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Rafael Berrio, in memoriam.
Rafael Berrio, in memoriam.

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Rafael Berrio

Un disco para evitar olvidarlo

El músico y productor Raúl Bernal ha impulsado “La vida que amo”, álbum de homenaje a Rafael Berrio (1963-2020) que se publica hoy. El cantautor donostiarra nunca llegó al público mayoritario, pero la dimensión filosófica de sus composiciones lo convirtió en favorito de otros músicos, varios de los cuales participan en este disco: Mikel Erentxun, Diego Vasallo, Quique González, Fino Oyonarte o Tulsa le rinden merecido tributo.

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Portada del álbum “La vida que amo”, el disco-homenaje a Berrio que se publica hoy.
Portada del álbum “La vida que amo”, el disco-homenaje a Berrio que se publica hoy.

E

l 31 de marzo de 2020, mientras vivíamos con estupefacción, incredulidad y asombro los primeros días del confinamiento absoluto provocado por la pandemia del COVID, falleció en San Sebastián Rafael Berrio, a los 56 años. A él no lo tumbó el coronavirus, sino el cáncer de pulmón que sufría desde años antes.

Impresionante letrista –siempre decía que si llamábamos “poeta” a un letrista, ¿cómo deberíamos llamar a los poetas?– y personaje de la bohemia –también decía que ser un bohemio de verdad debía ser horrible: “Nosotros vivimos demasiado bien para creernos bohemios”–, fue un músico adicto al rock de The Velvet Underground que, paradójicamente, disfrutó su momento de máximo fulgor cuando se acercó a la chanson francesa existencialista, emparentando metafóricamente con el mito de Serge Gainsbourg.

Rafael Berrio había nacido en San Sebastián el 24 de octubre de 1963. Era el hermano pequeño de Iñaki Berrio, quien escribió en las páginas de Rockdelux –y de su antecesora, ‘Rock Espezial’– en los años 80 con el seudónimo de William Ex. De él tomó sus primeras lecciones como poeta y su afición por el rock’n’roll americano y el punk. En su biografía hay grupos de escasa o nula repercusión, como U.H.F., a los que puso voz a finales de los 70 y principios de los 80 y con los que grabó un maxi compartido con Mogollón en 1981.

También pasó por Amor A Traición, a caballo entre los 80 y los 90, y por Deriva en la primera década del siglo XXI. Con cada una de estas formaciones grabó dos álbumes. Aunque tuvo momentos en los que parecía que sí podría llegar a más público –actuó en el mítico Rock-Ola madrileño y se hizo amigo de otro donostiarra ilustre, Ignacio Gasca, “Poch”, líder de Derribos Arias, con quien compartiría escenario en varias ocasiones–, el éxito le fue esquivo.


“Él quería terminar de hacer cosas y se puso manos a la obra, centrándose aún más en sus canciones... El último disco lo quiso sacar como fuera. Le terminó fallando una cuerda vocal, pero fue una suerte que le diera tiempo a dejar grabadas tres canciones. La pérdida de una cuerda vocal fue un palo definitivo”
Gema Amiama



Rafael Berrio se ganaba la vida trabajando como pintor. De carácter extremadamente amigable y risueño, con un gran dominio de la escritura y el lenguaje, no dejó nunca de dedicarse a lo que sanaba su alma. Ya en este siglo, frisando los 40, comenzó a ejercer de faro intelectual para algunos artistas donostiarras. En el ámbito musical, su principal fuente de encargos fue Mikel Erentxun, para quien escribió a lo largo de varios años las letras de “Sé libre, sé mía”, “Veneno”, “Intacto”, “A veces te quiero siempre”, “Tu nombre en los labios”, “Rara vez” o “Versus rocanrol”. En el ámbito literario, fue uno de los impulsores de “La Tertulia Errante” del Círculo Riojano de San Sebastián, que también atrajo a músicos como Diego Vasallo o Joserra Senperena y a poetas y escritores como Karmelo Iribarren, Ramón Eder, Pablo Casares, Jon Obeso, Emilio Varela o Juan Manuel Uría.

Premio a la constancia

A partir de 2010, casi en la cincuentena, consiguió vivir exclusivamente de la música, si bien de forma austera. La “culpa” la tuvieron dos discos a su nombre, “1971” (Warner, 2010) y “Diarios” (Warner, 2013), con los que rompió los moldes gracias –entre otras cosas– a los arreglos de piano, acordeón y cuerdas sintetizadas con que lo arropó el compositor y multinstrumentista donostiarra Joserra Senperena. No solo por eso ambos discos lograron trascender: ahí figuran también los mejores textos de un autor cínico –como Pío Baroja, Louis-Ferdinand Céline o Michel Houellebecq– y descreído, que ha logrado depurar su estilo hasta alcanzar la perfección, con canciones que abandonaba y retomaba y que podía tardar cinco o seis años en terminar.

“1971” (2010) y “Diarios” (2013), sus dos mejores discos.
“1971” (2010) y “Diarios” (2013), sus dos mejores discos.


Esta combinación siguió sin abrirle las puertas del gran público, pero hizo que canciones como “Simulacro”, “Mis amigos”, “Este álbum”, “Oh, verdad desnuda”, “La alegría de vivir”, “En las lindes del fin”, “Las pequeñas cosas”, “Insomne” o “La desgana” se convirtieran en fetiches favoritos de otros músicos como el citado Erentxun, Sabino Méndez o Mursego, con quien realizó el espectáculo “Phantasma” (2012) combinando poesía y videoarte. También del cineasta Jonás Trueba, quien, enamorado de sus composiciones, incluyó en “La reconquista” (2016) ocho minutos en directo de Berrio –que interpreta en la película el papel de padre de Manuela– registrados en el garito al que acuden los protagonistas del filme. Ahí suenan “Todos somos principiantes” –del álbum de Amor A Traición “Una canción de mala muerte” (Galerna, 1996)– y “La Arcadia en flor”, tema que Berrio compuso exprofeso para la película.

Aprovechando el ímpetu de la acogida de “1971” y “Diarios”, Berrio publicó el rockero “Paradoja” (Warner, 2015) y “Niño futuro” (Rosi, 2019), más cercano al pop. Junto a Joserra Senperena trabajó en “Adiós a la bohemia” (Autoeditado, 2017), versión de la zarzuela homónima de Pablo Sorozábal con texto de Pío Baroja. El reconocimiento mayoritario se le siguió resistiendo, aunque Amateur –grupo formado por tres exintegrantes de La Buena Vida– o la mismísima Sole Giménez –ex de Presuntos Implicados– también le pidieran canciones: “Dulce final” y “Siempre volverás”, respectivamente.

Siempre entero

Cuando apareció “Niño futuro” llevaba varios meses sabiendo de su enfermedad. “Rafa llevaba bastantes meses tosiendo de una forma exageradamente fuerte”, recuerda su viuda, Gema Amiama. “No era solo que enlazara un catarro con otro. Luego empezó a dolerle la espalda y un amigo de San Sebastián, fan y médico, le insistió en que tendría que hacerse unas placas. Y cuando el 4 de julio de 2018 nos dieron el diagnóstico fue un mazazo, porque no era bueno y no se sabía de qué tiempo se estaba hablando”.

Rafael Berrio con Gema Amiama, su mujer.
Rafael Berrio con Gema Amiama, su mujer.


“No se lo contó a nadie que no fuera muy íntimo, y tampoco lo contaba de primeras, sino si surgía en la conversación algo que tuviera relación”, comenta Gema acerca de cómo afrontó la enfermedad. “Lo llevamos entre los dos, su familia y algún íntimo suyo. Pero también hubo gente íntima a la que tampoco se lo dijo… Era muy reservado. ¡Imagínate que la gente te esté preguntando cada dos por tres cómo estás! Eso es demoledor. Él lo llevó, para mí, con una entereza impresionante, cumpliendo siempre a rajatabla el tratamiento que se le mandó. Incluso en los peores momentos, que fueron al final, mostraba una fuerza que yo, sinceramente, no comprendía de dónde la sacaba”.

Antes de fallecer, entre octubre y diciembre de 2019, quiso grabar sus últimas canciones para “EP” (Rosi, 2020), que apareció en octubre de 2020, varios meses después de su fallecimiento. Las piezas previstas para el disco eran cinco, pero quedaron reducidas finalmente a tres porque el tumor terminó afectando a sus cuerdas vocales y no pudo completar la grabación. Con el sentido del humor que le caracterizaba, en el tema que abre este trabajo, el vals “Insulsa”, se le oye cantar, entre otros versos: Tan insulsa fue mi vida / que jamás vestí un frac / ¡imagínese! / ¡jamás vestí un frac! / ni pedí bajo la luna / la mano a dama alguna / oh, nulidad de mí / algo hice mal / qué filfa de existir”.

Él quería terminar de hacer cosas y se puso manos a la obra, centrándose aún más en sus canciones”, explica Gema. “El último disco lo quiso sacar como fuera. Le terminó fallando una cuerda vocal, pero fue una suerte que le diera tiempo a dejar grabadas tres canciones. La pérdida de una cuerda vocal fue un palo definitivo”.


“Revisando las canciones, veo que, efectivamente, la distancia con la que escribía le da pleno significado a la forma en que me contó lo de la enfermedad. Porque el gran tema de sus canciones era, en gran medida, la posición ante la muerte”
Miren Iza



El confinamiento no impidió el homenaje que le rindió la “profesión”, sino que lo retrasó. En noviembre de 2020, en la sede de la Filmoteca Española en Madrid, hubo un evento conducido por Jonás Trueba y Gema Amiama, con actuaciones musicales a cargo de Miren Iza (Tulsa), Abel Hernández (El Hijo) y Christina Rosenvinge. En este homenaje se presentó el libro “Absolución. Canciones de Rafael Berrio” (La Veleta-Comares, 2020) y se proyectó “Escuchando ‘Niño futuro’ (Una película de Rafael Berrio)” (Andrés David Sainz, 2020), cinta basada en una idea de Berrio que registra el momento en el que escucha en el estudio el resultado de la grabación de aquel trabajo.

“Yo ya me entiendo. Paradojas de Rafael Berrio” fue una exposición inaugurada el 31 de marzo de 2021 –coincidiendo con el primer aniversario de su muerte– y abierta al público hasta el 22 de mayo en el Centro Cultural Ernest Lluch de San Sebastián. Y el 20 mayo de 2021, el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, ese magno recinto que se le resistió en vida, sirvió de marco a un gran tributo musical en el que una banda formada por Joserra Senperena (piano y teclado), Fernando “Lutxo” Neira (bajo y contrabajo), Joseba Irazoki (guitarra) y Karlos Aranzegi (batería) contó con las intervenciones vocales de Pavlyuchenko (Los Bracco), Abraham Boba (León Benavente), Julia-Cristina, Amateur, Miren Iza, Rafa Rueda, Paul San Martín, La Oreja de Van Gogh al completo, Petti, Txetxo Bengoetxea (21 Japonesas), Sanchis y Jocano, Mursego con Karlos Osinaga “Txap” (Lisabö) y Mikel Erentxun y Diego Vasallo.

Otro sentido homenaje

Con título extraído de “Dadme la vida que amo”, canción incluida en “Niño futuro”, hoy se publica “La vida que amo” (Warner, 2022) el disco-homenaje a Berrio puesto en marcha por el músico y productor murciano Raúl Bernal, que ha contado con una serie de músicos menos evidentes de lo que podríamos imaginar, de distintas procedencias y currículos variados, como el tinerfeño Jairo Martín, el madrileño Luis Arronte, el segoviano Santi Campos o el mallorquín Toni Brunet. También participa Cristina Plaza –ex de Clovis y Los Eterno, que interviene con su actual alias musical, Daga Voladora– y la pareja de esta, Fino Oyonarte (Los Enemigos), el primero de los artistas populares que intervienen en un homenaje al que se suman Miren Iza (Tulsa), Quique González, José Ignacio Lapido (091) y los –estos sí– inevitables Mikel Erentxun más Diego Vasallo, que participa en calidad de amigo íntimo.

Con Fino Oyonarte.
Con Fino Oyonarte.


“El proyecto surgió al poco del fallecimiento de Rafa”, explica Raúl Bernal por Zoom. “Iba a ser algo exclusivamente local y muy pequeñito porque aquí, en Granada, donde vivo desde hace varios años, hay muchos fans de Berrio y muchos de ellos son músicos. Pero hablando de Rafa con otros músicos de fuera de Granada se empezó a unir más gente. La primera persona a la que le hablé del proyecto fue Santi Campos y él fue quien me puso en contacto con Tulsa. Y luego, sí, me puse yo en contacto con Diego Vasallo y él me presentó a Mikel Erentxun. Falta gente, alguna muy relacionada con Rafa, pero es que en algún momento había que parar. De hecho, por duración, hay temas que solo aparecen en el CD y no están en el vinilo, en el que faltan ‘Mis ayeres muertos’, por Toni Brunet, y ‘No pienso bajar más al centro’, por Jairo Martín”.

Una de las cosas que más puede sorprender de “La vida que amo” es que los dos discos más populares del homenajeado, “1971” y “Diarios”, están muy poco representados. Del primero encontramos “Simulacro” (Fino Oyonarte) y “Cómo iba yo a saber” (Daga Voladora), que son los dos temas de Berrio con más escuchas en Spotify, con mucha diferencia: más de medio millón el primero y más de cien mil el segundo. De “Diarios” solo está “Amanece”, una de las tres menos escuchadas de ese disco, interpretada aquí por Miren Iza. “Ha sido elección de cada uno de nosotros –aclara Bernal– y ha resultado que el más representado es el último, ‘Niño futuro’”. Este disco está presente con “Considerando” (Quique González), “Mi álbum de nubes del cielo” (Luis Arronte), “Dadme la vida que amo” (Santi Campos) y “Abolir el alma” (José Ignacio Lapido).

Diarios de un niño futuro.
Diarios de un niño futuro.


“A mí me impactó mucho ‘Niño futuro’, pero porque ya sabía que estaba enfermo”, confiesa Miren Iza. “Elegí ‘Amanece’ por ser, por una parte, muy atípica en su obra: es muy cortita, tiene muy poco texto y este está muy condensado, pero, por otra parte, también es muy típica: está sembrada de preguntas, las preguntas más fundamentales; su obra es un tratado de filosofía y ‘Amanece’ es una joya para mí”, explica la lideresa de Tulsa. “Recuerdo que me contó lo del tumor de once centímetros en el pulmón y lo explicaba con una tranquilidad que me hizo pensar si realmente sabía la gravedad de lo que me estaba contando… Pero luego, revisando las canciones, veo que, efectivamente, la distancia con la que escribía le da pleno significado a la forma en que me contó lo de la enfermedad. Porque el gran tema de sus canciones era, en gran medida, la posición ante la muerte”.

Dejando a un lado el caso particular de Jairo Martín, que interpreta “No pienso bajar más al centro”, del primer álbum de Amor A Traición, son sus amigos más antiguos, Diego Vasallo y Mikel Erentxun, quienes se encargan de rescatar canciones de su etapa previa a los discos “en solitario”. Diego Vasallo, íntimo de Rafa, con quien hablaba y quedaba con frecuencia, recuerda que jamás colaboraron. “Sí le comentaba que estaría bien que creáramos un cartel conjunto, que actuáramos uno y otro, pero no tuvimos una oficina de management que se encargara de eso y, al final, nunca estuvimos juntos en un escenario”. Diego sí formaba parte, en cambio, de la citada tertulia del Círculo Riojano. “La fundó él y duró muchos años. Era una reunión de amigos, poetas, pintores, músicos… Con el paso del tiempo lo fuimos dejando, pero yo seguía quedando con Rafa por su barrio, Gros, yendo de bares. A los dos nos gustaban mucho las tabernas antiguas, pero a él le gustaban sobre todo los baruchos de barrio, los que ya no quedan. Cuanto más cutres, mejor. Yo tuve una casa en Madrid cerca de la plaza de Olavide y él tenía llave, para que se quedara allí cuando iba a Madrid. Y le hacía una lista de bares de esos, para que los visitara cuando estaba en la ciudad. Cuando dejé de tener esa casa, Rafa empezó a quedarse en casa de Tontxu y, a veces, de otra amiga común donostiarra”.


“Yo ya conocía su querencia afrancesada. Era un artista arriesgado al que le gustaba dar saltos bruscos. Era un grandísimo escritor de canciones y, al ser discos con la voz muy presente y orquestaciones que la envuelven y arropan, se potenciaba la grandeza de esas canciones”
Diego Vasallo



Para Diego, “1971” y “Diarios” son sus mejores discos: “Ahí están, quizá, sus mejores canciones. Supusieron un cambio muy radical, pero yo ya conocía su querencia afrancesada. Era un artista arriesgado al que le gustaba dar saltos bruscos. Era un grandísimo escritor de canciones y, al ser discos con la voz muy presente y orquestaciones que la envuelven y arropan, se potenciaba la grandeza de esas canciones. Estos dos discos son, quizá, su cima, aunque también me gusta mucho ‘Niño futuro’. Pero ya tenía canciones muy buenas en Amor A Traición, que era un grupo de rock mucho más clásico”. Sin embargo, la canción que ha elegido Vasallo es “No solo de amor”, que forma parte de “Harresilandia” (Autoeditado, 2003), el segundo álbum a nombre de Deriva. “La elegí porque la versión de su disco con Deriva nunca me terminó de convencer. No me gustó la producción. Pero probé con varias más antes de decidirme por esta. Y he hecho en directo alguna otra. En el homenaje en el Victoria Eugenia interpreté ‘No pienso bajar más al centro’, de Amor A Traición, que es su canción más famosa en Donosti. La hice ralentizada”.

Mikel Erentxun también era amigo de Berrio, pero de otro modo: “Lo conozco de toda la vida, antes incluso de Duncan Dhu, porque él cantaba en U.H.F., que era uno de los grupos de referencia en San Sebastián junto a Puskarra y Mogollón. Y me quedé prendado de U.H.F. y, sobre todo, de él. Fuimos coincidiendo aquí y allá y un buen día, en 1996, escribimos nuestra primera canción juntos, ‘Tu nombre en mis labios’, que apareció en mi disco ‘Acróbatas’. Desde entonces habremos escrito juntos cerca de una docena de canciones”.

Con Mikel Erentxun, en febrero de 2008, cantando “Tu nombre en los labios” para la grabación “Tres noches en el Victoria Eugenia”.
Con Mikel Erentxun, en febrero de 2008, cantando “Tu nombre en los labios” para la grabación “Tres noches en el Victoria Eugenia”.


En el caso de Erentxun, aunque reconoce que “1971” y “Diarios” fueron los discos que le pusieron en una órbita “nacional” más allá del País Vasco y los considera “una dupla maravillosa”, admite que el Berrio compositor que más le gusta es el que “se escoraba hacia el rock”. En este sentido, apunta lo siguiente: “‘Niño futuro’ me parece una obra maestra: ese disco no tiene desperdicio; transmite y emociona y es un disco antológico”. Erentxun eligió “La misma mujer distinta”, del primer álbum de Amor A Traición, no solo porque fuera una de sus canciones favoritas: “Me sentía ‘natural’ cantándola y probé con otras antes de decidirme por esta. Pero es que las canciones que me mandaba para mis discos a él le quedaban estupendamente, mucho mejor que a mí. Además, casi toda la gente estaba eligiendo canciones de su repertorio como solista y, para mí, Amor A Traición fue un grupo importante, y su primer disco, glorioso. Me pareció buena idea reivindicar esa parte de su legado”. ∎

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