Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.
Bajo
Suscripción
susta pensar que Oliver Sim (Londres, 1989) tiene apenas 33 años: hace 15 ya era parte de uno de los grupos más influyentes de las últimas dos décadas. Sin comerlo ni beberlo, pasó del instituto a llenar recintos enormes y a codearse con la élite del pop mundial. The xx definieron una generación, una estética y una época: la era Tumblr es imposible de concebir sin su propuesta visual, tan medida, tan monocroma. Su debut –“xx” (2009)– traspasó el nicho indie hasta el punto de que elementos como el minimalismo de sus producciones, el entreverado de lo orgánico y lo digital o el cruce entre cierto post-punk y el R&B noventero han sido formas cruciales de entender el pop en la última década.
Después de aquel éxito, el trío británico se tomó las cosas con tranquilidad, eso sí. “Coexist” (2012) y “I See You” (2017) fueron pequeños pasos que, sin alcanzar el quorum del disco homónimo, mantuvieron a la banda en la cabecera de los festivales y los puestos de honor de las listas de lo mejor del año. No se puede concebir la música de luminarias del calibre de Lana Del Rey, FKA twigs o incluso Drake sin apuntar a los hallazgos que The xx pusieron en común con su debut. Así de grandes fueron.
De los tres miembros de la banda, Sim ha sido posiblemente el más discreto. Mientras Jamie xx brillaba en solitario con álbumes como el sensacional “In Colour” (2015) y Romi Madley Croft apuntaba maneras de diva synthpop con la sensacional “Lifetime”, Sim se mantenía en segundo plano, colaborando en los movimientos de sus compañeros, dejando caer en declaraciones puntuales su interés por intentar sacar adelante un álbum en solitario. No ha sido hasta este 2022 cuando el círculo se ha cerrado. El enorme éxito en lo musical que había disfrutado desde 2008 contrastaba con un drama íntimo, un diagnóstico de seropositividad cuya influencia en su vida desgrana en su debut en solitario, un “Hideous Bastard” (Young-Popstock!, 2022) tan sentido como irónico que no decepcionará a los fans del grupo madre. Tampoco crean que sus compañeros de banda han quedado muy lejos: Jamie produce –y lo hace brillantemente, como siempre– y Romy colabora puntualmente. El viaje en solitario necesita de la mejor de las compañías.
Frente a frente, Sim impresiona por sus educadísimas maneras, por una elocuencia nada pomposa, por la cercanía y por la sorna. Muestra desde el primer momento la intención de desdramatizar su diagnóstico, no se amilana al hablar de temas políticos y es honesto a la hora de explicar sus influencias y su proceso creativo. Nos reunimos para hablar con él el mismo día en que Boris Johnson anunció que dejaba el gobierno británico. Para un artista que acaba de colaborar con Jimmy Sommerville resulta fácil imaginar una cierta alegría, un alivio por los vientos de cambio que soplan en el Reino Unido.
Un día emocionante, políticamente hablando, ¿verdad?
Sí, sin duda. Me he despertado con la noticia y me ha animado el día. El proceso que ha llevado a su dimisión ha sido extrañamente satisfactorio y divertido. Creo que merecemos un gobierno mejor, particularmente después de unos años tan insoportables, tan cansados.
Hace apenas semanas que diste tus primeros conciertos en solitario. ¿Cómo fueron las sensaciones?
Es curioso, porque en cierto modo ha sido como debutar otra vez. Todo me resulta nuevo. Hasta ahora siempre he tenido a mis dos mejores amigos (se refiere a Jamie y Romy, sus compañeros en The xx) junto a mí en el escenario. Si algo salía mal podía acercarme a ellos, sentir su presencia, sentir la unión. Ellos me dan muchísima confianza en mí mismo y de repente verme ahí solo… ha sido distinto. También desde el punto de vista escénico todo es distinto. Cuando toco con The xx tengo el bajo delante, como si fuera una especie de escudo. Así que me toca aprender desde cero todo. Pero al mismo tiempo me he divertido mucho dando estos conciertos.
¿Esa sensación de aprendizaje también ha estado en la concepción del disco?
Sí, de hecho fue algo voluntario desde el primer momento. Quería aprender cómo hacer las cosas de forma distinta, también para poder aplicar lo que aprendiera en futuros discos de The xx. Pero, habiendo dicho esto, el otro día tocando canciones nuevas en París sentí algo que hacía muchísimo que no sentía, como si volviera a tener 15 años y estuviera otra vez debutando en el escenario. Nunca pensé que volvería a sentir ese tipo de nervios y de sensaciones, esa ingenuidad. Cuando The xx debutamos éramos prácticamente niños, todo nos resultaba desconocido y excitante; esa sensación se fue perdiendo con los años, lo que es normal. No esperaba volver a sentirla de esta manera.
¿Y cómo percibiste la reacción del público ante tu nuevo material?
Creo que la propia naturaleza del disco y las canciones lleva a que la interacción con el público sea extremadamente íntima. Pienso que cuando compartes algo que es muy personal, cuando expresas esa vulnerabilidad, el público se abre a ti. Hay una especie de, eso, vulnerabilidad compartida, que es muy emocionante.
Vi que entre las canciones que tocabas estaba “Nancy Boy”, de Placebo. ¿De qué forma sientes que conecta con el resto de tu repertorio?
La primera vez que vi en la televisión a Brian y a Stefan (Brian Molko y Stefan Oldsdal, el núcleo creativo de Placebo) era como ver a una especie de alienígenas, pero, al mismo tiempo, me resultaban extraordinariamente próximos. Durante la adolescencia necesitaba buscar esos momentos de conexión con el mundo queer, descubrir mi lugar en el mundo. Y Brian fue, posiblemente, el primer hombre en el que me fijé que tenía las cualidades que yo admiraba. Hasta entonces las personas a las que idolatraba eran mujeres, mujeres muy femeninas, llenas de ira y fuerza y sensualidad. Y de repente supe de Brian y fue una revelación, fue ver que también como hombre podía encontrar referentes. Y respecto a “Nancy Boy”, es divertido pensar que la escuché por primera vez cuando tenía 13 o 14 años. No me enteraba ni de la mitad, claro. Por ejemplo, no sabía a qué se refería cuando mencionaba el lubricante. Pero había una especie de extrañeza, de otredad en la letra de la canción, que conectaba profundamente conmigo. Una forma alternativa, distinta, de enfocar la masculinidad. Canciones poderosas, agresivas, pero al mismo tiempo una ambigüedad, una feminidad muy tangible. Nunca había visto nada igual, al menos en algo contemporáneo. Sabía de otras cosas, como “The Rocky Horror Picture Show”, pero Placebo nos pertenecían generacionalmente. Los veía en la ‘NME’ y eran distintos a todos los demás. Aquella revista era mi biblia y ellos lo que más próximo me resultaba de todo lo que salía allí.
No sé si esto es una percepción errónea, pero siempre da la impresión de que hay un sentimiento de hermandad muy fuerte entre los miembros de The xx.
Sí, sí, es algo totalmente cierto. Soy el mayor fan tanto de Romy como de Jamie. Me siento orgulloso de todo lo que han hecho, aunque yo no haya participado directamente. Por ejemplo, para mí ver los directos de Jamie en solitario es una experiencia poderosísima. Estoy tan acostumbrado a tenerlo detrás en el escenario que a veces no me fijo en lo talentoso que es. Y sobre Romy, lo mismo. Ahora mismo ella está preparando su disco en solitario y me fascina y me intriga lo que pueda traer entre manos. Tienes que entender que nosotros aprendimos a ser músicos juntos. Yo aprendí a cantar para hacer armonías junto a Romy; en las canciones de The xx nuestras voces se funden. Y nos pasa una cosa muy graciosa, que es que somos incapaces de cantar las canciones del otro en solitario. Es como si involuntariamente compusiéramos las melodías de una forma tan personal que no podemos mezclar nuestras voces como lo hacemos en las canciones de The xx. También, como pasa siempre entre hermanos, hay competitividad. Pero es una competitividad muy sana. Como si nos estuviéramos retando a mejorar constantemente. Somos como tres hermanos, la verdad.
¿De qué forma ha cambiado el mundo del pop desde que empezaste, hace ya unos 15 años?
En nuestro caso, como nos tomamos descansos tan grandes entre discos, siento que todo ha cambiado radicalmente cada vez que sacamos un trabajo nuevo. Por ejemplo, algo que siento que sucede muy claramente es que cada vez es más difícil conseguir la atención del público. El éxito de nuestro debut se dio de una forma muy gradual a lo largo de dos años. Creo que un proceso así sería casi imposible ahora, porque el público cambia su objeto de atención continuamente. Hay muchísimos estímulos disponibles, muchísima música buena, y es difícil darle a los artistas el espacio que se merecen.
Y desde un punto de vista más personal, y también más político, ¿en qué crees que ha cambiado el mundo musical para un hombre homosexual desde que empezaste tu carrera?
Pienso que mi nuevo disco tiene bastante de reflexión sobre eso. Cuando hablábamos antes de lo de Placebo creo que ejemplifiqué bastante bien lo difícil que era entonces encontrar esos momentos de queerness en los referentes culturales mainstream. Tenías que ir a buscarlos. Ahora no, ahora se han naturalizado y es absolutamente estupendo. Cuando veo a una figura como Lil Nas X, pienso: “¡Jo, cuánto me hubiera gustado haber sido su fan de adolescente, cuánto me habría servido para canalizar mis preocupaciones y mi forma de ver el mundo!”. También pienso en el cine o en las series. Hace poco se estrenó en Netflix “Heartstopper”, una serie que representa muy bien, de una forma muy tierna, casi idílica, lo que es descubrir el amor y el deseo siendo un adolescente gay. Me hubiera gustado tener referentes así cuando crecí.
Y lo mismo respecto a la condición de seropositivo, supongo.
Claro. Cuando me dieron la noticia de que era portador del VIH, a los 17 años, la única persona que sabía que había tenido el virus era Freddie Mercury. Y se había muerto por ello. Era aterrador el no tener otros referentes, el no saber que había una vida por delante aunque fueras portador del virus. Ahora eso ha cambiado. Gente como Billy Porter, John Grant o Mykki Blanco son artistas increíbles que han hablado públicamente de su condición, y tener a gente así te cambia la vida. Si yo hubiera sabido que aunque fueras portador del virus podías hacer una vida perfectamente normal habría sufrido mucho menos de chaval.
En el disco colabora Jimmy Sommerville, ¿cómo fue contar con él?
Durante la pandemia Elton John me habló de él; yo conocía su música, pero no lo conocía personalmente. Fue empezar a hablar con él y sentir que estaba ante alguien muy especial. Además, durante la pandemia, al principio pensé que iba a llevar bien el aislamiento, pero pronto me di cuenta de que no, que aunque sea introvertido necesito contacto humano, sobre todo hablar con gente a la que admiro, gente creativa de la que se puede aprender. Y creo que Jimmy es de las personas a las que más admiro en el mundo. Ni siquiera sé cuándo fue la primera vez que lo escuché, supongo que las canciones de los Communards o de Bronski Beat han estado siempre ahí, en la radio, sonando de fondo, con esa voz tan especial, con ese timbre único, angelical. Cuando llegó la hora de hacer el álbum todo encajaba para que Jimmy cantara.
Además, Jimmy tiene mucho de icono queer.
Claro, claro. Creo que en el caso de Jimmy va más allá de la lucha en favor de la gente queer o de la visibilización de la seropositividad. Es un artista político que trasciende las causas específicas. Toda su carrera se ha basado en mostrarse vulnerable, en hablar de los miedos que a todos nos corroen por dentro, y creo que es lo que hace que su arte sea tan emotivo. Yo desde fuera lo veía como alguien invencible, poderosísimo, pero al conocerlo me di cuenta de que es una persona que, por encima de todo, está lleno de miedos, como todos lo estamos, pero se atreve a exteriorizarlos y a reflexionar sobre ellos. Es aún más meritorio de lo que pensaba. Y con el tiempo se ha convertido en un gran amigo; hablo con él prácticamente todos los días. Me siento muy afortunado.
Otra colaboración importante es la del director de cine Yann Gonzalez, con quien has trabajado en su cortometraje “Hideous” (2022). ¿De qué forma conectan vuestras propuestas?
Cuando vi sus películas pensé: “Este hombre está haciendo en el cine exactamente lo que yo quiero hacer en mis canciones”. Esa mezcla tan especial entre el terror y lo cómico, entre lo oscuro y lo hilarante, ese es justo el territorio que yo quería explorar en mi música.
Ese es uno de los aspectos que más llaman la atención del álbum, el que trates temas tan serios con tanto humor.
Obviamente, hay muchas experiencias de las que hablo que son duras, pero es que para mí no ha sido todo un drama insoportable. La vida no es blanco o negro, hay una infinidad de matices, de momentos que son tristes pero en los que te ríes. Saber reírte de ti mismo y de tus circunstancias no hace que algo sea menos sincero. No quería hacer un disco deprimente, no quería hablar con dramatismo de mis circunstancias. Hablo de cosas como el miedo o la vergüenza de uno mismo, pero me resultaría insoportable hacerlo desde un tono totalmente solemne. Lo mismo hace Yann en el cine, precisamente. Por eso encajamos tan bien.
¿Cuáles son tus objetivos con el álbum? ¿Girar mucho con él?
Bueno, voy a girar y tengo muchísimas ganas, y me gusta hacer música en solitario. Pero también te digo que mi prioridad siempre va a ser The xx. En el fondo es de lo que más disfruto, de hacer música junto a Romy y Jamie y de poner en común todo lo que hemos aprendido en el tiempo que hemos pasado haciendo cosas por nuestra cuenta. Sé que Jamie, por ejemplo, ha estado grabando cosas, escucha muchísima música y absorbe influencias con mucha intensidad, siempre me intriga volver al estudio con él porque pienso: “¿Con qué me sorprenderá esta vez?” . Y respecto a los conciertos: ¿Cuándo sale esta entrevista?
En septiembre, coincidiendo con la salida del disco.
Pues mira, te lo puedo adelantar, en petit comité: voy a tocar en España. No recuerdo las fechas ni los lugares exactos, pero sé que tengo un par de fechas en octubre y me hace muchísima ilusión. Hace muchísimo que no toco allí (nota: según un comunicado, el tour por UK, Europa y Estados Unidos se ha cancelado). ∎