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La imagen de una promesa (rota).
La imagen de una promesa (rota).

Revisión

Yeah Yeah Yeahs, el grupo que pudo reinar

Cuando se produjo la explosión de la “nueva Nueva York” a principios de milenio, el trío comandado por Karen O era la banda que todo el mundo deseaba: aguerrida, sucia, salvaje y cool, con una presencia imponente y, al tiempo, un caramelo perfecto para la incipiente cultura hípster. Tras cuatro álbumes y casi una década de relativa sequía, analizamos su poco convencional trayectoria en vísperas de sus conciertos en Barcelona, en el festival Primavera Sound.

04. 05. 2022

La primera vez que oí hablar de Yeah Yeah Yeahs fue la primera vez que entrevisté a Christina Rosenvinge. Ella me los recomendó en 2002, recién regresada a Madrid después de una larga temporada en Nueva York. Era la banda de la que todo el mundo estaba prendado allí, y recalcó que su cantante era muy carismática. Por entonces la información no circulaba con tanta inmediatez a través de las redes, pero, unos meses después, su primer álbum –“Fever To Tell” (Interscope, 2003)– vio la luz y entendí el porqué de aquel fervor. Tanto que, en cuanto me enteré de que ese verano iban a tocar en el festival portugués de Paredes de Coura, lié a unos amigos para ir. Llegué virgen de imágenes del grupo y, en cuanto los vi en acción, se produjo el flechazo. Fue un concierto breve e intensísimo, sucio y catártico, con una energía sexual arrebatadora, salvaje. Uno de los mejores que he visto en mi vida.

Tras leer la imprescindible historia oral de Lizzy Goodman “Nos vemos en el baño. Renacimiento y rock and roll en Nueva York, 2001-2011” (2017; Neo-Sounds, 2018), puedo comprobar que fueron muchas las personas que tuvieron esas mismas sensaciones por aquella época, lo que contribuyó a generar unas expectativas que nunca llegaron a cumplirse del todo. Cuando los volví a ver en directo en su primer concierto en España, en el Primavera Sound de 2006, gran parte de la magia, la urgencia y la intensidad se había perdido en algún lugar, quizá también en la gran explanada del escenario principal del Fòrum a plena luz del día. ¿Qué había ocurrido?

En el Primavera Sound 2006. Foto: Xavier Mercadé
En el Primavera Sound 2006. Foto: Xavier Mercadé

Del antifolk al “Nuevo Rock Fashion”

La génesis de Yeah Yeah Yeahs está, en realidad, en la escena antifolk de la Gran Manzana, la misma que alumbró a The Moldy Peaches, Jeffrey Lewis y Regina Spektor, entre otros. Fue en una de las legendarias noches de micro abierto del SideWalk Cafe, epicentro de toda aquella movida, cuando el guitarrista Nick Zinner conoció a Karen O. Por entonces –corría 1999–, ella era estudiante de cine en la Universidad de Nueva York, pero estaba haciendo sus pinitos musicales y se subió al escenario a interpretar unos temas. “Canciones folk muy dulces”, tal como recordaba Adam Green en el libro de Lizzy Goodman. Zinner estaba entre el público y también Christian Joy, quien después se convertiría en la diseñadora de vestuario y parte fundamental de la transformación de Karen Lee Orzolek en Karen O. El guitarrista, que llevaba años tocando en grupos sin suerte, abordó a la vocalista. Conectaron al instante y, al poco tiempo, formaron una banda, Unitard, que también debutó en el SideWalk. Pero ella quería “agitar las cosas un poco más”. Un día, ambos se encerraron con una caja de ritmos, una guitarra eléctrica y unos pedales de efectos y…

Nick Zinner y Karen O, en Unitard, antes de Yeah Yeah Yeahs.
Nick Zinner y Karen O, en Unitard, antes de Yeah Yeah Yeahs.

El big bang

“Bang” fue el primer tema que el dúo compuso como Yeah Yeah Yeahs, un exabrupto art-punk en el que Karen le dice a un amante que para un polvo es muy poca cosa y que lo que necesita esa noche es algo de verdad, cuanto más grande mejor. Luego llegaron otros cuatro temas que también agarraban al oyente por el cuello y lo ponían contra la pared, con letras sobre dominación y sumisión y un sonido al que terminarían de dar forma junto al batería Brian Chase, a quien la vocalista había conocido unos años antes durante su estancia en Oberlin College, en Ohio. Dice Zinner que lo que acabaría siendo su primer EP –“Yeah Yeah Yeahs”, publicado por Shifty en 2001– era en realidad una maqueta grabada en cinta que dejó olvidada en el bolsillo de su pantalón, que accidentalmente fue a la lavadora y que masterizaron sobre ese mismo casete. Yo no me lo creo, pero como leyenda iniciática tiene su encanto porque lo cierto es que el trío nunca volvió a sonar tan sucio como entonces. Ni tan inspirado, añadiría. Sí más sofisticado cuando entablaron amistad con David Andrew Sitek –posteriormente en TV On The Radio– y este se convirtió de facto en el cuarto Yeah Yeah Yeahs, contribuyendo a dar forma a un nuevo sonido igualmente urgente, pero de atmósferas más metálicas y sintéticas, con un color más intenso.

Aunque lo que marcó la diferencia fue el directo. Su debut sobre las tablas se produjo el 24 de septiembre de 2000 en la sala Mercury Lounge y ya tuvo algo de simbólico, pues compartieron cartel con un veterano de culto –Kid Congo Powers– y con unos The White Stripes que estaban cerca de dar el pelotazo. Se dice que fue en una fiesta de la revista ‘Vice’ cuando ofrecieron el concierto que hizo despegar su carrera y que llevó a todas las compañías a pelear por ellos. Buena parte de este hype fue alentado por su entonces representante, Asif Ahmed, que era más colega de juergas que hombre de la industria, pero que supo jugar con habilidad para conseguir un goloso contrato con el gigante Interscope.

“Our Time”, de su primer EP (2001), interpretada en el Mercury Lounge, NYC, el 24/9/2000.

Historia de O: no era escena para chicas

Aparte de una Kimya Dawson cuya naturaleza carismática era radicalmente distinta, Karen O fue la única mujer que destacó al frente de un grupo en aquel movimiento. No había frontwomen en la “nueva Nueva York”, así que rápidamente se abrazó a nuestra protagonista como la nueva Patti Smith, la nueva Debbie Harry, la nueva Chrissie Hynde. Había razonables similitudes vocales con la líder de The Pretenders y también con Siouxsie, además de una presencia magnética de orígenes exóticos: padre polaco, madre surcoreana. Pronto se convirtió en referente en el ámbito de la moda gracias a los diseños exclusivos de Christian Joy. “Ver a Karen con esa ropa, las medias rotas, pintalabios rojo y una actitud abiertamente sexual me dejó estupefacta. Creo que eso es lo que atraía tanto al público. Las creaciones de Christian Joy eran fabulosas, pero también ver a esa mujer, dueña de su propia sexualidad y haciéndose con el control del escenario”, declaraba la periodista April Long a Lizzy Goodman. No solo eso. De repente, las primeras filas eran copadas por fans femeninas, como corroboró la propia Joy: Por fin había alguien sobre un escenario con el que muchas chicas, yo incluida, podíamos sentirnos identificadas. Alguien que pasaba de todo de la misma forma que lo hacíamos nosotras, a quien no le importaba ir desaseada, que no vestía de manera sexi y que simplemente estaba siendo ella misma. Karen era nuestra intrépida líder, acabábamos llenas de cardenales, sucias y borrachas. Éramos unas hijas de puta arrogantes, como los chicos. Era como si el momento nos perteneciera”.

El estilismo de Karen O, en 2004, según los modelos de Christian Joy. Fotos: John Shearer, J. Quinton y Tabatha Fireman (Wirelmage / Redferns / Getty Images)
El estilismo de Karen O, en 2004, según los modelos de Christian Joy. Fotos: John Shearer, J. Quinton y Tabatha Fireman (Wirelmage / Redferns / Getty Images)

Quizás, quizás, quizás

“Fever To Tell” gozó de una razonable acogida de público y de crítica, pero no llegó a ser del todo el bombazo que se esperaba. A la banda la cogió agotada, tanto por las inseguridades que alargaron el proceso de grabación como por la presión, y por una gira que no podía mantenerse tan al límite durante tanto tiempo. En octubre de 2003, Karen O sufrió un accidente mientras actuaba en un festival en Sídney (Australia) y el susto le hizo bajar el pistón. Su ímpetu escénico ya no volvió a ser el mismo. Mantuvo su magnetismo, pero esa actitud suicida y la sensación de peligro pasaron a mejor vida. Se mudó a Los Ángeles y cambió de novio: Angus Andrew, del grupo Liars, por el cineasta Spike Jonze. Comenzaron a aflorar las tensiones entre los miembros de la banda y el segundo álbum, “Show Your Bones” (Interscope, 2006), respondió a ello con unas canciones más aplacadas de lo habitual. El grupo que pudo reinar no dio el pelotazo, pero tampoco se hundió. Supo cómo sobrevivir en una zona cómoda, entre el estatus de culto y el lujo alternativo-mainstream, y se pudo permitir trabajar con mayor lentitud y buscar otros caminos sonoros. “It’s Blitz!” (Interscope, 2009) fue un disco pop plagado de celofán y odas a la pista de baile con un inesperado éxito comercial, pero mayoría de canciones flojas. “Mosquito” (Interscope, 2013) apareció sin presión, con la banda aparentemente ya en segundo plano y un contenido que merecía mucho más reconocimiento del que tuvo. 

En estos nueve años solo se han vuelto a juntar de vez en cuando para conciertos puntuales. O, incluso, para ofrecer una de las más delirantes actuaciones online vistas durante el confinamiento de la pandemia, con Karen “performando” desde el interior de su armario y Nick en un televisor dentro del mismo. Como no han publicado nada nuevo desde entonces, parecía que la banda había dejado de ser algo prioritario para sus componentes, más centrados en sus propias historias. Pero han anunciado su gira más extensa en años, con presencia estelar en grandes festivales, y hace pocos días confirmaron que habrá canciones nuevas. Esto viene a indicar que, tal vez, durante la ausencia, el grupo ha conseguido revalorizar el interés que había en torno suyo. ¿Podemos esperar una resurrección o se quedará todo en simple nostalgia de lo que pudo haber ocurrido? ∎

Nick Zinner, Karen O y Brian Chase, el trío en 2006.
Nick Zinner, Karen O y Brian Chase, el trío en 2006.

¡Qué nombre, qué imagen!

01

Machine

del EP “Machine” > Touch And Go, 2002

La bisagra entre los Yeah Yeah Yeahs más lo-fi del inicio y la versión ligeramente más depurada por David Andrew Sitek. Este tema incluye muchos de sus elementos definitorios: una guitarra abrasiva y un texto que fantasea con crímenes violentos. Se rescató en la reedición deluxe de “Fever To Tell”.

02

Date With The Night

de “Fever To Tell” > Interscope, 2003

Aparentemente, nadie toca el bajo aquí, pero hay un ritmo desaforado entre guitarras como cuchillos, mientras que la voz de Karen O se pone al borde del orgasmo. Emergencia post-punk y una celebración de la noche en aquella Gotham que se descubría a sí misma, donde dicen que te podías sentir libre y salvaje.

03

Black Tongue

de “Fever To Tell” > Interscope, 2003

Comienza con un riff de garage rock primitivo y una batería a piñón y, sobre ese mugroso colchón, la vocalista se lanza a tu cuello: “¡ha!” “¡aahhh!”, “puedes quedarte tu lengua negra” y, luego, más jadeos, a-has y yeah-yeah-yeahs. Un clásico en sus directos que busca resucitar a los muertos.

04

Pin

de “Fever To Tell” > Interscope, 2003

Dos minutos perfectos. Comienza con una guitarra infecciosa, sincopada y chillona. Cuando llega a los 45 segundos, se pone a atronar mientras Karen canta su estribillo: “Bam-bam-bam-bam-duh-duh”. A la altura del primer minuto, pausa con armónicos de atmósfera gótica. Todo vuelve a empezar hasta que se fragua un desenlace con la misma guitarra del principio, lanzándose por el precipicio.

05

Maps

de “Fever To Tell” > Interscope, 2003

Power ballad arrebatadoramente romántica, se beneficia no solo de la tierna y sentida interpretación vocal de Karen, sino también de una estructura inusual: su introducción de guitarra y batería, sus sonoridades, sus estallidos y sus quiebros hacia la épica eléctrica. Y un cotilleo: se dice que “Maps” no significa “mapas”, sino que es el acrónimo de “My Angus Please Stay”.

06

Y Control

de “Fever To Tell” > Interscope, 2003

Abre con una guitarra saturada en armónicos que ya te deja atrapado, pero lo que viene después es incluso mejor. Una melodía adictiva y un estribillo que aparece en el minuto 1:15, precedido de la frase “ojalá pudiera volver a comprar a la mujer que robaste”. La “Y” del título se refiere al cromosoma masculino, y la canción habla sobre cómo escapar de una relación abusiva.

07

Cheated Hearts

de “Show Your Bones” > Interscope, 2006

Su himno de resiliencia contra el engaño amoroso comienza con una de las clásicas introducciones instrumentales del grupo y una dulcísima melodía vocal (¡Chrissie Hynde!) hasta que Karen canta “a veces pienso que soy más grande que el sonido”, las guitarras se enmarañan y conducen a un nuevo quiebro, como si quisieran boicotear todo el potencial comercial de la canción.

08

Isis

del EP “Is Is” > Interscope, 2007

El gran tesoro oculto de su discografía es el cuarto corte de un EP registrado en 2004, en plena gira de su primer álbum, pero publicado posteriormente. Sobre un riff absolutamente épico, Karen canta con gloria enfurecida, con violencia y misterio, sobre algo así como tirar al mar a las criaturas de la noche salvaje.

09

Zero

de “It’s Blitz!” > Interscope, 2009

Un hitazo electropop con el que la banda llevó a un nuevo plano su obsesión romántica con la vida nocturna. La letra invita a fantasear con el escapismo, con cazadoras de cuero y crímenes de amor, y ese anonimato en la oscuridad de la pista de baile, donde nadie pregunta tu nombre.

10

Despair

de “Mosquito” > Interscope, 2013

Después de cada subidón hay un bajonazo y, cuando se han sufrido muchos, uno aprende a reconocerlos y asumirlos. Al final del frenesí rítmico de “Mosquito”, la melancolía y la vulnerabilidad. La abordan rozando los clichés (líricos y sonoros) de la autoayuda, pero rezumando sinceridad y poder de movilización emocional.

En 2013, los tiempos de “Mosquito”, el adiós... hasta ahora.
En 2013, los tiempos de “Mosquito”, el adiós... hasta ahora.

¿Sí o sí?

“Fever To Tell”
(Interscope, 2003)

Tras sus dos primeros EPs –“Yeah Yeah Yeahs” (2001) y “Machine” (2002)–, Karen O, Nick Zinner y Brian Chase se apoyaron en la producción de David Andrew Sitek y las mezclas de Alan Moulder para llevar su sonido a una nueva pantalla. Yeah Yeah Yeahs quitaron la caspa al garage y al punk más monolíticos y los dotaron de carácter y frescura, con la vibración añadida (¡Siouxsie!) del revival post-punk que empezaba a crecer. Doce temas en 36 minutos plagados de estallidos y sacudidas inesperadas, encendidos en letras que esgrimían la confrontación con inteligencia y encanto. Su obra maestra.

“Show Your Bones”
(Interscope, 2006)

El difícil segundo álbum hizo honor a ese mito, pero fue todo lo contrario de lo que indicaba su título. La banda no solo no enseñó aquí sus huesos, sino que se mostró insólitamente contenida. Pero también se dejó llevar por los atisbos de comercialidad que habían vislumbrado anteriormente con “Maps”. “Cheated Hearts” supone la continuación de aquel hit y, junto a “Turn Into”, dejaba ver a un grupo que estaba canalizando la fiereza de antaño hacia un pop de regusto alternativo capaz de llegar a todo el mundo. No fue lo que se esperaba, pero resiste el paso del tiempo como un buen disco.

“It’s Blitz!”
(Interscope, 2009)

“Zero” y “Heads Will Roll” fueron las deslumbrantes puntas de lanza de la nueva encarnación de la banda en forma de odas a las pistas de baile y las bolas de espejos. Nick Launay se unía al elenco de productores para conseguir un estilo más sofisticado y sintético, y la voz de Karen mantiene su poder de seducción aunque sus letras pierden pegada. En los medios tiempos la purpurina llueve sobre un romanticismo más estandarizado y, por momentos, almibarado. El sencillo “Skeletons” podría sonar en los créditos finales de alguna película de Disney. A la crítica anglosajona le encantó, y no lo entiendo.

“Mosquito”
(Interscope, 2013)

Portada horrorosa para un disco divertidísimo y libérrimo. El trío se lanza al ritmo con más decisión que nunca, y a una temática general inspirada en el fantaterror de serie B al tiempo que recupera parte del vigor eléctrico de sus inicios. Como los Arcade Fire de “Reflektor” (2013), pero sin su pretenciosidad, abrazan también la música negra y no solo por el coro góspel de “Sacrilege”, sino también por las apariciones de Dr. Octagon y James Murphy –como productor– en “Buried Alive”. La mayor sorpresa: introducen el bajo (muy marcado) por primera vez en la carrera del grupo. Lo tocan Karen y Nick. ∎

Como complemento de esta Revisión, David Saavedra selecciona esta exclusiva playlist con 10 de los mejores temas de Yeah Yeah Yeahs.

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