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El 31 de marzo de 2020 estábamos todos encerrados en casa, pendientes de las maldades de un nuevo virus que mataba gente y colapsaba hospitales por todo el planeta. La crudeza del escenario aumentó todavía más cuando trascendió que había fallecido a los 63 años de edad Víctor Nubla, músico experimental barcelonés de largo recorrido desde que fundó Macromassa con Juan Crek en 1976.
Hablamos de un creador de discografía oceánica, ya sea junto a su socio, en solitario, o con otras formaciones y asociaciones. De un prolífico escritor que cultivó varios géneros, entre ellos, y de manera especialmente destacada, la ciencia ficción. Y, no menos importante, de un activista que demostró una gran visión y férrea determinación al mantener activo durante cerca de un cuarto de siglo el festival LEM. Todo ello enmarca el más que notable ascendiente de Nubla en el paisaje creativo de una ciudad que deberá estarle eternamente agradecida.
En el primer aniversario de la desaparición de nuestro protagonista, la buena noticia es que Víctor sigue de algún modo entre nosotros. No como un recuerdo perenne –que también–, sino con hechos tangibles. El más reciente de ellos es el concierto que Macromassa ofreció el pasado 30 de enero en el MACBA. Sí, han leído bien. Ese día, Juan Crek (audiogenerador, voz) improvisó sobre las partes ejecutadas por Nubla (clarinete modificado, voces sopladas), en las grabaciones del ensayo realizado con vistas a una actuación del grupo prevista para el mes de mayo de 2020, que no llegó a celebrarse por razones obvias.
El concierto del MACBA, señala Juan Crek, tuvo en su caso cierto tinte agridulce: “Por una parte –nos cuenta–, yo estaba contento porque a mí tocar me gusta, y tocar con Macromassa aún me gusta más; y porque el material de Víctor que llevé era estupendo. ¡Cuánto lo hubiera disfrutado! La música que estábamos haciendo en los últimos tiempos era muy potente en lo artístico. Era el mismo espíritu de los principios del grupo en los años setenta. Pero, por otro lado, al final del concierto lloré, ya que me faltaba el amigo con el que compartí mi vida desde que ambos teníamos seis años”.
El invento tendrá cierta continuidad con nuevos conciertos. “Grabamos un par de ensayos más y me estoy planteando si sigo con el grupo más adelante”, apunta Crek. También con el disco que Macromassa había dejado listo antes de la muerte de Nubla, “No soy tiempo”. Será la decimoquinta referencia del dúo, y se pondrá en circulación en algún momento de este año editado por La Olla Expréss. El álbum en cuestión, señala Crek, “es muy poético, y tal vez algo melancólico. Hay más de veinte temas, todos con letra. De alguna manera se podría decir que es como una evolución de “Los hechos Pérez” (G3G, 1992), ya que refleja vivencias de cada uno de nosotros relacionadas con el modo en el que vemos la sociedad, pero siempre con un velo no muy explícito”.
Esta no será la última obra póstuma de Víctor Nubla. Tras su fallecimiento, se ha puesto en circulación “Coneixement present” (Wet Dreams, 2020), un trabajo que suma el número 21 de su catálogo personal. En el ámbito literario, donde también acumula más de veinte referencias, se espera la próxima publicación del “Manual dialogat d’extracció de conclusions”, elaborado junto a David Picó, así como un par de volúmenes más. Por otro lado, los amigos del artista trabajan en la instalación “Univers_Nubla”, que pivotará en torno a tres recorridos (literatura, música y pintura/diseño), cuyo emplazamiento y fecha de inauguración no se han cerrado todavía.
Esperando la mencionada exposición, por el momento tenemos la oportunidad de regalarnos los sentidos con otro tributo, en este caso accesible en Bandcamp por iniciativa de Francisco López, cuya relación con el músico fallecido está atestiguada en discos del propio Nubla, como “Antichton” (Hrönir, 2001), o en el “Blossoming Noise” del Absolute Noise Ensemble de López en 2006. Nos referimos al álbum colectivo “Los hechos Nubla”, un audiohomenaje abierto que en este momento cuenta con 39 piezas, con intervenciones de Javier Piñago, Javier Hernando o Escupemetralla, entre otros amigos.
Más allá de su producción artística, Víctor Nubla hizo gala durante toda su vida de una actitud situada a años luz de ciertos tics propios de la vanguardia. Su arte nació y estaba imbricado en lo cotidiano, el barrio, la conversación con viejos y nuevos amigos. En vivencias y magias auscultadas a pie de calle. Esta mirada popular sobre la creación se traducía, casi como una consecuencia lógica, en una labor de agitación incansable. Emili Miró, responsable del programa radiofónico consagrado a las músicas experimentales “Ones de Crom”, nos pone sobre la pista del Nubla prescriptor al recordar iniciativas como la exposición del KRTU “Alter músiques natives”, comisariada en 1995 por Nubla junto a Pau Riba i Julià Guillamon. “Es fácil dar por sentado que se programen conciertos y festivales –considera Miró–, pero el cuidado, cariño y respeto con el que Víctor Nubla vivió la música arriesgada provenían de una fuerza de voluntad, esfuerzo y obstinación que traspasaron lugares y momentos, llegando a personas que, como yo, ansiábamos conocimientos en este ámbito”.
Su apostolado, por así decirlo, tomó un impulso definitivo en 1996, cuando Víctor Nubla promovió el nacimiento de Gràcia Territori Sonor, asociación organizadora del festival LEM. Los largos años de trayectoria del ciclo han potenciado la escena experimental local de modo decisivo –con lo que supone en cuanto a beneficio para los artistas e incremento de público–, pero también han permitido a la afición gozar de remarcables propuestas internacionales. Destacamos, por ejemplo, las comparecencias de Sleaze Art –la formación de guitarras y bajos capitaneada por Kasper T. Toeplitz– o la orquesta de Walter Thompson, en la que se integraron diversos músicos barceloneses a su paso por el festival.
A finales de 2020, el LEM celebró una edición off condicionada por la pandemia y sus limitaciones, mostrando así la voluntad de continuidad que nos confirma Maria Vadell, actual presidenta de GTS, entidad en la que se ha obrado el relevo generacional, ya que en su actual junta no queda ninguno de los padres fundadores de la misma. “Es cierto que todavía hay muchas incertidumbres, ya sea por el coronavirus, ya sea por los interrogantes que se plantean en cuanto a las subvenciones —admite Vadell—, pero tenemos energía y seguimos adelante, trabajando para que la asociación y el festival se expandan”.
Hablamos, de nuevo, en clave de futuro. El equipo de GTS trabaja en fortalecer los vínculos exteriores del LEM, “retomando los contactos internacionales para averiguar qué podemos hacer exactamente con estos artistas en el caso de que no se pueda viajar durante un tiempo”. También se exploran nuevas líneas, como la que se orienta a dar “un fuerte impulso a la cuestión de género, que nos parece especialmente interesante en este momento. Ahora mismo –desvela– tenemos dos proyectos dedicados a mujeres que creemos que son bastante potentes”.
Los gestores de Gràcia Territori Sonor tienen claro que “no queremos romper con lo que el LEM ha sido hasta ahora, por lo que seguimos la línea que nos legó Víctor Nubla. Seguiremos haciendo lo de siempre con la gente de siempre, pero también con gente nueva, con gente joven que nos ayude a que la rueda no se detenga”. No hay mejor herencia concebible. ∎
Banda sonora de la novela homónima escrita en paralelo por Nubla y Crek, quienes contaron con Anton Ignorant en la grabación del disco, articulado mediante 19 piezas repartidas en cinco bloques. Obra redonda, fraguada con una fértil paleta sonora y textos de impacto. La mejor puerta de entrada para adentrarse en el Submundo Pérez, uno más de esos otros universos que habitan, efectivamente, en este.
Grabado en 1986, y primera entrega de la MCO Series de Nubla. MCO significa Método de Composición Objetiva y, a grandes rasgos, consiste en pasar por un sampler los sonidos captados por una radio de onda corta. Tormentas, melodías espectrales, voces inquietantes, episodios mistéricos o tribales, notas en caída libre… Un abanico casi infinito de sensaciones contenidas en una hora larga de trip hertziano.
Nubla explora a fondo las posibilidades de su herramienta fetiche en esta producción edificada con clarinete, clarinete bajo, clarinete requinto y una gran cantidad de procesadores. Composiciones repartidas en cinco secciones (una de ellas evocando el barrio de Gràcia, la patria grande del músico), que forman una suerte de paisaje mutante en el que hallamos inusitados paisajes, contrastes y logros instrumentales.
El regreso de Macromassa tras trece años de silencio discográfico. Sin colaboradores esta vez, Nubla y Crek trabajaron la idea pura de sus inicios, reforzada con el bagaje que dan los años. Un temario espléndido, por el que desfilan psycho-heavy del bueno, labores de punto electrocutadas, jazzeos ingrávidos y sentencias que te dejan tan pasmado como esta: “La soledad solo se nota acompañado”. ∎