedia.
Gran parte del tiempo que he dedicado a dibujar ha estado dirigido a imaginar heroínas o mitos femeninos porque sentía que había una carencia de ellos. Por otro lado, finalmente mi expareja, tras un período de sufrimiento y frustración, acabó conociendo a personas en la misma situación y aprendiendo a vivir con ello. Esto me parece muy importante porque yo también siento que soy un poco diferente y conocer a otros bichos raros y conectar es fantástico.
Creo que aprecias mucho los comics books de la llamada “Golden Age”, los años 40 del siglo pasado.
Sí, sí, definitivamente, me encantan. Me encantan los tebeos de la Edad de Oro. Creo que son hermosos e inspiradores. El trabajo de tinta es hermoso. Me fascina que la mayoría se hicieron en poco tiempo y con pocos recursos. Sus autores tenían que generar ideas muy rápido. Y, ciertamente, creo que eso se nota en que puedes encontrar propuestas realmente raras. La forma, el color, la eficiencia y potencia gráfica de aquellos cómics me parecen brutales. Creo que sería muy difícil volver a hacer lo mismo.
También considero una influencia en mi trabajo la producción de los 90, con editoriales como Marvel o DC Comics, aquellas distorsiones anatómicas extremas, el dinamismo de las imágenes. En mi infancia había muchos cómics de Rob Liefeld y hacían chistes sobre él porque podía ser terrible, extremo y maravilloso a la vez. Las historias podían ser malas, pero el dibujo era superemocionante; tenía menos que ver con la anatomía o el realismo y más con el impacto visual. Es casi como si se convirtiera en abstracción. Visualmente es muy emocionante. Otro gran referente para mí es el manga japonés. También los cómics de kung-fu. La representación del movimiento me interesa mucho, estudié animación en la universidad.
Además de historietista, trabajas como docente de animación y realizas cortos animados. Como el videoclip de “The Metal East”, de Lightning Bolt, la banda del dibujante Brian Chippendale, donde de nuevo vemos mujeres fantásticas y poderosas al mando. ¿Podrías comentarme este trabajo?
En este caso la inspiración es muy concreta. Está inspirado en “Los autos locos” (1968-1969) de Hanna-Barbera, animación de los años 60. En seguida lo tomé como referencia y tuve un mes para hacerlo, no fue mucho tiempo.
“Remember, you are cosmic and this is the cosmos”, decía una página de tu cómic “Hyperspeed To Nowhere” que fue publicándose entre los años 2011 y 2012. ¿Podrías hablarnos sobre esta visión cósmica?
Oh, sí. Meditar para mí es como mirar las estrellas, el bosque, los animales. ¡Es tan increíble! Pero más que la meditación me gusta la química y la física. Creo que es fácil olvidar que eres parte de todo esto y que puedes alterar a todo el sistema como una pieza más que eres. Eso nos hace poderosos, a nivel molecular, a nivel atómico. Eres tan importante como las estrellas o un árbol, y cualquier elemento puede cambiar a otro. Hemos nacido en un universo y en una dimensión y en cualquier lugar donde estemos vivos estaremos en casa. Somos parte de un todo inmenso y no deberíamos sentirnos alienados ni solos.
Tengo una vida muy, muy afortunada, soy muy privilegiada. Puedo sentir tristeza en ocasiones, pero en comparación a otras personas del planeta soy muy afortunada. En cualquier caso, mi objetivo siempre es encontrar belleza o significados velados, incluso en el peor momento, en el más doloroso.
Estuve en tu charla hace unos días en la librería Finestres y entre el público estaban algunas de las jóvenes dibujantes más potentes de la actual generación del cómic español, las tres afincadas en Barcelona: Genie Espinosa, Marta Cartu y Nadia Hafid. Parece que eres un referente e inspiración para ellas. También vino otro autor, Genís Rigol.
Me siento… ¿honrada?... ¿halagada?... ¿emocionada?... Estoy asombrada, sin palabras. Estoy segura de que su trabajo también me inspirará a mí.
Tu trabajo fue etiquetado, junto al de historietistas como Jesse Jacobs o Jesse Moynihan, en una corriente que el guionista Santiago García denominó “primitivos cósmicos”. ¿Cómo etiquetarías tu trabajo?
Yo no le pondría ninguna etiqueta, en absoluto. Pero me gustó. Creo que suena genial y me pareció muy apropiado. En mi caso me interesan mucho las máquinas y el ciberespacio. Al mismo tiempo me siento muy cerca de un perro o de un animal salvaje. Si los primitivos cósmicos son como un perro salvaje que ingirió LSD, me siento completamente identificada.
Después de una década sumergida en la edición independiente, ¿crees que está pasando por un buen momento?
Sí, totalmente. Mejor que nunca. Históricamente, el acceso a la impresión y la publicación nunca ha sido mejor; la edición era mucho más limitada. Ahora puedes publicar gratis en internet y tener acceso a una audiencia real. Por otro lado, a medida que nos volvemos más digitales y las cosas se vuelven cada vez más “no físicas” y efímeras, crece el deseo y apego por los medios físicos. Los cómics satisfacen eso de dos maneras, no solo porque están en papel, también en los aspectos visuales. Hay muchos dibujantes, entre los que me incluyo, que representan la sensación física de estar vivo en los cómics, de una manera visual. Eso es algo que los cómics hacen mejor que otros medios. Mejor que la escritura. Tal vez incluso mejor que el cine.
Recientemente entrevistamos en Rockdelux a la historietista Eleanor Davis. Entre los temas tratados habló especialmente sobre una de sus últimas obras, “El difícil mañana”, sobre el autoritarismo creciente y los problemas medioambientales. ¿Cómo ve el futuro Lale Westvind?
Me encanta su trabajo. Sinceramente, veo el futuro oscuro. Creo que las cosas se van a poner muy difíciles y la única posibilidad de mejora se encuentra en la acción colectiva, la construcción de la comunidad, la ayuda mutua. La gente se debe cuidar a sí misma y se debe cuidar entre sí porque el gobierno no lo va a hacer. La policía, ciertamente, no lo va a hacer.
Quizá podríamos contribuir a un futuro mejor deseando menos bienes materiales. No necesitamos una camiseta nueva cada mes; en este sentido, volver quizá a una forma de vida más primitiva. ∎