Contenido exclusivo

Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.

Inicia sesión
Andrea Buenavista y un (inesperado) Diego de Carolina Durante: volver a bañarse en los lagos. Foto: Alfredo Arias
Andrea Buenavista y un (inesperado) Diego de Carolina Durante: volver a bañarse en los lagos. Foto: Alfredo Arias

Artículo

Las vidas (casi) ejemplares de Los Lagos de Hinault

Hace unas semanas cumplió diez años el primer disco de Los Lagos de Hinault, “Vidas ejemplares”, y lo celebramos con el mejor homenaje posible: una velada llena de canciones, amigos, reencuentros y versiones, el 9 de diciembre en la madrileña sala Maravillas. Una noche demasiado bonita para ser verdad.

22. 12. 2021

¿Qué es el éxito? El lugar de mayor aforo en el que han tocado Los Lagos de Hinault probablemente sea la Moby Dick de Madrid, a la discográfica le quedan copias de todos sus discos y sus apariciones en los medios generalistas se cuentan con los dedos de una mano. Pero ¿son la exposición mediática y el número de entradas o discos vendidos el éxito? No sé cuánta gente escucha a Los Lagos de Hinault, y es fácil dejarse llevar por la propia burbuja en la que todos formamos parte del culto. Pero sí sé que todo el que entra en su mundo se queda para siempre. Que sus canciones forman parte de la educación sentimental de unos cuantos, que han sido la banda sonora de tantas relaciones y rupturas, de disgustos e ilusiones, hipotecas y bautizos. De tantas vidas casi casi ejemplares. Parecerá poco.

Para prueba, el homenaje a los diez años de su primer disco, “Vidas ejemplares” (Fikasound, 2011), que tuvo lugar hace unas semanas en Madrid, organizado por su hasta-hace-poco-teclista, Andrea Gasca (Bar España, Andrea Buenavista). La premisa era simple: con Los Lagos siendo en la actualidad solamente Carlos Ynduráin y viviendo este en Hong Kong, doce grupos amigos se juntarían para versionar cada uno un tema de ese disco que tantas veces nos hiciera cantar aquello de “pero a los 35  el autoengaño está permitido”, tuviéramos 20 o 40 primaveras sobre las espaldas. Las entradas, por cierto, volaron en un día. Los citados para esta peculiar fiesta de cumpleaños sin cumpleañero fueron, en orden de aparición, Ruiseñora, Caliza, Mejores Amigas, Buenatarde, Macarena FVO, Marcelo Criminal, La Estrella de David, Andrea Buenavista, Cucudrulu, GG Quintanilla, Caballo Prieto Azabache y hasta Espíritusanto, que se reunieron solo para la ocasión. Cada uno interpretó una versión de “Vidas ejemplares” y una canción propia. Con semejante trajín de nombres, el hecho de que el concierto terminase a la hora estipulada resultó una proeza; más aún teniendo en cuenta que todos los covers eran más largos que los originales. “Todos han sido poseídos por el horror vacui ante tener que tocar canciones de poco más de un minuto”, bromeaba en la puerta de la sala Rober Berlanga de Fikasound, dando en realidad en la diana de qué hace a Los Lagos de Hinault tan especiales. “Nadie es capaz de decir tanto con tan poco, de regalarnos un catálogo de canciones deliberadamente cortas donde se abordan cosas muy serias, incluso cándidas, pero donde también tienen cabida el gamberrismo y la retranca”, proseguía. Y es que vaya disco, “Vidas ejemplares”, amigas. Vaya disco. Esa manera única de Carlos de observar las vidas ajenas y narrarlas con desencanto y extrañeza, aderezándolo todo con un pop directo al corazón solo es comparable a Stephin Merritt. Siempre he dicho y siempre diré que Los Lagos son nuestros Magnetic Fields (y no solo porque “En un hotel” sea una versión no oficial de “Falling Out Of Love (With You)” de The 6ths).

Marcelo Criminal: comerse el escenario. Foto: Alfredo Arias
Marcelo Criminal: comerse el escenario. Foto: Alfredo Arias

Fue precioso confirmar no solo que el disco no ha envejecido lo más mínimo –aunque eso signifique quizá que nuestras neurosis tampoco se irán jamás–, sino que sigue vivo para generaciones tan distintas. Allí estaban Ruiseñora y GG Quintanilla, por ejemplo, de la quinta de Ynduráin y para quienes la Maravillas siempre será el Nasti, pero también Marcelo Criminal, Mané Buenatarde o servidora, nacidos en la segunda mitad de los 90 y que pisamos Madrid por primera vez cuando el Nasti llevaba años muerto y enterrado. Y fue especialmente emocionante ver a estos grupos de jóvenes llevar a su terreno sus canciones favoritas del disco: Buenatarde con la versionaza à la John Maus que se marcó de “Amor en frío”. Marcelo Criminal comiéndose él solo el escenario con su guitarra en “Sí que es guapo (sería estúpido negarlo)”, consiguiendo que el público coreara embelesado aquello de “cuántos disgustos nos da el amor en verano” a la mitad de la velocidad habitual. O Mejores Amigas cantando “Los otros” como si fueran Dean & Britta. “Allá por 2014 descubrí ‘Viajar no lleva a ningún sitio’ uno de los temas de las “Flores de Europa” (Fikasound, 2014)– y me obsesioné por completo con la letra y esa forma de Carlos tan única de hablar de las conversaciones casuales, que yo jamás tenía porque no iba a ninguna fiesta, mucho menos a una en la que hacerme el interesante”, rememora Marcelo. “Para mí, Los Lagos fueron la puerta de entrada a un mundo de pop underground en español fascinante: un mundo en el que era posible ser divertido, elegante e inteligente sin por ello dar la chapa”.

Hubo versiones de Los Lagos pero también de La Mode, de Primogénito López, de Junco. Hubo sorpresas, como ver a Diego de Carolina Durante subiendo a cantar “Las chicas rubias de Serrano” junto a Andrea y Cucudrulu, un vídeo-saludo de Carlos desde Hong Kong… Hubo un La Estrella de David que nos emocionó e hizo reír al mismo tiempo con su versión de “El correo del Zar”, actualizando el name dropping del tema original con una serie de bromas privadas y personajes de actualidad, desfilando por la letra desde Ana Iris Simón hasta Elizabeth Duval, pasando por Borja Meteosat, Manpop y José Sanz. Terminó David, al que apenas unos minutos antes podíamos ver en una esquinita del escenario estudiando concentrado la letra, con un coreadísimo: “y antes que todos, que lo sepáis, lo dijo Carlos Ynduráin”. Por momentos la noche parecía una primera comunión, un karaoke trasnochado o un recital de colegio, y a veces las tres cosas a la vez. Pero, por encima de todo, lo que parecía era lo que fue: un puñado de gente reuniéndose para celebrar su amor por un disco y un grupo. Así de sencillo y a la vez tan importante. Si os suena cursi, es porque lo es. Pero, en tiempos donde reinan la ironía y el desapego, ya va bien que sea así.

Mejores Amigas: las otras. Foto: Alfredo Arias
Mejores Amigas: las otras. Foto: Alfredo Arias

Fuimos tan felices, de veras. Fuera, el frío de las noches madrileñas llenaba las calles, pero, en la sala, puedo jurar que durante un momento fue verano. Y no uno cualquiera, sino ese verano al que tan bien le cantan Los Lagos de Hinault, ese verano que nos engaña a todos haciéndonos creer que aún es posible creer en algo, que hay algo luminoso al alcance de nuestra mano. “Por un momento parecía que hubiéramos vuelto a 2015”, me dijo más tarde un amigo en la puerta del Fotomatón. Qué razón tenía. Creo que no hemos vuelto a ser felices de verdad desde marzo de 2020. Incluso en los discos de Los Lagos de Hinault se aprecia esta tristeza: lo que antes era ironía y un leve desencanto, en “Soledades” (Fikasound, 2020) es total y absoluto desamparo. Eso, al menos, es lo que transmiten letras como la de “Saliendo”: “Luego, al irme a casa, el sol me iluminó / y no sentí nada / nada: ni amor ni rabia / ni aquella candidez de las mañanas”.

Lo hicimos todo bien, la otra noche. O eso se suponía, porque lo hicimos todo según las normas vigentes en el momento. Aun así, algunos de los que allí estaban dieron positivo por COVID-19 al cabo de unos días, como ha sucedido en otros eventos. Como sociedad, en estos dos años hemos cumplido mayoritariamente en todo lo que se nos ha pedido: nos quedamos en casa, restringimos nuestras relaciones sociales, aceptamos disparates como los toques de queda, nos vacunamos en una amplísima mayoría. Cuidamos de nosotros y de los nuestros jugándonos nuestra salud mental por el camino. Se supone que ese era el pacto. Seguiremos cumpliendo, sobra decirlo, pero es muy desalentador hacerlo todo bien, y que no sea suficiente. Que, en apenas una semana, todo haya vuelto a ponerse patas arriba. Lo que nos está ocurriendo no es surrealista: es deprimente de cojones. Y perdonad que me vaya por las ramas, pero es que estoy agotada y asustada y me hubiera gustado escribir otra cosa, de veras que tenía muchas ganas de escribir otra cosa, quería escribir que vivan los bares de copas, las canciones tontas, la primavera y el amor y todas esas cosas buenas que ya no sé dónde quedaron. Pero a estas alturas me resulta imposible. Solo os puedo decir que os cuidéis, que ojalá esto no vaya más allá de un susto, que paciencia y calma y que hagamos el enésimo esfuerzo, que paremos los conciertos un tiempo si así podemos no perderlos para siempre, y también que es lícito sentirse enfadados, estafados y tristes y agobiados de mientras. Que no pasen otros diez años hasta la próxima vez que nos juntemos y, sobre todo, que no tengamos que pagar un precio tan alto a cambio de un ratito tan fugaz de felicidad. ∎

Compartir

Contenidos relacionados

Buck Meek, el hombre y la tierra

ENTREVISTAS / Por David S. Mordoh → 27.09.2023

Pongo, fortalecida y agradecida

ENTREVISTAS / Por Miguel Tébar A. → Rockdelux 396 (Junio 2023)